Como dice el epitafio (es lo que realmente es, y no una conclusión) del documental de Ulises de la Orden, todo lo que sucede rio arriba llega tarde o temprano rio abajo. Me impactaron dos noticias con las que mi inquietud se topó este fin de semana, y que tienen relación con lo anterior. En primer lugar, un articulo sobre los pueblos no contactados en el Amazonas. Parece que hay aun bastantes, y ese descubrimiento abre grietas donde antes no entraba el aire. No solamente se trata de pueblos no contactados, sino de pueblos que huyen del contacto con la civilización occidental, que es como el veneno para su cultura y para su cuerpo. Hay, pues, diversidad posible, existe la resistencia de la huida, de la sacralizacion de la cultura propia.
También leí hace unos dias que cada dia desaparece en el mundo una lengua. Cada dia, pues, muere una manera de ver e interpretar el universo. Al igual que cuando desaparece un hombre sabio, de los antiguos, que llevan su cultura en su mente y en su salud, de esos hombres que llevan en su interior un saber enciclopédico con respecto a su entorn, cada vez que muere un anciano de esa entidad, muree con él otro mundo posible. Tanto que vociferemos desde nuestro mundo opulento y colonialista esa idea defensiva de que otro mundo es posible, cuando dejamos morir la diversidad que no nos atañe. Porque detras de la progresia pervive la misma incapacidad de respeto a lo desconocido, a lo diverso. Convertimos lo posible en dos meras alternativas. Esa es nuesta utopia mutilada.
En el documental "Rio Arriba" se habla principalmente de tres cosas. Primero, sobre los Kollas, pueblo del noroeste argentino, fronterizo con Bolivia, en el que aun perviven costumbres tradicionales inmemoriales pese a la influencia nefasta de la apisonadora capitalista y, en concreto, de sus ingenios azucareros. A estos eran empujados los miembros de la cultura Kolla a trabajar, obligados por ello a abandonar sus cultivos tradicionales. Es curioso la construcción interesada del mito de "el familiar", monstruo que devoraba a los trabajadores cuando se internaban solos entre las cañas y que, posiblemente, fuera nada mas que una creacion mitológica para castigar a los obreros que no se sometian totalmente.
En segundo lugar, se habla de como se invisibiliza lo diverso. Como en los libros escolares argentinos no aparece ningun atisbo de culturas diferentes a la oficial, y como los trabajos en las explotaciones azucareraras estan representados de manera aseptica, sin evidenciar ni de lejos la crueldad y la muerte presente en su cotidianeidad. En este sentido, el otro dia comiendo con dos compañeros de trabajo surgió este tema de conversación. Ellos estaban convencidos de que ya no habia culturas diferentes, que todo estaba teñido por el tinte todopoderoso de la verdad única y capitalista. Les parecia increible, absurdo, mi comentario acerca del artículo sobre los pueblos no contactados en el Amazonas. Obvio, ellos no piensan ni por asomo en que exista nada más allá de lo que ven en televisión, en internet (pese a sus posibilidades de diversidad), de lo que ven mas aca de su ombligo. Sin embargo, el Amazonas, por ejemplo, la zona mas inexplorada del planeta es casi tan grande como Europa entera. Como bien explica Emanuel Lizcano en su impactante "Metáforas que nos piensan", los mapas también los hacemos a nuestra minúscula medida. En el documental argentino se observa lo mismo, los kollas no salen ni en los mapas ni en los libros de texto ni, por tanto, en las posibilidades mentales de los niños, y despues adultos, argentinos. Lo que no conviene para la naturalizacion y aceptacion del modo de producción se oculta, se invisibiliza.
Por último, se alerta de algo que es evidente, pero que nos resistimos a valorar en su alarmante medida. Lo tradicional era una forma de vida en comunión con el entorno, respetuoso con él, que dialogaba constantemente con la tierra. El ejemplo de las terrazas de cultivo de los Kollas es evidente: estas servian para autoabastecerse, con algun complemento mediante formas de trueque (que pervive aun entre sus comunidades), pero a la vez para contener las riadas que se producen tras las lluvias en esos parajes de alta montaña. Cuando llega la industria capitalista y obliga a que los kollas dejen de mantenerlas para que desciendan a los valles a cortar caña para los ingenios azucareros, el equilibrio hombre-naturaleza se quiebra, y esta se desborda. El final de la convivencia con la Tierra es la mayor perdida que ha sufrido en hombre con el avance del modo de producción que extermina porque no puede parar de crecer. Y esa ruptura continua ampliándose a la par que el capitalismo sigue intentando imponerse ante los restos de resistencia que aun perviven. Pero todo lo que sucede rio arriba acaba llegando rio abajo. Y las riadas tarde o temprano terminaran creando temporales, como mariposas que agitan sus alas en cualquier lugar del mundo y provocan terremotos en el lugar mas inesperado.
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