La huelga convocada por los sindicatos de trabajadores ha afectado a las grandes ciudades,
paralizando durante dos días parte del transporte público, comercio y servicios bancarios, en protesta a las políticas laborales del Gobierno del actual primer ministro, Narendra Modi, del partido conservador y nacionalista hindú Bharatiya Janata Party.
Una decena de organizaciones sindicales que agrupan a más de 100 millones de trabajadores en todo el país lideraron la huelga, con especial seguimiento en los estados de Kerala, Bengala, Odisha, Maharashtra, Karnataka y Delhi.
Una decena de organizaciones sindicales que agrupan a más de 100 millones de trabajadores en todo el país lideraron la huelga, con especial seguimiento en los estados de Kerala, Bengala, Odisha, Maharashtra, Karnataka y Delhi.
Se trata de la tercera gran huelga que se vive en el país bajo el actual gobierno, después de las de 2015 y 2016.
Las organizaciones sindicales denuncian que esta ley, aprobada el 2 de enero favorecerá todavía más la explotación de los empleados y aniquilaría los derechos de los sindicatos. Según Asia News "la ley prevé un reconocimiento obligatorio para los sindicatos, tanto a nivel central como estatal. Sin embargo, los trabajadores consideran que dicha ley habilita al gobierno a asumir un “poder discrecional” a la hora de reconocer o no a las agrupaciones sindicales, eliminando de hecho la actual negociación, basada en el consenso conjunto de empleados, empleadores y gobierno. Los sindicatos también exigían la aprobación de una Ley de Seguridad social, el Social Security Act, para proteger a los trabajadores y un salario mínimo de 24.000 rupias (casi 300 euros) para el sector del Transporte.
Por otro lado, hablar de seguridad laboral en India se puede considerar un oxímoron. Cada año en el país asiático pierden la vida unas 48.000 personas en sus puestos de trabajo. Es una media de más de 130 trabajadores muertos por día.
1,3 millones de jóvenes se unen a las filas de los desempleados cada mes. Recientemente, en marzo de 2018, según informaron los medios, para 90,000 empleos en Indian Railways, 28 millones) de personas.
Según un informe reciente de la OIT, en 2018, hasta 18,3 millones de indios estaban desempleados en 2017, y se prevé que el desempleo aumentará a 18,9 millones para 2019.
India tiene una de las tasas de suicidio más altas del mundo para jóvenes de 15 a 29 años. En 2016, 9,474 estudiantes se suicidaron, casi 26 todos los días. Más de 75,000 estudiantes se han suicidado en la India durante los 10 años hasta 2016.
El censo de 2011 reveló que solo el 4,5 por ciento de la población en el país está educada hasta el nivel de graduados o educación superior, mientras que el 32,6 por ciento de la población ni siquiera ha superado el nivel de la escuela primaria. No hay necesidad de señalar, cuáles son las clases y castas con el mayor número de jóvenes educados sin esperanza.
El número de millonarios en dólares en la India en 2014 aumentó en un 25% desde 2013 a 2017, duplicándose su número posiblemente para 2023. Mientras tanto, la India rural constituye el 66% de la población total, mientras el miembro mejor pagado del 75% de los hogares de la India cobra al mes 72 $. Todo esto muestra el camino del capitalismo de la India (¿puede el capitalismo seguir otro camino?): mientras aumenta enormemente la riqueza de unos cuantos, la gran mayoría se empobrece.
Por otro lado, existe una creciente solidaridad de propósitos entre el campesinado rural y la clase obrera urbana. El 29 de noviembre del pasado año, trabajadores y estudiantes marcharon junto al campesinado en las calles de Delhi, mostrando su solidaridad. También como consecuencia de la movilización de los campesinos y el fenómeno sin precedentes de una manifestación conjunta, desencadenada por las políticas desastrosas del régimen de Modi, que afectan a todos los sectores de la población, la huelga general de dos días actual ha sido inevitablemente, participando en ella el número record de 200 millones de trabajadores.
Lo ocurrido en la India muestra y confirma las directrices y enseñanzas de Engels y Marx en El Manifiesto Comunista sobre las contradicciones del capitalismo y su inevitable destrucción, más temprano que tarde, por la clase que su propio desarrollo crea: «Lo que la burguesía produce, ante todo, son sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables».
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