El autor, en un alabable ejercicio de síntesis, afirma que "en la presente fase del imperialismo se visibiliza la constitución, en su seno y al alero de las directrices imperialistas, de dos grandes bloques: por un lado el “imperialismo ruso-chino” o “imperialismo oriental” conducido por Rusia y China", citando después los países subordinados o asociados a ellos, y por el otro, "se conforma el “imperialismo yanqui” o “imperialismo occidental”, conducido por los Estados Unidos de América –EEUU- y la Unión Europea –UE-, principalmente Alemania, Francia y Gran Bretaña, y sus socios funcionales". Todo ello sin obviar, lógicamente, las diferencias aparentes entre ambos, como es la mayor agresividad del bloque, así autodenominado, "Occidental".
Después de analizar el proceso por el cual aparecen y evolucionan los nuevos polos imperialistas, concluye que "el mapa que nos queda es el de una economía capitalista de carácter “multipolar”, con diversos polos de agrupamiento monopólico y condiciones marcadas para una relación de competencia inter-imperialista que pudiera derivar en pugnas de naturaleza política e inclusive militar". Pero, y esto es para él clave, no está en juego ni puesto en cuestión por ninguna de las partes el fundamento capitalista del modo de producción en su conjunto, que era, como ya dejaron claro Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, el punto esencial que ha de determinar el apoyo de los comunistas:
"Resumiendo: los comunistas apoyan en todas partes, como se ve, cuantos movimientos revolucionarios se planteen contra el régimen social y político imperante. En todos estos movimientos se ponen de relieve el régimen de la propiedad, cualquiera que sea la forma más o menos progresiva que revista, como la cuestión fundamental que se ventila".
Como afirma Abarca como la clave de su artículo, en el actual conflicto inter-imperialista en ciernes, "no está en juego ni en cuestión por ninguna de las partes el fundamento capitalista del modo de producción en su conjunto ". Es decir, el capitalismo, la explotación del hombre por el hombre, la dominación de la clase capitalista sobre los trabajadores, no se pone en cuestión por ninguno de los polos imperialistas que se enfrentan.
Así que, para unos y para otros, "la idea del capitalismo como único proyecto posible de mundo, sea éste deseable o no deseable, perfectible o no perfectible, permanece relativamente incuestionada, es decir, hegemónica". Se trata de algo evidente, puesto que el régimen de propiedad no se intenta cambiar ni por parte de EEUU y sus aliados, como tampoco por la Rusia actual, dominada precisamente por aquellos que dieron la puntilla a lo que quedaba de Socialismo en la URSS y protagonizaron el proceso de "reapropiación" de la inmensa riqueza producida por los trabajadores (es decir, del robo de la riqueza colectiva metiéndosela en bolsillos privados) y, por supuesto, ni mucho menos por la que es hoy ya la primera potencia capitalista del mundo, China,
Por último, y como particularidad del conflicto actual el autor muestra que los dos grandes bloques imperialistas procuran "no agredirse directamente (....) sino por el contrario, suelen colaborar mutuamente para seguir andando las ruedas del capitalismo" (poniendo algunos interesantes ejemplos para demostrarlo, como el del interés de China para que el capitalismo occidental siguiera en forma para poder seguir vendiendo sus productos). En realidad, los campos de combate hoy se ubican en territorios lejanos, donde se dirimen las luchas por los recursos, el control estratégico o, como en Ucrania o Siria, los enfrentamientos militares directos o indirectos. No obstante, esta situación es, probablemente momentánea, pues el capitalismo lleva inevitablemente a la guerra de saqueo y explotación y, a falta de recursos, el enfrentamiento con el vecino o la potencia imperialista en competencia es inevitable tarde o temprano (de esto Lenin también da buena cuenta en su magistral obra Imperialismo, fase final del capitalismo).
Precisamente, y para concluir su artículo, Abarca recuerda algo que ya demostrara Lenin hace precisamente 100 años (este año se cumple también el Centenario de su publicación), en su Imperialismo, fase final del capitalismo, tan olvidado y poco leído y estudiado hoy día por muchos que se dicen comunistas: el capitalismo conforma en su fase final globalizada una cadena imperialista de estados cuyos eslabones ejercen su papel de explotación-dominación dependiendo de su relación con los eslabones superiores-inferiores; apoyar a un eslabón o a otro, más allá de para favorecer su debilitación mutua, es ajeno al marxismo, pues ninguno de ellos defiende un régimen de propiedad diferente, algo que solo es posible construir a través de una dictadura del proletariado para erradicar a la clase burguesa y a su ideología hegemónica.
Es decir, lo que está pasando, de lo que se trata, en definitiva, es de, citando al autor, "una ofensiva de la burguesía internacional sobre el proletariado internacional, una ofensiva del capital financiero –monopólico- contra el trabajo". Por ende, lo que ha de importar a los comunistas es que "Atravesamos una fase de ofensiva generalizada del capital sobre el trabajo", y lo que toca, con urgencia, es organizar, por lo tanto, nuestra contraofensiva.
Se trata, pues, de un artículo de lectura recomendable, principalmente debido al caos ideológico que cunde en el movimiento comunista actual a, lo que hace que sea necesario, como hace el autor, resumir y sintetizar la obvia situación del conflicto inter-imperialista en desarrollo y, desde la perspectiva marxista-leninista, tan poco estudiada y respetada actualmente incluso por los que se autodenominan asi, reflexionar sobre cual es la principal naturaleza de la situación, qué es lo que, como nos explicaban ya Marx y Engels en el Manifiesto, realmente nos atañe a los trabajadores y a los comunistas.
Es decir, se trata de entender el significado de la situación actual en el marco de los parámetros de la lucha que mueve la historia, la lucha de clases, su sentido en el combate por un mundo sin explotación del hombre por el hombre, y la necesidad de separar la paja del grano a través del filtro del régimen de propiedad existente, teniendo en cuenta siempre nuestro objetivo principal de derrocar a la burguesía y destruir el capitalismo, para lo cual, inevitablemente, solo hay un camino, lejano al de las conciliaciones, coqueteos o reformas con los enemigos de clase de dentro y de fuera: la dictadura del proletariado.
Es decir, se trata de entender el significado de la situación actual en el marco de los parámetros de la lucha que mueve la historia, la lucha de clases, su sentido en el combate por un mundo sin explotación del hombre por el hombre, y la necesidad de separar la paja del grano a través del filtro del régimen de propiedad existente, teniendo en cuenta siempre nuestro objetivo principal de derrocar a la burguesía y destruir el capitalismo, para lo cual, inevitablemente, solo hay un camino, lejano al de las conciliaciones, coqueteos o reformas con los enemigos de clase de dentro y de fuera: la dictadura del proletariado.
2 comentarios:
Como miembro de la clase obrera, mi reconocimiento a los administradores del blog por la constante defensa de los intereses del proletariado mundial.
Quizás, vaya siendo tiempo de ir pensando en volver a renacer la Internacional de los Trabajadores.
Desde que Stalin la disolvió, las circunstancias y premisas, son otras. Por aquél entonces, no terminada la guerra, primaban las alianzas contra el fascismo. Eran tiempos de Frentes Populares y coexistencia pacifica con las potencias aliadas capitalistas.
Está claro que hoy vivimos el fascismo dictatorial de los sectores más chauvinistas y reaccionarios del capital financiero, que há tomado definitivamente las riendas del estado burgués, para sevirse de él, y ser usado para reprimir al pueblo.
Me declaro totalmente seguidor de la tésis del blog, de la inevitabilidad del imperialismo como fase superior de todos los países capitalistas. Bien sea como protagonista, o seguidor palmero. Es también la etapa monopolista del capitalismo, donde la economía se concentra en grandes oligopólios y monopolios, que a la vez tienen intereses económicos, en ambos bandos rivales.
Donde las crisis y contradiciones del capital, son cada vez más graves y frecuentes. Donde medran los fascismos, creados por la burguesía para dividir al pueblo y hacer de cortafuegos de venideras Revoluciones.
En el Socialismo y hasta llegar al final de la Dictadura del Proletariado, con la nueva economía Comunista, el sistema de producción sigue siendo capitalista. Desaparece cuando desaparecen las clases sociales, la propiedad privada, los estados, fronteras y los explotadores. Entonces, no se rigen por las leyes de oferta y demanda, comercio o tasa de beneficio, del sistema de producción capitalista. Feliz nuevo año JL, te deseo a tí y a todos los que defienden la justicia social.
Muchas gracias por el comentario. La inevitabilidad del imperialismo en la fase final-global del capitalismo no es cosa de este blog, sino de Lenin, y los hechos le dan la razón, a pesar del empeño de cerrar los ojos de gran parte de los que se etiquetan como comunistas. Precisamente, se cumplen 100 años ya de aquel libro de Lenin que anunciaba las consecuencias del desarrollo del capital monopolista en el mundo cada vez más globalizado; después de la SGM, la URSS y China sirvieron de freno a este desarrollo, pero tras la caída de la URSS, el campo quedo yermo y sin apenas barricadas, y el enfrentamiento interimperialista de hoy entre los dos bloques es la evolución lógica de ese capitalismo basado en la competencia de todo tipo, en la búsqueda de beneficio como sea. Si los trabajadores no le ponen freno, los límites no existen para las multinacionales y los oligarcas que las dirigen (de las que los presidentes, se llamen Obama, Trump, Merkel o Putin, son solo títeres y gestores). Por eso, si la clase obrera no pasa a la ofensiva en vez de ladrar agradecida a un estado imperialista o a otro dependiendo de emociones, nostalgias o caprichos, la situación se irá agravando, y no estaremos más que huyendo de nuestra responsabilidad de acelerar la inevitable autodestrucción del capitalismo y construir un mundo sin explotación y saqueo, es decir, un mundo Socialista con el objetivo claro y firme de llegar al comunismo cuanto antes, puede que sin prisa, pero también sin pausa.
Saludos y que tengas un buen año, camarada.
Publicar un comentario