Los disturbios como los que están teniendo lugar en el barrio de Gamonal, en Burgos, se van a dar cada vez más habitualmente en el estado español. Es natural. De alguna manera tienen que explotar los trabajadores sometidos durante más de medio siglo a la corrupción, especulación urbanistica, saqueo permanente de las arcas públicas y ostentosidad de unos cuantos sirvenguezas que, con la llegada de la crisis, han quedado desenmascarados como lo que siempre han sido: mafiosos y delincuentes.
En Burgos, como en la mayoría de las ciudades y pueblos de una España franquista que, como la leyenda de El Cid, sigue galopando después de la instauración del paripé democrático, el que manda es un cacique, y no los ciudadanos, mientras los partidos políticos, incluyendo a Izquierda Unida, hacen lo que este les manda o, si se oponen en algo, como en esta ocasión, reculan y callan en cuanto el amo saca el látigo.
Por eso, el lema de las protestas de El Gamonal es "La calle es de Burgos, no Burgos de Lacalle", en referencia al que hoy ocupa la alcaldía en la ciudad (que, como corresponde a un sistema basado en la dictadura del capital, es el servidor de los intereses del mafioso local). Aunque la prensa burguesa intente por todos los medios pintar el resquemor de la ciudadanía burgalesa como producto de unos pocos "radicales" (probablemente proetarras, !como no!), la realidad es que las barricadas y los adoquines lanzados contra la policia no son, como decían los del 68, para buscar arena de playa, sino para mostrar el hartazgo de toda una ciudad de que todo se haga en interés de los grandes multimillonarios, locales o no, y que los partidos "democráticos" sean tan solo los amaestrados perros por aquellos.
En Gamonal todavia persiste aquella dignidad obrera que surgio en los años 60 entre los trabajadores llegados desde las zonas rurales para nutrir, como mano de obra barata, los proyectos de los grandes empresarios, y ubicados en barrios de aglomeración en el que pronto surgieron organizaciones vecinales con un marcado carácter social, que parecía perdido en esta España globalizada y transformada en colonia. Un lugar perfecto para que salte la chispa en algún momento contra los abusos constantes de la plutocracia política y las grandes empresas, formando ambos grupos delictivos organizados, contra los trabajadores, acelerado y, si cabe, más evidente aún, en el proceso de reajuste de la tasa de beneficio llevado a cabo por la clase capitalista en plena crísis.
Detrás de todo el proyecto de remodelación del barrio, al que se oponen los vecinos, está, por cierto, Antonio Miguel Méndez Pozo, constructor condenado y encarcelado en los 90 por falsedad de documentos públicos. En 1995 recibió el tercer grado tras pasar menos de un año en prisión, pero sigue haciendo de las suyas en Burgos amparado por la impunidad de la clase capitalista española en un régimen en el que la famosa igualdad de la justicia para todos, vendida en la transición, es solo un cuento para niños mientras continuan los mismos privilegios del franquismo para los grandes saqueadores, es decir, las grandes fortunas, que antes y ahora eran y son los que realmente gobernaban bajo diferentes máscaras.
Lo cierto es que el alcalde de Burgos, el famoso Lacalle (o Lacayo), hace en su ciudad lo que Marx ya anuncio que sucede con las crísis cíclicas e inevitables del capitalismo: aumentar el beneficio de los más ricos a costa de los más pobres, en este caso, de las arcas públicas, financiando proyectos absurdos (recordemos los famosos aeropuertos sin aviones o parques monumentales como el de la capital de España para albergar una playa sin mar, entre otros innumerables ejemplos), para satisfacer los intereses del sector privado de la construcción o, en otros casos, energético.
La sorpresa es que los vecinos de Gamonal no parecen dispuestos a ceder a los ataques y a la violencia de la oligarquía local y nacional, ni a los palos a ciegas y también impunes de la policia, convertida en este régimen en defensores de los intereses del gran capital; es decir, en poco mas que guardias privados de las mafias criminales. Décadas de explotación, desprecio y sufrimiento por parte de los trabajadores en un barrio de marcado caracter de clase han dejado un poso necesario para que la que parecía ne proceso de extinción, la dignidad obrera, resurga en la antigua capital de Castilla.
Una situación que sorprende no se haya producido antes en un país en el que la mitad de los jóvenes están condenados al desempleo o la emigración, la pobreza avanza a pasos agigantados, la escuela y la universidad se intenta convertir en un privilegio en vez de en un derecho, y cualquier intento de queja o protesta se transforma en un delito. Todo ello mientras una minoria de parásitos sigue aumentando sus beneficios apropiándose de la riqueza de todos.
Esperemos que su ejemplo despierte el orgullo de la clase trabajadora en todo el estado, y que vecinos, obreros, campesinos, parados, jóvenes y estudiantes decidan pasar a la ofensiva para parar este gran saqueo de grandes ladrones y sus títeres políticos al que algunos todavia se atreven a llamar sin verguenza (sinverguenzas ellos) "democracia".
2 comentarios:
Indignante lo que dice el picapedrero de RNE y cómo lo cubre el trolero del estudio:
http://www.youtube.com/watch?v=AxPWBLDFV9g#t=61
Hay manifestaciones convocadas en toda españistán, a ver si cunde el ejemplo, además así no podrán llevar a todos los matones a Burgos a apalear viejos y niñas. (Aunque ahora pueden pedir ayuda a los porteros de discoteca)
Saludos.
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