Tanto la fotografía como la historia de su protagonista son una imagen muy significativa de la función que tuvieron los partidos de "izquierda" que asumieron la continuidad del franquismo con el maquillaje de la Transición. Los pactos de la Moncloa, la propia Constitución, no eran más que un pacto del olvido, que significaba la derrota definitiva de la II República y de todas las victimas del franquismo (la retahila de que hay que olvidar el pasado y pasar página ya la repetían decían desde los sesenta los franquistas, como lo siguen haciendo hoy los "demócratas". Claro que, sin eufemismos, lo que se trata de olvidar realmente son los crímenes de los que hoy nos gobiernan y de sus padres).
Los trabajadores en todo este juego aparente estuvieron muy despistados, no teniendo referentes tras el resurgimiento de las tinieblas del PSOE y la captación de los traidores del PCE en la mafia que dirigió y participó en la Transición, y por ello la transformación de la continuidad del fascismo en una bonita e ideal democracia fue un truco fácil en el que los participantes principales eran los propios franquistas, hijos de franquistas metidos en partidos supuestamente de izquierda, y Carrillo y su jauria ansiosa de cargos y prebendas. Es lo que sucede cuando a los trabajadores organizados se les priva de una vanguardia que les lleve hacia la revolución.
La remota posibilidad de que la democracia real triunfara en España, es decir, que los trabajadores continuaran su experiencia republicana y la profundizaran, aterraba tanto a los empresarios españoles como a la embajada americana y a la alemana, por lo que el diseño de que las cosas cambiaran para que todo siguiera practicamente igual se hizo con precisión casi milimétrica.
Solo excepciones pírricas como las de Pedro Mansilla, en el PSOE, la disidencia de algunos territorios que jamás aceptaron la transición como Euskadi (hasta ahora, cuando parece que se ha producido la derrota total de la resistencia antifranquista), y la lucha de algunos grupos armados que continuaron su resistencia contra el régimen impuesto en 1936, es decir, el actual (tal como los GRAPO, ETA, Comandos Anticapitalistas, etc...), pusieron una nota discordante al paseo militar que dio lugar, o mas bien, mantuvo en pie, la barbarie que todavia hoy sufren los trabajadores españoles.
Por curiosidad, he buscado información sobre el tal Pedro Mansilla, inédito protagonista de aquel Congreso, y, como ejemplificación perfecta de como han evolucionado los que eran entonces voluntariosos militantes del que ya era en su diseño el futuro partido del gran capital, resulta que al final, seis años despues el portavoz del pendón tricolor fue nombrado asesor ejecutivo del ministro de Sanidad del primer Gobierno socialista, Ernest Lluch.
En una entrevista en el diario El País, el medio que más ha hecho por la perpetuación del franquismo en España en el marco de la tétrica Transición, del 10 de diciembre de 1984 el entonces euforico "republicano" declararía lo siguiente: "Bien me gustaría tener la oportunidad de ver algún día al Rey para agradecerle lo mucho que ha hecho por la democracia en España". Su carrera en el PSOE, de alto cargo en alto cargo, y su final implicación en sucios negocios inmobiliarios no hacen mas que ejemplificar lo que significó el triunfo de esa Transición en nuestro pais.
La foto es de SBHAC
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