La policía apalea a las mujeres que protestaban contra la ley del aborto

Los que criminalizan el aborto, y con ello a la libertad de la mujer de ser dueña de su propio cuerpo, mandan a los peores abortos de la sociedad a reprimir sus propuestas. Porque los que se erigen el derecho a decidir sobre la maternidad de las madres y los hijos, son en realidad unos incurables hipócritas sinverguenzas: por un lado, ilegalizan el derecho a decidir de una mujer si quiere o no tener un hijo, convirtiéndolo en un delito, mientras por el otro, ellos mismos, los que aprueban la ley y los que envían a sus mamporreros a aporrear a los que protestan, viven precisamente a costa del crimen, del saqueo, de la violencia y del terror.

En realidad unos y otros son la prueba viva de que si sus madres hubieran decidido abortar, en vez de criar a un monstruo, probablemente anteponiendo la riqueza, la ambición,  y quiensabe qué al amor por el hijo que tuvieron porque no había otra opción, el mundo hoy sería un poco mejor.

En todo caso, la saña, la arbitrariedad y la impunidad con la que la policía maltrata, golpea y detiene en las calles de ese estado fascista en el que se está convirtiendo España (si es que alguna vez dejo de serlo) hace más que evidente que lo que hay que abortar en realidad, aunque lo prohiban, es el propio estado, y de paso a todos sus criminales del Parlamento, las instituciones, la gran empresa y, por supuesto, de los órganos represivos del estado (la justicia y las fuerzas de seguridad), cuya función principal es asegurar que esos grandes delincuentes politicos y economicos puedan seguir delinquiendo y chupando la sangre a los ciudadanos.