
Subtitulado "La música de las máquinas", la breve composición es una evocación musical clamorosa de la industrialización de la época, una pieza bastante audaz en donde el ruido de las máquinas impone una dinámica creadora de gran originalidad. Fue tomada rápidamente por directores en toda Europa como un ejemplo representativo del nuevo arte soviético.
La Revolución de Octubre de 1917 creó las condiciones ideales para incubar un movimiento de corte futurista en ese país. Los compositores soviéticos comenzaron a experimentar en este campo. De este proceso se generó un grupo de futuristas entre los que se encuentran Roslavets, Mosolov, Deshevov, Davidenko, Goedicke, Gnessin y Pathenko. Ellos se plantearon escribir obras de estructura simple, modernas y que fueran de fácil audición por la gran masa de la población, desde los granjeros colectivos, hasta los obreros de las siderúrgicas, basándose en los nuevos temas protagonistas del nuevo mundo construido tras la toma del poder de la clase obrera: el trabajo, el progreso, la fábrica, el futuro...
Los compositores revolucionarios no querían más que representar en sus notas el enorme significado para el futuro del triunfo de los soviets, y contarnos con la voz de sus instrumentos el ritmo vertiginoso al que estaba cambiando el mundo:
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