El nuevo presidente de Ucrania, el oligarca Piotr Poroshenko, está demostrando con creces ser, en los pocos días que lleva ocupando su cargo, el más despiadado asesino de civiles de los últimos años (y en este caso, real, no por obra y gracia de la propaganda occidental, como los casos de Gadaffi o Sadam Hussein).
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Dos peligrosos genocidas haciendo negocios |
Como todos los mercenarios de su calaña burguesa, dispuestos a vender a su propia madre o a su
patria por aumentar el beneficio de su bolsillo demuestra un descarado servilismo a los intereses de EE.UU y sus lacayos europeos en su ofensiva contra la Federación Rusa y para su control de las
riquezas petroleras y gasíferas que subyacen en los territorios que van
desde el Mar Negro hasta el Mar Caspio.
Los crímenes de Poroshenko contra la población civil rebelde y
antifascista de las regiones del sureste autoproclamadas independientes
(Donetsk, Lugansk, Jarkov, Odesa, Slaviansk, Kramatorsk) desvelan el verdadero rostro de los hipócritas de Occidente, quienes hasta
hace poco habían justificado la agresión contra Libia bajo
el pretexto de los DD.HH de los civiles libios que estaban
siendo bombardeados por las fuerzas de Al Gaddafi -mentira luego demostrada falsa aunque el mal ya se había hecho.
Sin embargo, lo que sucede en el sureste de Ucrania no es, en esta ocasión, de un invento de los medios de propaganda. El ejército ucraniano bajo las órdenes del criminal Poroshenko, y
con el consentimiento y apoyo logístico de la OTAN, bombardea a los
pueblos del sureste de aquel país con armamento prohibido por las leyes
internacionales, entre otros con bombas de racimo y fosforo blanco, provocando una verdadera catástrofe humanitaria.
El chocolatero sangriento, Poroshenko, que hizo su incontable fortuna con el negocio legal del chocolate y otros no tan lícitos como los de su amiga Timoshenko, ha prometido destruir todas de aquellas regiones
rebeldes de ascendencia rusa; una verdadera limpieza étnica, tal y como había anunciado también ella en su campaña electoral.
Las matanzas indiscriminadas de civiles en las regiones separatistas y antifascistas del este de Ucrania, en lucha por su independencia y contra el gobierno y el presidente surgido del golpe de estado fascista del pasado febrero, son consentidas y apoyadas por la OTAN, EEUU y la UE, pues son parte sus siniestros fines en la región.
Actualmente, Poroshenko es, sin duda alguna, un peligroso criminal de guerra que merece, y eso que acaba de empezar su carrera de genocida, pagar cuanto antes sus crímenes. Sin embargo, el consejo de seguridad de la ONU y los organismos internacionales no se reunen esta vez para tomar medidas contra el tirano, como hicieron con Sadam Hussein o Gadaffi (y ya vemos el caos y el desastre que impusieron las bombas "democráticas" en Irak o Libia), sino que, al contrario, le apoyan y sostienen sin fisuras.
Y es que, como el propio Poroshenko, el chocolatero sangriento, los capitalistas juzgan todo, el bien y el mal, la resistencia o el terrorismo, la democracia o la dictadura, la agresión o la autodefensa, la independencia o la invasion, siempre bajo un único y exclusivo criterio: el de su propio beneficio económico. Por ello, para Poroshenko, otro fiel seguidor de la barbarie, asesinar rusos o producir chocolate tienen idéntico objetivo y baremo de medida, como para la OTAN, EEUU y la UE bombardear a la población civil de Libia o Irak o saquear su petróleo.