26 de febrero de 2018

Cacerolada e himno republicano para el rey en su visita a la República Catalana

El rey lo ha pasado mal en su visita a la colonia, y hasta ha amenazado con quitarle a Barcelona la Feria de tecnología Mobile World Congress si siguen siendo malos y desobedientes. como a él le complace. 
Miles de personas haciendo una cacerolada a su paso, el himno republicano sonando en los balcones, el personal del Palau, donde se ha celebrado el acto, con lazos amarillos, han hecho que, sin duda, el rey se sienta en Barcelona en territorio hostil.
En conmemoración del evento de la visita del monarca a la República Catalana, el poeta republicano Arturo del Villar ha escrito unos versos tragicómicos en los  que describe el sentimiento de los catalanes hacia la monarquía española, herencia caduca de la España Una, Grande y Libre en proceso de definitiva descomposición: 
Por qué vienes, Felipe, a la
República Catalana
si aquí no te quiere nadie,
todos reniegan tu casta:
sométete a referéndum
o lárgate ya de España.

En vez de la Marcha Real
suena la Cacerolada
para que cruces deprisa
por la frontera de Francia,
como antes hizo tu abuela
que Isabelona llamaban,
con su colección de amantes
y la monja de las llagas,
la de los tristes destinos
que ella sola provocara,
lo mismo que Alfonso XIII,
destronado por la infamia
de organizar la derrota
de los soldados en África
para obtener dividendos
de sus empresas robadas.

Imagini pentru republica catalanaMárchate con tu consorte
que te sirve de comparsa,
con todos sus compis yoguis
de obediencia cortesana,
porque con merde o sin ella
se acabó lo que se daba.
Y aprovechando ese viaje
que también Leonor se vaya,
la que exige reverencias
por estar toisoneada,
chiquita con los principios
de mandona borbonada.


Queman tu fotografía
la muchedumbres airadas,
se burlan de ti, te insultan
porque quieren que te evadas
con cardenales y obispos
y toda la aristocracia,
siguiendo el ritmo marcado
por la Real Cacerolada
que da la bienvenida a la
República Catalana,
y al presidente elegido,
Puigdemont, y cierra, España.

Llibertat presos polítics!

Arturo del Villar,
poeta republicano.

Para terminar, el himno de Riego sonando a todo volumen desde el balcón de un vecino republicano a la salida de Felipe de Borbón del Palau de la Música de Barcelona:

25 de febrero de 2018

El entierro de un obrero. Fragmento de "La horda", de Blasco Ibáñez

¿Han cambiado realmente las cosas desde principios del siglo XX, cuando uno de los mejores escritores de España nos describía en su obra "sobre el proletariado madrileño" (así lo proclamaban las portadas), que titularía La horda?

Las afueras de Madrid, a principios del siglo XX
En realidad, los protagonistas de la novela de Blasco Ibáñez eran, más bien, parte del  lumpenproletariado, aquellos que ni siquiera tienen su fuerza de trabajo para vender, es decir, no participan del proceso productivo y, por supuesto, tampoco tienen conciencia de clase. Es decir, la retahila de obreros ocasionales, traperos, prostitutas, delincuentes y gentes sin oficio ni beneficio, que vivían de los despojos, de lo que podían robar o de lo que encontraban en su diaria mendicidad, lo que en la época se denominaba "La busca", y que suponen un enorme ejército de reserva que, como describía Marx, dependía de la burguesía, de cuyos deshechos, limosnas y ventura sobrevivían, que no duda en utilizarlos para frenar las racionales y humanas aspiraciones de la clase trabajadora.

Sin embargo, el lumpenproletariado, surgido de la creciente miseria generada por el desarrollo del capitalismo, es también, como la propia clase obrera, producto de la barbarie económica que representa el sistema, que mientras multiplica la riqueza para unos cuantos hace lo propio con la pobreza de la mayoría. Por ello, en realidad el límite entre ambos, lumpen y obreros, es sutil y frágil, y el paso de uno de los lados al otro es continuo.

De este modo, también en La horda está presente la miseria de los trabajadores madrileños, que luchan cada día por sobrevivir bajo la violencia de la clase capitalista emergente, sin apenas derechos, con salarios miserables y jugándose la vida para llenar los bolsillos de los parásitos a los que les importan poco sus accidentes laborales, sus penurias o incluso su muerte, mientras su sangre siga llenando sus barrigas criminales.

"—¡Ladrones! ¡ladrones!... Matan a los trabajadores para hacerse ricos... Sólo les importa el negocio, y los pobres que mueran como perros".

Las cosas no han cambiado mucho, especialmente ahora, en estas últimas tres décadas, en las que tras la desaparición de la Unión Soviética la clase capitalista no ve ya necesidad de seguir atrayéndose a los trabajadores con mejores salarios o derechos sociales. Por ello, manifestaciones como las que describe Blasco Ibáñez en el Madrid de 1905, cuando la clase obrera empezaba a hacer esfuerzos incipientes de organización, siguen teniendo los mismos ingredientes hoy: la violencia de la clase dirigente dispuesta y predispuesta a parar a los obreros organizados como sea, los policías, felices de ser los perros del amo, ansiosos por aplicarla y "los secretas" infiltrados en la manifestación para provocar la estampida y justificar la acción policial. En realidad, la gran diferencia es que en la actualidad la organización de la clase trabajadora, la que debería tener después de tantos años una conciencia de clase muy desarrollada, es de nuevo rudimentaria, habiendo conseguido el capital su principal triunfo: la desorganización de la clase trabajadora y la hegemonía de la ideología capitalista entre los explotados.

Por último, otra gran diferencia, esencial, que define claramente el nivel de conciencia de clase que tenían en su fase inicial los trabajadores madrileños y el que apenas existe entre los del siglo XXI, especialmente en el "acomodado" Occidente, es el reconocimiento de que la violencia de los opresores de la clase capitalista, sólo puede combatirse con la violencia: la necesidad de las armas.

"—¡Fusiles!—rugían mirándose unos a otros, como si pudieran proporcionárselos—. ¡Ay, si tuviéramos fusiles!..."

Un trapero madrileño
Esa indudable realidad, que la clase dominante ha conseguido extirpar de los adocenados trabajadores contemporáneos, que Lenin recordaba cuando decía aquello de que la única democracia posible es la garantizada por un arma en el hombro de cada obrero, o que volvía a subrayar Mao con su axioma de que el poder nace del fusil y, por lo tanto, la toma del poder solo puede hacerse a balazos, ha sido extirpada de la ideología de la clase obrera a la par que la propia dignidad de pertenecer a ella.

Mientras tanto, el protagonista de la historia, Isidro Maltrana, nacido en el lumpen pero con una madre que entra a formar parte de la clase trabajadora, y que vivió la ilusión de convertirse en burgués tras haber sido prácticamente adoptado por una anciana aristócrata que le educa y le ayuda a convertirse en un "intelectual", se siente, en medio de la pelea entre fuerzas del orden y trabajadores, esa "protesta contra la rapiña de los poderosos", más lumpen que obrero,  y que se tragó el anzuelo de la ilusión del ascenso social, soñando un día con llegar a ser burgués, hundido de  nuevo en sus orígenes, empobrecido, sin saber vender una fuerza de trabajo que ni siquiera cree  tener, vive "nutrido de griego y de latín pero muerto de hambre".  Se puede decir, para finalizar, que esa aspiración de ser burgués es un anzuelo tendido a los desclasados miembros de la clase trabajadora para conseguir organizarla y que, como en los tiempos de Maltrana, salvo en las excepciones permitidas para confirmar la regla, no ha dejado de ser nunca más que una estafa.

En La horda, escrita por Blasco en 1905 durante su estancia en Madrid como diputado republicano, con un realismo crudo y lacerante, se describe la escena de una manifestación  de trabajadores tras la muerte en accidente de trabajo de un albañil, a la sazón padrastro del protagonista. La indignación de los obreros, y el desprecio de los explotadores hacia ellos, que necesita de la enzima policial para diluir su encarnación en una peligrosa revuelta violenta contra los que les condenan a la miseria, a las penurias cotidianas y a la muerte, acaba siendo un quiero y no puedo que, sin embargo, tomará forma pocos años después en la Revolución Soviética, que extenderá por todo el mundo la perniciosa idea para los que viven del trabajo ajeno, los depredadores de carne humana, sanguijuelas del capital, y todos sus granujas rapiñeros, de que es posible acabar con la pobreza y la explotación y, de paso, con los criminales que la provocan.

****

"Una noche, al pasar por la Puerta del Sol, fijáronse los dos en los gritos de los vendedores de periódicos. Pregonaban «la horrible catástrofe» ocurrida aquella mañana, con incalculable número de muertos y heridos.

Isidro había permanecido en casa todo el día, ocupado en escribir unas cuartillas, a diez céntimos, para aquel semanario social que reclamaba su colaboración con la misma intermitencia con que publicaba sus números. Feli sintiose atraída por el suceso, con esa curiosidad que despierta lo terrorífico en la imaginación femenil.

Típico barrio del extrarradio madrileño en la época de La Horda
Compraron el periódico, y Maltrana leyó a la luz de un farol el sumario, en letras grandes, que encabezaba el relato del suceso. Habíase hundido en las primeras horas de la mañana aquel edificio en el que trabajaba el señor José. Instantáneamente tuvo Maltrana el presentimiento de la desgracia. Antes de leer, estaba seguro de que su padrastro había perecido entre las ruinas de aquella obra escandalosa, inaudita, hasta el punto de trastornar sus ideas de hombre autoritario y hacerle perder la fe en la perfección del orden social. Buscó en el papel los nombres de las víctimas. Eran muchos los heridos que agonizaban en los hospitales. Entre los escombros sólo se había recogido un cadáver, el del único obrero muerto instantáneamente, y éste era el señor José. Su nombre y su domicilio estaban indicados con una precisión que no permitía dudas.

Maltrana experimentó una dolorosa sorpresa. Recordó a su madre; pensó en el agradecimiento que sentía la Isidra por las bondades de su compañero. ¡Pobre señor José! Tal vez esperaba la muerte como una liberación, aquella muerte cuya proximidad adivinaba al trabajar en el escandaloso edificio objeto de sus cóleras. Morir era una solución para aquel hombre sencillo, que se indignaba contra un mundo apartado de los sanos principios y contra la mala suerte que convertía en aprendices del crimen a los hijos de los servidores de la ley.

Al día siguiente era el entierro. Todos los albañiles de Madrid proponíanse aprovechar las horas del descanso de mediodía para asistir a él, dándole la significación de una protesta contra las rapiñas de los poderosos.

Isidro quiso también acompañar el cadáver hasta el cementerio. Era todo lo que podía hacer por su padrastro.

A la mañana siguiente, salió por la Puerta de Toledo poco antes de mediodía. Al llegar al puente, torció a la izquierda, dirigiéndose al depósito de cadáveres, en la orilla del río. Los ardores del sol caldeaban las charcas del Manzanares, llenas de la inmundicia de las alcantarillas que desaguan en él. Un hedor de letrina en ebullición envenenaba la densa atmósfera de verano.

Los alrededores del depósito estaban ocupados por grupos de hombres con blusas blancas, de mujeres con los brazos arremangados, que acababan de salir de los lavaderos.

Todos comentaban la catástrofe con gritos de cólera y maldiciones. Las mujeres eran las más audaces y ruidosas. Miraban hacia Madrid levantando los brazos con expresión amenazadora.

—¡Ladrones! ¡ladrones!... Matan a los trabajadores para hacerse ricos... Sólo les importa el negocio, y los pobres que mueran como perros.

Manifestación obrera en Madrid. La foto es de 1916
Después encarábanse con los hombres que iban llegando, albañiles casi todos, que llevaban pendiente del cuello el saquito de la comida. Los insultaban con groseras palabras. ¡Calzonazos! Se quedarían después de esto tranquilos como siempre, esperando que llegase la hora de perecer en otra catástrofe. ¡Ah, si ellas llevasen pantalones! ¡Si las dejasen intervenir en los asuntos de los hombres!... Otra cosa sería.

Y los albañiles contestaban con un gesto de desaliento. ¿Qué iban a hacer? No tenían armas; estaban cansados de que les pegasen a la menor protesta en la calle.

-¡Armas! ¡armas!...—exclamaban irónicamente algunos compañeros de ojos exaltados—. ¿Y para qué las queréis? Eso no sirve de nada. ¡Dinamita, me caso con Dios! ¡Bombas de dinamita!

Maltrana entró en el depósito abriéndose paso en la masa de blusas, y vio el cadáver del señor José sobre una mesa de mármol, dentro de un modesto ataúd que habían costeado los del oficio.

Según dijeron al joven, tenía rota la espina dorsal, quebrado su esqueleto por varias partes. La cara mostrábase intacta, contraída por un gesto de inmenso dolor. Isidro sólo pudo ver uno de sus ojos, desmesuradamente abierto, que parecía fijar en él la vidriosa pupila. Creyó leer en este globo mate, de fúnebre vaguedad, el último pensamiento de la víctima, la maldición que pasó como un relámpago por su cerebro al dejar de existir. Indudablemente, había muerto abominando de las veneraciones de toda su vida. Leíase en la contracción de su rostro: había quedado impreso en aquella mueca que parecía una protesta. De poder reanimarse el cadáver, de seguro que gritaría algo subversivo contra la sociedad injusta, contra los hombres crueles, pidiendo destrucción y venganza, para tenderse de nuevo en el féretro tras esta póstuma confesión del engaño de su vida.

Cerca del ataúd hablaban algunos de sus compañeros de trabajo. Ya no le llamarían «borrego». Amaba más a los explotadores que a sus camaradas de miseria. La desgracia, siempre ciega, había visto claro esta vez al castigarle por medio de la codicia de aquellos a quienes él defendía. ¡Pobrecillo! De todos modos, era uno de los suyos: una víctima más, por la que había que protestar.

Maltrana dejó de ver al señor José. Los compañeros clavaron la caja, cubriéndola con la bandera roja de la asociación.

El féretro comenzó a romper el oleaje del gentío, llevado en hombros por un grupo de albañiles. Cuando Isidro salió del depósito, siguiendo la roja tela, vio la orilla del río, el puente y la glorieta de Toledo cubiertos de blusas blancas, de sombreros y gorras que se elevaban, dejando las cabezas al descubierto al paso del ataúd.

En la glorieta del puente de Toledo, entre las dos pirámides de piedra que descansan en su pedestal sobre los boliches dorados, como dos gigantescas mesillas de noche, vio una masa obscura con puntos brillantes: una fila compacta de hombres negros. Era la policía cerrando el paso.

Añadir leyenda
El entierro avanzó sin titubear. Las mujeres vociferaban en torno del féretro, iracundas, llorosas, como si el rudo sol del verano mordiese con agresiva demencia sus cabezas despeinadas.

—¡Ladrones! ¡ladrones! ¡A Madrid! ¡A arrastrar a los asesinos!...

Otras señalaban el féretro con trágicos ademanes de plañidera. No conocían al señor José, pero gritaban roncas de emoción:

—Ahí va la honra del mundo; un trabajador bueno; un hombre de blusa. ¡Pobrecillo! ¡Y los que le han matado, guardándose los duros, comiéndose las buenas tajás!...

La cabeza del cortejo chocó con el obstáculo de la policía. Un capitán habló a los manifestantes. Podían seguir por el paseo de las Acacias, dar la vuelta a Madrid por las rondas, sin molestar a nadie. Estas eran las órdenes que había recibido. Nada de entrar en la población, de atravesar el centro, buscando la calle de Alcalá. El estaba allí, en el paseo de los Ocho Hilos, para cerrarles el paso y que no ganasen la puerta de Toledo. Todo lo que quisieran, gritos, lloros, aclamaciones, todo, menos desfilar por las calles de Madrid y que la gente del centro presenciase el entierro, con su séquito de jornaleros que pedían venganza.

Sobre la masa de cabezas se alzó, como contestación, un largo palo, y en su punta un guiñapo negro que parecía una mortaja. Era la bandera de cólera y dolor, improvisada por un grupo de muchachos.

Las mujeres protestaban vociferando de las órdenes de la policía.

—Eso es: debemos marchar por las rondas, como los ganados que van de paso... Los pobres a la cuadra. Por las calles de Madrid no puen pasar otros entierros que los de los señores que mueren de hartazgo o malos vicios. Son para los automóviles y los carruajes con tronco. Nosotros, por la ronda... porque olemos mal... ¡Mueran los ladrones! ¡Que los arrastren! ¡A Madrid! ¡a Madrid!

Y las mujeres eran las primeras en avanzar, en agarrarse a las puntas del féretro, empujando a los portadores para que rompiesen las filas de la fuerza pública.

Retrocedían los polizontes sin dejar de hacer frente al formidable empellón, al mismo tiempo que, por la fuerza de la costumbre, llevaban la mano al sable y comenzaban a extraerlo de la vaina antes de que lo mandase el jefe. Muchos de ellos parecían quejarse con los ojos de la pérdida de tiempo que suponían los diálogos del capitán con los manifestantes. ¿Qué hacían que no pegaban? Ellos habían venido para eso.

Isidro no supo cómo se inició el choque. Vio de pronto arremolinarse la gente delante del féretro; sonaron gritos, golpes secos semejantes a los de la ropa sacudida. Sobre las cabezas del gentío brillaron al sol, como cintas blancas, los pesados asadores esgrimidos de filo.

Se abrió la muchedumbre, escapando en distintas direcciones. En un instante se formó ese vacío trágico que se extiende entre los que huyen y los que pegan, viéndose en el suelo gorras abandonadas y el negro bulto de un hombre caído intentando incorporarse sobre las manos, con la frente roja.

Las mujeres eran las que menos corrían. Algunas deteníanse con los brazos en jarras, soltando por la boca todas las injurias de su exaltada imaginación.

—¡Cobardes! ¡Cabritos!...

Como si conociesen la historia y la familia de cada uno de los guardias, les echaban en cara su envilecimiento. Ellos allí, pegando a los pobres trabajadores, y mientras tanto sus mujeres acudiendo a las citas... Y tras este desahogo, corrían otra vez al ver que se acercaban con el sable levantado.

Más aún que los sablazos, irritaron a la manifestación los palos de ciertos hombres sin uniforme que iban en el entierro escuchando lo que se hablaba en los grupos, y que, al sonar los primeros golpes, habían enarbolado el vergajo, apaleando en derredor suyo. La muchedumbre bramaba contra los canallas de «la secreta».

Un grupo de mozuelos apostados en los solares inmediatos hacía frente a los acometedores, con la arrogancia de la juventud. Eran los valientes que surgen en toda revuelta, los héroes de la calle, que son cantados por la más alta poesía cuando triunfa una revolución, o van a la cárcel con los rateros cuando intervienen en un motín.

—¡Fusiles!—rugían mirándose unos a otros, como si pudieran proporcionárselos—. ¡Ay, si tuviéramos fusiles!...

Y había en su gesto una expresión heroica, la resolución de morir matando, de perseguir a los enemigos hasta el centro de Madrid. A falta de armas, recogían del suelo las piedras, los cascotes, los pedazos de lata, los zapatos viejos, arrojando una lluvia de proyectiles sobre la policía. Esta, habituada al impune apaleo de la muchedumbre sin armas, permanecía indecisa, titubeando con cierta inquietud ante un enemigo resuelto, que, no contento con atacar, avanzaba audazmente.

Sonó algo semejante a un chasquido de tralla. El capitán acababa de hacer fuego con su revólver.

—¡Fuego, me caso con la hostia! ¡Fuego!

Los polizontes disparaban sus revólveres avanzando con paso de héroes, eligiendo sus blancos en aquellas espaldas que huían por todos lados.

Maltrana pensó en el señor José. Su entierro era digno de las creencias de su vida. Nada faltaba en él: palo a la canalla, fuego a discreción, con gran voluptuosidad de los defensores de la ley, que podían escoger sus víctimas impunemente.

El joven no quiso huir: se quedó junto al féretro, presintiendo que allí sería mayor su seguridad. Además, era el único pariente del muerto que iba en el cortejo, y no debía abandonarle.

Casa obrera del centro de Madrid. Típica "corrala"
Los portadores del ataúd, al recibir los primeros golpes, lo dejaron caer al suelo, huyendo veloces. El paño rojo desapareció en la fuga. Otros obreros intentaron apoderarse del féretro y levantarlo, pero fueron repelidos por los sables. Aquella caja negra era una bandera de rebelión, en torno de la cual podía organizarse otra vez la revuelta. En los vaivenes de la muchedumbre en fuga, estuvo el ataúd próximo a rodar, soltando sobre el polvo del camino el cadáver que encerraba.

Isidro se sentó sobre la fúnebre caja, temiendo una nueva profanación, y se replegó aturdido y temeroso por el estrépito de los tiros. Un hombre de blusa vino también a sentarse en el féretro, como si éste fuese un lugar de asilo.

Oyó Maltrana un lamento y vio la blusa blanca, manchada de sangre, balancearse y caer al suelo. Después brilló sobre su cabeza el relámpago de un sable, y el joven se encogió aún más para evitar el golpe. Pero nadie le tocó. Pasaron algunos segundos que le parecieron de interminable duración, sin que su cuerpo sufriese ningún choque. Creyó oír una voz, la de algunos de aquellos fantasmas negros que, sable en mano o disparando tiros, pasaban ante sus ojos espantados que todo lo veían envuelto en densa niebla.

—Déjale: ¿no ves que es un señorito?...

Por primera vez en su vida se dio cuenta de las ventajas y privilegios de aquel traje que era para él un uniforme de miseria.

Sufría privaciones; el hambre rondaba en torno de él señalándolo como uno de sus siervos; pero pertenecía, por su aspecto y sus costumbres, a la raza de los felices. Era un señorito. Estaba por encima de aquellas gentes que conquistaban el pan con más frecuencia que él, pero sentían la caricia del palo apenas intentaban pedir, como añadidura al mendrugo, un poco de justicia y de piedad para su vida".

23 de febrero de 2018

Jarama (cortometraje homenaje a la famosa batalla que paró los pies a los fascistas a las puertas de Madrid)

Jarama es un cortometraje dirigido por Alberto Pla, guitarrista del grupo BOIKOT, ubicado en un momento de la famosa batalla que paró los pies al fascismo a las puertas de Madrid. Los protagonistas, un músico y soldado republicano, un escritor y Brigadista irlandés llamado Charles Donnelly, y otros representantes de los miles de héroes que dieron su vida u ofrecieron su juventud para defender la democracia y la libertad contra el fascismo y el capitalismo.

Juanan es un trompetista madrileño que está luchando por la II República en medio de la Batalla del Jarama, junto a los camaradas de las Brigadas Internacionales. Cuando está a punto de morir, puede ver el futuro y comprobar que aunque los hombres mueren las ideas justas perviven para siempre.

Este mes de febrero se cumplen 81 años de la batalla del Jarama. que se desarrolló entre el 6 y el 27 de febrero de 1937. La ofensiva la inició el ejército fascista con la intención de cortar las comunicaciones de Madrid. El diseño de la operación inicial era una acción de gran envergadura por el este de Madrid, que incluía la toma de Arganda del Rey, cortando las comunicaciones hacia Valencia y subir hasta Alcalá de Henares para alcanzar la carretera de Barcelona, a lo largo de la orilla derecha del rio Jarama. Las unidades republicanas, dispersas en el inicio de la ofensiva, se agruparon al mando del general José Miaja el 15 de febrero, conformando en total cuatro Divisiones o Agrupaciones que consiguen evitar el avance hacia Arganda. El ejército republicano contó entre los combatientes con las Brigadas Internacionales, recién llegadas a España y formadas por comunistas de decenas de países, en concreto las brigadas XI, XII, XIV y XV, que combatieron entre el Jarama y Morata de Tajuña.

La defensa republicana hizo fracasar los planes de los militares golpistas para cercar Madrid, y obligó al General Franco a aceptar la derrota de sus planes iniciales de guerra relámpago. La batalla del Jarama hizo honor al famoso lema de !No pasarán! que los milicianos y madrileños ya habían dado a conocer a todo el mundo en la Batalla de Madrid, y fue el bautizo de fuego para miles de brigadistas llegados de todos los rincones del mundo con el objetivo de parar a Hitler, Mussolini y Franco y derrotar al fascismo internacional.

El guitarrista de Boikot ha rodado ese cortometraje con el mismo título que uno de sus últimos temas . El video oficial está rodado en Irlanda, durante una visita de los miembros del grupo a las tumbas de los brigadistas irlandeses caídos en España en lucha contra la barbarie. A continuación podéis ver tanto el corto como el video de su canción, ambos con el mismo título: "Jarama", en homenaje a todos los que lucharon contra el fascismo y por la República.


La España desajustada

En España se mete en la cárcel a cantantes, se secuestran libros, se cierran periódicos, se tortura, se convierte en terroristas a manifestantes y se censuran las obras de arte. Esto último, precisamente, es lo que ha sucedido con una obra de Santiago Sierra en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid (Arco), censurada por referirse a varios presos políticos como"presos políticos".

Imagini pentru santiago sierra censura
La obra censurada a Santiago Sierra en Arco, "Presos políticos en la España
Contemporánea".
Es connatural al régimen borbónico pretender amordazar o amortajar las expresiones culturales incómodas, siendo como es directo sucesor de aquel otro que deseaba la muerte de los intelectuales y de la vida toda -¡Viva la muerte!, rebuznaba Millán-Astray, que viene a ser "muera la vida", como bien le tradujo Miguel de Unamuno-. A diferencia de éste, sin embargo, los "intelectuales" de hoy, ahítos de las prebendas y mercedes del poder, callan y miran para otro lado, ¡zorroclocos! Su silencio aquiescente es la tinta grasienta con que emborrona el poder sus censuras y eufemismos. Frente a ellos, contra ellos, los versos del gran poeta comunista Gabriel Celaya:

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.


Un tal Fernando Benzo, alto burócrata, censor de vuelo rasante, afirma lo siguiente:

"No he visto la obra, pero sé que era una obra que llevaba por título "Presos políticos", pero que aparezcan en ella personas que no son presos políticos, hace pensar que, quizá, conceptualmente, no estaba bien ajustada la obra. En España no hay presos políticos".

Imagini pentru valtonyc libertad
Lo que quiere este inquisidor enmascarado de demócrata es que el arte se "ajuste", es decir, se ponga firme, a las órdenes del poder, de los que mandan, negando así la esencia del arte mismo, que es, por definición, apartarse de los caminos marcados: "arte herramienta" ha de ser -parafraseando de nuevo a Celaya- para cambiar el mundo. Y sin embargo, la censura contra la obra de Santiago Sierra ha conseguido dar alas a su crítica, corroborando con creces que en España hay cientos de presos políticos: anarquistas, comunistas, independentistas...

Como no podía ser de otro modo en esta España "demotrágica" -en el decir de José Bergamín-, a la mafia política del PP se ha sumado la mafia política del PSOE. Margarita Robles, ex jueza -ex jueza política, entiéndase- ha aplaudido la decisión censora con el peregrino argumento de que "todo lo que ayude a bajar la tensión hay que valorarlo positivamente". ¿Tensión? ¿Qué tensión? ¿La creada, quizá, por la complicidad de la mafia del PSOE con el gobierno mafioso del PP para impedir salvajemente que los catalanes votarán el 1-O?... Censura para el artista que se sale del redil cultural y tribunales políticos para quienes, higiénica y democráticamente, pretenden abandonar el chiringuito del 78. 

Por último, como homenaje a otros artistas perseguidos y criminalizados por la injusticia político burguesa española, como Valtonyc, Hásel, o La insurgencia, condenados por cantar y denunciar los delitos de las mafias en el poder, terminamos esta entrada con un intento de rap, dedicado a todos aquellos que luchan de una forma u otra contra el régimen del 78 y la impunidad de los criminales franquistas y sus herederos:

En España se tortura
Y se censura.
Es la España más oscura,
la de los colegios de curas.

Desde el gobierno, Benzo,
-"¡Viva la muerte!"-
Nos quiere mastuerzos,
Pero nos tiene enfrente.

Ya no hay Franco
Pero hay perros con el mismo collar:
Por mucho que ladren
No nos harán callar.

Y aunque todo lo dejaron
atado y bien atado
es la España demotrágica
lo desajustado.

22 de febrero de 2018

Mujer con camiseta deportiva (Alexander Samokhvalov): el arte soviético representa la liberación de la mujer


Chica en camiseta deportiva  (1932) es una representativa obra del arte soviético anterior a la  Segunda Guerra Mundial, en el que su autor, Alexander Samokhvalov, representa la liberación de la mujer soviética en el Socialismo. 

Mientras en las dictaduras del capital (con formato democrático o no) las mujeres seguían relegadas a la cocina o al salón de la casa, sin derechos y condenadas a estar al servicio del hombre, en la URSS las mujeres ya se habían integrado al mercado laboral, participaban de igual a igual en el ejército, los soviets y, sobre todo, en la construcción revolucionaria del socialismo.

El cuadro ganó una medalla de oro en la Feria Mundial de París en 1937. Alexander Samokhvalov recordó sobre ello: "Fue una alegría especial pintar imágenes de mis contemporáneos en aquellos años". La pintura fue aclamada por colegas artistas y críticos por igual, mientras que la heroína fue aclamada como una "Mona Lisa Soviética" en la Exposición Universal.

El artista representa a Yevgenia Adamova, una maestra y activista que conservó su frescura y vitalidad durante toda su vida. Ella es una ciudadana soviética típica de la década de 1930: espontánea, entusiasta, activa, protagonista de su propia vida y de sus decisiones individuales y en los intereses colectivos.

Los visitantes y expertos de la época quedaron impresionados con la representación, viendo, boquiabiertos, como Adamova vestía camisetas deportivas reservadas en el resto del mundo a los hombres y representaba a una mujer verdaderamente igual al hombre por su carácter de trabajadora activa en la producción de riqueza, en la lucha de clases y, por supuesto, también en el ocio y la cultura que la democracia socialista-dictadura del proletariado creaba para la clase obrera.

20 de febrero de 2018

¿Qué pasa con España?, del brigadista internacional británico Lon Elliott (traducción completa)

Con profunda gratitud hacia los miles de hombres y mujeres de todo el mundo que, agrupados en las Brigadas Internacionales, dieron lo mejor de sí para tratar de evitar que España cayera en las garras del nazifascismo, os presentamos la traducción de ¿Qué pasa con España?, opúsculo escrito entre 1945 y 1946 por el brigadista británico Lon Elliott.

Elliott (1911-1983) fue un librero inglés que, como tantos otros miles de comunistas, no dudó en arriesgar su vida en defensa de la República española. Entre sus hechos de armas en la Guerra Civil se cuenta su participación en las batallas del Jarama y Brunete. Tras el triunfo del fascismo en España, Elliott siguió siendo un activo militante por la democracia en nuestro país. Como miembro de la International Brigade Association, escribió diversos artículos y panfletos de denuncia del régimen terrorista de Franco, abogando por una acción conjunta de la comunidad internacional que permitiese acabar con él, ya que, como bien señala, “el terror en España no desaparecerá hasta que el fascismo no sea derrotado”.

En ¿Qué pasa con España? se subraya el íntimo vínculo de clase, genético, cabría decir, entre el franquismo y el nacionalsocialismo alemán:

“Los grandes terratenientes españoles apoyaron al fascismo del mismo modo que los Thyssen y Krupp respaldaron a Hitler. Los latifundistas contaron con la eficaz colaboración de los cabecillas del Ejército, de la alta jerarquía de la Iglesia Católica y de muchos financieros e industriales”.

Y como en la Alemania nazi, en la España de finales de los años 30, el presupuesto esencial del programa político de las clases dominantes burguesa y semifeudal era la más amplia aniquilación física de toda forma de oposición progresiva. Las palabras del capitoste fascista Emilio Mola no dejan lugar a dudas:

“Si hay diez millones de republicanos en España que se oponen al régimen de Franco, Franco exterminará hasta el último de ellos tras su victoria”.

Recién concluida la II Guerra Mundial, el final de la barbarie franquista pasaba, para Elliott, por perseverar en la misma estrategia que permitió la liquidación de Hitler, es decir, apoyo “incondicional” a la oposición democrática española, en especial a la resistencia guerrillera en el interior del país, así como al gobierno republicano en el exilio, y unidad de los aliados contra Franco, que debía materializarse en la ruptura de las relaciones diplomáticas y el bloqueo económico. Dicho planteamiento da pie a Elliott para rendir homenaje a los guerrilleros antifascistas que, pistola en mano, seguían defendiendo la democracia y el socialismo, ahora desde la clandestinidad, al igual que para denunciar la salvaje represión en los campos de concentración y en las cárceles franquistas. En el plano internacional, no obstante, Elliott detecta ya los primeros signos de complacencia hacia Franco por parte de los gobiernos capitalistas occidentales y advierte, lúcidamente, de que

No sería nada de extrañar que algunas empresas que han estado haciendo lucrativos negocios en España –donde, gracias al fascismo, los costes laborales son muy bajos– terminen diciendo: ¡A Franco ni tocarlo, que nuestro dinero está invertido allí!”. Una política exterior democrática no debería prestar oídos a estos exponentes de la libre empresa”, sino que establecería un bloqueo económico contra Franco y la Falange”.
   
El capítulo más extraordinario, quizá, de ¿Qué pasa con España? es el que lleva por título “Intrigas en tierra de nadie”. El lector actual quedará sorprendido, incluso confuso, al toparse en unas páginas escritas nada menos que treinta años antes de la muerte de Franco con… la Transición. ¡Sí, la tan cacareada y “modélica” Transición del 78!

Lon Elliott describe así el marco político y el objetivo central de ese “gobierno de transición”: 

“Ante la perspectiva de que Franco desaparezca de la escena, estas personas –se refiere Elliott a los diversos sectores de la clase dominante– han comenzado a buscar un sustituto que les asegure sus riquezas y privilegios, y les garantice que nunca se verán obligados a rendir cuentas por sus actividades fascistas. Lo que quieren es un gobierno que preserve el poder de la reacción en España, aunque con una apariencia lo bastante democrática como para colarse, de tapadillo, en el seno de las Naciones Unidas”.

¿Y quién podría ser ese “sustituto”?

“Don Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII, (…) ferviente fascista cuando la sección española del Partido nazi estaba apenas echando a andar. Tenía el carnet nº 5 de la Falange”.

Que Elliott no adivinara, por una generación, la identidad del futuro jefe del Estado –designado, por cierto, en julio de 1969 por el cabecilla golpista del 36– no significa que no acertara de lleno con el propósito transicional de la clase dominante a la que sirvió el tirano:

“Con el restablecimiento de un rey en el trono español, esperan poder nimbar de respetabilidad sus actividades a los ojos del extranjero”.
(…)
“Un “gobierno de transición” (…) les daría a los dirigentes fascistas, en concreto, una oportunidad inmejorable de salvar no sólo el pellejo, sino también el botín”.

Si nuestro autor tenía completa razón en que “el fascismo no se convierte en democracia por la mera añadidura de un rey fascistoide”, lo que nunca pudo imaginar en el año 46 es que para transitar del franquismo al régimen borbónico, entre los imprescindibles muñidores –“personajes sospechosos que no son ni republicanos ni monárquicos, ni auténticos demócratas ni fascistas de verdad”– iba a haber sujetos que, como Carrillo o Pasionaria, habían compartido trinchera con él.


***

Concluyamos aquí esta breve presentación de la mejor manera posible, con unos versos del propio Lon Elliott que son su más bello homenaje a los antifascistas muertos en la guerra de España.

The rifles you will never hold again
In others hands still speak against the night.
Brothers have filled your places in the ranks
Who will remember how you died for right.
The day you took those rifles up, defied
The power of ages, and victorious died.

Comrades, sleep now, for all you loved shall be.
You did not seek for death, but finding it
 –And such a death– better than shameful life,
Rest now content, a flame of hope is lit.
The flag of freedom floats again unfurled
And all you loved lives richlier in the world.


Los fusiles que nunca más empuñaréis
En otras manos alzan aún su voz frente a la noche.
En las filas vuestros puestos ya los han ocupado otros hermanos
Que recordarán cómo caísteis en defensa de lo justo,
El día que tomasteis las armas, desafiasteis el poder
De los siglos, y moristeis victoriosos.

Camaradas, descansad ahora, porque todo lo que amasteis será.
No buscasteis la muerte, pero al encontrarla,
Y más una muerte así, mejor que una vida de ignominia,
Podéis descansar ya satisfechos: Se ha encendido una llama de esperanza.
La bandera de la libertad tremola de nuevo desplegada
Y todo lo que amasteis vive más fructuoso en este mundo.


***

18 de febrero de 2018

Seis policías heridos en un enfrentamiento con el Nuevo Ejército del Pueblo en San José, Filipinas

Seis  policiales resultaron heridos en un enfrentamiento con presuntos miembros del Nuevo Ejército del Pueblo (NPA) en la ciudad de Antipolo, Filipinas, en la madrugada del domingo pasado.

Un informe de Super Radyo dzBB identificó a los seis policías heridos como los oficiales de policía  Brendo Cariño, Reymar Guevarra, Mark Andrew, Gran Omines, Joseph Alberca y Ryan Gonzales, miembros de la 33ª Compañía de las Fuerzas Especiales.

Los policías heridos fueron trasladados rápidamente al Hospital del Distrito de Antipolo y al Hospital Amang Rodríguez.

Se han contabilizado como heridos otros dos miembros de la policía, que anteriormente se habían reportado como desaparecidos.
Los comandos de la policía patrullaban en Barangay,  San José, en el marco de las operaciones represivas del gobierno de Duterte contra los pueblos y los trabajadores filipinos, cuando se encontraron con un número indeterminado de miembros de NPA con los que tuvieron un choque armado. Parece que ninguno de los guerrilleros fue herido.

Los controles en la ciudad y los alrededores se han intensificado tras el choque, en vistas de la creciente presencia de la guerrilla comunista en la zona. 

Pascual Pla y Beltrán, poeta proletario

Pla y Beltrán, Pascual (Ibi, Alicante, 1908-Caracas, 1961). Poeta que pasó parte de su adolescencia en Alcoy, donde fue obrero textil –un duro trabajo que lo dejó jorobado- y en cuya prensa publicó sus primeros versos. Desarrolló la mayor parte de su carrera literaria en Valencia, y en castellano. De origen humilde y sin formación escolar, se trasladó con su familia a Alcoy en 1919 donde trabajó en las empresas textiles. En 1928 marchó a Valencia, donde encontraría el ambiente cultural e intelectual necesario para su formación autodidacta. Allí empieza, ya adolescente, a acudir a un colegio nocturno y se da a conocer a través de los medios de comunicación locales con breves poemas. Al año siguiente de llegar a Valencia publicó su primera obra, La cruz de los crisantemos, muy bien acogida en los círculos literarios de la capital del Turia.

Con el despertar del primer libro y su relativo éxito, se lanzó a crear una revista literaria, Murta, junto con Ramón Descalzo y Rafael Duyos Giorgeta, donde consigue que publiquen artículos y obra escritores de la talla de Luis Cernuda, Max Aub o Vicente Aleixandre. Proclamada la Segunda República, se afilió al Partido Comunista, integrándose en la Unión de Escritores y Artistas Proletarios. En el periodo republicano desarrolló una intensa labor poética muy vinculada a los procesos de represión contra los movimientos de izquierda.

Tras el golpe nazi del general Franco y el estallido de la Guerra Civil por la resistencia del gobierno legítimo democrático republicano, su vinculación con los intelectuales antifascistas se incrementó, colaborando en publicaciones como El Mono Azul y Hora de España, entre otras. Participó activamente en el II Congreso de Escritores celebrado en Valencia en 1937 y convocado por la Alianza Internacional de Intelectuales Antifascistas. Allí conoció y entabló amistad con Nicolás Guillén, Josep Renau, Vicente Huidobro y Bertolt Brecht, y disputó con Fernando de los Ríos el papel de la Unión Soviética en la formación de la izquierda, justo poco después de que Pla y Beltrán publicara sus alabanzas al régimen soviético en su poema, Salud, Moscú, tras haber visitado la URSS, en 1937 viajó a la URSS. En el mismo viaje, visitó Finlandia, Suecia, Dinamarca y Francia; Carlos Palacio y Lan Adomian pusieron música a poemas suyos.

Aunque podía haberlo hecho, no se marchó al finalizar la guerra civil y fue preso y encarcelado por el régimen franquista. Condenado a muerte, la pena fue conmutada finalmente y salió de prisión en 1946. Pasó siete años en la cárcel y tras ser liberado publicó, bajo el seudónimo “Pablo Herrera”. Finalmente consiguió salir de España en 1955 y se estableció en Santo Domingo, para poco después marchar a Venezuela donde vivió hasta su muerte.
Pla y Beltrán en Madrid, 1932

Practicó una poesía social de un radicalismo extremo, en sus libros Narja, Poemas proletarios (Valencia, Pascual Quiles, 1932) –considerado por Enrique Montero como “el primer libro de poesía comprometida proletaria publicado en España¨ -, Epopeyas de sangre, 7 poemas revolucionarios (Valencia, UEAP, 1933) –con cubierta de Renau- Hogueras en el sur (Poemas campesinos) (Valencia, UEAP, 1935) –precedido de un prólogo autobiográfico-, Voz de la tierra (Poema en rebelión) (Valencia, 1935) –inspirado en la Revolución de Asturias- y Camarada (Poema del amor y de la angustia) (Valencia, UEAP, 1935) –con cubierta de Juan Renau-. También cultivó el teatro: Seisdedos, Tragedia campesina (Valencia, UEAP, 1934). 

De él ha dicho Víctor Fuentes que “de procedencia obrera, es nuestro auténtico representante de la poesía proletaria o bolchevique”. Él mismo, que solía firmar simplemente “Pla y Beltrán”, calificaba entonces sus poemas de “gritos”. Tradujo, en Isla, y en colaboración con David Vigodsky, a Velimir Khlebnikov.

Algunos de sus más destacados poemas, siempre al servicio de la clase trabajadora y bien posicionado ante el dilema Socialismo o Barbarie, son los siguientes:
 
EN MARCHA

Con el acero de sus brazos han de hacer
edificios que iluminen las nubes.
Su voluntad de siglos encenderá una aurora
de gigantes.

Las fábricas darán la vida de los templos
más puros y más firmes.
Los comunistas jóvenes serán los químicos
que asombrarán al mundo.

¡Todos, fuego de juventud en el pulmón,
en marcha! 


YUNQUE: ALBA 

100.000 voltios rodados de poleas
más ágiles.
Que la luz, la impaciencia, la imagen
y el retorno.

Mediodía de grúas encendidas de grillos.
Fuego de hierro y fragua.
Yunque en constelaciones de martillos
sin sueño.

Bajo el brazo tendido de músculos
y de puras distancias.
Entre mares de hulla se consumen
los cerebros más vivos.

En la niebla, la niebla que confunde
la ruta de los astros sin cielo.
Con el mudo cansancio de estos hombres
de cobre.

Ilumina el sol lunas en los espejos
de los hornos.
Roja lumbre se agita en las poleas
impacientes.

Y el canto sin gracia de los obreros
con voluntad de bayonetas.
Abecedario ardido en las esquinas
de los yunques calcinados de hierro.

Humo oxidado en las espadañas de
los crepúsculos.
El cansancio olvidado de la vida de
los obreros se despereza sobre la playa
de los siglos.

¡Hierro, martillo y yunque!
¡Hombre, trabajo y alba!



LOS NIÑOS DE ESPAÑA CANTAN A LA GLORIA DE LENIN 
¿Qué canta en la mañana
esa rueda infantil?

-Canta
la gloria de Lenín:
“Lenín murió en Enero.
Lenín nació en abril.
Abril se adorna con rosas
y Enero se viste de gris”.
España cruje de balas.

Se alza la guerra civil.
Cantan los niños a coro
por la gloria de Lenín:
“Vivió vida pobre.
Vistió traje gris.
Alcemos el nombre,
¡el nombre de Lenín!

Entre hielo y luna
crece el perejil.
Los niños hambrientos
siguen su plañir:
“A la rosa, rosa,
la rosa de abril.
¡Enero, no; Enero
nos llevó a Lenín!”

Sobre un campo negro,
jinetes de cinc.
Los niños sin sueño
piensan en abril:
“¡Enero, no; Enero
se llevó a Lenín!”

BUQUE Y REVOLUCIÓN
En la hoguera incendiaria del último crepúsculo
Flamearon de indignación los pechos marineros.
Un cablegrama no esperado dio la noticia exacta:
-Revolución social planeta tierra.

Tembló el buque.
Brazos de fogoneros, altos y fuertes,
subieron por el espacio arriba.
Negras camisas, de suciedad, fueron
rojas antorchas que incendiaron la tarde.
Llamearon banderas proletarias al viento.
La tripulación, ebria ya de justicia,
empezó su combate.

Toda la sal del mar
Se avivó en un esfuerzo de venganza.
Olas como ciudades
Se quebraron de gozo contra el buque,
avivando
La sed implacable
De la marinería.
Una voz tronó al aire:
-¡Ese fusil! ¡Arriba! ¡Hay que
matar a ese cabrón del cocinero!…

Y nada más:
El capitán, péndulo del reloj de la justicia,
Colgado estaba ya del palo más alto
de la tarde.


ENEMIGO
Muerto de aliento y voz. Cuando la tierra
Florezca de clarines bolcheviques,
Vivo y presente, empezarás tu huida.
Serán siete navajas tus instintos.

Vistiendo negra blusa y con tu máuser,
Clavarás proyectiles de odio negro.
Rojos soldados te buscarán las huellas.
Te darán banderines de trabajo,
Para ganar tu pan honradamente.

Pero tú, buen burgués, serás la causa
De tu misma derrota. Por tu mal,
Morderás las ideas mencheviques.

Y un día todo rojo de venganzas,
Bajo el fusil del pueblo, ametrallado
Te desharás en sangre sobre tierra

HOMENAJE A LOS CAÍDOS EN LA LUCHA 
Vosotros,
¡los que ni el dolor ni las balas pudieron dominaros!
Vosotros,
¡los que encendisteis con vuestro ardor la roja pólvora que alzaba el odio,
los que luchásteis hasta doblar la muerte,
hasta regar la tierra con el milagro de vuestra sangre!

Vosotros,
¡los hermanos de Asturias y Cataluña!
Vosotros,
¡camaradas que alzásteis más allá del espacio la bandera de la Unión de Repúblicas Socialistas
de Iberia,
que os batísteis hasta apagar la llama que ardía en vuestros ojos,
hasta quedar pegados a la tierra por la cual derramásteis vuestra sangre!

Vosotros, camaradas,
vosotros,
¡los que os alzásteis en las aldeas del hambre y la injusticia,
quemando las iglesias,
derribando con vuestros puños el poder omnipotente de la usura;
los que os alzásteis en las minas,
gritando vuestra libertad hasta partir el cielo,
hasta asordar al mundo con vuestro grito;
los que os alzásteis en las ciudades
levantando las barricadas de la Revolución!

Vosotros,
¡los sorprendidos por el sueño insondable,
los que avanzásteis con paso firme hasta aplastar al enemigo,
los que al lado de un muro encontrasteis la muerte sin una lágrima de angustia!

Vosotros, camaradas,
¡vosotros sois vosotros!
¡Podréis estar doblados, pero nunca vencidos!
¿Me oís…?
¡Una voz de venganza ilumina la Tierra!

SOBRE EL PECHO UNA ESTRELLA
¡Aprieta!
¡Que nuestro grito
reviente el corazón del espacio!
¡Nuestra bandera será roja como el esfuerzo de los jóvenes,
y sobre el pecho nos nacerá una estrella de cinco puntas!
¡Que caracolee impetuoso el potro de la vida
bebiendo el verde pan de las llanuras
y clavando recios relinchos en el vientre rodado de la tierra!
¡Levantemos nuestra palabra hasta la hoguera de lo ignoto!
¡Lavémonos en el río de la sangre que se avecina!
¡Que nuestros versos sean
ágiles bayonetas en las manos pesadas de los obreros del Universo!
¡Encendamos en la antorcha de Lenin
el ímpetu del proletariado!
¡Que la revolución sea el principio de nuestra meta!
¡Basta ya de pamemas!
¡Levantemos una muralla que nos divida del pasado!
¡Que nuestras voces rojas iluminen de chimeneas el Universo!
POST-REVOLUCIÓN
Por rieles de lumbre fue rodando la tarde
hacia el poniente.
Agudas bayonetas golpearon sus pechos
de impaciencia.
Por los 20.000.000 de obreros crucificados
de hambre.

Saltaba el polvo vivo bajo las plantas
muertas. En el aire
la muchedumbre iba desmelenada
de prejuicios.
Fuerte, de vida plena, y rodadora
del mundo.

Una alta bandera era la voz potentes de los hombres.
La ciudades rompieron sus cadenas
liberando sus músculos,
floreciendo de camisas ensangrentadas,
de acero y cañones.

El campo dará su voz de siglos
al campesino. ¡Toda la tierra
para el que la trabaja! El humo
de las fábricas
entonará canciones de optimismo
bajo los brazos del proletario
que ya no sufre.
La tarde rota y descabezada de bayonetas
rodó al ocaso. Y entonces
la muchedumbre dio la bandera
de sus martillos y sus hoces al aire libre. 

11 de febrero de 2018

Los señoritos y los camaradas

El siguiente dibujo muestra como veían los niños españoles su país en tiempos de la Guerra Civil: por un lado los señoritos parásitos, solo capaces de vivir a las espaldas del trabajo ajeno; por otro los trabajadores, la savia sana de España dedicada a la producción, al estudio y al ocio merecido.

¿Ha cambiado algo España desde entonces? ¿No seguimos sufriendo a una España de los señoritos, ladrones, corruptos, inproductivos, perniciosos para el bienestar general, mientras por otro lado, los trabajadores, los que ponen su grano de arena para el crecimiento y la libertad, tienen que soportarlos sobre sus espaldas?

Los niños siempre han tenido la capacidad de cazar al vuelo los acontecimientos, sin medias tintas ni fingimientos. Por eso, a los primeros,  holgazanes y malhechores, los niños de entonces los relacionan con la bandera franquista, la rojigualda, y el símbolo nazi; a los segundos, la clase trabajadora, con la bandera republicana, la tricolor, y la hoz y el martillo. Una identificación que, sin duda alguna, continúa tan vigente hoy como entonces.



El dibujo forma parte de la colección Dibujos infantiles de la Guerra Civil

7 de febrero de 2018

¿Qué pasa con España? (Tercera, y última, Parte), del brigadista internacional británico Lon Elliot

El librero británico Lon Elliott fue uno de los miles de comunistas que no dudaron en darlo todo por defender a los pueblos españoles contra el fascismo, combatiendo en importantes batallas como las del Jarama o Brunete.


Tras el triunfo del fascismo en España, en 1939, Elliot siguió siendo un activo militante por la democracia en España como miembro de la Asociación de Brigadistas de España de Liverpool, escribiendo poemas y diferentes artículos y libros con el objetivo de describir el terror franquista y dar a conocer la necesidad de que la comunidad internacional acabe con él, porque, como afirma en el libro que hemos traducido, "¿Qué pasa con España?", "El terror en España no desaparecerá hasta que el fascismo no sea derrotado".

Después de publicar en este blog la días Primera Parte y la Segunda Parte, traducidas al castellano por CTT, procedemos a hacer lo propio con la Tercera Parte, donde el autor continúa repasando los crímenes del franquismo en España y subrayando la evidente vinculación de este con el nacionalsocialismo alemán, considerando a España como un "refugio  de nazis", en el cual:

"El capital alemán ejerce actualmente un control férreo de la economía española. Pravda afirma que de 5.000 empresas registradas en España en 1944, la mitad estaban bajo control alemán directo o indirecto. Los nazis están en España por todas partes, y no sólo nazis del tres al cuarto, sino también agentes especialmente adiestrados en la tarea de preservar el fascismo y allanar el camino a la Tercera Guerra Mundial".

En los cinco capítulos de esta Tercera Parte, VII. Los guerrilleros, VIII. El gobierno republicano, IX. Intrigas en tierra de nadie, X. Refugio nazi, y XI. Lo que podemos hacer el bueno de Lon Elliot insiste en la urgencia de acabar con el franquismo para limpiar de una vez por todas la herida purulenta del fascismo en toda Europa, algo que, como sabemos bien los españoles, no llegó a hacerse jamás, quedándose la infección sin curar e infectando gravemente al régimen por el que el franquismo se transformó, superficialmente, en una monarquía democrática, como si ambos términos no fueran incompatibles.

"La necesidad más urgente es la acción conjunta de las Naciones Unidas para detener las ejecuciones, las torturas y el encarcelamiento masivo de demócratas en España. A Franco y a la Falange se les debe dejar claro, en términos que no admitan ambigüedad alguna, que serán considerados responsables de todos los crímenes cometidos bajo su autoridad. Además deberíamos asegurarnos de que el pueblo español sepa que se les ha hecho tal advertencia".

No obstante, también advierte de los tejemanejes de la oligarquía española, sostén del fascismo español, que intentaban por todos los medios lavar la cara y ocultar la sangre sobre la que se elevaba el régimen franquista, siendo una de las opciones, como al final sucediera con la complicidad del Partido Comunista de España, la monarquía española, como forma de hacer borrón y cuenta nueva ¿No nos suena mucho todo esto?

"Ante la perspectiva de que Franco desaparezca de la escena, estas personas han comenzado a buscar un sustituto que les asegure sus riquezas y privilegios, y les garantice que nunca se verán obligados a rendir cuentas por sus actividades fascistas. Lo que quieren es un gobierno que preserve el poder de la reacción en España, aunque con una apariencia lo bastante democrática como para colarse, de tapadillo, en el seno de las Naciones Unidas. En la ensalada que están aderezando, la monarquía es un ingrediente importante. Con el restablecimiento de un rey en el trono español, esperan poder nimbar de respetabilidad sus actividades a los ojos del extranjero".

Qué mejor que dejar que termine su excelente y certera obra antifranquista el propio Lo
n Elliot, cuyo esfuerzo por acabar con la bestia fascista demuestra su solidaridad y amor a a los pueblos de España por los que luchó como miembro de las Brigadas Internacionales y a los que jamás olvidó cuando quedaron bajo la bota de último genocida fascista de Europa.

Por cierto que el libro termina con un anuncio, ejemplo de solidaridad internacionalista, de la INTERNATIONAL BRIGADE ASSOCIATION para recabar ayuda para los refugiados españoles que estaban sufriendo las consecuencias de nueve años de guerra contra Hitler, que también hemos traducido.

***


¿QUÉ PASA CON ESPAÑA? (Tercera y última parte)



VII. Los guerrilleros

No hace mucho, en la provincia española de Cáceres, las calles aparecieron empapeladas con el siguiente cartel oficial. Llevaba la firma del teniente coronel [Manuel] Gómez Cantos, de la Guardia Civil.

“AVISO A LOS ESPAÑOLES DE LA SIERRA DE CÁCERES Y DE LA ZONA FRONTERIZA DE TOLEDO

El teniente coronel Gómez Cantos, jefe de las fuerzas de seguridad, LES INVITA a presentarse, en el plazo de 20 días, ante mi autoridad, para obtener el perdón, ya disfrutado por otros, sin ir a la cárcel ni un solo día.

Les ofrezco una reunión donde Ustedes indiquen, desarmados y sin ningún tipo de escolta, con todo su grupo o con quienes designen, en la ciudad, en un pueblo, en campo abierto, en una choza solitaria o en los montes. Una vez que este encuentro se haya producido a solas conmigo y con otra persona que me servirá de ayudante, estoy seguro de que me acompañarán a sus hogares y emprenderán un trabajo honesto como buenos españoles.

Imagini pentru maquis españoles
Maquis en Granada
Sus familias disfrutarán de entera libertad y, desde ese momento, garantizaré la seguridad de sus hogares con hombres armados que evitarán cualquier represalia contra ellos. Quedo a la espera de Ustedes. Pueden escribirme a cualquier puesto de la Guardia Civil para fijar fecha y hora del encuentro. Cumpliré de inmediato lo que acabo de decirles. ¡Españoles, vuelvan a sus casas o campos, sean buenos campesinos y estense con sus hijos!...”[1].

Las fuerzas guerrilleras que operan en la región, al poco tiempo de ver estos carteles, respondieron a la invitación del teniente coronel con otra proclama que apareció colgada en las paredes y circuló de mano en mano.

…“Es fácil decir ahora –respondieron los guerrilleros– ‘Queridos españoles, nada ha sucedido. Vengan, abracémonos. Sigamos asesinándolos, saqueándolos, esclavizándolos. Les salvaremos del comunismo’”.

Lo que no es tan fácil, sin embargo, es convencer a los españoles de que se sigan muriendo de miedo al agitar el manido espantajo del “lobo comunista”.

La experiencia y la lección de nuestros pueblos hermanos de Europa que fueron traicionados como nosotros mismos, nos han enseñado el camino hacia la salvación de nuestro país: la Unión Nacional de todos los españoles, cualesquiera que sean sus tendencias políticas o clase social, para luchar, bajo la dirección de la Junta Suprema de Unión Nacional, contra Franco y su Falange Española.

Usted y las fuerzas bajo su mando (…) todavía pueden reconquistar un puesto de honor en la vanguardia de las apretadas filas de la Unión Nacional”[2].

Lo que acabamos de relatar es apenas un incidente más de la lucha que se está librando a lo largo y ancho de España, pero sirve para ilustrar los objetivos de las fuerzas guerrilleras antifranquistas y las triquiñuelas a que se ven obligadas a recurrir las autoridades en sus esfuerzos por hacerse con el control de la situación.

Un informe sobre la lucha guerrillera en España elaborado por el Movimiento de Resistencia llegó recientemente al Hogar Español[3], nombre del centro republicano español en Gran Bretaña. Según se desprende de dicho informe, en su desarrollo, el movimiento ha superado con creces la fase de grupos aislados que luchan a diario con objetivos puramente locales. El movimiento guerrillero está ahora bajo control de un mando central y en la mayoría de las zonas ya está organizado en unidades militares regulares.

El mando central del movimiento guerrillero español ha establecido con claridad cuál es su objetivo fundamental. Su meta es conseguir que todos los cimientos del régimen fascista sean insostenibles, al obligar a Franco a mantener permanentemente a todo su ejército y fuerzas policiales en pie de guerra. Las fuerzas armadas de Franco están integradas por más de 700.000 hombres. En ese sentido, el esfuerzo necesario para mantener una máquina de guerra tan colosal en un país tan pequeño debe de ser, en cualquier caso, enorme.

“Al mejorar rápidamente la coordinación de todo el movimiento guerrillero –declara su mando central–, lograremos indefectiblemente la insurrección nacional victoriosa, cuya fuerza motriz principal debe ser la actividad constante de las guerrillas y una capacidad creciente hasta su transformación en el Ejército de Liberación Nacional”[4].


VIII. El gobierno republicano

El 3 de septiembre de este año se formó un gobierno de la República española en el exilio en Ciudad de México. El nuevo primer ministro es José Giral.

Desde hace muchos meses los republicanos españoles venían exigiendo la formación de un gobierno capaz de representar a la democracia española a los ojos del mundo. Cuando, tras muchas demoras, dicho gobierno finalmente se formó, lo hizo con arreglo al procedimiento constitucional más riguroso. No cabe duda de que el gobierno de Giral se asienta sobre una base legal mucho más firme que la de algunos gobiernos en el exilio reconocidos por las Naciones Unidas durante la guerra.

No obstante, cuando se dio a conocer la composición de este gobierno largamente esperado, los españoles sintieron una decepción considerable. En la lista de ministros de Giral faltaban muchos nombres conocidos. Sin embargo, aún más importante que eso es la ausencia de algunos de los principales partidos y organizaciones republicanos, precisamente los que han cargado con el peso de la resistencia a Franco.

No hay representantes acreditados de ninguna de las dos grandes organizaciones sindicales, la UGT y la CNT. No hay comunistas ni representantes de los importantes partidos vasco y catalán. Aunque hay dos socialistas en el gabinete, el Partido Socialista no está oficialmente representado.

Al margen de sus méritos pasados, los partidos y sindicatos excluidos del gobierno son los que actualmente constituyen el principal baluarte del Movimiento de Liberación en el interior de España.

Sectores destacados del republicanismo español se han pronunciado ya a favor de la urgente constitución de un gobierno mucho más amplio, que estaría en condiciones de ofrecer una dirección real a la democracia española. El hecho de que los republicanos catalanes hayan logrado la formación de un gobierno para Cataluña indica que es perfectamente posible hacer lo propio para España en su conjunto.

Es bien sabido que el exilio es terreno fértil en el que afloran las facciones y divisiones, pero no hay razón para temer que los republicanos españoles en el exterior no consigan superar sus dificultades y desacuerdos. Decenas de miles de ellos en Francia han estado en primera línea de la lucha contra la Alemania nazi y han desempeñado un papel admirable en la Resistencia francesa. Estos hombres y mujeres, ciertamente, no permitirán que las disputas entre partidos y las enemistades personales les descaminen de la tarea principal de expulsar al fascismo de España.


IX. Intrigas en tierra de nadie

Imagini pentru don juan de borbon y franco
Juan de Borbón, fascista aspirante
a rey y sucesor de Franco.
El general Franco no creó el fascismo español sin ayuda. Para llegar a ser el Führer español fueron necesarios toda una serie de proyectos y combinaciones políticos, así como que el principal candidato para el puesto, el general Sanjurjo, muriera oportunamente en un accidente aéreo.

Los grandes terratenientes españoles apoyaron al fascismo del mismo modo que los Thyssen y Krupp respaldaron a Hitler. Los latifundistas contaron con la eficaz colaboración de los cabecillas del Ejército, de la alta jerarquía de la Iglesia Católica y de muchos financieros e industriales, aunque no de todos.

Ante la perspectiva de que Franco desaparezca de la escena, estas personas han comenzado a buscar un sustituto que les asegure sus riquezas y privilegios, y les garantice que nunca se verán obligados a rendir cuentas por sus actividades fascistas. Lo que quieren es un gobierno que preserve el poder de la reacción en España, aunque con una apariencia lo bastante democrática como para colarse, de tapadillo, en el seno de las Naciones Unidas.

En la ensalada que están aderezando, la monarquía es un ingrediente importante. Con el restablecimiento de un rey en el trono español, esperan poder nimbar de respetabilidad sus actividades a los ojos del extranjero.

En España, la monarquía es una institución desacreditada sobremanera. En 1931, se celebraron unas elecciones municipales en las que se decidía, de hecho, entre monarquía o república. Los republicanos lograron una victoria tan abrumadora, que Alfonso XIII huyó al instante. Ninguna de las elecciones celebradas después de esa fecha indicó que los españoles hubieran cambiado de opinión. En 1933, de los 472 diputados, sólo 32 eran monárquicos, y en 1936 eran aún menos: 21 de 473.

El candidato actual al trono no es particularmente atractivo. Don Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII, era un ferviente fascista cuando la sección española del Partido nazi estaba apenas echando a andar. Tenía el carnet nº 5 de la Falange. En cierto momento, según su biógrafo oficial, “puso hora a hora su entusiasmo delirante y su fe ciega en ese movimiento”, el fascista. Sus actividades pasadas y su vida actual en Suiza no dan motivos para creer que alguna vez vaya a ser un monarca democrático y constitucional.

Juan de Borbón describió a los diputados españoles elegidos en 1936, y a la democracia española en general, como “una chusma vulgar y despreciable”. Según su biógrafo, considera que el “absolutismo personal”[5] es la única solución para España.

Hay uno o dos posibles pretendientes más, pero tan poco recomendables como el propio Don Juan, candidato principal con el que, durante algún tiempo, Franco ha estado tratando de llegar a un acuerdo. Se supone, sin embargo, que el pretendiente es lo bastante inteligente como para darse cuenta de que la corona descansaría con mayor sosiego sobre su frente si no fuera Franco quien la colocase allí. Don Juan quiere mantener las apariencias. Se diría que está esperando a que un grupo de generales urda una revuelta palaciega o a cualquier otra oportunidad favorable. No obstante, todo indica que se dan las circunstancias para un acuerdo amistoso entre monárquicos y fascistas, tanto más fácil de alcanzar cuanto que algunos fascistas son monárquicos y muchísimos monárquicos son fascistas.

En la tierra de nadie de la lucha política española hay bastantes personajes sospechosos que no son ni republicanos ni monárquicos, ni auténticos demócratas ni fascistas de verdad.

Tras la declaración de Potsdam y la victoria del laborismo en Gran Bretaña, Franco y sus amigos se mostraron más dispuestos que nunca a negociar con políticos españoles de esa calaña. Un “gobierno de transición” como el que formarían les daría a los dirigentes fascistas, en concreto, una oportunidad inmejorable de salvar no sólo el pellejo, sino también el botín.

Han corrido rumores sobre cambios inminentes en el régimen. Se ha informado de que se iban a realizar todo tipo de reformas en cualquier momento. Cada reunión del gabinete de Franco era motivo de nuevas especulaciones. Mientras tanto, Franco observaba la situación internacional y ganaba tiempo.

Cuando se convenció de que el gobierno laborista asumía de facto las grandes líneas de la política de Churchill hacia España, y cuando el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores, en su primera reunión, concluyó con importantes desacuerdos, Franco cobró ánimo. Una vez más debió de tener la impresión de que las democracias, al menos hasta la fecha, no pasaban de las palabras a los hechos. Franco nombró de inmediato en puestos importantes a varios falangistas declarados. Su gobierno hizo público un comunicado en el que afirmaba haber tomado nota de la “violenta e inusual campaña orquestada en el extranjero contra la España de Franco”[6] y declaraba que dicha campaña estaba alentada por “el comunismo internacional”, a pesar de lo cual el gobierno de Franco se reafirmaba en los principios políticos que lo habían inspirado con ocasión de su levantamiento contra la República en 1936 y lo inspiraban desde entonces.

En cuanto las democracias adopten una posición más firme y la situación internacional parezca menos favorable a Franco, los rumores y las conversaciones con esos turbios personajes comenzarán de nuevo.

Estos tejemanejes han engañado a algunas personas que no son hostiles a la España republicana. Se han tragado la propaganda de Franco sobre el peligro de una guerra civil y miran con buenos ojos la propuesta de “un gobierno de transición” integrado por personalidades “aceptables para ambas partes”. No se dan cuenta de que a Franco hay que aplicarle la misma política de rendición incondicional que se aplicó a Hitler, y que un “gobierno de transición”, si llegara a constituirse, sería un juguete de la reacción española y extranjera.

Ni que decir tiene que, por atractiva que resulte para algunos círculos conservadores de Gran Bretaña y los Estados Unidos una componenda de este estilo, su fruto no podría ser, en gran medida, más que un gobierno sostenido por falangistas y con cierto apoyo exterior, y rechazado por lo mejor de la democracia española.

Como resumen de la situación que existía antes de la formación del gobierno laborista en Gran Bretaña y del gobierno republicano español de Giral en México, Santiago Carrillo dijo: “Convencidos de que la posición de Franco y la Falange es insostenible, la reacción fascista española, con ayuda de sus compinches británicos y estadounidenses, está preparando una combinación política diseñada para escamotear al pueblo su República y su libertad, y mantener en el poder a los mismos perros políticos, pero con distintos collares”[7].

Más recientemente, Pasionaria, en nombre de los comunistas españoles, dirigió la siguiente advertencia a los intrigantes: “En cuanto a quienes quieren encontrar una salida a la situación actual a espaldas de los españoles con el pretexto de evitar el derramamiento de sangre, les decimos que cualquier solución de ese tipo en contra de los deseos del pueblo no evitará la lucha, sino que la hará más sangrienta”[8].

Los españoles quieren decidir sobre sus propios asuntos y, en particular, no quieren que la marioneta de Hitler en España sea reemplazada por un títere de la City de Londres o de Wall Street.

Quienes en Gran Bretaña deseamos de veras que la democracia se restablezca en España no debemos discutir sobre si este partido o aquél tiene uno o dos ministerios en el gobierno. Debemos hacer todo lo posible por privar a Franco de cualquier reconocimiento y ayuda, y brindar todo nuestro apoyo a la democracia española de manera incondicional.


X. Refugio nazi

Sólo los muy inocentes pueden creer que con el juicio y la liquidación de los Goering, Hess y Cía.  hemos asistido al final del fascismo alemán. En realidad, los nazis no han abandonado toda esperanza de resurgir. Lo que no lograron con la blitzkrieg, lo quieren conseguir ahora por otros métodos. Y así han convertido a la España de Franco en el nuevo cuartel general de la Internacional Fascista.

Existen numerosas pruebas de que los dirigentes nazis, desde hace mucho tiempo, venían realizando minuciosos preparativos con el fin de proteger a los cuadros fascistas, así como de salvaguardar sus fortunas, planes que se llevarían a efecto en caso de una derrota militar. En ese sentido, la España de Franco es, precisamente, la base principal desde la que se están desarrollando dichos planes. Mucho antes de que Franco llegara al poder, los alemanes habían organizado una gran red de espionaje en ese país y habían logrado afianzarse sólidamente en la economía española. En los últimos años, todo ese proceso se ha acelerado enormemente con el apoyo activo del propio Franco.

El capital alemán ejerce actualmente un control férreo de la economía española. Pravda afirma que de 5.000 empresas registradas en España en 1944, la mitad estaban bajo control alemán directo o indirecto.

Los nazis están en España por todas partes, y no sólo nazis del tres al cuarto, sino también agentes especialmente adiestrados en la tarea de preservar el fascismo y allanar el camino a la Tercera Guerra Mundial.

En enero de 1944, después de una visita del vice Führer [Martin] Bormann, Franco promulgó un decreto que permitía otorgar la nacionalidad española a los extranjeros que hubiesen ayudado a su “movimiento”. Existen noticias de que, cuando se produjo el hundimiento alemán, Franco, deprisa y corriendo, otorgó la ciudadanía española a unos 30.000 alemanes, la mayoría de los cuales nunca había estado en España durante la guerra civil. Se cree que el número total de estos españoles ersatz[9] ronda los 50.000, incluidos empresarios, políticos veteranos, saboteadores e, indudablemente, algunos científicos nazis, expertos en bombas atómicas, etc.

Hasta los nazis más conocidos que se encuentran en España, hombres cuyas actividades no dejan lugar a dudas, siguen viviendo lujosamente, ya sea en completa libertad o bajo arresto simulado. El New York Times informa de que de los 300 espías nazis identificados por los aliados y pendientes de extradición, unos 50 se mudaron a chalets en una zona de veraneo y a otros 25 se les dijo que “se recluyeran voluntariamente”.

Herr Lazar, quien como agregado de prensa alemán fue representante directo de Goebbels en España, no tiene intención, naturalmente, de abandonar este país durante un tiempo. De hecho, se está construyendo una piscina en su casa. Los exagregados militar, naval y aéreo alemanes no han sido detenidos. Herr Albrecht, representante del poderoso trust alemán AEG, se mueve con entera libertad y organiza a su antojo campañas de propaganda contra las Naciones Unidas. Los nazis “desempleados” reciben con regularidad subsidios de los fondos del Partido Nazi.

Franco nunca entregará a los nazis por voluntad propia. Hemos visto cómo ha protegido a colaboracionistas como Laval y Degrelle. Al cabo, se vio obligado a deshacerse de Laval, pero es relativamente fácil negar cualquier responsabilidad cuando se trata de nazis más o menos desconocidos.

Tampoco es fácil detectar el capital alemán en España. El pasado 28 de mayo el corresponsal del Times en Madrid escribía lo siguiente: “La impresión general en los círculos empresariales es que para cuando las propiedades enemigas en España se hayan investigado por completo, una parte considerable estará ya oculta”.

Algo que confirmaba un corresponsal de Reuter el 11 de septiembre. “El proceso de investigación de estos activos avanza lentamente –decía– y se ve, además, dificultado por los obstáculos y maniobras alemanes, y por la renuencia de las autoridades españolas”[10].

“Las solicitudes de información que formulan las embajadas aliadas sobre empresas alemanas a menudo quedan sin respuesta durante meses, tiempo en el que, sin embargo, no cesa el proceso de ocultación del rastro alemán. Los aliados, hasta la fecha, no se han incautado prácticamente de ningún activo que pueda engrosar el fondo de reparaciones”.

“Los negocios alemanes se han convertido en empresas españolas dirigidas por directores españoles, en las que los cerebros alemanes ocupan puestos aparentemente irrelevantes, pero en realidad cardinales”.

Un ejemplo paradigmático lo constituye “Unicolor”, filial española de la corporación I.G. Farben. Ahora es una empresa española y, con arreglo a la legislación española, los aliados no pueden tocarla. No obstante, he aquí su consejo de administración: Esther Asselman, Ernst Von Steindorf, Dr. Walter Fischbach, Juan Santigosa, Ernst Fischer, Erich Fischer, Gustav Zabel, Josef Mayer-Speiss, José Planella, Salvador Mayolas, Juan S. Pitlier, Felix Koetgen, Tomás Casanovas y Juan Llorens.

Sin embargo, el auténtico cerebro en la sombra de esta empresa es Herr Ferdinand Birk-Crecelius[11], que figura emboscado en un puesto administrativo carente de importancia. La conclusión que extrae el corresponsal de Reuter es la siguiente: “Las empresas permanecen, los alemanes permanecen, y siguen actuando con plena protección de la ley española y de las autoridades españolas”.


XI. Lo que podemos hacer

¿Cómo puede, pues, Europa deshacerse de Franco y de la Falange? Para comenzar, se puede afirmar categóricamente que la liberación de España no tiene por qué costar la vida de un solo soldado británico. Una intervención armada de las Naciones Unidas no será ni necesaria ni deseable.

Hasta la fecha, Gran Bretaña y los Estados Unidos no se han resuelto a dar el paso decisivo de retirar el reconocimiento diplomático al régimen de Franco. La Unión Soviética y China, por otro lado, nunca lo han reconocido. Si Gran Bretaña y los Estados Unidos se unieran a ellas, tal decisión contribuiría a que los fascistas españoles se diesen cuenta de que su causa está irremediablemente perdida.

Al mismo tiempo, debe quedarles bien claro a los falangistas que las Naciones Unidas no aceptarán en España un fascismo disfrazado, por muchos cambalaches que hagan de personalidades o etiquetas. El fascismo no se convierte en democracia por la mera añadidura de un rey fascistoide. Sólo cuando los partidos democráticos y los sindicatos de los españoles puedan volver a funcionar libremente, España podrá ocupar su lugar en el concierto de las naciones.

Curiosa anomalía es que Gran Bretaña mantenga todavía a un embajador en Madrid y, sin embargo, amenace a un gobierno antifascista en Bulgaria con no reconocerlo si las elecciones no se celebran de determinada manera. Puede que los británicos no tengan un conocimiento preciso de los acontecimientos políticos en Bulgaria, pero sí saben que Franco es un fascista que ayudó a Hitler, y cualquier medida contra él contará con su apoyo incondicional.

Para que una ruptura diplomática con Franco sea plenamente efectiva, debe ir acompañada de un bloqueo comercial. Mientras sus gobiernos se dedicaban a hacer desplantes diplomáticos al régimen de Franco, las empresas británicas, francesas y estadounidenses se lanzaban a una peligrosa carrera en busca de contratos en España. En algunos casos, lamentablemente, los propios gobiernos han concluido acuerdos muy importantes.

Ya conocemos la ética del “aquí no ha pasado nada” de aquellos banqueros e industriales británicos y estadounidenses que ayudaron a armar a Alemania y Japón. No sería nada de extrañar que algunas empresas que han estado haciendo lucrativos negocios en España –donde, gracias al fascismo, los costes laborales son muy bajos– terminen diciendo: ¡A Franco ni tocarlo, que nuestro dinero está invertido allí!”. Una política exterior democrática no debería prestar oídos a estos exponentes de la libre empresa”, sino que establecería un bloqueo económico contra Franco y la Falange.
Imagini pentru felipe de borbon y franco
Lamentablemente, la herencia fascista en España quedó atada y bien atada,
con la complicidad de la comunidad internacional.
Si los gobiernos actúan con lentitud, cabe dentro de lo posible que los pueblos tomen la iniciativa en su lugar. Si los trabajadores de los puertos de Gran Bretaña y los Estados Unidos decidieran no cargar ni descargar barco alguno con destino a España o procedente de ella, se podría decir sin miedo a equivocarse que los días del fascismo en España estaban contados. Y a la objeción de que tal acción privaría a Gran Bretaña de alimentos ciertamente necesarios, respondemos que una España democrática también suministraría esos productos, sin mezclar bombas con naranjas.

Las medidas contra Franco deben ir acompañadas de un apoyo incondicional a los demócratas españoles, a quienes debe tratarse como a los espléndidos aliados que son. Serán las circunstancias concretas las que determinen la mejor forma que habrá de adoptar dicha ayuda. No obstante, parece evidente que los pasos inmediatos deban ser el reconocimiento del gobierno republicano, la ayuda financiera y la cesión de instalaciones y medios de radiodifusión.

La necesidad más urgente es la acción conjunta de las Naciones Unidas para detener las ejecuciones, las torturas y el encarcelamiento masivo de demócratas en España. A Franco y a la Falange se les debe dejar claro, en términos que no admitan ambigüedad alguna, que serán considerados responsables de todos los crímenes cometidos bajo su autoridad. Además deberíamos asegurarnos de que el pueblo español sepa que se les ha hecho tal advertencia.

Si Gran Bretaña cumple su papel en la ayuda a la democracia española, habremos ganado otro país europeo para la causa de la libertad y el progreso. Pero si fallamos, como fallamos en los días de la guerra española, nos veremos viviendo cerca de un centro de conspiración fascista que, en última instancia, puede llegar a poner en peligro toda la estructura de la paz mundial. La responsabilidad recaería no sólo sobre el gobierno británico, sino sobre cada organización progresista de este país.

José Stalin dijo una vez que “la liberación de España del yugo de los reaccionarios fascistas no es sólo de la incumbencia de los españoles, sino la causa común de toda la humanidad progresista”. Esas palabras son tan ciertas ahora como lo fueron en los días de la guerra española. La diferencia es que ahora hay muchos millones más de personas que son conscientes de ello.


***



ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE

Los refugiados españoles que viven en Francia han sufrido nueve años de guerra contra Hitler, de 1936 a 1939. Necesitan ayuda con mayor urgencia que otros pueblos de Europa porque han padecido más.

Los servicios de ayuda han indicado que en muchos casos los combatientes españoles de la Fuerzas Francesas del Interior (FFI), sus viudas e hijos se están muriendo literalmente por falta de alimentación adecuada y de medicinas. Puedes ayudar a salvarlos enviando una donación a


INTERNATIONAL BRIGADE ASSOCIATION

14 Red Lion Square · London ·WC1

Necesitan tu ayuda inmediata




[1] Retraducción. [N. de los t.]
[2] Retraducción. [N. de los t.]
[3] En castellano en el original. [N. de los t.]
[4] Retraducción. [N. de los t.]
[5] Retraducción. [N. de los t.]
[6] Retraducción. [N. de los t.]
[7] Retraducción. [N. de los t.]
[8] Retraducción. [N. de los t.]
[9] ‘de reemplazo’, en alemán. [N. de los t.]
[10] La cursiva es del autor. [N. de los t.]
[11] La cursiva es del autor. [N. de los t.]
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