Álvarez del Vayo en una de sus últimas imágenes |
Álvarez del Vayo fue siempre un combatiente de la izquierda socialista revolucionaria y republicana consecuente, jamás se rindió, jamás se prestó a las maniobras y trapicheos de algunos de sus “compañeros”, que en vez de impulsar la lucha en España, pactaban con los monárquicos o con los franquistas. Revelador es el título de su libro de memorias “¡Dadme combate¡”. Y él combatió hasta el último día. Enfermo, ingresado en el hospital donde moriría horas después, dictó un telegrama de felicitación al pueblo camboyano por su victoria. Fué su último acto revolucionario.
Del Vayo mantuvo a lo largo de toda su trayectoria militante una oposición frontal a la estafa de la "reconciliación nacional" y, por lo tanto, al continuismo monárquico, y fue firmemente partidario del empleo de la lucha armada contra la dictadura franquista y sus excreciones democráticas. En el pleno del Comité Permanente del FRAP de marzo de 1974, se posicionó, ya desde su inicio, por la creación de una rama militar en el seno del FRAP. No obstante, sería expulsado del PSOE durante la dictadura franquista precisamente por su fidelidad a la república y su convicción de mantener la lucha sin bajar la guardia.
Álvarez del Vayo, junto con Negrín, fueron los artífices de la línea de resistencia a ultranza en 1939, durante la Guerra Civil, porque era evidente la proximidad de la Segunda Guerra Mundial; cuando cayó Madrid no aceptó la derrota y defendió la idea de que, aún perdiendo Madrid, se podía hacer una guerra de guerrillas en el resto del territorio.
Honrando su compromiso revolucionario, escribiría una carta a Mao Tse Tung, al que consideraba "consecuente defensor del internacionalismo revolucionario", y al que conocería personalmente en sus diferentes visitas a la China Popular. En ella, le anunciaba la formación del FRAP y sus objetivos, en el marco de un llamamiento internacional "a todas las fuerzas revolucionarias y antimperialistas del mundo" para enfrentarse al imperialismo norteamericano y al hegemonismo soviético en la lucha combinada de las dos superpotencias "para frenar el empuje revolucionario del pueblo español".
La carta sería firmada por él un mes antes de su muerte, y demuestra la admiración que sentía Álvarez del Vayo por el comunismo chino y su lucha antirevisionista, convicción que casaba con la aspiración que mantuvo durante toda su vida de mantener viva la mentalidad revolucionaria sin cejar jamás, ni en su lecho de muerte, en la lucha.
Frap.es
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