21 de diciembre de 2012

Roque Dalton: Los policias y los guardias

La brutalidad y la impunidad policial parecen sorprendernos en estos tiempos en el que parecen habernos convencido absurdamente de que todos somos realmente iguales y que vivimos en una sociedad sin clases. En nuestra inocencia o estupidez seguimos pensando que los banqueros, grandes empresarios, o los policias que defienden su derecho al a propiedad privada como el derecho mas sagrado, aunque haya sido saqueada al propio pueblo, son de los nuestros, y que, en todo caso, solo hacen su trabajo cuando defienden con uñas y dientes, a porrazo o tiro limpio, a los grandes delincuentes (vendidos por los medios de propaganda como grandes patriotas).

Roque Daltón, el poeta salvadoreño que decía aquello de que la poesia revolucionaria no tiene que servir para hacer poetas sino para hacer la revolución dejó escrito, antes de que le matarán, una definición en forma de poema sobre el verdadero caracter de lo que eufemisticamente se denominan "fuerzas de seguridad del estado", cuando su principal función es, ni más ni menos, que la de guardaespaldas y matones de los grandes mafiosos y asesinos, de los "hambreadores y desempleadores" que, curiosamente, también hambrean y desemplean  a sus propios sicarios.

En un régimen fascista (o capitalista, como nos lo pintan para que lo aceptemos como democrático) la policia siempre está en contra del pueblo, y lo humilla, lo violenta, lo golpea o lo mata, dependiendo de la necesidad que tengan sus amos de castigar a los que con su trabajo mantienen sus privilegios. Y eso, a pesar de que en realidad pertenezcan a él, y que sean tan explotados y despreciado como el resto de los trabajadores.

Pero la cuerda no es irrompible, y si se tensa demasiado puede ser que el bobo trabajador despierte y vea como unos cuantos ladrones viven a costa de su sudor cotidiano, y como esos policias son simplemente sus perros de presa dispuestos a lo que sea para ganarse un salario miserable. Y quizás, si el policia no acaba por sentirse tambien pueblo, y poniendose de su lado,  termine encontrandose en el camino del pueblo, como un obstáculo, y haya que pasar por encima para llegar hasta el verdadero enemigo:


LOS POLICÍAS Y LOS GUARDIAS (Roque Dalton)

Siempre vieron al pueblo
como un montón de espaldas que corrían para allá
como un campo para dejar caer con odio los garrotes.

Siempre vieron al pueblo con el ojo de afinar la puntería
y entre el pueblo y el ojo
la mira de la pistola o la del fusil.
(Un día ellos también fueron pueblo
pero con la excusa del hambre y del desempleo
aceptaron un arma
un garrote y un sueldo mensual
para defender a los hambreadores y a los desempleadores).

Siempre vieron al pueblo aguantando
sudando
vociferando
levantando carteles
levantando los puños
y cuando más diciéndoles:
“Chuchos hijos de puta el día les va a llegar.”
(Y cada día que pasaba
ellos creían que habían hecho el gran negocio
al traicionar al pueblo del que nacieron:
“El pueblo es un montón de débiles y pendejos -pensaban-
qué bien hicimos al pasarnos del lado de los vivos y de los fuertes”).

Y entonces era de apretar el gatillo
y las balas iban de la orilla de los policías y los guardias
contra la orilla del pueblo
así iban siempre
de allá para acá
y el pueblo caía desangrándose
semana tras semana año tras año
quebrantado de huesos
lloraba por los ojos de las mujeres y los niños
huía espantado
dejaba de ser pueblo para ser tropel en guinda
desaparecía en forma de cada quién que se salvó
para su casa y luego nada más
sólo que los Bomberos lavaban la sangre de las calles.
(Los coroneles los acababan de convencer:
 “Eso es muchachos -les decían-
duro y a la cabeza con los civiles
fuego con el populacho
ustedes también son pilares uniformados de la Nación
sacerdotes de primera fila
en el culto a la bandera el escudo el himno los próceres
la democracia representativa el partido oficial y el mundo libre
cuyos sacrificios no olvidará la gente decente de este país
aunque por hoy no les podamos subir el sueldo
como desde luego es nuestro deseo”).

Siempre vieron al pueblo
crispado en el cuarto de las torturas
colgado
apaleado
fracturado
tumefacto
asfixiado
violado
pinchado con agujas en los oídos y los ojos
electrificado
ahogado en orines y mierda
escupido
arrastrado
echando espumitas de humo sus últimos restos
en el infierno de la cal viva.
(Cuando resultó muerto el décimo Guardia Nacional.
Muerto por el pueblo
y el quinto cuilio bien despeinado por la guerrilla urbana
los cuilios y los Guardias Nacionales comenzaron a pensar
sobre todo porque los coroneles ya cambiaron de tono
y hoy de cada fracaso le echan la culpa
a “los elementos de tropa tan muelas que tenemos”).

El hecho es que los policías y los Guardias
siempre vieron al pueblo de allá para acá
y las balas sólo caminaban de allá para acá.

Que lo piensen mucho
que ellos mismos decidan si es demasiado tarde
para buscar la orilla del pueblo
y disparar desde allí
codo a codo junto a nosotros.

Que lo piensen mucho
pero entre tanto
que no se muestren sorprendidos
ni mucho menos pongan cara de ofendidos
hoy que ya algunas balas
comienzan a llegarles desde este lado
donde sigue estando el mismo pueblo de siempre
sólo que a estas alturas ya viene de pecho
y trae cada vez mas fusiles.

1 comentario:

Cordura dijo...

Impresiona ese poema (gracias por descubrinos a ese poeta). Por más que podamos no compartir su “solución”, es grande cómo describe la realidad y la bella expresividad con que sabe hacerlo.

En línea similar, aunque algo menos poética, es interesante ver esto:

http://www.youtube.com/watch?v=_eeC69G0qYM

Un saludo.

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