Compartimos a continuación la nueva colaboración del camarada Sade, en esta ocasión acerca del peligro del posmodernismo y la necesidad urgente de devolverle al sujeto revolucionario, la clase obrera, su ideología.
LA DESMOVILIZACIÓN POR MOVILIZACIÓN
1.- La principal tarea de una fuerza revolucionaria a día de hoy debe ser devolver al sujeto revolucionario, es decir, a la clase obrera,su ideología, aquella –la única– que garantiza su completa emancipación económica, política, social y cultural. Esa ideología que, desde una perspectiva puramente formal, es la obra de un grupo reducido de pensadores geniales, desde una óptica material, es el resultado intelectual de la lucha histórica de la clase obrera por su liberación de la tiranía burguesa. Esa ideología se llama marxismo-leninismo.
2.- El peligro del posmodernismo en sus diversas variantes (feminismo, animalismo, homosexualismo,
vegetarianismo, ecologismo, lenguaje inclusivo, etc.) no es la parcialización de la lucha emancipadora de la clase obrera, es decir, la creación de compartimentos estancos, incomunicados, y, en consecuencia, el debilitamiento general de aquélla, sino la asunción por parte de las organizaciones obreras de que esas “luchas” del posmodernismo son auténticas luchas y que, en consecuencia, forman –o puede o deben formar– parte de la lucha obrera y revolucionaria. El objetivo fundamental de la no-lucha posmodernista, con sus ministerios, sus “huelgas” convocadas por el Poder o sus organizaciones subvencionadas con cargo a los presupuestos estatales, autonómicos, etc., es desmovilizar por medio de la movilización. El posmodernismo transforma la calle, campo de batalla de la moderna revolución, en el escenario de un sainete de amor interclasista.
3.- Salvo el Frente Obrero y el PML-RC, el resto de organizaciones que en España se pretenden obreras y de izquierdas, en lugar de rechazar de plano como antimarxistas y antirrevolucionarias las no-luchas del posmodernismo, en lugar de atacar frontalmente su esencia pequeñoburguesa, individualista, sectaria, desmovilizadora, al servicio del statu quo, han pretendido restituir al gato del capital y la burguesía la naturaleza de liebre socialista, cortándole el rabo y estirándole las orejas, o lo que es lo mismo, colgando a cada engendro posmodernista el adjetivo “proletario”, para, de esa manera, adaptar el marxismo-leninismo a los tiempos que corren y mejorarlo. Todos conocemos ya el nombre de estos autorregates teóricos: revisionismo; y su función dentro del movimiento obrero: antirrevolucionaria.
4.- Es importante ser conscientes de los efectos contaminantes que toda esta bazofia postmoderna, procedente de la élite cultural del mundo imperialista, de Estados Unidos, puede tener en el movimiento obrero. Es esencial combatir el posmodernismo de raíz, pues, bajo un aspecto inocente, bienintencionado, progresivo, tiene por objeto único la neutralización e inoperancia práctica de las organizaciones obreras y revolucionarias. Ahora bien, igual de necesario es determinar con precisión si, hoy por hoy, las amplias masas de una clase obrera sometida desde hace decenios a la propaganda burguesa y afectada sin interrupción por la crisis económica desde 2007-2008 serán más permeables al mensaje político de la extrema derecha que a los delirios sobre dietas morales, lenguajes inclusivos, superioridad de género, igualdad entre especies vivientes, apocalipsis climáticos, etc., con que se identifica la mediana burguesía acomodada de “izquierdas”.
Resolver esta disyuntiva es esencial para incorporar masas obreras cada vez más amplias a la lucha revolucionaria.
Sade.