Como es bien sabido, el antistalinismo
ha sido en las últimas décadas uno de los lugares comunes más manoseados
por la propaganda del imperialismo. A esta campaña sistemática de
mentiras y calumnias -cuyo verdadero objetivo es atacar el socialismo-
se unieron a partir de los años 50 los revisionistas modernos, quienes
comenzaron su carrera atacando el llamado culto a la personalidad de
Stalin que nadie más que ellos habían fomentado entre las masas
populares.
Sólo recientemente se ha descubierto que
Stalin mimó y dio alas a los revisionistas. Éste habría sido su
principal error, y su descubrimiento lo debemos a los maoístas que de
esta manera -no cabe dudarlo- desarrollan y superan el viejo y ya
desgastado antistalinismo.
Desde luego, sólo a unos tontos sin
remedio se les puede haber ocurrido la brillante idea de atribuir a
Stalin (o a cualquier otra persona) la aparición del revisionismo,
aunque sea el más moderno, por cuanto éste es un producto genuino del
imperialismo, es decir, que debe su existencia al soborno por la
burguesía monopolista financiera de un sector de la llamada aristocracia
obrera con las ganancias extraordinarias obtenidas de la explotación de
los países coloniales, de tal manera que las condiciones de su
reproducción -apenas si hace falta decirlo- son internacionales y, por
tanto, se han mantenido antes, durante y, sobre todo -hay que
reconocerlo-, después de Stalin, cuando ciertamente ha alcanzado un
desarrollo monstruoso. Stalin fue plenamente consciente de este
fenómeno, y por el mismo motivo no se cansó de alertar contra él ni de
combatirlo.
Bien es verdad que en éste -como en otros
terrenos- Stalin cometió algunos errores (como, por ejemplo, no
apoyarse suficientemente en las masas), errores que tenemos la
obligación de descubrir y criticar a fin de que no se repitan en el
futuro. Mas no es menos cierto que Stalin realizó una gran obra
revolucionaria en condiciones extraordinariamente difíciles y para la
que no disponía de experiencias anteriores, por lo que esta obra deberá
ser destacada como lo más importante, ya que pesa en la balanza mucho
más que sus errores. Sin embargo, esto se ha dejado de lado, cuando no
se olvida completamente, para hablar sólo de los errores de Stalin,
nunca de sus aciertos y su gran obra. Parece que Stalin no hizo otra
cosa en toda su vida (consagrada a la revolución socialista y a defender
el marxismo-leninismo) más que cometer errores, para dejarnos finalmente, como única herencia, el revisionismo
moderno. ¿A quién puede beneficiar esta crítica antistalinista?
¿Responde, acaso, a una posición de clase, marxista-leninista?
Pero aún nos quedan otras preguntas que
deben ser respondidas: ¿Dónde está el origen de revisionismo chino
actual, del revisionismo ultramoderno o de mercado? ¿Es que Mao no
cometió por su parte ningún error o estaba vacunado contra ellos? ¿Y
cuáles han podido ser sus consecuencias? En todo caso habrá que
reconocer que sus aportaciones a la teoría y a la práctica del comunismo
no han sido tan decisivas, por cuanto no se ha podido evitar el rebrote
del revisionismo ni la restauración del capitalismo en China.
Por lo demás, no creo que haga falta
insistir en la necesidad, para todo verdadero Partido Comunista, de
aplicar el marxismo-leninismo y sus desarrollos a las condiciones de
cada país (el Programa, la Línea Política y la práctica de nuestro
Partido son un buen ejemplo de ello), mas para eso hace falta partir
siempre de sus principios o fundamentos ya que, de otra manera, ¿qué es
lo que habría que aplicar? Yo no tengo duda de que, en realidad, de lo
que se trata es de meter de matute en nuestro movimiento revolucionario,
con el pretexto de los desarrollos y las superaciones, las viejas ideas
y la política revisionista con nuevos ropajes.
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