"Una parte de la burguesía desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo garantizar la perduración de la sociedad burguesa. Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que aspiran a mejorar la situación de las clases obreras, los organizadores de actos de beneficencia, las sociedades protectoras de animales, los promotores de campañas contra el alcoholismo, los predicadores y reformadores sociales de toda laya"
(El Manifiesto Comunista, C,Marx y F. Engels).
(El Manifiesto Comunista, C,Marx y F. Engels).
***
El animalismo, ideología burguesa de hoy y de ayer (una colaboración del camarada Sade).
Cuando los llamados
animalistas emplean la expresión “liberación animal”, ¿a qué
se refieren con “liberación”?
Antes de tratar de
contestar a esta pregunta es necesario aclarar un punto: los
animalistas, como cualquier otra forma de reformismo pretendidamente
progresista, desvirtúan el rigor de las palabras, revistiéndolas –y
de paso revistiéndose ellos mismos– de una supuesta radicalidad
que no es sino un viejo truco de prestidigitación política: el
famoso “que todo cambie para que todo siga igual”.
La vacua expresión
“liberación animal” es un buen ejemplo de ese aguachirlismo
ideológico al que, sin embargo, habremos de seguir el juego si
queremos desmontarlo.
Vamos a ello.
En rigor, los animales
salvajes y zahareños deberían quedar excluidos de la misión
liberadora, pues la razón más chata nos advierte de que liberar lo
que ya está libre y suelto vendría a ser ocupación de orates. O
dicho de otro modo, que la liberación no puede predicarse más que
de esos animales que llamamos domésticos.
Aquí nos asalta una
duda: ¿quién libera a quién? ¿Es el amo quien libera a los
animales o son los animales quienes se liberan a sí mismos?
Empecemos por este último
supuesto, el del animal como sujeto de su propia liberación.
Hasta donde nuestro
conocimiento alcanza, la historia natural no guarda memoria de
ninguna emancipación de una especie animal por sí misma. Más allá
de alguna cabra montaraz o de algún perro cimarrón, podemos
afirmar, sin miedo a equivocarnos, que la domesticación no admite,
¡ay!, la vuelta atrás, el retorno a la idílica y áurea vida
salvaje.
Como en alguno de
aquellos deliciosos relatos de Jack London, no nos queda, pues, más
remedio que reducir las liberaciones motu proprio de animales
domésticos a aventuras robinsonianas de algún que otro espécimen
de marcado carácter individualista al que casi cabría calificar de
literario, demasiado literario.
El otro caso que
contemplábamos de liberación es el que tiene al animal por objeto a
liberar, es decir, un supuesto concreto del amo que manumite al
esclavo.
Ni que decir tiene que en
los rasgos específicos que adopta esa manumisión –como en
cualquier otra– se reflejan más los intereses materiales y
espirituales del amo que los deseos del esclavo horro, lo cual,
aceptadas las relaciones de esclavitud, es muy lógico: quien libera
es el amo.
Hecha esta
puntualización, cabe identificar esta forma de liberación animal
con todas aquellas relaciones bien avenidas de mascota con dueño de
mascota, de las que, suponemos, deben de existir millones y millones
de ejemplos en nuestro planeta.
Cabría imaginar,
finalmente, una última forma de liberación, la del dueño de la
mascota por la propia mascota. O lo que es lo mismo, la salvación
del hombre –y el proyecto de salvación de todos y cada uno de los
hombres y mujeres del mundo–, por medio de la entrañable compañía
de un animal.
Es de sospechar que poco
o ninguno debe de ser el alcance de esta forma de liberación, que ni
permite distinguir, por su grado de libertad, a quienes tienen
mascota de quienes carecen de ella, ni equipara tampoco en libertad a
los dueños de animales.
Por otra parte, en tanto
que proyecto universal, a la vista del éxito de otras redenciones
colectivas por vía del amor, mucho nos tenemos que el radio de esa
liberación humana operada por mascotas vaya a ser ciertamente corto.
***
Decíamos al principio
que el animalismo como ideología recurre a trucos de
prestidigitación. El principal de ellos, sobre el que se asienta
todo el edificio “liberador”, es el que afirma que animal =
hombre, de donde cabe inferir, en pura lógica y a pesar de lo
disparatado que suena el aserto animalista, que liberación animal =
liberación humana.
Es decir, una libertad,
la animalista, que, traducida a fisonomía de bípedo implume,
oscila, como hemos visto, entre el individualismo burgués más
reconocible y el detestable paternalismo del explotador para con los
explotados, cuando no se encenaga directamente en la nebulosa del
pensamiento religioso.
Aquí, en el animalismo,
no hay nada de liberador, sino todo lo contrario.
Así
lo entendieron Marx y Engels cuando en El
Manifiesto Comunista incluyeron a “las
sociedades protectoras de animales” entre “la burguesía que
desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo garantizar
la perduración de la sociedad burguesa”, y así sigue siendo a día
de hoy.
3 comentarios:
Para nada de acuerdo. No solo se basa en un anacronismo si no que peca de presentista y simplista.
Vamos quien ha hecho este articulo no tiene ni idea de donde se esta encaminado el movimiento por la liberación animal en los últimos treinta años. Solo se esconce su hipocresía en escusas de no hablar de dar el paso en la lucha por la libertad a un ámbito más allá del hombre. Solo empezando por su planteamiento sobre la supuesta liberación de animales ya erróneo, desbarata el resto de su hipótesis. Engel critico algo que no tenia que ver con el movimiento actual de la liberación animal. Así que mal vamos ya con lo que se expone aquí.
Los comunistas y anarquistas no se preocupaban hace 80 años de la libertad de genero, y muchos criticaron los primeros feministas, ahora que ser feminista es algo lógico en los movimientos libertarios, critiquemos a los animalistas por dar un paso más.
Las luchas del siglo XIX y XX se han quedado pequeñas, y vivimos en contextos muy distinto aunque por desgracia arrastremos la mierda que no supimos detener de nuestro pasado.
Como bien han dicho arriba, el artículo es demasiado simplista. Le recomendaría al autor que se documente mejor antes de escribir un artículo sobre un tema serio. Primer error, sólo se habla de animales domésticos caseros y no del holocausto continuo en animales de granja, segundo error, el movimiento animalista no pretende el regreso al estado salvaje de los animales doméstico, sino la desaparición de estos, protegiendo siempre los de derechos de los individuos. Y por último, no se trata de priorizar entre liberación animal y humana, sino de llevar ambas a cabo sin distinción, pero para comprender eso hay que trabajar un poquito la empatía y tener un poco de crítica y reflexión. Y no defender una postura porque.lo.haya dicho tal autor comunista deificado en un libro de hace décadas.
Es cierto que hay una diferencia fundamental entre el "preanimalismo" que criticaron Marx y Engels -"nuestros autores deificados de hace décadas", como Ustedes dicen- y el animalismo que Ustedes defienden. Aquellos burgueses británicos que crearon las primeras sociedades protectoras de animales eran gente aburrida, bienintencionada e inofensiva, mientras que Ustedes son una secta, que predicando la fantasiosa e imposible humanización de los animales, no hacen más que el caldo gordo al muy real sistema de animalización del hombre, el capitalismo, tan existente en tiempos de nuestros "deificados autores" como en la actualidad.
Y lo peor no es que Ustedes desvaríen, renunciando no ya a la única ideología que puede liberar al hombre de sus cadenas reales, al marxismo, sino a la simple razón; no, lo peor no es eso, con ser grave. Lo peor es que la "izquierda", los partidillos y grupetes de la izquierda oficial e incluso extraoficial, han envenenado su teoría y práctica política con su irracionalismo de Ustedes -entre otras memeces homosexualistas, generistas, etc.-, liquidando de esa manera cualquier perspectiva de lucha de clases.
Les deseo a Ustedes muchos éxitos en la transformación de sus animales imaginarios en súbditos del régimen capitalista (supongo que en honrados burgueses emprendedores, que viven de puta madre, mucho mejor, desde luego, que el prójimo currela), y que cuando lo consigan, si quiera en un caso, me llamen para que me empleen con un contrato basura en una de sus empresas filantrópicas.
Sade
Publicar un comentario