El famoso cuadro, realizado por Picasso tras el bombardeo criminal ordenado por Franco y llevado a cabo por la aviación alemana, muestra el horror que significa el fascismo, como máxima expresión del capitalismo, y avisa de lo que, como sucedió, iba a esperarle al mundo si no se le paraban los pies
Sueños y mentiras de Franco . |
Picasso intentaba movilizar a los cómplices del fascismo en España, que no habían movido ni un dedo para apoyar al legítimo gobierno republicano y al pueblo español con la excusa de la política de No Intervención, mientras la maquinaria militar nazi y el ejército de Mussolini eran la base de las victorias franquistas. Para Picasso, sobre todo Francia, donde vivía y se iba a realizar la exposición, tenía una actitud cobarde y vergonzosa con España, sobre todo teniendo en cuenta que su gobierno era de un así llamado, aunque por los actos se le ha de juzgar, del Frente Popular.
Uno de los cuadros que aparecen en Camino a Guernica es un retrato de la Marianne francesa sobre un pedestal en cuya placa escribe: "Aux espagnols morts pour la France". En la placa explicativa junto al cuadro, sin embargo, no se hace mención alguna sobre la complicidad de Francia con el fascismo en España, ni mucho menos del trato criminal dado a los refugiados españoles cuando estos pasaron los Pirineos tras la victoria franquista (los campos de concentración de Gurs, Argelès o Rivesaltes, entre otros), subrayando que esa placa para Picasso era sustituible por cualquier otra, como si en realidad no se dirigiera contra los capitalistas franceses que son, finalmente, antes y ahora, siempre cómplices del fascismo.
La crucifixión |
En toda la exposición apenas se habla de Hitler, Franco o Mussolini, salvo como de paso, y el Guernica parece ser algo que tiene más que ver con lo que Picasso tuvo siempre en su cabeza que con aquel primer bombardeo dirigido contra la población civil que iniciara la técnica de ataque aéreo tan utilizado desde entonces por los propios nazis alemanes como por Estados Unidos, Inglaterra o cualquier otra potencia imperialista en sus guerras de agresión
En todo caso, y ante lo previsible del caso, en una exposición organizada por el museo estrella del régimen que, finalmente, fue el sucesor del franquismo que convirtiera España en una especie de Guernica amplificado durante 40 años, y que se mantiene sobre unos movedizos cimientos sostenidos sobre un enorme cementerio de fosas comunes, el camino hacia el cuadro de Picasso más conocido no deja de ser interesante, incluyendo algunos cuadros de gran significación.
Por ejemplo, uno de sus retratos del asesinato de Marat, el revolucionario francés, por Charlotte Corday, en el que la mujer antirrevolucionaria aparece representada por un grotesco monstruo, animalizada como solo lo puede estar alguien ajeno a los intereses del pueblo.
También aparecen en un rincón, sin que nada parezca darle la mayor importancia, los dibujos que hiciera Picasso en enero de 1937, una serie de grabados que luego fueron vendidos en beneficio de los republicanos españoles: El sueño y la mentira de Franco. En dos láminas, Picasso retrata las mentiras de Franco y la verdad de su terrorismo contra el pueblo español, donde se representan masacres, violaciones, robos, fusilamientos; en definitiva, las principales características del fascismo. Una obra, que se hizo en pleno proceso de creación del Guernica y que denuncia, como aquel, tanto al terror que inició la Guerra Civil como el que se iba a instaurar sobre los españoles tras su victoria, que, acertando Picasso en su pronóstico, sería el germen del régimen fasciodemocrático actual en el que se organiza la exposición.
Otro de los pocos cuadros "políticos" que aparecen antes del Guernica es en el que Picasso retrata a "la marquesa del culo", una pía dama española, "echándole un duro a los soldados moros defensores de la virgen". En él aparece simbolizada la hipocresía cristiana de los españoles, dispuestos a pagar a los soldados musulmanes para que defiendan el status quo a fuerza de violaciones, saqueos y matanzas. En la misma onda, se nos muestran algunos diseños con el motivo de la crucifixión, muy apropiados como crítica de esta Semana Santa tan española y tan hipócrita como la misma Marquesa del culo, tan abundantes en la bestial y cavernícola derechona española.
Finalmente, tras la sala donde se encuentra el Guernica, esa denuncia contra el terrorismo fascista que intentan convertir en una especie de producto de marketing sin ideología, hay dos o tres salas más donde se ilustra el impacto internacional de la obra de Picasso y se exponen algunas obras posteriores del pintor malagueño, junto a noticias, artículos periodísticos, etc.
Se echan de menos en ellas, también por motivos ideológicos, obras de Picasso que tienen que ver, sin duda alguna, con la creación del Guernica, tanto por lo que este significa y la posición política que tiene el autor, como por el paralelismo del esquema formal y la denuncia implícita.
La paloma de la paz, símbolo del Partido Comunista Francés |
La primera es el retrato que hace Picasso de José Stalin, que muestra el bando que había elegido defender Picasso desde 1944, movido precisamente por los horrores a los que había llevado el capitalismo al mundo. Desde entonces, y hasta su muerte, sería militante del Partido Comunista Francés, y un gran sostenedor mediático y financiero de las causas obreras y de la lucha por la paz (para el Congreso de París, celebrado en 1949, el poeta y también comunista francés Louis Aragon seleccionó una litografía de una paloma dibujada por Picasso, que iba a convertirse en el más famoso símbolo de la paz en todo el mundo).
Que a lo largo de toda la exposición sobre el Guernica no se diga ni una palabra de la ideología defendida con su obra artística y en su vida personal por Picasso habla mucho de las intenciones de los organizadores, lógicas en un régimen en el que la manipulación del pasado y el esfuerzo por censurar todo lo que suene a comunismo, es el pan nuestro de cada día. Y en este sentido, también se echa de menos otra gran obra, más desconocida por su mayor actualidad, del enorme pintor comunista español: La masacre en Corea.
El asesinato de Marat |
En La masacre en Corea Picasso, como hizo en Guernica, denuncia en esta ocasión al fascismo norteamericano, a su brutalidad militar en la península coreana, aunque el motivo podría haber sido cualquiera otra de las múltiples víctimas del imperialismo yankee o de sus aliados europeos.
Pintado en 1951 en estilo expresionista, Picasso se inspira en el cuadro de Goya donde se representan los fusilamientos del 3 de mayo, con tropas francesas fusilando a civiles en Madrid. Su intencion es denunciar a EEUU y a la complicidad de la ONU, no solo por su intervencion salvaje en Corea, sino por el todavia reciente genocidio de Hiroshima y Nagasaki que, por cierto, el general MacArthur, general en jefe de las tropas norteamericanas, propuso repetir en Corea cuando su ejercito estaba siendo humillado por el chino.
En definitiva, tanto el Guernica como la obra posterior de Picasso, quizás también influenciado por los acontecimientos que motivaron sus creaciones, son producto de lo que podríamos llamar la ideología picassiana que, aunque se intente borrar, manipular o censurar, está definida por él mismo en su artículo "Por qué mi adhesión al Partido Comunista". Veamos qué era lo que el propio Picasso dijo de su pintura y que nunca encontramos reproducido en esos abundantes homenajes y celebraciones:
Masacre en Corea |
“La pintura no está hecha para decorar los apartamentos. La pintura es un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo (...) Mi adhesión al Partido Comunista es la consecuencia lógica de toda mi vida y toda mi obra, Y orgullosamente lo digo. Nunca consideré la pintura como un arte de adorno ni de distracción; por medio del dibujo y el color quise, puesto que éstas son mis armas, avanzar siempre en el conocimiento de los hombres y del mundo (...) He venido al comunismo como se va a la fuente.”
En resumen, la exposición Camino al Guernica no deja de ser recomendable tanto para disfrutar sus presencias, como para valorar sus ausencias, muestras de la paradoja que señalara José Bergamín en su artículo "Guernica es Gernika", escrito con motivo de los debates surgidos en la Transición sobre el traslado a España de la famosa y militante obra de Picasso desde Nueva York, allá por los ochenta, de un Guernica que hoy es protegido, custodiado y explotado "por los mismos contra los cuales se pintó".
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