Es el hilo conductor del argumento que el director cubano Tomás Gutiérrez Alea, lleva a la pantalla, versionando la famosa novela soviética de título homónimo, escrita por Ylia Ilf y Yergueni Petrov, en la que se parodia y critica la Nueva Política Económica soviética (NEP), introducida en la Unión Soviética en 1921 como intento de incentivar la afectada economía tras la cruenta Guerra Civil, y que provocó que pillos y todo tipo de defensores del capitalismo se dejaran llevar por sus ganas de enriquecerse a costa de lo que fuera (como hace habitualmente todo parásito de la burguesía).
En este periodo también escribiría Alexandra Kollontai su novela La bolchevique enamorada, en la que también critica el nuevo tipo de hombre que surgió (o resucitó) la NEP hasta que el propio Lenin reconociera que había sido un gran error, aunque sería Stalin el que la puso fin definitivamente.
En el libro de Ilf y Petrov, un antiguo aristócrata ruso, con sus propiedades confiscadas por el gobierno soviético, va en busca de doce sillas de su abuela, licitadas por las autoridades, porque en una de ellas se habían escondido los diamantes de la familia, intentando aprovechar la ocasión de la "liberalización" propiciada por la NEP para enriquecerse de nuevo. En su búsqueda, es ayudado por un timador profesional. La búsqueda se narra en tono de humor, a través de las peripecias de ambos enemigos del pueblo
Como se ha dicho más arriba, en 1962, el cubano Tomás Gutiérrez Alea (La muerte de un burócrata, La última cena, Esta tierra es nuestra), aprovecha la ocasión para ubicar el argumento en la Cuba post revolucionaria, donde, en esta ocasión, son un antiguo burgués y su ex-chofer los que buscan la silla donde están escondidos los brillantes de la familia, en abierta competencia con el cura del pueblo, enterado del secreto. En su búsqueda, los personajes atraviesan las más imprevistas situaciones ya que las sillas han sido subastadas por el Ministerio de Recuperación de Valores y se encuentran en distintas manos.
En este periodo también escribiría Alexandra Kollontai su novela La bolchevique enamorada, en la que también critica el nuevo tipo de hombre que surgió (o resucitó) la NEP hasta que el propio Lenin reconociera que había sido un gran error, aunque sería Stalin el que la puso fin definitivamente.
En el libro de Ilf y Petrov, un antiguo aristócrata ruso, con sus propiedades confiscadas por el gobierno soviético, va en busca de doce sillas de su abuela, licitadas por las autoridades, porque en una de ellas se habían escondido los diamantes de la familia, intentando aprovechar la ocasión de la "liberalización" propiciada por la NEP para enriquecerse de nuevo. En su búsqueda, es ayudado por un timador profesional. La búsqueda se narra en tono de humor, a través de las peripecias de ambos enemigos del pueblo
Como se ha dicho más arriba, en 1962, el cubano Tomás Gutiérrez Alea (La muerte de un burócrata, La última cena, Esta tierra es nuestra), aprovecha la ocasión para ubicar el argumento en la Cuba post revolucionaria, donde, en esta ocasión, son un antiguo burgués y su ex-chofer los que buscan la silla donde están escondidos los brillantes de la familia, en abierta competencia con el cura del pueblo, enterado del secreto. En su búsqueda, los personajes atraviesan las más imprevistas situaciones ya que las sillas han sido subastadas por el Ministerio de Recuperación de Valores y se encuentran en distintas manos.
La película se puede ver en MOSCOFILMS, la página de cine de la clase trabajadora.
1 comentario:
Realmente no se puede culpar al pueblo por no aceptar un modo de organización social impuesto: Había oportunistas y parásitos, por supuesto, esos no encajaban allí, pero seguramente no eran los más entusiastas del sistema.
-¿Y la solución era asesinarlos a todos?
-Drástica pero eficaz, si, el problema es que muchos de esos oportunistas ocuparon puestos en el propio estado y apretaban el gatillo.
Un saludo.
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