La Transición española, que es en teoria el paso pacífico e incluso convertido en ejemplar, desde la dictadura franquista hasta la democracia borbónica, en la practica, como demuestra el libro publicado recientente por Sanchez Soler, fue una carniceria.
Los malabarismos para justificar la continuidad del fascismo en la figura de Juan Carlos I y en una "democracia" construida por los franquistas bajo la mirada vigilante del ejercito y el Movimiento Nacional, hicieron que, tanto ante los españoles como ante el mundo, la Transicion se vendiera como una tranquila evolucion entre dos regímenes antagónicos, cuando en realidad, como todos sufrimos, no fue mas que una imposicion del status quo con algunas modificaciones, para que colará ante los ingenuos como un proceso lleno de cambios.
Y por supuesto que la continuidad organizada desde el poder se impuso a palos sobre las protestas que pedian un verdadero cambio. Unos palos que se han borrado de la historia del proceso para que el mito de la transicion modelica no se manchara con toda la violencia y la sangre con la que realmente está teñida.
Las cifras aportadas por Sánchez Soler hablan por sí solas: entre 1975 y 1983, se produjeron 591 muertes por violencia política (terrorismo, guerra sucia y represión). Nada menos que 188 de los asesinados, los menos investigados, entran dentro de lo que el autor denomina violencia política de origen institucional; es decir, “los actos desplegados para mantener el orden establecido, los organizados, alentados o instrumentalizados por las instituciones del Estado”.
Por ejemplo, el autor nos habla de los actos de violencia cometidos por los denominados por la Audiencia Nacional, institucion de clara continuidad con el franquismo, como "Incontrolados", que no es un para nada un termino inocente.
El autor lo explica:
“La Audiencia Nacional limitó su alcance político al calificarlos como grupos no adscritos, pese a que eran organizaciones con nombres, siglas y objetivos muy claros: Fuerza Nueva, Falange Española de las Jons o Hermandad de la Guardia de Franco, entre otras. Al contrario, el terrorismo de izquierdas estaba perfectamente catalogado”.
Una de las consecuencias del mantenimiento pactado de ciertos aparatos e instituciones del antiguo régimen fue que “en los casos Atocha, Montejurra, Arturo Ruiz y Yolanda González no se investigara la participación directa de funcionarios del Estado o sus conexiones con algunos de los procesados”, explica el autor, para el que la violencia política institucional fue “un arma instrumentalizada para garantizar los pactos entre la derecha posfranquista en el poder, que la utilizó como contrapeso para controlar el proceso, y la oposición de izquierdas”.
La conflictividad social es otra de las claves de la carnicería. En el año 1977, la policía cargó contra 788 manifestaciones en España, el 76% del total. Había que controlar las calles.
El orden público fue un factor esenciual de la Transición, que sirvió para frenar a la izquierda, que al final renuncio practicamente a la lucha en la calle.
El mito de la transición maravillosa como proceso político a exportar se desmorona. En otras "transiciones" como la de Grecia o Portugal hubo muchas menos victimas que en la española, y sin embargo la propaganda convierte a la nuestra como un modelo a seguir.
Claro que, tanto en Grecia como en Portugal, no habia que justificar que el jefe del estado fuera elegido por el anterior dictador, y mucho menos que no se restaurara el orden anterior a la dictadura.
Lo peor de todo es que, como dice el refran, de aquellos barros estos lodos, y la "democracia" española de hoy todavia esta marcada por aquella falsa transicion, que dio lugar a un nuevo régimen etiquetado como democrático pero con una gran continuidad de instituciones y metodos del franquismo...
Y es que, como dijo el genocida antes de morir, lo dejó todo "atado y bien atado".
1 comentario:
Desde Argentina los invito a leer una nota de humor sobre el día de la memoria
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