Los controles en la U.E. sobre la composición de los cosméticos son mas rígidas que las de EE.UU., aunque siguen sin garantizar la seguridad de los consumidores. La salud de los ciudadanos, como es habitual, se pone en segundo lugar detrás del beneficio económico, especialmente en este sector, el de los cosméticos, que además es un arma esencial para el control y el sometimiento, especialmente de la mujer (aunque no solo).
Los cosméticos como método de encuadramento en una forma de belleza canónica (y consumista) bajo una dictadura publicitaria que dice a la mujer, mas o menos subliminalmente, qué tiene y qué no tiene que hacer desde una caja, la televisión, que no tiene un pelo de tonta, y que está al servicio de la codicia de los grandes productores. Pero no solo se trata de la "cosmetización" de la mujer, como forma de convertir a la usuaria en alguien que no es, en una apariencia cercana a la imagen ideal vendida por la publicidad, y que poco a poco arrastra igual al hombre (sin hacerle abandonar su posición privilegiada), sino que tambien afecta, por ejemplo, al cuidado de los hijos (que se industrializa y se quimicaliza, mientras nadie se preocupa por que es realmente que es lo que le estan aplicando al bebe).
En este sentido, la campaña estadounidense por unos cosméticos seguros, Campaign for Safe Cosmetics (CSC), formada por una coalición de grupos de mujeres, salud pública, ecología y derechos de los consumidores en EE UU, ha publicado un informe en el que se alerta de los riesgos para la salud de los perfumes comercializados.
El informe Not So Sexy - The Health Risks of Secret Chemicals in Fragrance se basa en el estudio de un laboratorio independiente que ha analizado el contenido de 17 fragancias y que ha encontrado compuestos químicos sintéticos asociados a enfermedades como el cáncer, la infertilidad y los defectos congénitos.
Entre los perfumes con sustancias nocivas se encuentran algunas de las marcas más vendidas, como Calvin Klein y Giorgio Armani, así como fragancias de celebridades como Britney Spears y Hannah Montana. Desde la campaña se denuncia que estos componentes no aparecen en las etiquetas de los productos dado que las fragancias están consideradas un secreto comercial y las compañías no están obligadas, por tanto, a especificar el contenido de los perfumes.
Esta misma campaña ha alertado desde 2002, además, de los riesgos para la salud derivados del uso de otros productos de belleza e higiene y exigido mayores controles sobre la industria cosmética. La coalición ha encargado varios estudios para analizar los componentes de productos cosméticos como el maquillaje o los productos de baño.
El riesgo es mayor para las mujeres, dado que la media consume más cosméticos que los hombres, con una especial exposición al plomo que se ingiere a través de los lápices de labios y los químicos de los esmaltes de uñas.
De los productos de baño, tanto de adultos como de niños, los estudios realizados han encontrado, entre otros contaminates, 1,4 dioxano, un compuesto derivado del petróleo que provoca cáncer en los animales y sospechoso de ser también cancerígeno para las personas. Según la CSC, empresas como Johnson & Johnson defienden que las cantidades de productos posiblemente cancerígenos son muy pequeñas, sin preocuparse de que los bebés reciban estos contaminantes de forma recurrente durante el día, lo que eleva la exposición a estas sustancias. Al listado de productos nocivos se añade el riesgo de las nanosustancias, materiales que son manipulados a escala de átomos y moléculas. Se trata de un mercado floreciente del que apenas se conocen sus efectos sobre la salud de las personas.
La organización "Amigos de la tierra", que también participa en CSC, denuncia que las nanopartículas ya forman parte de prácticamente todos los productos de cuidado personal disponibles en el mercado, desde desodorantes a cremas de protección solar y lociones para después del afeitado. Las investigaciones científicas llevadas a cabo hasta la fecha muestran la existencia de algunas nanopartículas que pueden ser tóxicas para los tejidos humanos y ocasionar mutaciones de ADN y muerte celular.
Quizás uno de los hallazgos más representativos sea la asociación de algunos nanomateriales con el mesotelioma, el mismo tipo de cáncer que provoca el amianto. Ningún país del mundo regula en la actualidad los nanomateriales, aunque en la UE se han intentado dar los primeros pasos: la Eurocámara ha solicitado el julio pasado una moratoria para los productos con nanomateriales hasta que exista una evaluación específica de riesgos y recomienda que se advierta del contenido de estos nanocomponentes en el etiquetado de los productos. Unos pasos totalmente insuficientes, especialmente por el peso que tienen las industrias farmaceuticas y cosmeticas en las decisiones politicas.
Las organizaciones de EE UU denuncian que, debido a los grandes vacíos legales, las compañías pueden utilizar casi cualquier ingrediente en los cosméticos sin informar de ello en el etiquetado, y aplauden medidas como la Directiva de Cosméticos (76/768/CEE) de la UE, que prohíbe un listado de 1.100 químicos en los cosméticos (en EE UU sólo se han prohibido 11 de ellos), aunque aun asi sigue siendo limitada.
Por su parte, Stanpa, organización empresarial que representa al sector de la perfumería y cosmética en el Estado español, declara que el texto de la última revisión de la directiva comunitaria en 2009 “está completamente alineado con el compromiso permanente de la industria cosmética de facilitar productos seguros e innovadores”. No obstante, organizaciones de consumidores advierten que todavía se cuelan en el mercado español productos con sustancias prohibidas por esta directiva y consideran inaceptable la inoperancia de la Administración.
En 2009 entró en el país Rigenera, crema facial con compuestos ilegales e investigadores de la Universiad de Santiago de Compostela detectaron 15 sustancias potencialmente alergénicas en productos de baño para bebés.
Los perfumes son considerados uno de los cinco principales alérgenos en Europa y Norteamérica. Entre las fragancias analizadas se han encontrado sensibilizadores que pueden provocar reacciones alérgicas y respiratorias, como asma e irritación de piel y ojos. Otro componente, el musk (almizcle) sintético está relacionado con la disfunción hormonal y la proliferación de células de cáncer de mama. Entre los componentes químicos, destacan las neurotoxinas (que son tóxicas para el cerebro) y los ftalatos que, empleados para plastificar y ablandar el PVC, pueden afectar a la fertilidad debido a que dañan el ADN del esperma. Los ftalatos se usan para prolongar la vida de los perfumes y en los envoltorios de algunos fármacos y alimentos, además de en una amplia gama de cosméticos.
Los estudios de la campaña por unos cosméticos seguros de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE UU (FDA en sus siglas en inglés) coinciden en confirmar la presencia de plomo en varias marcas de pintalabios, con los niveles más altos de plomo hallados en los productos de Procter & Gamble (marca Cover Girl), L’Oreal (marcas L’Oreal, Body Shop y Maybelline) y Revlon. El plomo, utilizado como colorante, está vinculado a problemas de fertilidad y abortos espontáneos. Dado que no se descompone en el cuerpo humano, el uso reiterado de pintalabios con plomo provoca que esta sustancia se acumule, aumentando así el nivel de riesgo sobre la salud.
Los dentífricos, enjuagues bucales y blanqueadores dentales que contienen peróxido de hidrógeno (también conocido como agua oxigenada) pueden potenciar el cáncer. El aluminio, presente en muchos desodorantes y antitranspirantes, ha sido asociado con el cáncer de mama. Algunos científicos explican que los tumores mamarios se dan con mucha más frecuencia en el cuadrante superior izquierdo del pecho debido a que la mayoría de las personas son diestras y aplican por tanto más cantidad en el lado izquierdo. Asimismo, una de las teorías barajadas en la actualidad sobre una de las causas del alzheimer es que este tipo de demencia se deba a la acumulación de aluminio, ya que las personas que padecen la enfermedad tienen niveles elevados de aluminio en el cerebro.
La alegria y permisividad al usar cosmeticos de todo tipo, que son hoy parte integrante de nuestras vidas, nos hace consumir como buenos ciudadanos sin preocupamos de que es realmente lo que nos aplicamos para estar tan guapos como debemos, para oler como es aceptable, o para integrarnos en la uniformizacion establecida (especialmente la mujer que tiene muchas mas exigencias para transformarse en atractiva para el hombre, como corresponde a su papel social). En el fondo, un negocio muy lucrativo, mucho mas importante que la salud para los que viven de él (y muy bien por cierto). Mientras nosotros no sabemos lo que comemos ni con lo que nos disfrazamos para parecerles a los demas atractivos (o al menos aceptables), y con disciplinada sumisión reproducimos el sistema sin cuestionarnos por qué.
A continuacion, La historia de los Cosmeticos, de Annie Leonard
fte: Diagonal.
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