Harry Gannes (1900 – 1941), fue un periodista norteamericano editor del diario Daily Worker en los años 30. Fue uno de los fundadores de la Liga de Jóvenes Comunistas, de la que sería también Secretario General. Visitó China durante algunos años en tiempo de la revolución, relato que contaría en su libro When China Unites An Interpretive History Of The Chinese Revolution, en 1937; igualmente dedicaría gran parte de su trabajo a denunciar el movimiento de No Intervención creado por las potencias capitalistas, Inglaterra y Francia, para beneficio de los rebeldes fascistas y sus sostendedores y amos, Alemania e Italia, y que dejó a la España Republicana aislada internacionalmente, con el único apoyo efectivo de la Unión Soviética. Con respecto a esto último, Cuestionatelotodo, con la colaboración del camarada Sade, tradujo recientemente al español su obra Cómo ayuda la Unión Soviética a España.
Por su gran interés, empezamos a traducir también otro de sus principales escritos: Soviets in Spain. The October Armed Uprising Againgst Fascism (Soviets en España: el levantamiento armado de octubre contra el fascismo), editado por Workers Library Publishers en 1935, que hasta ahora nunca había sido publicado en español.
En este caso, el bueno de Gannes describe ante el mundo la conocida como Revolución de Asturias, de Octubre de 1934, donde por primera vez desde el triunfo de la Revolución Soviética y el fracaso de las Repúblicas de los Consejos de Hungria, Baviera y Eslovaquia, inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, el Poder de los Soviets se proclamó, aunque fuera temporalmente, en un país de Europa.
Sobre la trascendencia de la Revolución de Asturias, escribe Gannes:
"Durante 15 días los obreros y campesinos de Asturias tuvieron el poder. Fueron 15 días de lucha permanente, sin tregua, para el Ejército Rojo. Sin embargo, ello no fue óbice para que la Comuna estableciera su aparato de gobierno, decretara la propiedad de la tierra de los campesinos que la trabajaban, requisara alimentos y provisiones para las masas trabajadoras y el Ejército Rojo, estableciera su propia prensa, ocupara las grandes industrias y las destinara a la fabricación de armas para los combates revolucionarios, y confiscara el mayor banco de Oviedo, incautándose de 15 millones de pesetas, que se gastaron en comida, ropa y vivienda para los desempleados, así como para subvenir a las necesidades de la guerra contra el régimen fascista"
Como se ha dicho, con esta tercera parte damos por finalizada la traducción de esta importante obra, por su valor emotivo e histórico; las tres partes se pueden leer en los siguientes links:
Por su gran interés, empezamos a traducir también otro de sus principales escritos: Soviets in Spain. The October Armed Uprising Againgst Fascism (Soviets en España: el levantamiento armado de octubre contra el fascismo), editado por Workers Library Publishers en 1935, que hasta ahora nunca había sido publicado en español.
En este caso, el bueno de Gannes describe ante el mundo la conocida como Revolución de Asturias, de Octubre de 1934, donde por primera vez desde el triunfo de la Revolución Soviética y el fracaso de las Repúblicas de los Consejos de Hungria, Baviera y Eslovaquia, inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, el Poder de los Soviets se proclamó, aunque fuera temporalmente, en un país de Europa.
Sobre la trascendencia de la Revolución de Asturias, escribe Gannes:
"Durante 15 días los obreros y campesinos de Asturias tuvieron el poder. Fueron 15 días de lucha permanente, sin tregua, para el Ejército Rojo. Sin embargo, ello no fue óbice para que la Comuna estableciera su aparato de gobierno, decretara la propiedad de la tierra de los campesinos que la trabajaban, requisara alimentos y provisiones para las masas trabajadoras y el Ejército Rojo, estableciera su propia prensa, ocupara las grandes industrias y las destinara a la fabricación de armas para los combates revolucionarios, y confiscara el mayor banco de Oviedo, incautándose de 15 millones de pesetas, que se gastaron en comida, ropa y vivienda para los desempleados, así como para subvenir a las necesidades de la guerra contra el régimen fascista"
Como se ha dicho, con esta tercera parte damos por finalizada la traducción de esta importante obra, por su valor emotivo e histórico; las tres partes se pueden leer en los siguientes links:
Los traductores, José Luis Forneo y Camarada Sade
SOVIETS EN ESPAÑA: LA
INSURRECCIÓN ARMADA DE OCTUBRE CONTRA EL FASCISMO (III)
IV
Aún no se han
extraído todas las lecciones de la insurrección armada en España debido a la
gran extensión del movimiento y a una información, dispersa y poco concreta,
sometida a la férrea censura fascista. Sin embargo, las enseñanzas principales
y decisivas, las causas fundamentales del fracaso, los responsables de la
traición y las deficiencias más notables, están claros.
Manifestación de mineros, Mieres, 1934 |
Prestemos atención,
en primer lugar, a las palabras del dirigente socialista Indalecio Prieto,
quien, con Largo Caballero, compartió la dirección de la huelga general y la
lucha armada en Madrid. Caballero fue detenido y está actualmente en prisión.
Prieto, tras la derrota, pudo escapar a París.
Le Petit Journal le entrevistó
en París el 31 de octubre: “¿A qué atribuye el estancamiento del movimiento
revolucionario, si representa verdaderamente la opinión de la mayoría?”, le
preguntaron. Su respuesta fue: “En primer lugar, a la rapidez y violencia de la
represión. En segundo lugar, a los insuficientes refuerzos procedentes del
campesinado, debido a la derrota que había sufrido en su huelga general. Y en
tercer lugar, a la obstinación de algunos elementos sindicalistas y
anarquistas.”[1]
Aunque todo esto es
verdad, no es toda la verdad. Nadie puede negar que la execrable traición de
los jefes anarquistas representó una puñalada por la espalda para la
insurrección armada.
La primera explicación
que da Prieto de la derrota oculta no la debilidad del proletariado ante la
ferocidad del fascismo, sino el fracaso de los dirigentes socialistas a la hora
de preparar adecuadamente y con antelación la insurrección armada, su renuencia
al frente unido hasta poco antes del levantamiento, su fe en la acción de
pequeños grupos en lugar de la lucha armada de masas y, sobre todo, sus
vacilaciones para plantear a la clase obrera la cuestión de los soviets como
órganos de poder.
El segundo
argumento de Prieto también pasa por alto muchas cosas importantes. El fracaso
de la huelga en el campo, que debilitó las fuerzas campesinas en la lucha, se
debió a la mala dirección de los socialistas. En especial, no propusieron la
cuestión de la toma de la tierra por los campesinos, una consigna que habría producido
gran efecto, no sólo para atraerlos a la insurrección armada, sino también en
el ejército, compuesto principalmente por sus propios hijos.
Críticas confirmadas
Citaremos a Prieto
de nuevo en respuesta a otra pregunta, al ser en este punto donde hace algo de
autocrítica, confirmando plenamente las críticas comunistas a los dirigentes
del Partido Socialista desde la proclamación de la República en 1931. En la
República, los socialistas han desempeñado un papel dominante, llenando a las
masas de ilusiones democráticas sobre la solución de sus problemas en colaboración
con la burguesía.
“¿Cómo explica”, le
preguntaron a Prieto, “el descontento en España y el éxito de Gil Robles [líder
fascista] en las últimas elecciones?”
Prieto respondió: “Precisamente
por la política de derechas del régimen de izquierdas. Este gobierno, nacido con la República y
creado por ella, se convirtió en el baluarte de los adversarios de la República.
Es cierto que el gobierno de izquierdas en España llevó a cabo la política de
la derecha antes que Lerroux y Samper. En este periodo de agonía del capitalismo,
la burguesía española ni siquiera pudo llevar adelante la revolución
democrática burguesa.
Es esta desilusión
de las masas con la República que tanto anhelaban lo que explica la victoria de
Gil Robles.”
El régimen de
izquierdas a que se refiere Prieto, que aplicó una política de derechas, es,
por supuesto, el régimen de los dirigentes socialistas con los republicanos de
izquierdas.
El análisis comunista
Poco después de la
derrota de la lucha revolucionaria en España, el Partido Comunista analizó las
causas del fracaso. Enumeramos a continuación los principales puntos de su
análisis:
1. Los preparativos
políticos y organizativos de la revolución fueron insuficientes. Su programa no
se dio a conocer a la totalidad de las masas trabajadoras. No se tuvo en cuenta
que la revolución no se hace; se organiza.
2. No se atrajo a los
campesinos a la lucha revolucionaria. Es ésta, igualmente, la causa de que el
ejército, formado mayoritariamente por campesinos, no se pusiera del lado de la revolución.
3. El problema del
poder, cuestión fundamental de toda revolución, no se planteó con claridad ante
los obreros y campesinos. Las masas desconocían los órganos del poder, los soviets,
cómo debían funcionar, cómo y dónde debían organizarse.
Pacto CNT-UGT, Asturias 1934 |
4. En el corazón
mismo de la dirección socialista, junto a auténticos revolucionarios prestos a
cualquier sacrificio, había elementos que no escondían su hostilidad a la
revolución.
5. La huelga
general no se inició antes de que se
formara el gobierno de Lerroux y Gil Robles, lo que dejó la iniciativa en manos
del enemigo.
6. La iniciativa de
la lucha por la independencia nacional de Cataluña se dejó en manos de la
vacilante y traicionera burguesía, representada por Companys. Para obtener la
victoria, la revolución, en todas sus formas, debe estar bajo la dirección del
proletariado.
7. La monstruosa
traición y deslealtad de los jefes anarquistas fue el peor de todos los golpes
y los mostró, tal y como el marxismo los ha descrito siempre, como enemigos de
la revolución proletaria, del lado del fascismo en las barricadas levantadas
durante los combates en España.
Los anarquistas sabotearon la lucha
La actuación de los
anarquistas en España en los combates decisivos contra el fascismo demostró de nuevo
lo acertado de la crítica realizada históricamente por el marxismo de toda la
teoría y táctica anarquista.
En ningún otro
momento de la historia del anarquismo sus dirigentes y sus ideas básicas habían
sido tan gravosos para los trabajadores como en España, lo cual se debió no
tanto a los errores tácticos de los anarquistas españoles en esta situación
concreta, cuanto a la concepción global del anarquismo con respecto a la lucha
de clases. En España el daño fue tan enorme porque los anarquistas capitaneaban
a 1.000.000 de trabajadores y sus jefes pusieron en práctica sus concepciones
contrarrevolucionarias justo cuando los obreros se estaban sumando a la lucha
armada contra el fascismo.
Nada expresa con
mayor claridad el carácter traicionero de las concepciones anarquistas que sus
comentarios públicos cuando una serie de comunistas españoles fueron enviados a
colonias penales en África. Tomando prestada su fraseología de los trotskistas,
los anarquistas les decían a los prisioneros comunistas: “¡Venga, construid
ahora el socialismo en un solo país!”.
En su análisis del
Estado capitalista, los anarquistas criticaban también con la misma virulencia
y crudeza la dictadura del proletariado, alejando de ese modo a los
trabajadores de la única fuerza capaz de derrotar y destruir el poder del
gobierno capitalista-terrateniente. En ese sentido, comparten puntos de vista
con quienes, como Kautsky, sitúan a la dictadura fascista y a la dictadura del
proletariado en un plano de igualdad y consideran básicamente indistinguibles
una de otra.
El anarquismo es, esencialmente,
la filosofía utópica y pequeño-burguesa que Proudhon desarrolló en su sistema,
y a que dio expresión organizativa Bakunin, el más acerbo enemigo de Marx en la
I Internacional. Su base social está constituida principalmente por los flecos de
la pequeña burguesía que, en los estadios iniciales del capitalismo, se ven
arrojados a las filas del proletariado, emprendiendo una lucha violenta contra
el capitalismo en nombre de las concepciones abstractas de “libertad” e “igualdad”,
en las que se expresa el deseo utópico de preservar la propiedad individual y
la “libertad” de la pequeña burguesía exacerbada.
Debido al reciente
desarrollo del capitalismo en España y, por tanto, también del proletariado,
los anarquistas lograron afianzarse y expandirse en un periodo en el que el
proletariado estaba madurando rápidamente hacia la toma del poder y el
establecimiento de su dictadura.
La idea de los jefes
anarquistas es que la dictadura del proletariado no es mejor que la dictadura
capitalista. Así que, cuando una amenaza a la otra, ¿por qué tomar partido? Además,
como no creen en la lucha del proletariado, se oponen a las huelgas de
naturaleza política, en especial a las enfocadas a la insurrección armada para
la toma del poder por los trabajadores.
La victoria de la
clase trabajadora en la Unión Soviética ha demostrado cuán correcto es el
objetivo marxista-leninista de establecer la dictadura del proletariado como arma
más poderosa de la revolución, a fin de combatir y destruir no sólo el Estado
capitalista, sino también los últimos vestigios de la clase capitalista y de
las relaciones capitalistas, que pugnan por perpetuarse a sí mismas tras la toma
del poder por la clase obrera. Cada lucha revolucionaria desde 1871 ha
demostrado una y otra vez que a menos que la clase obrera sea capaz de imponer
su dictadura, no tendrá posibilidad alguna de avanzar en el desarrollo de la
nueva sociedad, el socialismo.
Justo cuando la burguesía española había
comenzado a despojarse de todos sus tapujos democráticos y estaba sacando a
relucir su dictadura de clase, con sus rasgos más brutales, chovinistas y represivos,
la “imparcialidad”
de los anarquistas hacia el “Estado” se convirtió para el fascismo en el más
valioso de los servicios contrarrevolucionarios.
Los jefes anarquistas se enfrentaron a la Unión Soviética y a la dictadura
del proletariado con más vehemencia que contra el Estado capitalista, al que
consideran más libre que el poder proletario, que ellos llaman “imperialismo rojo”.
Sabotaje a la huelga general
De ahí que, cuando llegó el momento de la verdad, cuando el fascismo trató
de implantar abiertamente su brutal dictadura, los anarquistas, fieles a su papel
histórico, sabotearon la huelga general, la insurrección armada por la
independencia de Cataluña, y la revolución proletaria y el establecimiento de soviets
en toda España.
El anarquismo, en la persona de los jefes anarquistas españoles, prestó un
servicio al capitalismo español que sus mercenarios, la criminal Legión
Extranjera, nunca podrían haber desempeñado solos, ni siquiera con sus medios
más modernos de asesinato en masa.
Las lecciones de la revolución española tienen un alcance internacional, y
tendrán repercusiones inmediatas e internacionales en la lucha de clases y en
la batalla mundial contra el fascismo y por el Poder de los Soviets.
En un artículo publicado en International
Press Correspondence, sobre “La Guerra Civil en España y el proletariado
internacional”, el camarada Ercoli[2]
escribe:
“Los
recientes acontecimientos en España han proporcionado una vez más un convincente ejemplo práctico de la
validez internacional del leninismo y del bolchevismo. La victoria de la
revolución exige estrategia revolucionaria y táctica revolucionaria. No existen
táctica ni estrategia revolucionarias fuera de la práctica y la teoría del bolchevismo.
(...)
Los combates de octubre de las masas españolas, prueba de
fuego que ha demostrado la incapacidad de los dirigentes socialistas, representan
un paso decisivo en el desarrollo de la revolución española. Las masas
trabajadoras de España aprenderán de su experiencia. (...)
El Partido Comunista de España no sólo ha sido la única
organización de la clase obrera que ha seguido una política correcta en
relación con todos los problemas fundamentales de la revolución, sino que
también estuvo a la cabeza de la clase trabajadora durante los combates de
octubre. La bandera roja del Partido Comunista ondeaba victoriosa sobre las
barricadas de Asturias, y la enarbolaron en la lucha los más arrojados
combatientes proletarios de la gloriosa Comuna asturiana. (...)
La revolución española sigue adelante. La burguesía sabe
bien que los trabajadores y campesinos no han sufrido una derrota definitiva, y
el temor a que se reproduzca la lucha de masas mantiene en la indecisión a un
sector de la burguesía. (...) Nuestro heroico Partido Comunista de España, que
ha superado esta prueba de fuego gloriosamente, triunfará en su objetivo de
ponerse a la cabeza de los trabajadores y campesinos y de guiarlos a la
victoria final.
No obstante, los comunistas y el resto de trabajadores
revolucionarios de España deben recibir nuestra ayuda práctica en su combate.
La solidaridad y la lucha internacional del proletariado en apoyo de la
revolución española ha de contribuir en la práctica a allanar el camino que
permita intensificar la lucha de masas en España y asistir a los trabajadores y
campesinos españoles en su difícil batalla. La solidaridad internacional del
proletariado debe contribuir y, de hecho, contribuirá a derrotar al fascismo en
España y a acercar el día de la victoria final de la lucha del proletariado
tanto en España como en el resto de Europa.”[3]
V
Hay dos factores fundamentales que están presentes en todos los
acontecimientos en España desde la insurreción armada de octubre. Por un lado,
la población trabajadora no da muestras de derrota. No hay pesimismo. Su
espíritu de lucha no ha resultado aplastado. En España existe un descontento cada
vez mayor y se preparan nuevas batallas a toda prisa. Las grandes reservas de
obreros y campesinos que no participaron en las luchas revolucionarias están impacientes.
Las organizaciones obreras no sólo no han sido destruidas, sino que crecen. Las
masas debaten con el mayor entusiasmo el curso de los combates, el motivo de la
derrota y, en especial, los logros de los soviets de Asturias. Los dirigentes
anarquistas están perdiendo su control sobre los obreros de Cataluña, y el
Partido Comunista no deja de crecer.
Por otro lado, el régimen fascista se enfrenta a enormes dificultades para consolidar
su poder e imponer su brutal dictadura. Su base de masas está desorganizada, indecisa
y desunida; es endeble. Los terratenientes, los capitalistas de la industria, los
financieros y las sanguijuelas de la jerarquía eclesiástica, que se amalgaman
en el gobierno, tienen intereses contrapuestos que se agudizan a medida que se
agrava la crisis del capitalismo español.
En su histeria, miedo y rabia, la burguesía española asesina y tortura a
los trabajadores detenidos, pero hasta en relación con el alcance de su
venganza se muestra dividida. Y es en este punto donde la acción internacional
de los trabajadores, el frente unido en apoyo de los combatientes españoles,
tiene la mayor importancia, el valor más precioso y urgente para nuestros camaradas
españoles contra sus verdugos. Mientras se asesinaba a cientos de obreros en
secreto en Asturias, sólo unos cuantos fueron ejecutados públicamente, como escarmiento
a nivel nacional para los revolucionarios. Estas matanzas tuvieron como
respuesta huelgas a gran escala.
Sin ápice de derrotismo
Un corresponsal del Daily Worker
en Madrid describió así la situación a 1 de noviembre, casi un mes después de
los combates:
“No hay el más
mínimo rastro de derrotismo entre los trabajadores. La gloriosa Comuna de
Asturias es su principal tema de discusión. Asturias se ha convertido en la luz
que guía a los obreros españoles. Aclaman a “La Commune” de España. Los trabajadores aprenden día a día de lo que sucedió;
discuten sobre sus errores, se preparan para corregirlos, lo que aumenta la
desesperación de la burguesía. (...)”
“El fascismo
se enfrenta a su momento más complicado en su pretensión de establecer la
dictadura sobre los trabajadores. El tipo de fascismo, con base en la Iglesia y
ribeteado de parafernalia religiosa, que defiende Gil Robles, se encuentra con
enormes dificultades porque los trabajadores están empezando a conocer qué es
el fascismo. La imagen más ilustrativa de la situación en España a día de hoy
es la de un ejército invasor que ha conseguido apoderarse de algunas plazas fuertes
importantes, pero que espera con temor e inquietud el ataque de una población
hostil.”
El fracaso y la incapacidad para consolidar el régimen fascista en España provocó
una crisis de gobierno parcial el 17 de noviembre. El Ministro de Asuntos
Exteriores, Ricardo Samper Ibáñez, y el Ministro de la Guerra, Diego Hidalgo[4], se
vieron obligados a dimitir. El líder fascista Gil Robles precipitó su cese alegando
que se deberían haber incrementado las fuerzas de la Guardia Civil y que se
deberían haber adoptado mayores medidas contrarrevolucionarias contra los socialistas
y los comunistas en Asturias antes del levantamiento armado. Robles, a
diferencia de Hitler, niega reiteradamente sus intenciones fascistas y declara
su amor a la República.
La crisis se agudiza
La crisis económica, especialmente grave en España antes de los combates revolucionarios,
ahora, con la “victoria”
del fascismo, está arrojando titulares como éstos: “Después de los gloriosos días revolucionarios, masas
más amplias de campesinos. Casi el doble de desempleados tras la vuelta al
trabajo después de la huelga general. La situación financiera del gobierno, en
constante deterioro, es ahora grave. El
coste de la guerra civil fue tan alto que el gobierno aceptó encantado
donaciones de monárquicos y capitalistas para sufragar la matanza de
trabajadores. El antiguo rey Alfonso donó 50.000 pesetas. Todas las grandes
compañías y los terratenientes pusieron su grano de arena. Incluso la American
Telephone & Telegraph Co. y otras empresas de Wall Street con presencia en
España contribuyeron con miles de pesetas para costear la actuación de los
ejércitos que asesinaron a los obreros.”
Los actos de sedición acaecidos en las filas del ejército durante los
enfrentamientos se ciernen como oscuros nubarrones sobre el fascismo español.
Además del regimiento de Gerona y de los marineros de Santander, que se negaron
a participar en las acciones contra los trabajadores, está el caso del teniente
coronel López Bravo, de las tropas española de África destacadas a la península.
Bravo fue arrestado y permanece en prisión porque declaró: “Mis hombres nunca dispararán
contra sus hermanos”.
Los debates y discusiones sobre las lecciones de los combates revolucionarios,
que enardecen los ánimos de campesinos y obreros, se están extendiendo al
ejército.
“Ya no queda prácticamente nada del Estado ni del espíritu
de la República de 1931”[5],
declaró el diputado monárquico Calvo Sotelo en las Cortes después de la
insurrección.
O lo que era lo mismo, que el proceso de destrucción por medios “democráticos” de todos los
logros de la República de 1931, llevado a cabo por la derecha, se había alcanzado
en la práctica. Se ha dado carpetazo a la reforma agraria. Las condiciones de
vida de los trabajadores han empeorado. Se ha expulsado a los representantes socialistas
y comunistas de los municipios, siendo sustituidos por fascistas. Se ha anulado
la reforma eclesiástica y se ha fortalecido a la Iglesia como base del
fascismo. La autonomía concedida en el marco de la Constitución a Cataluña y el
País Vasco ha quedado liquidada.
El Partido Comunista de España salió del conflicto intacto y reforzado. Templado
para la lucha en la clandestinidad por el largo periodo previo de represión,
por la experiencia colectiva en todo el mundo en relación con el desarrollo del
fascismo y por la dirección de la Internacional Comunista, la estructura
organizativa del partido ha resultado invulnerable al terror. El Comité Central
del partido se reúne constantemente en España y dirige sus actividades, cada
más más intensas y numerosas. Inmediatamente después de los combates, el primer
número del órgano clandestino del partido, Bandera
Roja, apareció con los siguientes artículos: “Tras los gloriosos días revolucionarios, la batalla no
ha terminado”; “Ellos son los salvajes asesinos”; “La
verdad sobre Asturias”; “Una nueva e ignominiosa
afrenta de la Segunda Internacional”; “Prisioneros de la misma causa”; “Unidad y Solidaridad”; “¡Soldados! ¡Hermanos de
clase, nuestro lugar está al lado de la Revolución!”.
Los diputados socialistas que no fueron detenidos se reunieron para decidir
si debían o no participar en las sesiones de las Cortes. Por 23 votos contra 16
decidieron boicotearlas hasta que los diputados arrestados quedasen en libertad.
El dirigente del ala derecha del Partido Socialista, Besteiro, que se opuso a
la lucha armada, no votó y sigue participando en el parlamento del gobierno
fascista de Lerroux y Gil Robles.
En su deseo de ocultar la verdadera situación actual de España, el régimen de
Lerroux y Gil Robles no sólo impone la censura, sino que hace todo lo posible
por impedir que delegaciones de otros países investiguen la realidad española.
El abogado parisino Oppman, de la Asociación Jurídica Internacional, y Rabate,
representante de la Confederación Unida de Trabajadores de Francia, que
viajaron a Madrid para prestar su asistencia a los obreros detenidos y para
conocer la situación en España, fueron encarcelados. Dos investigadores
británicos, Miss Ellen C. Wilkinson, antigua diputada laborista, y el conde de
Listowel, escritor, fueron secuestrados en Oviedo el 17 de noviembre y
conducidos al cabo de 17 horas a la frontera, donde les amenazaron con que si no
abandonaban el país, sus vidas correrían peligro.
Los gobiernos francés y portugués cooperan con el régimen fascista de
Lerroux y Gil Robles en la deportación de revolucionarios huidos, a quienes devuelven
a España para que sean encarcelados o asesinados.
A partir de datos oficiales y de sus propias fuentes, la International
Labor Defense (ILD) de España ha cifrado el balance de los combates revolucionarios
en 3.000 muertos, 5.000 heridos y 90.000 presos. En relación con los presos, las
cifras oficiales sostienen que en Barcelona hay 6.000 detenidos y en Madrid 3.000.
El hacinamiento en todas las cárceles es terrible: en celdas acondicionadas
para un preso se agolpan cinco o seis.
La sección española de la International Labor Defense dirigió el siguiente
comunicado a los trabajadores de todo el mundo sobre posibles acciones en
defensa de los obreros españoles en la situación actual:
“Miles de
familias y huérfanos han quedado en la más absoluta indigencia. Por toda España
se siguen produciendo detenciones masivas y las cárceles ya no dan abasto, conque,
como a ganado, los están amontonando en improvisados campos de concentración.
(...)
La Sección Española de la ILD adoptó una posición combativa
desde el primer momento. Sabemos que nuestro deber es acudir de inmediato en ayuda
de los miles de presos y de las familias e hijos de los revolucionarios muertos.
No estamos escatimando el más mínimo esfuerzo. Hacemos un llamamiento a las
masas trabajadoras de todo el mundo a unirse a esta tarea gigantesca, pues sin
su ayuda no podemos llevarla a cabo.
¡Necesitamos vuestra ayuda!
En nombre de los heroicos obreros y campesinos españoles
que han dado su vida en la lucha contra el fascismo, llamamos a las masas trabajadoras
de todo el mundo a contribuir al desarrollo de esta tarea.
En España los socialistas, los comunistas y los anarquistas
se han enfrentando hombro con hombro contra sus enemigos de clase. Haced
efectiva vuestra solidaridad sobre la misma amplia base del frente unido de todos
trabajadores y de todas las organizaciones de las masas trabajadoras.”
VI
Mientras se libraban los conmovedores y heroicos combates de los
trabajadores españoles, la Internacional Comunista hizo un llamamiento a la
Internacional Obrera y Socialista (IOS) para emprender sin la menor dilación
acciones unitarias en apoyo del aislado proletariado español. En las
barricadas, socialistas y comunistas, codo con codo, estaban derramando su
sangre para detener el avance del fascismo. Donde se había conseguido
establecer firmemente el frente unido, como en la región de Asturias, los
trabajadores habían sido capaces de mostrar al mundo increíbles logros
revolucionarios. En lo más álgido de la lucha sin cuartel en España, los
trabajadores de todo el mundo sintieron que carne de su carne había entrado en
acción y ansiaban ayudar. Para dar expresión viva a ese deseo urgente y acuciante
de acción unida y solidaria, la Internacional Comunista tomó la iniciativa.
El 11 de octubre, la Internacional Comunista y la Internacional de las
Juventudes Comunistas se dirigieron a los órganos internacionales socialistas con
total claridad, planteando la necesidad inmediata de articular acciones conjuntas
a escala mundial.
“Una
victoria de la reacción monárquico-fascista en España”, decía el telegrama de
la Internacional Comunista a la Internacional Socialista, “no sólo significaría –tras la toma del poder por el fascismo
en Alemania y Austria– una tragedia incalculable para los obreros y campesinos
de España, sino también un duro golpe para el proletariado internacional.
Sólo la lucha unida de la clase trabajadora de todos los
países puede proporcionar una ayuda real a los obreros españoles y bloquear el
camino a la reacción española y mundial. En este momento decisivo en que la
burguesía se afana por destruir uno de los destacamentos de combate de la clase
trabajadora internacional, el proletariado español, la Internacional Comunista
llama a todas sus secciones a aunar esfuerzos con otras organizaciones obreras para
movilizarse en concentraciones y manifestaciones multitudinarias en solidaridad
con la clase obrera española.”
Para evitar que en esta situación crítica la Internacional Socialista considerase
dicho llamamiento como un mensaje a responder en su momento, la Internacional
Comunista declaró que delegaba en los camaradas Marcel Cachin y Maurice Thorez,
dirigentes del Partido Comunista Francés, la negociación sin dilaciones con los
líderes de la Internacional Obrera y Socialista.
Cuatro días más tarde, en respuesta al llamamiento, tuvo lugar un encuentro
histórico en Bruselas de los dos delegados comunistas con Emil Vandervelde
(Bélgica) y Friedrich Adler (Austria), en representación del Comité Ejecutivo
de la Internacional Obrera y Socialista. El diario comunista francés L´Humanité publicó el 3 de noviembre de
1934 el texto completo del acta estenográfica de las conversaciones.
Urge actuar
Desde un principio Vandervelde recalcó que los dos representantes de la IOS
se iban a limitar a escuchar y a trasmitir un informe. Cachin y Thorez indicaron
que era necesaria una acción internacional inmediata, ya que, mientras ellos hablaban
allí, los fascistas españoles estaban matando a socialistas y comunistas.
Cachin declaró: “Planteamos claramente la cuestión de la acción inmediata en favor de
nuestros camaradas españoles”[6]. Él
mismo esbozó el siguiente programa urgente de acción conjunta:
1. Organización de concentraciones y manifestaciones conjuntas bajo lemas
como “¡Abajo el
gobierno Lerroux! ¡Defendamos a los obreros y campesinos de España en su lucha
contra la reacción!”
2. Plan conjunto de las organizaciones sindicales para detener el suministro
de tropas y municiones al gobierno de Lerroux.
3. Actuación conjunta de los grupos parlamentarios socialista y comunista
en todos los países exigiendo reuniones plenarias en protesta por las brutales
ejecuciones de trabajadores españoles. Acciones similares en los ayuntamientos.
4. Asistencia material inmediata a las víctimas de la represión en España, que
se recabará en común.
Evasivas de los dirigentes
socialistas
Adler y Vandervelde vacilaron, se imaginaron alguna “maniobra” comunista, alegaron carecer de
autorización para compremeterse a asumir un plan de acciones urgentes y declararon
que la situación de los distintos partidos de la Internacional Obrera y
Socialista impedía una respuesta inmediata. Vandervelde concluyó diciendo que
creía que las perspectivas eran favorables, pero que la decisión habría de
tomarla el Comité Ejecutivo de la Internacional Obrera y Socialista, que se iba
a reunir en París el 13 de noviembre.
El día del encuentro entre los representantes comunistas y socialistas, los
obreros españoles, tras cinco días de batalla, entraron en Oviedo, capital de
la región de Asturias. Cuando la Internacional Socialista adoptó por fin una decisión,
el 18 de noviembre, el General Ochoa ya había tomado la ciudad en ruinas de
Oviedo, matando a cientos de trabajadores.
Los partidos comunistas de casi todos los países efectuaron llamamientos a
los partidos socialistas que aún no se habían integrado en el frente unido para
que se incorporaran a la lucha en apoyo de los obreros españoles.
En Estados Unidos, además de las cartas que se hicieron llegar al Comité
Ejecutivo Nacional del partido socialista, el Daily Worker dirigió numerosos llamamientos en favor de la unidad
de acción, desde el primer día de los combates hasta el último, y reiteradamente,
también, más tarde. No hubo respuesta directa.
Durante las sesiones de la Internacional Obrera y Socialista en París se
produjeron tumultuosas discusiones. Las masas trabajadoras estaban ejerciendo
una gran presión en favor del frente unido sobre todos los partidos socialistas
y, especialmente, en relación con la cuestión concreta del apoyo a los
combatientes españoles.
Existían tres grupos diferentes. Por un lado se encontraban los partidos
que ya habían establecido el frente unido con los partidos comunistas (Francia,
Italia, España, el Sarre[7]),
que estaban a favor de una acción internacional conjunta. Había otros, como los
de Bélgica y Austria, que se oponían a tales acciones, pero, a su vez, eran
partidarios de poner fin a la prohibición de negociaciones nacionales. Por
último, estaban las burocracias de los partidos que rechazaban tajantemente
cualquier forma de unidad de acción. Entre éstos se encontraban,
principalmente, los partidos escandinavos, el holandés y el Partido Laborista
británico.
Entre estos últimos partidos, en especial los
escandinavos y el holandés, sus dirigentes reprochaban a los obreros españoles
haberse levantado en armas contra el fascismo. Estos partidos proponían que, si
no se podía evitar una acción internacional conjunta por la presión de las
masas, se limitara ésta a una serie de propuestas contrarrevolucionarias para
que la Unión Soviética renunciara a la dictadura del proletariado y liberara a
los enemigos del Estado de los trabajadores.
La decisión final resolvió que no era ni “conveniente”
ni “oportuno” continuar las negociaciones entre ambas Internacionales.
Un paso adelante
El mismo
comunicado, no obstante, contenía un avance. Se declaraba en nombre del Comité
Ejecutivo de la IOS que la decisión de marzo de 1933 que prohibía la unidad de
acción con los partidos comunistas, si no contaba con el visto bueno de la
Internacional, había expirado de facto con los recientes levantamientos, y que,
a partir de ese momento, “cada sección podría negociar con total
independencia”.
Tal declaración crea nuevas perspectivas en la
lucha por el frente único contra el fascismo mundial.
Las diferencias de clase en todo el mundo se tensan
día a día; cada vez son más agudas, más enconadas. Los obreros españoles se
lanzaron al combate con todo valor. En todas partes el abnegado arrojo del proletariado español
debe alentar y espolear la lucha. Y así será. Los camaradas españoles nos muestran
el camino que conduce a la unidad de acción en su fase más álgida.
En Estados Unidos el fascismo ya no es un
artículo de importación. Se está desarrollando a tal velocidad, que ya se han
aparecido hordas fascistas armadas.
El frente unido contra el fascismo y la guerra se
ha convertido en la cuestión más candente que tiene ante sí la clase
trabajadora norteamericana. La acogida cada vez más favorable por parte de las
bases socialistas de las continuas propuestas del partido comunista en favor
del frente unido ha obligado a todos los sectores de la dirección del partido
socialista a tener en cuenta dicha cuestión. De ello da fe, en especial, la
vehemente resistencia de la dirección reaccionaria y derechista del partido socialista.
En la reunión de Boston, celebrada a finales de
noviembre de 1934, la mayoría del “izquierdista” Comité
Ejecutivo Nacional del partido socialista, en su deseo de bloquear la creación
del frente unido contra la guerra y el fascismo, ni siquiera se tomó la
molestia de responder a la cuestión específica de la unidad de acción en apoyo
de los obreros españoles, muchos de los cuales, en esos mismos momentos, hacían
frente a la muerte, eran torturados o condenados a largas penas de prisión.
A pesar de este fracaso, la unidad de acción en
apoyo de nuestros hermanos españoles, socialistas, comunistas y anarquistas,
debe llevarse a efecto.
Las prisiones españolas están llenas a rebosar.
Cada día es mayor la resistencia, asistimos a nuevas batallas, a nuevas
huelgas, pero también a agresiones cada más bárbaras contra los trabajadores
por parte de la burguesía latifundista española en su esfuerzo por consolidar
su régimen fascista.
En cada ciudad, en cada pueblo, hay que hacer
todo lo posible por lograr la unidad de acción en nombre de los trabajadores
españoles, con vistas a:
1. Organizar concentraciones y manifestaciones multitudinarias
como expresión de solidaridad con las Alianzas Obreras de España y su heroica y
combativa clase obrera;
2. Celebrar manifestaciones ante los consulados y
la embajada españoles contra las ejecuciones y el encarcelamiento de presos
socialistas, comunistas y anarquistas;
3. Recaudar fondos, alimentos, ropa y otras
ayudas materiales para la defensa de los prisioneros del fascismo español.
El frente unido en nombre de los obreros
españoles no es sólo una necesidad internacional en la fase actual de la
batalla que se libra en España, de la lucha defensiva contra el terror
fascista, en defensa de la vida y la libertad de los socialistas, comunistas y
sindicalistas presos; es también una condición fundamental para acelerar los
futuros combates ofensivos. Fortalecerá, asimismo, la solidaridad internacional
de los trabajadores de todo el mundo en su lucha contra el fascismo.
Cuanto más rápida y eficazmente podamos
establecer el frente unido en defensa de los trabajadores españoles contra el
terror fascista, tanto más contribuiremos a acelerar la llegada del día en que
las masas trabajadoras de España serán capaces de llevar su gloriosa lucha
revolucionaria de Octubre a una conclusión victoriosa.
***
BANDO para la constitución del Ejército Rojo [8]
HACEMOS SABER: Desde la aparición de este bando queda constituido el Ejército Rojo, pudiendo pertenecer a él todos los trabajadores que estén dispuestos a defender con su sangre los intereses de nuestra clase proletaria.
Este ejército quedará compuesto y se dirigirá en la forma siguiente:
1.º Todos los que hayan cumplido los diez y ocho años hasta los treinta y cinco pueden inscribirse al Ejército Rojo.
3.º Las deserciones o desobediencias al mando serán castigadas con severidad.
4.º Quedan excluidos de pertenecer al Ejército Rojo aquellos que hayan pertenecido a la clase explotadora.
El aplastamiento de los contrarrevolucionarios, la conservación de nuestras posiciones exige tener un Ejército invencible, aguerrido y valiente para edificar la sociedad Socialista.
Nota: Todos los días desde las ocho de la mañana queda abierta la oficina de inscripción en las dependencias del Ayuntamiento.
El Comité Revolucionario
APÉNDICE
Llamamiento del Comité Central del Partido Comunista de
España
El siguiente llamamiento del Comité Central del Partido
Comunista de España se publicó en octubre tras los combates revolucionarios.
Contiene una crítica de la táctica de los órganos del frente único, las “Alianzas
Obreras”, de las que en algunas localidades, además de comunistas y
socialistas, formaban parte también los anarquistas.
A TODOS
LOS OBREROS Y CAMPESINOS DE ESPAÑA, CATALUÑA, VASCONIA Y GALICIA
CAMARADAS: A la
provocación de las clases explotadoras de España al implantar un gobierno vaticano
fascista ha respondido el estallido de indignación popular que ha sacudido con
violencia al régimen burgués terrateniente hasta en sus propios cimientos.
Hartos de hambre, de explotación y del terror los obreros se han lanzado a la batalla buscando por la lucha el pan,
la tierra y la libertad. En muchísimos lugares, especialmente en Asturias y
Vizcaya, la roja bandera de la revolución y del poder soviético ha flameado al
viento como símbolo de una España nueva y libre de miserias. El heroísmo de los
trabajadores en lucha ha culminado en la gloriosa epopeya de Asturias la roja
donde ha sido proclamada la República
socialista de los obreros y campesinos y que en medio de un infierno de
sangre y de metralla desencadenado por el gobierno dictatorial fascista de
Lerroux-Gil Robles, que ha lanzado a sus bestias de la Legión y tropas
coloniales a que pasen a cuchillo a los bravos mineros, a que masacren a
cañonazos a sus mujeres y niños, a que incendien y a que violen a las
proletarias, este poder se ha sostenido poderoso, defendido con los pechos y
las armas de los esclavos del subsuelo. ¡Viva el heroico proletariado
asturiano! ¡Vivan los heroicos luchadores de toda España!
¡TRABAJADORES,
EN PIE!
La batalla librada
no es la decisiva. ¡Que no se apresuren a cantar victoria los verdugos del
pueblo trabajador! Hemos vuelto al trabajo pero dispuestos a reagrupar nuestras
fuerzas, y a recomenzar la lucha en el
momento más propicio con más fe en el triunfo que nunca. Aprendemos en los
hechos y sacamos experiencias. Ello nos fortalece en el camino seguro para la
victoria.
A este fin el P.C.
que se ha entregado de lleno a la lucha no obstante sus públicas discrepancias
con la táctica y métodos de organización de la misma, que no ha regateado ni
esfuerzo, ni sacrificio para ponerse al frente de las masas en lucha, invita a
todos los trabajadores a extraer enseñanzas de estas batallas, no sólo para
resolver las dudas e interrogantes que hoy se hacen millares y millares de
proletarios, sino para armarlos de la teoría y de la táctica justa, que los
lleve al triunfo en los próximos combates.
¿POR
QUÉ NO HEMOS TRIUNFADO?
Voluntad y coraje,
decisión y firmeza, abnegación y sacrificio, sobraban en todos los explotados.
¿Por qué entonces no hemos triunfado? Porque como lo ha declarado
incansablemente nuestro Partido, no se ha hecho una preparación política y
orgánica suficiente de la revolución, no se ha hecho conocer su programa ante
todas las masas trabajadoras, no se ha popularizado lo que dará la revolución a
los obreros, a los campesinos, a los soldados, a todos los explotados. Se ha
querido ignorar en todo momento que la
revolución no se hace, sino que se organiza. Y que la organización de la
revolución no se limita solamente a unos grupos de hombres voluntariosos “dispuestos
a todo”, sino el poner en orden de batalla a todas las fuerzas de clase y a los
aliados inmediatos de la revolución, los campesinos fundamentalmente.
En la Resolución
del Comité Central del Partido Comunista, publicada en Mundo Obrero el 17 de septiembre, se decía: “Las Alianzas Obreras –y su nombre lo dice– surgen ya como órgano de
una de las solas fuerzas motrices fundamentales de la revolución: la del
proletariado –que es una fuerza dirigente– pero ignora la segunda fuerza motriz
fundamental que es el campesinado SIN CUYA ALIANZA NO SE PUEDE ASEGURAR EL
TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN”. He aquí también por qué el ejército –salvo casos
aislados– no se ha incorporado a la lucha. Los soldados son en su mayoría
campesinos y solamente pasan al lado de la revolución cuando ésta dé solución a
sus necesidades. Al ignorar lo que les iba a dar, al negarles una personalidad
propia, la inmensa fuerza del campo en su gran mayoría no se ha sumado a la
lucha.
El problema del
poder –esta cuestión fundamental de cada revolución– no ha sido planteado con
toda claridad ante el proletariado y las masas campesinas. Éstas en su gran
mayoría ignoraban a qué mano y a que órganos iba a pasar el poder y qué es lo
que este poder significaba para ellos. Faltaba el programa, esa fuerza que al
hacerse carne en las masas las lleva a despreciar la muerte por darle vida. En
la Resolución citada del C.C. del P.C. se dice: “La lucha por el derrocamiento
del régimen burgués-terrateniente y por el poder de los obreros y campesinos
presupone la preparación política y orgánica de las masas para el alcance de
ese objetivo. Por eso es preciso intensificar la propaganda entre las masas
trabajadoras de la ciudad y del campo, del programa del gobierno obrero y
campesino, de lo que dará la revolución triunfante al pueblo trabajador”. La
justeza de esta apreciación la han confirmado los hechos. Para lanzar a toda la
masa a la lucha hace falta previamente que ésta se haya compenetrado con el
programa que sirve de bandera a la vanguardia que las llama a pelear. Esta
incomprensión ha llevado a ignorar la fuerza gigantesca del proletariado unido
en cada fábrica, mina o camp o.
Por eso no se han creado los comités de fábrica, ni de campesinos, las Alianzas
en cada lugar de explotación en las cuales estuviesen directa y
democráticamente representados los obreros, los campesinos y soldados, es decir
los órganos de la preparación de la insurrección armada, y, embrionarios del poder
de la revolución triunfante (soviets). Todo esto ha faltado y faltado no por
casualidad. Ello responde a una concepción y táctica equivocada. Faltaba la
teoría y la práctica revolucionaria. Faltaba la unidad y la disciplina de
hierro que tiene que caracterizar al partido de la revolución. En el seno del
Partido Socialista junto con los abnegados revolucionarios conviven elementos
que no ocultan su enemiga a toda acción revolucionaria. Esto tenía que
reflejarse en una serie de vacilaciones en las consignas y en algunas
instrucciones confusas y contradictorias. Por eso se pudo dar la tremenda
equivocación de no haber desencadenado la
huelga general antes de la formación del Gobierno. Eso fue dejar la iniciativa
en manos del enemigo.
Otro error grave
fue confiar el éxito de la lucha en hombres vacilantes como Companys que, ante
el temor del desarrollo de la revolución popular, capitularon ante las fuerzas
enemigas, hacerlo descansar en los mandos republicanos del Ejército, y no en la
masa de trabajadores uniformados. Para que triunfe la insurrección es preciso
que la dirección en todas sus formas esté en manos de los explotados. Ésa es la
única garantía del triunfo. Así nos lo demuestran nuestros heroicos camaradas de
Asturias y de Vizcaya. “La emancipación
de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos” (Marx). He
ahí lo que no se ha sabido apreciar en toda su importancia.
¡ALERTA,
CAMARADAS ANARQUISTAS!
Con la antelación
debida el Partido Comunista ha procurado corregir estos errores y con más
empeño que nunca en el centro de la misma lucha, como lo demuestra su actividad
al frente del combate, sus proclamas y manifiestos. Pero no obstante la
gravedad de los errores, la situación no se hubiese inclinado a favor de la
canalla clerical-monárquico-fascista si los jefes anarquistas de Barcelona y
Zaragoza principalmente no hubieran consumado la más negra traición a la
revolución en los momentos en que con las armas en la mano se batían como
leones todos los explotados de España.
No han sido sólo
los guardias civiles y de asalto, no sólo los oficiales monárquicos y
fascistas, no sólo la metralla y el asesinato gubernamental lo que ha decidido
momentáneamente la batalla en favor de la más negra reacción. Ha sido para
vergüenza eterna de los jefes anarquistas sus proclamas radiadas desde el
cuartel general del fascista Batet en Barcelona. Los jefes de la F.A.I. han
degollado el triunfo de la revolución. Han vendido a sus propios camaradas
anarquistas que en Asturias, Madrid y otros lugares han sentido su dignidad
revolucionaria, su deber de clase, y luchado valientemente, unidos a sus
hermanos comunistas y socialistas.
He ahí los
principales responsables de la situación. No olvidarlo camaradas anarquistas.
Por todo lo
expuesto se deduce por qué los campesinos no han ocupado y defendido la tierra,
aliándose al proletariado en lucha, y los soldados en su gran mayoría no han
fraternizado o pasado al campo de la revolución. Por eso la jauría de la
contrarrevolución pudo arrancar la bandera roja de la revolución e izar la
bandera negra de la pena de muerte, fusilar a obreros y campesinos, armar a los
fascistas, suprimir todas las libertades democráticas del pueblo trabajador,
lanzarse como chacales contra los pueblos oprimidos de Cataluña y Vasconia,
enseñorearse los monárquicos fascistas y retornar al pasado
monárquico-militar-jesuítico.
Todo lo que hay de
más reaccionario, de más ancestral en la sociedad, la contrarrevolución
coaligada, se apresura a festejar su triunfo. Pero se apresuran demasiado. Podrán fusilar, encarcelar, extender aún
más la miseria y el hambre entre el pueblo trabajador, pero los hambrientos no
podrán saciarse mediante el ayuno, el dolor y las lágrimas de las madres, y las
mujeres del pueblo no podrán secarse con el látigo y las porras de los de
“asalto” y de los “civiles”, ni se apaciguará el pueblo a palos y bayonetazos,
ni la voz de mando de los generales ensoberbecidos podrá detener la catástrofe
en la industria y la agricultura a que nos ha llevado este régimen.
Los obreros quieren
pan y trabajo, los campesinos quieren tierra, el pueblo entero quiere libertad.
En el interior de cada obrero y de cada campesino ruge la voluntad de luchar y
de vencer. El odio de clase contra este régimen de hambre, de miseria y de terror
va extendiéndose –subterráneamente– y en lo
más recóndito de las masas trabajadoras va germinando un odio sordo que
estallará –y muy pronto– y que aleccionadas con los últimos acontecimientos
avanzarán más aguerridas y más organizadas bajo la dirección de su vanguardia
de clase hasta conseguir el triunfo.
LA BATALLA
NO ESTÁ TERMINADA
Esto demuestra que
al equipo de verdugos vaticano-fascistas falta mucho para dominar la situación.
En la zona minera
de Vizcaya: Hoy las fuerzas proletarias se repliegan orientándose hacia nuevas
tácticas de lucha y de organización. La gran batalla por el pan, la tierra y la
libertad no se ha librado aún. Las Alianzas Obreras y Campesinas toman cuerpo
en los lugares de trabajo. Cada fábrica la convertiremos en una fortaleza de la
revolución. HEMOS PELEADO UNIDOS Y UNIDOS SEGUIREMOS MÁS FIRMES QUE NUNCA.
Discutiremos cordialmente las experiencias; los aciertos y los errores de la
pasada batalla, pero nada podrá romper la unidad de acción y de lucha de los
obreros comunistas y socialistas, y seguiremos nuestra tarea para sumar a los
trabajadores anarquistas que tan claro han visto en la infame posición adoptada
por sus dirigentes en este último movimiento. Seguiremos unidos para defender
con las uñas y los dientes a los bravos leones de Asturias la Roja y de
Vizcaya, para impedir las represalias de la patronal fascista. Seguiremos
unidos en la lucha contra los equipos rompe-huelgas de los sindicatos
antimarxistas, para luchar contra el gobierno y las cortes de la pena de muerte
y contra la reacción monárquico-clerical-fascista; unidos para ayudar a los
presos, para luchar por la tierra para los campesinos, por el derecho de
prensa, reunión y sindicación, por la libertad del pueblo catalán y de todas
las nacionalidades oprimidas, por el desarme de las hordas fascistas y por el armamento
de los obreros y campesinos. Unidos para formar UN SOLO BLOQUE ANTIFASCISTA y
por el poder de los obreros, campesinos y soldados.
¡TRABAJADORES
SOCIALISTAS Y ANARQUISTAS!
Los hechos han
confirmado la justeza de nuestra línea política, de nuestra táctica y
estrategia revolucionaria de lucha. Ellos han acreditado una vez más que no
puede haber más que un solo partido de la revolución y que ese partido es el partido que fundamenta su actuación sobre la
gigantesca experiencia de dos gloriosas revoluciones triunfantes: la rusa y la
china soviética de hoy. Allí donde la preponderancia de nuestras fuerzas
existe, como en Asturias y Vizcaya, la forma de organización y táctica han
posibilitado los gloriosos resultados que hoy son orgullo de todos los
revolucionarios de España. Nuestro Partido, pese al vendaval reaccionario que
lo rodea, continúa a la cabeza de la lucha de las masas oprimidas. Más que
nunca empuña en sus manos firmes la bandera de la revolución social contra
todos los matones, contra todos los viles calumniadores y los lacayos del
capital. Y como en el pasado mantiene en alto esa bandera en la cual ha escrito
el grito de combate de pan, tierra y libertad. El grito de combate de los
soviets, por el triunfo del socialismo.
Por primera vez en
la historia de la revolución española la bandera de los soviets ha sido
levantada y defendida en lucha revolucionaria contra el régimen burgués
terrateniente. En Asturias ha vivido y vive aún la República Socialista basada
en los Soviets. Una nueva página se ha abierto en la historia del proletariado
y de las masas campesinas de España. Hoy sabe por su experiencia que solamente
bajo la bandera de los soviets es como podrá vencer. Los combates futuros se
realizarán bajo esa insignia y se vencerá.
Camaradas todos: ¡Arriba
los corazones, tengamos más que nunca hoy fe en el triunfo! ¡A estrechar filas
con firmeza, valor y serenidad, acumulemos fuerza y disciplina, ensanchemos nuestros
batallones de combate! ¡Venid a reforzar la vanguardia de la lucha: el Partido
Comunista! ¡Obreros, campesinos, soldados, agrupaos bajo nuestra bandera y
marchemos en falanges de hierro hacia los próximos combates y hacia el triunfo!
¡Viva el Gobierno
Obrero y Campesino!
¡Vivan los soviets!
¡Viva el
proletariado unido en las Alianzas Obreras y Campesinas!
¡Viva la revolución
mundial y su estado mayor de la Internacional Comunista!
¡Viva el Partido
Comunista!
Madrid - Octubre -
1934
PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA
[1] Retraducción [N. de los t.]
[2] Palmiro Togliatti. [N. de los t.]
[3] Probable retraducción. [N. de los t.]
[4] Ministro de la Guerra durante la insurrección de Asturias, Diego
Hidalgo (1886-1961) fue el autor de un libro muy apreciable sobre la URSS
titulado Un notario español en Rusia.
[N. de los t.]
[5] Retraducción [N. de los t.]
[6] Probable retraducción. [N. de los t.]
[7] El territorio del Sarre era parte de
Alemania, pero estaba bajo control de la Sociedad de Naciones conforme al
Tratado de Versalles. [N. de los t.]
[8] Orden de creación del Ejército Rojo de Asturias. [Nota del Autor]
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