La escritora Nazanin Armanian ha escrito en Público un interesante artículo analizando la situación actual de Oriente Medio tras el mediatico surgimiento espectacular del Estado Islamico, sucesor en toda regla de Al Qaeda, y el reciente ataque contra Siria, permitido por activa y por pasiva por toda la comunidad internacional, incluyendo Rusia y China.
En el artículo habla, especialmente, del que es el Plan B de Estados Unidos contra Siria, que empezado a aplicar con los bombardeos supuestos contra los militantes islamistas del también conocido como ISIL.
Además, analiza, por último, con un análisis muy certero, la posibilidad, tan proclamada por los medios de comunicación y asumida como papagayos por la izquierda pacifista e incluso gran parte del movimiento comunista, de una tercera guerra mundial entre Estados Unidos y sus aliados y China, Rusia y los suyos, por otro.
Su conclusión es clara: aunque una guerra siempre es una posibilidad en un mundo en el que e todo país capitalista, como dejó bien claro Lenin en su El imperialismo, fase superior del capitalismo, es también imperialista, parece improbable en una situación en el que todos los grandes implicados saben el gran perjuicio que causaría a un mercado cada vez más global, sobre todo cuando un modo más eficaz y menos peligroso (para ellos) de conseguir lo mismo, de seguir peleandose por nuevos mercados y por el control de los recursos son "las guerras locales y controlables de las que
vive el complejo Militar-Industrial de EEUU que recibe anualmente un
billón de dólares de presupuestos, mientras casi la mitad de la
población vive bajo el umbral de la pobreza". En realidad, la tercera guerra mundial hace tiempo que empezó, porque en la fase imperialista del capitalismo toda guerra, más allá de las etiquetas históricas que le pongamos, al igual que la lucha por el crecimiento económico en cualquiera de sus formas, no puede ser más que mundial.
Ni a los BRICS (entre los que están Rusia y China) ni a Estados Unidos les interesa una guerra directa por la hegemonia mundial. Lo que les interesa es, por supuesto, como sucedía, por cierto, también en la Guerra Fria, las guerras lejanas en las que vender armas, provocar al enemigo y, de paso, debilitarle sin que los ciudadanos de las potencias sufran directamente las consecuencias. "Las élites de dichos países no están en
una lucha “de clases” con los dirigentes de la Alianza Atlántica.
Pertenecen al club de la burguesía global, unidos con los mismos intereses y
fuertes lazos económicos", afirma la autora. Y en el fondo, pues probablemente ellos y sus analistas si que han estudiado bien la historia reciente y conocen los certeros análisis de la obra de Marx y Lenin, la dialéctica de la historia, que ha demostrado que son las grandes guerras mundiales las que han sido el martillete que ha provocado revoluciones socialistas trunfantes, no van a arriesgarse a provocar de nuevo la ira de la clase trabajadora en los paises "desarrollados" mientras puedan evitarlo (no indefinidamente, por supuesto), ya que ahora la tienen bien domesticada y tan proclive a defender como buenos de la película a los que no son más que los mismos explotadores, con los mismos intereses e idéntico desprecio a la clase trabajadora, hablen el idioma que hablen o agiten banderas con barras, estrellas o, incluso, rojas.
La autora, sin embargo, termina el fragmento demostrando que, en el fondo, comparte la misma ideología burguesa de su periódico, Público, y que también cree, o al menos le pagan para hacerlo creer, en que el pacifismo puede resolver realmente algo, cuando afirma que "solo un movimiento internacional por la paz puede frenar la destructiva fuerza de OTAN, lograr que se disuelva". Muy al contrario, también recurriendo al marxismo y a aquel que analizó y definió al capitalismo en su fase imperialista, Lenin, la única manera eficaz de enfrentarse la guerra imperialista, consecuencia natural y rutinaria en el desarrollo del capitalismo, es la guerra revolucionaria, en sus múltiples formas, dirigida por un partido comunista que organice a la clase trabajadora y siempre dirigida a acabar con el sistema que nos condena a vivir bajo la barbarie y a construir el único sistema realmente humano: el socialismo.
El artículo completo, muy interesante como decimos, se puede leer en Guerra contra Siria: El ‘plan B’ de la agenda oculta de Obama.
Nosotros a continuación compartimos la parte en que la autora se refiere a la tercera guerra mundial, que asusta tanto a pacifistas y aprensivos (no olvidemos que el miedo es un arma de la mayor eficacia en el esencial mantenimiento de una clase trabajadora asustada bajo la bota de los explotadores), y de la que en realidad no hay tantas evidencias de que vaya a producirse en breve.
"¿Tercera Guerra mundial?
Algunas fuerzas pacifistas están
advirtiendo de una posible guerra mundial que incluiría el uso de armas
atómicas. Advertencias bienintencionadas, que sin embargo rebajan la
gravedad de las guerras locales. ¿Parece poco que cerca de 90 millones
de personas (solo en Afganistán, Irak, Siria y Gaza) hayan vivido los
continuos bombardeos de sus mundos en los últimos años?
Por otro lado, no hay indicios de que los
BRICS+Irán quieran ni puedan frenar dichas acciones militares de la
OTAN. Es más, sorprende que China y Rusia no hayan exigido una reunión
urgente del Consejo de Seguridad para discutir la agresión de EEUU e
Israel sobre Siria. A pesar de que ambos países fueron muy perjudicados
con la pérdida de influencia en Irak, Afganistán, Sudán, Malí, Libia o
Ucrania, no tuvieron una reacción bélica. De hecho, si hubieran tenido
una capacidad militar considerable, la OTAN no se hubiera atrevido a
irrumpir en sus zonas de influencia de esta manera.
Moscú, tras perder a Ucrania, y la amenaza de desmantelar la Federación Rusa,
no puede involucrarse en Siria. Vladimir Putin, apretando la mano de
Petró Poroshenko, ha reconocido el resultado del golpe de estado
fascista en Kiev, y con ello el equilibrio de fuerzas: no se enfrentará a la OTAN.
Lo mismo en el caso de Irán, que con su pragmatismo ha demostrado que
no es ningún suicida. Algunas facciones (como la encabezada por el
poderoso Hashemi Rafsenyani que acusó al presidente sirio de haber
soltado el gas químico contra su pueblo) pueden utilizar a Bashar al
Asad como una carta en sus negociaciones con Arabia Saudí y EEUU.
Las élites de dichos países no están en
una lucha “de clases” con los dirigentes de la Alianza Atlántica.
Perecen al club de la burguesía global, unidos con los mismos intereses y
fuertes lazos económicos. Teherán, que inteligentemente ha preferido
paralizar su programa nuclear a cambio de no ser atacado, permitirá
dentro de poco las inversiones de las grandes compañías occidentales,
chinas, rusas y otras tantas, con total garantía de seguridad. Era lo
que la capital financiera mundial le exigía.
Por todo ello, a ninguna de las partes le
interesa una gran guerra que afecte al normal funcionamiento del
mercado. Otra cosa son las guerras locales y controlables de las que
vive el complejo Militar-Industrial de EEUU que recibe anualmente un
billón de dólares de presupuestos, mientras casi la mitad de la
población vive bajo el umbral de la pobreza
Solo un movimiento internacional por la paz puede frenar la destructiva fuerza de OTAN, lograr que se disuelva.".
1 comentario:
La tercera guerra mundial ya terminó con el triunfo de EEUU sobre el bloque soviético, aunque este fuera económico, no militar. Tras la derrota soviética la URSS se desmanteló.
La URSS era tan capitalista e imperialista como el bloque occidental, eso también hay que decirlo.
La próxima guerra, quizás sea como aquí se dice, pequeñas y continuas guerras, aunque China y Rusia son dos posibles objetivos y su potencia militar, sobre todo la China, hace que la posibilidad de una guerra total y nuclear, exista .
Saludos.
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