Si de algo ha sacado rendimiento político y, por supuesto, económico, la oligarquía política y las mafias empresariales que continuaron en el poder directamente desde el
franquismo con el filtro de la transición fue de la existencia de ETA, a
la que terminaron convirtiendo en la excusa para cualquier actividad
ilegal, políticas contra los derechos humanos o, incluso, el recurso de
la violencia terrorista o la tortura policial.
Con la desaparición del peligro etarra, a muchos se les hundió el chiringuito, por lo que, al revés que hicieron con el régimen franquista, que nunca se acabó pero escondieron tras bonitas palabras democráticas, las garrapatas del poder se siguieron aferrando al chollo del peligro terrorista acusando a cualquiera que protestara, se manifestara, criticara al rey o al gobierno o se declarara antifascista o anticapitalista, o incluso al que luchara por evitar quedarse sin casa, como un villano etarra. Incluso han acusado al nuevo producto de la pantomima democrática, PODEMOS, al televisivo Pablo Iglesias, de tener relaciones con los gudaris vascos.
El surrealismo ridículo de la derecha española (y cuando digo "derecha" me refiero también a todos los partidos que aceptan de una forma u otra el régimen impuesto con la Constitución del 78, en realidad la última Ley Fundamental del Movimiento Nacional Franquista ), está bien representado en la siguiente canción, muy adecuada para una España donde el terrorismo ya pasó a la historia hace tiempo pero en la que precisamente los grandes delincuentes económicos, los que son en realidad los más peligrosos criminales, se empeñan en ver etarras y peligrosos terroristas hasta en la sopa...
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