31 de mayo de 2012

El dinero y su rueda (Octavio Paz)

Cada vez es mas evidente, e incluso lo sufren los mismos que antes despreciaban el sufrimiento de la mayoria de la población mundial. Ahora los que se sintieron un dia privilegiados, mientras miraban para otro lado para no ver la pesadilla ajena, estan sintiendo en sus propias carnes el sabor amargo que provoca el sistema mas criminal que ha existido jamas sobre el planeta, y cuyos montones de victimas continuan acumulandose tras un constante genocidio, a veces militar, pero siempre social.

Es lo que pasa cuando el sistema politico-economico se basa en el dinero (o en el capital) y no en el hombre, cuando el objetivo es producir dinero (o capital) y no bienestar humano, cuando las decisiones y el crecimiento se destinan al enriquecimiento con dinero (o capital) de una minoria que ha acumulado el botin de sus apropiaciones, en vez de al desarrollo intelectual y fisico de las personas (los seres humanos).

En resumen, se trata de las consecuencias de vivir bajo un régimen capitalista, esa rueda que destruye todo lo que toca, como una apisonadora guiada por el mítico rey Midas, en vez de construir la democracia Socialista, la única posible (es decir, aquella en la que la mayoria, la que trabaja, participa en todas las decisiones, empezando por el mismo proceso productivo, cuyos recursos son propiedad de todos, siguiendo por la cultura o la educacion, y, por supuesto, en las que establecen a qué dedicar la riqueza colectiva, con la unica y exclusiva finalidad de que nadie sea explotado por otro hombre y de que los seres humanos puedan ser mas libres, sanos e iguales).

El poema de Octavio Paz, "El dinero y su rueda", lo expresa certeramente. Da igual que se llame dinero o capital, pues el primero no es mas que una expresión material del segundo, y ambos, pero ambos, cuando se convierten en el principal motor de la vida, son en realidad una lucrativa (para algunos, muy pocos) fábrica de muerte.

EL DINERO Y SU RUEDA, Octavio Paz

El dinero y su rueda,
el dinero y sus números huecos,
el dinero y su rebaño de espectros.

El dinero es una fastuosa geografía:
montañas de oro y cobre,
ríos de plata y níquel,
árboles de jade
y la hojarasca del papel moneda.

Sus jardines son asépticos,
su primavera perpetua está congelada,
sus flores son piedras preciosas sin olor,
sus pájaros vuelan en ascensor,
sus estaciones giran al compás del reloj.

El planeta se vuelve dinero,
el dinero se vuelve número,
el número se come al tiempo,
el tiempo se come al hombre,
el dinero se come al tiempo.

La muerte es un sueño que no sueña el dinero.
El dinero no dice tú eres:
el dinero dice cuánto.

Más malo que no tener dinero
es tener mucho dinero.

Saber contar no es saber cantar.

Alegría y pena
ni se compran ni venden.

La pirámide niega al dinero,
el ídolo niega al dinero,
el brujo niega al dinero,
la Virgen, el Niño y el Santito
niegan al dinero.

El analfabetismo es una sabiduría
ignorada por el dinero.

El dinero abre las puertas de la casa del rey,
cierra las puertas del perdón.

El dinero es el gran prestidigitador
evapora todo lo que toca:
tu sangre y tu sudor,
tu lágrima y tu idea.
El dinero te vuelve ninguno.

Entre todos construimos
el palacio del dinero:
el gran cero.

No el trabajo: el dinero es el castigo.
El trabajo nos da de comer y dormir:
el dinero es la araña y el hombre la mosca.
El trabajo hace las cosas:
el dinero chupa la sangre de las cosas.
El trabajo es el techo, la mesa, la cama:
el dinero no tiene cuerpo ni cara ni alma.

El dinero seca la sangre del mundo,
sorbe el seso del hombre.

Escalera de horas y meses y años:
allá arriba encontramos a nadie.

Monumento que tu muerte levanta a la muerte.

3 comentarios:

Piedra dijo...

Y a pesar de todo, la gente aun continua rezando a san dinero. Creo que no hemos aprendido nada.

trapo blanco dijo...

Genial, Octavio Paz. Y genial tú también. No puedo estar mas de acuerdo. Un saludo.

Cordura dijo...

Gracias por dar(me) a conocer ese poema y por las reflexiones en torno al perpetuo becerro de oro.

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