Hace unos días en una pequeña localidad de Madrid descubríamos a un hombre de aproximadamente unos 70 años que, atento a nuestra conversación, nos aclaró ciertos aspectos históricos de la ciudad en la que nos encontrábamos. Todo parecía de lo mas interesante y esclarecedor pero la vena conservadora salió a flote y provocó un giro de temática.
Su odio más profundo se revolucionó al recordar la noticia publicada ese mismo día de la posible anulación de los "juicios" franquistas realizados al finalizar al guerra civil. Sus rencores y odios surgían al recordar que algunos fueron asesinados por "los rojos" simplemente por ir a misa o por tener ideas del catolicismo más profundo. Su ira se encendía por momentos recordando que muchos "nacionales" habían sido asesinados por sus ideas y que al finalizar la guerra, los "juicios" franquistas habían "hecho justicia" y ahora, en el arranque del siglo XXI alguien quería anular esas "victorias aplastantes sobre los rojos en nombre de la patria"
Nuevamente y como suele ocurrir, tuvimos la prudencia de callar, nos despedirnos bruscamente cortando sus palabra y seguir nuestro camino. Lo que había comenzado como un relato histórico había declinado en un enarbolamiento de la "verdad absoluta", del "conocimiento único" de la historia de nuestros abuelos. Pero no, no es tan unilateral esa versión caballero.
Pero seguimos callando y seguimos engullendo nuestros recuerdos porque también en otras familia fueron asesinados por ser profesores, por tener libros o simplemente por ser posibles sospechosos de tener en sus cabezas cultura básica, su única propiedad, ganada a golpe de página, a golpe de libro y por deseo de conocimiento de la verdad.
Tal vez, ese conocimiento de la verdad que ahora desde aquí reclamamos, nos deviene de la genética, de nuestros familiares que murieron por haberse cuestionado o haberse preguntado si lo que el poder les vendía era cierto o no.
Por buscar la verdad también se muere. Espero no sea este nuestro caso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario