Cuando un grupo de matones y militares dan un golpe de estado, el unico acuerdo posible es el de la vuelta al punto exacto anterior a su crimen, es decir, a la restitucion del gobierno, cargos y libertades vigentes en aquel momento y, por supuesto, al juicio severo de los criminales.
Zelaya negocia con el dictador Micheletti como se puede encontrar una salida a la situacion, y entre las posibilidades y propuestas que le llegan estan que el presidente sea otro, que los golpistas no sean juzgados, que no se celebre el referendum para la reforma de la constitucion que dio lugar al golpe, o que Honduras abandone el Alba.
Un golpista es un criminal asesino que no tiene porque imponer ninguna condicion para que se cumpla la mas esencial de las justicias, que sus huesos malditos acaben en la carcel. Asi que Zelaya debe de dejar de seguir el jueguecito en el que le han metido Hussein Obama (el instigador del golpe), el presidente de Costa Rica, el cebo que proponiendo el plan de paz hizo que Zelaya mordiera la zanahoria, y otros presidentes latinoamericanos como el que se autodenomina "el antichavez", el patan que dirige los destinos de los panameños, algunos miembros de la OEA y los siervos rastreros de Washington de siempre, como Alan Garcia y Alvarito ¨narizblanca¨ Uribe.
Zelaya no debe negociar, debe exigir la reposicion del orden democratico en Honduras y que continue el curso de los acontecimientos tan y como se sucedian cuando Micheletti y sus gorilas robaron la libertad y la soberania del pueblo hondureño para entregarsela en bandeja de plata al hoy premio nobel de la paz. Basta ya que todas las partes (incluso parace que Zelaya) jueguen jugar con el pueblo hondureño y negociando quien se queda con el poder, puesto que solo el pueblo de Honduras es realmente el soberano.
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