En un texto de juventud de Antonio Gramsci publicado por vez primera el 11 de febrero de 1917 se define bien a los que se llaman a sí mismos apolíticos, aunque con su actitud fomenten el continuismo ideologico, a los indiferentes ante la realidad, que se lavan las manos ante los problemas evidentes. En la indiferencia, dice Gramsci, se esconde "la ideologia del parasito", pero esa abdicacion de la voluntad propia y su delegacion en otros no exime de la corresponsabilidad y complicidad con los que deciden con su sumisión o complacencia.
Un texto no demasiado conocido y que nos sirve, por supuesto, como otro mas de los muchos argumentos para la participación en la próxima huelga general del 29 de septiembre, donde las opciones estan claras: o luchamos contra las agresiones a la clase trabajadora por parte del gobierno y las oligarquias, o nos lavamos las manos como si no nos importara lo que ocurre y, por lo tanto, nos hacemos complices y corresponsables de la situación.
Las palabras de Gramsci tambien se pueden aplicar a la actitud general ante los problemas sociales, que nos afectan queramos o no, y ante los que nos posicionamos activamente, implicandonos en la defensa de los derechos y de la justicia, o pasivamente, como si la cosa no fuera con nosotros pero convirtiendonos en complices de sus culpables.
En palabras de Gramsci, "Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida". Personalmente hago mias las palabras del comunista italiano, y como él, odio a los parásitos, a los apolíticos, a los indiferentes, que son capaces de fingirse neutrales ante genocidios, matanzas, invasiones, saqueos, guerras, corrupcion, explotacion y agresiones contra los derechos, aunque en el fondo son los principales sostenedores de estos crímenes.
Algo parecido escribió Bertolt Brecht respecto a los "apolíticos":
"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los medicamentos, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la político. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales"
El texto de Gramsci:
Odio a los indiferentes
Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.
La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia.
Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?
Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.
Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes.
3 comentarios:
-"Los indiferentes son los asesinos de la vida."-NEMER IBN ELBARUD.
La indiferencia es una postura carente de compromiso.
Una actitud cobarde evitando enfocar la realidad para no involucrarse ni intentar cambiar lo que está mal.
Hay sociólogos que indican que el ser " apolítico" no existe.
Generalmente son los que toman , solapadamente , partido por los poderosos.
Excelente artículo.
Valioso Gramsci!!!
Clarividente Gramsci.
(El texto reproducido dio nombre, y sentido y objetivos, a ciudad-futura.net). Felicitaciones por la entrada y salud.
Exacto, esa es la principal arma del sistema: nuestra indiferencia. Contra ella tenemos que luchar para iniciar el camino hacia el fin del capitalismo.
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