Otro año mas celebramos el dia de la Constitución. Una Constitución paleolítica que no hemos votado gran parte de los españoles. Una Constitución que tiene casi 30 años de vida y que sólo se ha reformado por intereses de los mercaderes para poder someternos a los dictados de los intereses económicos de las multinacionales europeas. Una Constitución trasnochada que sanciona un sistema medieval a cuya cabeza está un rey con problemas humanos de alta bódega y bragas de alto standing, pero que es mantenido por designio divino y dictatorial como un ente cuasi sagrado unificador de la pluralidad de las Españas.
No hay nada que celebrar. Huele a podrido, a moho cáduco, a miedo al devenir de la historia. La Constitución se elaboro bajo la espada de Damocles del ejercito franquista temiendo perder sus privilegios, de la clase política y judicial que en parte aun se mantiene, de las Instituciones que en vez de desaparecer se readaptaron a una realidad no demasiado distinta (vease el caso flagrante de la Audiencia Nacional, totalmente política).
Para librarnos de los restos de mierda que aun estan pegados al sistema constitucional es necesaria una limpieza en profundidad, una deconstrucción que llegue hasta la raiz de las dependencias del caudillismo que representa hoy como cabeza visible y coronada nuestro no electo jefe de Estado, heredero de una familia en decadencia mental y moral. Moral sobre todo porque como heredero y como rey juró las leyes del movimiento nacional, y no la propia Constitución que le sostiene y que, por supuesto, desprecia. Como hacen nuestros representantes políticos que solo aplican para mantener sus privilegios, y como hacemos en realidad todos nosotros.
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