Hace 69 años, el 7 de enero de 1950, fallecía Alfonso Rodríguez Castelao en Buenos Aires, en el exilio, escritor, pintor, médico y dibujante, así como uno de los padres del nacionalismo gallego.
Diputado republicano en 1931 y del Frente Popular en 1936, sería también ministro sin cartera del gobierno de la República española en el exilio tras el triunfo fascista en la Guerra Civil.
En 1938 viajaría a la Unión Soviética para participar en una exposición artística, y quedaría encantado por el mundo nuevo que encontró allí donde, según sus palabras, "se estaba preparando una época nueva para la humanidad". Además de que, como expuso en la carta que sigue, "En ningún otro país del mundo se ofrece mejor porvenir a los trabajadores", también quedó convencido plenamente de la solución al problema de las nacionalidades en el país socialista, donde "La libertad de las nacionalidades y su autonomía hicieron posible la coordinación de los intereses morales y materiales (...) En este aspecto creo que debemos aceptar para España una solución idéntica a la que dio la URSS y no conformarnos con otra".
Se trata de uno de los grandes intelectuales gallegos en la historia de este pueblo, y su admiración hacia la Unión Soviética, que compartían tantos otros republicanos como el propio presidente del gobierno Juan Negrín, no deja lugar a dudas de que, por aquel entonces, el estado de los trabajadores, la URSS, era el lugar más avanzado de la humanidad y el nucleo alrededor del cual giraban las esperanzas de los trabajadores y de los intelectuales del mundo entero.
No obstante, poco después, en la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética acabaría derrotando al capitalismo, tanto al que había dejado ver su cara fascista como al que mantenía oculto su carácter bárbaro tras la máscara de la falsa democracia, y demostrando la superioridad social, económica y militar del Socialismo.
Veamos la carta que envío Alfonso Rodriguez Castelao durante su regreso de la Unión Soviética a su amigo Rodolfo Prada, en mayo de 1938:
Carta a Rodolfo Prada, desde el buque “Coopertzia”, a 27 de mayo de 1938:
Sr. Don Rodolfo Prada
Recorrimos varios miles de kilómetros en la Unión Soviética, desde el Golfo de Finlandia hasta el mar Caspio, y comprobamos que la URSS se está preparando para inagurar el hecho histórico que abra una nueva época para la humanidad. Visitamos las grandes fábricas, con las nuevas ciudades anexas; convivimos con los obreros en los clubs; visitamos los palacios de la cultura y de la formación profesional de los pioneros; convivimos con los Koljosianos y comprobamos su relativa felicidad; estuvimos en la región de los hospitales y clínicas y balnearios donde los empleados intelectuales, técnicos y stajanovistas curan su salud y sus fuerzas desgastadas por el trabajo; asistimos a la enseñanza en las escuelas, etc, etc,. Visitamos dos Repúblicas (Ucrania y Azerbaiyán) y comprobamos que el problema de las nacionalidades quedó resuelto, previa y definitivamente por medio de la libertad y de la democracia (claro está que hay que dar una nueva definición a estos dos conceptos). Fuimos recibidos por Sverning, el Secretario General de los sindicatos, y por Kalinin, y en ambas entrevistas fuimos informados ampliamente, satisfaciendo nuestras curiosidades o nuestros deseos de información. Durante un mes de trabajo intenso estuvimos en condiciones de poder juzgar en provecho del progreso soviético. La jornada del Primero de Mayo en la Plaza Roja de Moscú es algo indescriptible. Más de dos millones de almas desfilaron por delante de nosotros mostrándonos su placer por vivir. Y la importante máquina guerrera que defiende las creaciones soviéticas nos dio la sensación de que es invencible. Esto hizo sentirme triste, porque aún no me deshice del antimilitarismo que mamé.
Escudo de Galicia diseñado por Castelao en 1937. "Antes muertos que esclavos" |
2º – Los estímulos individuales aseguran el éxito de los planes, y en la URSS se tiende a crear una élite, no vitalicia ni hereditaria, para regir la vida y los destinos del pueblo. Así como en las creaciones industriales aprovecharon las normas del progreso norteamericano, también se aprovecharon de los estímulos del liberalismo económico, adaptándolos al sistema socialista. En ningún otro país del mundo se ofrece mejor porvenir a los trabajadores. Un stajanovista puede ganar cinco veces más que un obrero ordinario. Voy a reproducir lo que le escuché a un stajanovista en una conversación: “Cuando nací eramos siete hermanos y teníamos dos pares de zapatos para todos. Mi esfuerzo me llevó a ser técnico de esta fábrica y ahora tengo nueve pares de zapatos y ocho trajes. Mi mujer tiene treinta trajes y quince pares de zapatos. Compré un piano y el Comisario de Industrias pesadas me regaló un automóvil. Descanso dos meses en un balneario y el año pasado conviví con Stalin. Y a mi, que soy un simple obrero, me estrechó la mano“. La selección de hombres se hace en la escuela, en el taller, en la fábrica, en los koljoses y soljoses, y los hombres se elevan automáticamente gracias a su fuerza intelectual o física y salen de su nivel original. La élite que se forma en este país de 170 millones de habitantes asegurará en un plazo breve la hegemonía de la URSS. Y después no se trata de “salvar a los débiles”. Este deber de la humanidad se cumple como en cualquier país capitalista. Allí lo que preocupa principalmente es “fortalecer a los fuertes” e conservarles la fuerza. Las “casas de reposo”, los hospitales, y los balnearios merecen nuestra admiración. Es algo asombroso. Para reponer las fuerzas y restaurar la salud de los obreros y stajanovistas, existen instituciones superiores a las de los millonarios de Inglaterra y Norteamérica. Y la visita que hicimos a los clubs, a los palacios de los pioneros y a los palacios de la cultura, me dieron la impresión de que pronto se creará una élite extraordinaria.
3º – Una inteligente orientación del progreso detiene la fabricación en serie de los objetos puramente utilitarios y jamás estandariza los objetos de privilegio. El metro de Moscú, al ser una obra de carácter utilitario, es una maravilla del arte. Cada estación tiene su estilo y fue dirigida por un arquitecto diferente. Son verdaderos palacios subterráneos, construidos con materiales nobles y preciosos. Ninguna empresa ni ningún Estado capitalista podría llevar a cabo esa obra para el uso y disfrute del pueblo. Se me acaba el papel y no puedo seguir profundizando; pero se me queda en el tintero lo mejor que podía contar a favor de la URSS. Vengo encantado.
En Moscú fui examinado por el gran oculista Oberbaj y resulta que según sus exámenes, perdí el tiempo tratándome como luético, pues, según él, tengo una lesión tuberculosa…esto después de llevar cientos de inyecciones y de saturarme de mercurio. Es para desesperarse si no fuese como soy. En fin; creo que podré ver aún por algún tiempo. Ahora que se me plantea un problema difícil, ¿qué diagnóstico es el verdadero? Para esto necesitaría someterme a un examen que ahora no se puede llevar a cabo en España.
Mañana o pasado llegamos a Londres y pronto saldremos para París. Allí sabré lo que decidió, por fin, Álvarez del Vayo, que como ya le dije en las cartas anteriores, quiere que vaya a Argentina. No sé qué hacer. Y el caso es que debo decidirme pronto. Me duele abandonar Barcelona después de dos años de comportamiento sin mancha, pues aún que no soy un héroe, creo que nuestro deber está en vivir el peligro que corren los demás. Pero por otra parte no tengo nada que hacer allí, porque jamás se me confió ninguna misión y como Diputado nada tengo que hacer. De todos modos hice muchas cosas u salvé nuestro estatuto de una muerte ignominiosa que ya le contaré, si es que llego allí vivo para contarlo.
En Moscú expuse mis diseños (treinta obras). En el Museo de Arte Occidental Moderno (uno de los mejores museos del mundo, basta decir que tiene una sala de Picasso) me dieron una sala. Tuve un éxito rotundo y por allí desfilaron los mejores artistas de la URSS. Ahora VOCS quiere editarme los diseños en una tirada especial, ya les di la autorización e hicieron las fotos necesarias para reproducirlos. Desde luego puedo augurar que en la URSS soy el dibujante revolucionario más admirado y en el Museo de la revolución figuraba en un lugar preferente con los dos álbumes de guerra.
Nada más. Ya le dije que por las prisas en preparar el equipaje perdí las direcciones y solamente recuerdo la suya, que retengo en la memoria. Por eso estas cartas van para usted y para todos los hermanos. Un fuerte abrazo.
Castelao.
A bordo del “Coopertzia” y a punto de atravesar el canal de Kiel
27 de Mayo de 1938
27 de Mayo de 1938
“Obras de Castelao”. Tomo VI: Epistolario. Coord. Henrique Monteagudo. Ed. Galaxia. 2000 (Vigo). Traducido por Cultura Proletaria de Radikales Libres
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