9 de octubre de 2020

Valter defiende Sarajevo (1972). Película yugoslava sobre la resistencia partisana antifascista

En 1944 Sarajevo esbaba ocupada por las tropas de la Alemania nazi, que sufrían continuos sabotajes por parte de la resistencia partisana de la ciudad, liderada por un misterioso rebelde apodado Valter, del que nadie conocía su verdadero rostro, ni siquiera los propios partisanos. 

Aprovechando que nadie conoce su rostro, un agente al servicio de los alemanes se hace pasar por Valter para intentar descubrir quién es realmente este héroe partisano y acabar de una vez con él. Entre los miembros de la resistencia ya nadie está seguro de quién es quién, hay agentes dobles, algunos que han caído en las manos de la Gestapo y después de sufrir terribles torturas trabajan para ellos. 

Valter Brani Sarajevo, su título origina, no es una película bien conocida, lógicamente, entre audiencias occidentales, pero después de su lanzamiento en la década de 1970 se convirtió en un gran éxito en los estados comunistas, incluso se convirtió en la película extranjera más popular de China de la década.

Se trata de un homenaje a la lucha de los partisanos comunistas contra los nazis. Al final, el infiltrado alemán pronuncia una frase que define a la perfección el sentido de la película e, incluso, de lo que fue en muchos casos, tanto en Yugoslavia como en gran parte de los paises invadidos por los nazis y sus aliados, la resistencia antifascista: "Sehen Sie diese Stadt? Das ist Valter! (¿Veis esta ciudad? Ella es Valter!")

Cinco casquillos de bala (Cine de la RDA en homenaje a las Brigadas Internacionales)


Fünf Patronenhülsen (Cinco casquillos de bala) se rodó en el año 1960 en la República Democrática Alemana (RDA). Dirigida por Frank Beyer, trata de un homenaje realizado por la Alemania antifascista a los brigadistas internacionales que, durante la Guerra Civil Española, llegaron desde todos los puntos cardinales a combatir a la bestia fascista junto a los pueblos de España.

Cinco brigadistas reciben la orden de quedarse en las sierras españolas para frenar a los criminales fascistas mientras que el resto de las tropas retroceden. Se supone que tienen que encontrarse con un operador de radio, pero cuando llegan al punto establecido, no hay nadie allí.

Mientras buscan al hombre desaparecido, el comisario político Wittig es alcanzado por una bala. Antes de su muerte, entrega cinco casquillos de bala a cada brigadista que contiene cada uno una parte de un importante mensaje para el estado mayor.

Una odisea en las montañas áridas con el peligro constante del fuego enemigo y la deshidratación, que homenajéa la esperanzadora humanidad, la esencia solidaria y la capacidad de sacrificio de los brigadistas internacionales, en su lucha por la libertad y contra la barbarie fascista.

La película en versión original subtitulada en español está disponible en la página de cine online zoowoman o en el siguiente enlace:

   

8 de octubre de 2020

La desmovilización por movilización

Compartimos a continuación la nueva colaboración del camarada Sade, en esta ocasión acerca del peligro del posmodernismo y la necesidad urgente de devolverle al sujeto revolucionario, la clase obrera, su ideología.

LA DESMOVILIZACIÓN POR MOVILIZACIÓN

1.- La principal tarea de una fuerza revolucionaria a día de hoy debe ser devolver al sujeto revolucionario, es decir, a la clase obrera,su ideología, aquella –la única– que garantiza su completa emancipación económica, política, social y cultural. Esa ideología que, desde una perspectiva puramente formal, es la obra de un grupo reducido de pensadores geniales, desde una óptica material, es el resultado intelectual de la lucha histórica de la clase obrera por su liberación de la tiranía burguesa. Esa ideología se llama marxismo-leninismo.

2.- El peligro del posmodernismo en sus diversas variantes (feminismo, animalismo, homosexualismo, 

vegetarianismo, ecologismo, lenguaje inclusivo, etc.) no es la parcialización de la lucha emancipadora de la clase obrera, es decir, la creación de compartimentos estancos, incomunicados, y, en consecuencia, el debilitamiento general de aquélla, sino la asunción por parte de las organizaciones obreras de que esas “luchas” del posmodernismo son auténticas luchas y que, en consecuencia, forman –o puede o deben formar– parte de la lucha obrera y revolucionaria. El objetivo fundamental de la no-lucha posmodernista, con sus ministerios, sus “huelgas” convocadas por el Poder o sus organizaciones subvencionadas con cargo a los presupuestos estatales, autonómicos, etc., es desmovilizar por medio de la movilización. El posmodernismo transforma la calle, campo de batalla de la moderna revolución, en el escenario de un sainete de amor interclasista.

3.- Salvo el Frente Obrero y el PML-RC, el resto de organizaciones que en España se pretenden obreras y de izquierdas, en lugar de rechazar de plano como antimarxistas y antirrevolucionarias las no-luchas del posmodernismo, en lugar de atacar frontalmente su esencia pequeñoburguesa, individualista, sectaria, desmovilizadora, al servicio del statu quo, han pretendido restituir al gato del capital y la burguesía la naturaleza de liebre socialista, cortándole el rabo y estirándole las orejas, o lo que es lo mismo, colgando a cada engendro posmodernista el adjetivo “proletario”, para, de esa manera, adaptar el marxismo-leninismo a los tiempos que corren y mejorarlo. Todos conocemos ya el nombre de estos autorregates teóricos: revisionismo; y su función dentro del movimiento obrero: antirrevolucionaria.

4.- Es importante ser conscientes de los efectos contaminantes que toda esta bazofia postmoderna, procedente de la élite cultural del mundo imperialista, de Estados Unidos, puede tener en el movimiento obrero. Es esencial combatir el posmodernismo de raíz, pues, bajo un aspecto inocente, bienintencionado, progresivo, tiene por objeto único la neutralización e inoperancia práctica de las organizaciones obreras y revolucionarias. Ahora bien, igual de necesario es determinar con precisión si, hoy por hoy, las amplias masas de una clase obrera sometida desde hace decenios a la propaganda burguesa y afectada sin interrupción por la crisis económica desde 2007-2008 serán más permeables al mensaje político de la extrema derecha que a los delirios sobre dietas morales, lenguajes inclusivos, superioridad de género, igualdad entre especies vivientes, apocalipsis climáticos, etc., con que se identifica la mediana burguesía acomodada de “izquierdas”.

Resolver esta disyuntiva es esencial para incorporar masas obreras cada vez más amplias a la lucha revolucionaria.

Sade.

6 de octubre de 2020

Miguel Enriquez y el MIR: PUEBLO, CONCIENCIA, FUSIL

El 5 de octubre de 1974 fue asesinado Miguel Enríquez por la DINA chilena después de un año de resistencia armada contra los golpistas de la CIA y del ejército chileno. Se trataba de  uno de los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno, surgido  de una ruptura de todos los sectores revolucionarios con la política formal de la época, tras el la tercera derrota de Allende en las urnas en 1964, que significó el triunfo de Frei. En la nueva formación había marxistas (como la Vanguardia Revolucionaria Marxista, de Miguel Enríquez y Bautista Van Schowen), anarquistas, cristianos (como Maroto y Clotario Blest), trosquistas (Partido Obrero Revolucionario), maoístas (del PC revolucionario) y otros grupos sociales, incluidos mapuches, campesinos, pobladores e intelectuales.

Durante dos años, subsistieron en una unidad instrumental, pero la lucha concreta hizo que se definieran por posiciones marxistas revolucionarias y salieran del MIR los trosquistas y las anarquistas en el Congreso de 1967. En esencia, la disputa principal que dio lugar a su nacimiento fue su rechazo a la via parlamentarista del Partido Socialista y de los comunistas, que se demostrara en septiembre de 1973 el gran error de Allende y la Unidad Popular.. Los integrantes del MIR sabían con creces que el poder no se puede conquistar mediante unas elecciones burguesas, y que solo un proceso revolucionario puede crear las circunstancias para la toma del poder de la clase obrera.

En todo caso, Miguel Enríquez y el MIR fueron los grandes olvidados de la lucha revolucionaria chilena tras el triunfante golpe de estado de septiembre de 1973,  mitificándose el intento fracasado  de Allende de llevar a cabo una revolución por vías democráticas, algo que se ha demostrado imposible en todas las experiencias históricas, mientras se cubría un manto de silencio ante las propuestas del que, sin embargo, siguió luchando tras el triunfo golpista contra el capitalismo y la dictadura hasta su muerte.

El MIR fue creado en 1964 y a inicios de 1966, Enríquez viajaría a China integrando una delegación de la Federación de Estudiantes de Concepción, donde toma contacto con el maoísmo, y durante su regreso visita Perú donde se reúne con diferentes organizaciones sindicales y políticas influenciadas por los avances de la Revolución China, el ejemplo de la resistencia vietnamita y el proceso descolonizador y antimperialista. 

En 1971 el presidente Allende le ofreció un puesto en su gobierno, pero Enríquez y el MIR, al contrario que el Partido Comunista de Chile, defensor como Allende de la vía parlamentaria, declinó con delicadeza el ofrecimiento explicándole que si bien el MIR compartía gran parte del programa de la UP, no cree posible llevar a cabo ese cambio revolucionario en los marcos de la institucionalidad existente y mediante un proceso gradual de reformas, ya que la derecha no las respetaría y recurriría al boicot y la violencia para derrocar su gobierno. Por lo tanto, era necesaria la movilización directa de las masas y crear una capacidad de defensa armada en el movimiento popular, atrayendo a los militares progresistas. Allende no compartía esta política y se equivocó, como sabemos.

Aun así, en las elecciones de 1973 participaría en las elecciones apoyando a la Unidad Popular de Allende, junto al propio Partido Socialista, el Partido Comunista y otros partidos de la izquierda chilena, aunque dejando claro que únicamente como forma de defender al gobierno frente a la ofensiva de la ultraderecha, dirigida por Estados Unidos.

Sin embargo, Enriquez, que siempre tuvo claro que la única manera de defenderse de la burguesía era pasar a la ofensiva, armar a los obreros para hacer la revolución para instaurar una dictadura del proletariado, afirmaba que "Participaremos en las elecciones buscando ganar la fuerza para hacer entrar en crisis al parlamento y al orden burgués (...)"No nos hacemos falsas ilusiones. Ni con las elecciones los trabajadores conquistarán el poder, porque la burguesía no está dispuesta a acatar las mayorías parlamentarias, ni toda la fuerza del pueblo se expresará en los resultados electorales. Sabemos que las elecciones nunca resuelven por sí mismas los problemas de las clases, solo los plantean"

En junio de 1973, cuando se produjo el "tancazo", en el que un grupo de militares intentó tomar el poder rodeando el Palacio de La Moneda con sus tanques, las banderas rojinegras del MIR ondearon junto a la bandera chilena y las banderas de los partidos de toda la izquierda, cuando miles de hombres y mujeres del pueblo rodearon el palacio  para defender al compañero presidente y exigir castigo a los golpistas.

Este fue un momento decisivo que determinó la derrota del proceso revolucionario, porque el MIR no se decidió a repartir las armas al pueblo -que uniformados izquierdistas estuvieron dispuestos a entregar- por temor a provocar un enfrentamiento con el gobierno y dividir el movimiento popular, ni el gobierno aprovechó esta victoria para intervenir dentro de las FF.AA. y sancionar y destituir a los golpistas. Dos meses después, Pinochet y sus secuaces darían el golpe definitivo que pillaría al pueblo chileno desarmado.

 La Declaración de Principios del MIR aprobada en el Congreso Constituyente de 1965 expresaba que:

"Las directivas burocráticas de los partidos tradicionales de la izquierda chilena defraudan las esperanzas de los trabajadores; en vez de luchar por el derrocamiento de la burguesía se limitan a plantear reformas al régimen capitalista, en el terreno de la colaboración de clases, engañan a los trabajadores con una danza electoral permanente, olvidando la acción directa y la tradición revolucionaria del proletariado chileno. Incluso, sostiene que se puede alcanzar el socialismo por la "vía pacífica y parlamentaria", como si alguna vez en la historia de las clases dominantes hubieran entregado voluntariamente el poder".

En su artículo VII:

"El MIR se organiza para ser la vanguardia marxista-leninista de la clase obrera y capas oprimidas de Chile que buscan la emancipación nacional y social. El MIR se considera el auténtico heredero de las tradiciones revolucionarias chilenas y el continuador de la trayectoria socialista de Luis Emilio Recabarren, el líder del proletariado chileno. La finalidad del MIR es el derrocamiento del sistema capitalista y su reemplazo por un gobierno de obreros y campesinos, dirigidos por los órganos del poder proletario, cuya tarea será construir el socialismo y extinguir gradualmente el Estado hasta llegar a la sociedad sin clases. El MIR rechaza la teoría de la "vía pacífica" porque desarma políticamente al proletariado y por resultar inaplicable, ya que la propia burguesía es la que resistirá, incluso con la dictadura totalitaria y la guerra civil, antes de entregar pacíficamente el poder. Reafirmamos el principio marxista-leninista de que el único camino para derrocar el régimen capitalista es la insurrección popular armada".
Un año después del golpe de estado de septiembre de 1973 Enríquez fue asesinado por fuerzas militares en Santiago, tras haberse convertido en el líder del principal grupo de resistencia armada contra la sangrienta dictadura de la CIA a través de sus títeres del ejército.



La siguiente canción fue un homenaje de Silvio Rodríguez a Miguel Enríquez, interpretada en el concierto ofrecido en Barcelona dos años después de su muerte en combate, "Canción sobre la indecisión"; uno de sus versos define con claridad el destino de la frustrada Revolución Chilena: "Por un fuego que no ves a tiempo, puede no salir el sol".



Y por último, compartimos el himno del MIR, cuyo lema, "PUEBLO, CONCIENCIA, FUSIL", dejaba claro cuál es el único camino posible para la emancipación de la clase trabajadora: el del combate.

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