Desde esa perspectiva, las críticas del PML-RC a aquellas fuerzas políticas -especialmente el Movimiento Nacional de Liberación Vasco y el PC(r)- que no se plegaron al cabildeo de la Transición, adolecen de todos los rasgos que caracterizaron al carrillismo. El calificativo de "anarquista" o "anarquizante" con el que se pretende anatematizar a dichos grupos desconoce tanto la práctica histórica del anarquismo como el momento histórico, nacional e internacional, en que surgieron aquéllos, a saber, el proceso de descolonización y la propagación por todo el mundo de los movimientos guerrilleros y de la lucha armada como instrumento de transformación política.
Pero lo peor no es eso, es decir, que el PML-RC obvie el análisis concreto de la situación histórica concreta, y un día sí y otro también cuelgue sambenitos a organizaciones cuyos militantes, muchos de ellos comunistas, fueron -y siguen siendo- el objeto de la persecución feroz del Estado burgués y capitalista. No. Lo peor es el tufo oportunista, esto es, carrillista, que desprende esa forma de crítica del PML-RC. El contenido de la crítica de organizaciones actualmente inactivas o disueltas, lejos de profundizar en los errores que cometieron, lo cual redundaría en un avance de las capacidades teóricas y prácticas del movimiento obrero en nuestro país, gira alrededor de la palabra fetiche "terrorismo", que el PML-RC emplea exactamente en el mismo sentido que todos y cada uno de los defensores, pasados y presentes, del Estado burgués y capitalista. Desgraciadamente el PML-RC se ha subido al carro -averiado, que a nadie le quepa duda- de un tacticismo de corte carrillista que consiste, respecto de las "cuestiones incómodas", en aterrizar por la izquierda en las posiciones del Estado burgués y capitalista.
Lo mismo hizo el PML-RC con el caso de Pablo Hásel, lo mismo sucede con su análisis de la historia del movimiento obrero internacional posterior al infausto XX congreso del PCUS.
Nada sería más deseable que los camaradas del PML-RC rectificaran una deriva que conduce inexorablemente al electoralismo y a su inevitable corolario, la desmovilización de las masas.
Sade - Forneo
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