29 de septiembre de 2016

Shimon Peres, una vida entera sembrando el terror en Palestina

Shimon Peres falleció este miércoles a los 93 años después de sufrir un derrame cerebral. Por supuesto, no nos da ninguna pena su muerte, sino al contrario, creemos que libra a la humanidad de uno de sus peores especímenes. Su biografia criminal lo confirma.

El que fue durante gran parte de su vida un sanguinario terrorista sionista, y siguiera implementando el terror al llegar a ser presidente de Israel, fue uno de los mayores responsables y autores de la “Shoa” Palestina conocida como “Nakba”, en la que miles de civiles inermes palestinos fueron asesinados a sangre fría, mutilados, expulsados de sus hogares, despojados de sus bienes por grupos terroristas sionistas como “Haganah”, del que formaba parte, y durante un tiempo encabezaría, este personaje.

Su carrera criminal continuó en las FOI (Fuerzas de Ocupación Israelí) las cual al día de hoy continúan llevando a cabo el legado de muerte y persecución que Peres les legó. Promovió el desarrollo nuclear del Estado de Apartheid Israelí, además de ser un adalid de la colaboración y apoyo al estado racista de Sudáfrica, al que jamás retiró su apoyo.  También fue defensor y líder del proceso de asentamientos ilegales en los territorios palestinos ocupados por dicha entidad en 1967 que incluyen Jerusalén Oriental, Gaza y Cisjordania, pertenecientes al Estado de Palestina, y los Altos del Golán pertenecientes a Siria (que por cierto, ninguna "potencia amiga" ayuda a recuperar al pueblo sirio.

Peres en 1941 se unió al Haganá -organización terrorista armada clandestina que luchó por la formación de un Estado sionista en territorio palestino, objetivo que se hizo realidad con el establecimiento unilateral de Israel en 1948.

Fue elegido delegado en 1946 al 22° Congreso Sionista Mundial. En el congreso se reunió con David Ben-Gurión y a partir de entonces se convertiría en su delfín. Peres junto a sus compañeros terroristas del Haganá, como Yitzhak Rabin, Ariel Sharón, Moshé Dayan, y otros, participó de múltiples atentados terroristas, no sólo contra los palestinos sino incluso contra inmigrantes judíos pobres, trabajadores.

Éstos eran traídos clandestinamente a Palestina en barcos fletados por los agentes del Haganá que, previamente colocaban cargas de demolición. Cuando el navio era interceptado por los británicos, los terroristas del Haganá hacían detonar los explosivos haciendo creer a la opinión pública que el estallido había sido provocado por las autoridades de Londres.

Uno de los casos más conocidos de esta serie de operaciones encubiertas fue el desastre del “Patria”, atentado llevado a cabo el 25 de noviembre de 1940. El hundimiento provocado por el Haganá en Haifa, causó la muerte de por lo menos 260 judíos inmigrantes y otros 172 quedaron heridos.

El incidente fue denunciado por el periodista judío David Flinker en el New York Morning Journal del 27 de noviembre de 1950, donde afirmaba que: «Fue el comando del Haganá el que dio la orden de hacer estallar el barco “Patria”». Otro de los atentados de esta naturaleza fue el que hundió al buque “Struma”. Resultado: el asesinato por el sionismo de 760 inmigrantes judíos.

Después del atentado contra el hotel King David y otros asesinatos terroristas cometidos por el Haganá y otras bandas terroristas sionistas como el Irgún, el Lehi y el Stern,los británicos se retiraron de Palestina.

En mayo de 1947, Ben-Gurión designó a Shimón Peres en el alto mando del Haganá, donde inicialmente fue puesto a cargo del personal y más tarde se involucró en la adquisición de armas y la producción.

Entre 1953 y 1965, Peres sirvió primero como director general del Ministerio de Defensa de Israel y luego como viceministro de Defensa. A causa de sus responsabilidades en el momento, Peres ha sido descrito como "un arquitecto del programa de armas nucleares de Israel", que, a día de hoy, "permanece fuera del control del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)."
Imagini pentru palestina libre
Peres construyó una alianza con Francia que le aseguró una fuente de las armas, y fue responsable del programa para desarrollar armas nucleares para Israel, convenciendo a los franceses para que ayudasen a Israel a construir un reactor nuclear secreto en Dimona, en el desierto de Negev, en 1957.

El crimen de guerra más destacado cometido por el Premio Nobel de la Paz 1994 fue su responsabilidad directa como Primer Ministro del bombardeo de la sede de les fuerzas de la ONU en la aldea de Qana, en el sur del Líbano en 1996.

Más de 800 civiles libaneses buscaron refugio en el edificio para escapar del fuego israelí. Sin embargo, la bandera de la ONU no fue suficiente para detener a los criminales. La artillería israelí abrió fuego y varios proyectiles impactaron en la sede de las Naciones Unidas. Ciento seis personas murieron en la masacre y al menos 110 resultaron gravemente heridas. Militares del batallón de las Islas Fiji que estaban acantonados en el lugar confesaron que minutos antes un comandante israeíí los llamó por teléfono y le preguntó las coordenadas, según él para confirmar la posición y que ésta no fuera blanco de algún disparo. En realidad, estaba precisando “la puntería” para lo que iba a venir después… A pesar de las conclusiones de la investigación de la ONU de que el ataque no fue un error técnico o de procedimiento, sino absolutamente intencional, la comunidad internacional, hasta ahora, no ha hecho nada para llevar a Peres a juicio como criminal de guerra.

Peres fue siempre sincero sobre el objetivo de un acuerdo de paz con los palestinos. Como dijo en 2014: "La primera prioridad es la preservación de Israel como un estado judío. Ese es nuestro objetivo central, que es lo que estamos luchando". El año pasado reiteró estos sentimientos en una entrevista con AP, diciendo: "Israel debe implementar la solución de dos estados para su propio beneficio", así como a "no perder nuestra mayoría [judía]."

Eendencia cruel es característica de un hombre para quien "la paz" siempre significaba pacificación colonial. Es decir, en la onda de todos los consejos de administración de la clase dominante que son los gobiernos de todo régimen capitalista.

La muerte de Peres libra a la humanidad de uno de sus mayores enemigos, de uno de sus menos humanos representantes; el problema es que ha dejado una estela de destrucción y un legado ideológico en el estado artificial de Israel que, probablemente, si el pueblo palestino no lo evita, va a continuar causando muerte y terror en los territorios ocupados durante mucho tiempo, sin que la comunidad internacional (la misma que le otorgó en su día el Premio Nobel de la Paz), mueva un solo dedo para evitarlo desde ninguno de los polos imperialistas que se pelean hoy por el control estratégico y de los recursos de los pueblos.

28 de septiembre de 2016

Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores (28 de septiembre de 1864)

Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores

Fundada el 28 de septiembre de 1864,
en una Asamblea Pública
celebrada en Saint Martin's Hall de Long Acre,
Londres[1]



Escrito: por C. Marx entre el 21 y el 27 de octubre de 1864.
Primera edición: Publicado en inglés en el folleto Addres and ProvisionalRules of the Working Men's International Association, Established September 28, 1864, at a Public Meeting held at St. Martin's Hall, Long Acre, London, editado en Londres en noviembre de 1864. Al mismo tiempo se publicó la traducción al alemán, hecha por el autor, en el periódico Social-Demokrat, núm. 2 y en el apéndice al núm. 3, del 21 y 30 de diciembre de 1864.
Digitalización y Edición electrónica: Marxists Internet Archive, 2001.https://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/1864fait.htm


Trabajadores:
Imagini pentru asociacion internacional de trabajadores
Es un hecho notabilísimo el que la miseria de las masas trabajadoras no haya disminuido desde 1848 hasta 1864, y, sin embargo, este período ofrece un desarrollo incomparable de la industria y el comercio. En 1850, un órgano moderado de la burguesía británica, bastante bien informado, pronosticaba que si la exportación y la importación de Inglaterra ascendían a un 50 por 100, el pauperismo descendería a cero. Pero, ¡ay! el 7 de abril de 1864, el canciller del Tesoro [*] cautivaba a su auditorio parlamentario, anunciándole que el comercio de importación y exportación había ascendido en el año de 1863 «a 443.955.000 libras esterlinas, cantidad sorprendente, casi tres veces mayor que el comercio de la época, relativamente reciente, de 1843». Al mismo tiempo, hablaba elocuentemente de la «miseria». «Pensad —exclamaba— en los que viven al borde de la miseria», en los «salarios... que no han aumentado», en la «vida humana... que de diez casos, en nueve no es otra cosa que una lucha por la existencia». No dijo nada del pueblo irlandés, qu en el Norte de su país es remplazado gradualmente por las máquinas, y en el Sur, por los pastizales para ovejas. Y aunque las mismas ovejas disminuyen en este desgraciado país, lo hacen con menos rapidez que los hombres. Tampoco repitió lo que acababan de descubrir en un acceso súbito de terror los más altos representantes de los «diez mil de arriba». Cuando el pánico producido por los «estranguladores» [2] adquirió grandes proporciones, la Cámara de los Lores ordenó que se hiciera una investigación y se publicara un informe sobre los penales y lugares de deportación. La verdad salió a relucir en el voluminoso Libro Azul de 1863 [3], demostrándose con hechos y guarismos oficiales que los peores criminales condenados, los presidiarios de Inglaterra y Escocia, trabajaban muchos menos y estaban mejor alimentados que los trabajadores agrícolas de esos mismos países. Pero no es eso todo. Cuando a consecuencia de la guerra civil de Norteamérica [4], quedaron en la calle los obreros de los condados de Lancaster y de Chester, la misma Cámara de los Lores envió un médico a los distritos industriales, encargándole que averiguase la cantidad mínima de carbono y de nitrógeno, administrable bajo la forma más corriente y menos cara, que pudiese bastar por término medio «para prevenir las enfermedades ocasionadas por el hambre». El Dr. Smith, médico delegado, averiguó que 28.000 gramos de carbono y 1.330 gramos de nitrógeno semanales eran necesarios, por término medio, para conservar la vida de una persona adulta... en el nivel mínimo, bajo el cual comienzan las enfermedades provocadas por el hambre. Y descubrió también que esta cantidad no distaba mucho del escaso alimento a que la extremada miseria acababa de reducir a los trabajadores de las fábricas de tejidos de algodón[**]. Pero escuchad aún: Algo después, el docto médico en cuestión fue comisionado nuevamente por el Consejero Médico del Consejo Privado, para hacer un informe sobre la alimentación de las clases trabajadoras más pobres. El "Sexto Informe sobre la Sanidad Pública", dado a la luz en este mismo año por orden del parlamento, contiene el resultado de sus investigaciones. ¿Qué ha descubierto el doctor? Que los tejedores en seda, las costureras, los guanteros, los tejedores de medias, etc., no recibían, por lo general, ni la miserable comida de los trabajadores en paro forzoso de la fábrica de tejidos de algodón, ni siquiera la cantidad de carbono y nitrógeno «suficientes para prevenir las enfermedades ocasionadas por el hambre».
«Además» —citamos textualmente el informe— «el examen del estado de las familias agrícolas ha demostrado que más de la quinta parte de ellas se hallan reducidas a una cantidad de alimentos carbonados inferior a la considerada suficiente, y más de la tercera parte a una cantidad menos que suficiente de alimentos nitrogenados; y que en tres condados (Berks, Oxford y Somerset), el régimen alimenticio se caracteriza, en general, por su insuficiente contenido en alimentos nitrogenados». «No debe olvidarse» —añade el dictamen oficial— «que la privación de alimento no se soporta sino de muy mala gana, y que, por regla general, la falta de alimento suficiente no llega jamás sino después de muchas otras privaciones... La limpieza misma es considerada como una cosa cara y difícil, y cuando el sentimiento de la propia dignidad impone esfuerzos por mantenerla, cada esfuerzo de esta especie tiene que pagarse necesariamente con un aumento de las torturas del hambre». «Estas reflexiones son tanto más dolorosas, cuanto que no se trata aquí de la miseria merecida por la pereza, sino en todos los casos de la miseria de una población trabajadora. En realidad, el trabajo por el que se obtiene tan escaso alimento es, en la mayoría de los casos, un trabajo excesivamente prolongado».
El dictamen descubre el siguiente hecho extraño, y hasta inesperado: «De todas las regiones del Reino Unido», es decir, Inglaterra, el País de Gales, Escocia e Irlanda, «la población agrícola de Inglaterra», precisamente la de la parte más opulenta, «es evidentemente la peor alimentada»; pero hasta los labradores de los condados de Berks, Oxford y Somerset están mejor alimentados que la mayor parte de los obreros calificados que trabajan a domicilio en el Este de Londres.
Tales son los datos oficiales publicados por orden del parlamento en 1864, en el siglo de oro del librecambio, en el momento mismo en que el canciller del Tesoro decía a la Cámara de los Comunes que
«la condición de los obreros ingleses ha mejorado, por término medio, de una manera tan extraordinaria, que no conocemos ejemplo semejante en la historia de ningún país ni de ninguna edad».
Estas exaltaciones oficiales contrastan con la fría observación del dictamen oficial de la Sanidad Pública:
«La salud pública de un país significa la salud de sus masas, y es casi imposible que las masas estén sanas si no disfrutan, hasta lo más bajo de la escala social, por lo menos de un bienestar mínimo».
Deslumbrado por los guarismos de las estadísticas, que bailan ante sus ojos demostrando el «progreso de la nación», el canciller del Tesoro exclama con acento de verdadero éxtasis:
«Desde 1842 hasta 1852, la renta imponible del país aumentó en un 6%; en ocho años, de 1853 a 1861, aumentó ¡en un veinte por ciento! Este es un hecho tan sorprendente, que casi es increíble... Tan embriagador aumento de riqueza y de poder» —añade Mr. Gladstone— «se halla restringido exclusivamente a las clases poseedoras».
Si queréis saber en qué condiciones de salud perdida, de moral vilipendiada y de ruina intelectual ha sido producido y se está produciendo por las clases laboriosas ese «embriagador aumento de riqueza y de poder, restringido exclusivamente a las clases poseedoras», examinad la descripción que se hace en el último «Informe sobre la Sanidad Pública» referente a los talleres de sastres, impresores y modistas. Comparad el «Informe de la Comisión para examinar el trabajo de los niños», publicado en 1863 y donde se prueba, entre otras cosas, que
«los alfareros, hombres y mujeres, constituyen un grupo de la población muy degenerado, tanto desde el punto de vista físico como desde el punto de vista intelectual»; que «los niños enfermos llegan a ser, a su vez, padres enfermos»; que «la degeneración progresiva de la raza es inevitable» y que «la degeneración de la población del condado de Stafford habría sido mucho mayor si no fuera por la continua inmigración procedente de las regiones vecinas y por los matrimonios mixtos con capas de la población más robustas».
¡Echad una ojeada en el Libro Azul al informe del señor Tremenheere, sobre las «Quejas de los oficiales panaderos»! Y quién no se ha estremecido al leer la paradójica declaración de los inspectores de fábrica, ilustrada por los datos demográficos oficiales, según la cual la salud pública de los obreros de Lancaster ha mejorado considerablemente, a pesar de hallarse reducidos a la ración de hambre, porque la falta de algodón los ha echado temporalmente de las fábricas; y que la mortalidad de los niños ha disminuido, porque al fin pueden las madres darles el pecho en vez del cordial de Godfrey.
Pero volvamos una vez más la medalla. Por el informe sobre el impuesto de las Rentas y Propiedades presentado a la Cámara de los Comunes el 20 de julio de 1864, vemos que del 5 de abril de 1862 al 5 de abril de 1863, 13 personas han engrosado las filas de aquellos cuyas rentas anuales están evaluadas por el cobrador de las contribuciones en 50.000 libras esterlinas y más, pues su número subió en ese año de 67 a 80. El mismo informe descubre el hecho curioso de que unas 3.000 personas se reparten entre sí una renta anual de 25.000.000 de libras esterlinas, es decir, más de la suma total de ingresos distribuida anualmente entre toda la población agrícola de Inglaterra y del País de Gales. Abrid el registro del censo de 1861 y hallaréis que el número de los propietarios territoriales de sexo masculino en Inglaterra y en el País de Gales se ha reducido de 16.934 en 1851, a 15.066 en 1861, es decir, la concentración de la propiedad territorial ha crecido en diez años en un 11% Si en Inglaterra la concentración de la propiedad territorial sigue progresando al mismo ritmo, la cuestión territorial se habrá simplificado notablemente, como lo estaba en el Imperio Romano, cuando Nerón se sonrió al saber que la mitad de la provincia de Africa pertenecía a seis personas.
Imagini pentru asociacion internacional de trabajadores
Hemos insistido tanto en estos «hechos, tan sorprendentes, que son casi increíbles», porque Inglaterra está a la cabeza de la Europa comercial e industrial. Acordaos de que hace pocos meses uno de los hijos refugiados de Luis Felipe felicitaba públicamente al trabajador agrícola inglés por la superioridad de su suerte sobre la menos próspera de sus camaradas de allende el Estrecho. Y en verdad, si tenemos en cuenta la diferencia de las circunstancias locales, vemos los hechos ingleses reproducirse, en escala algo menor, en todos los países industriales y progresivos del continente. Desde 1848 ha tenido lugar en estos países un desarrollo inaudito de la industria y una expansión ni siquiera soñada de las exportaciones y de las importaciones. En todos ellos «el aumento de la riqueza y el poder, restringido exclusivamente a las clases poseedoras» ha sido en realidad «embriagador». En todos ellos, lo mismo que en Inglaterra, una pequeña minoría de la clase trabajadora ha obtenido cierto aumento de su salario real; pero para la mayoría de los trabajadores, el aumento nominal de los salarios no representa un aumento real del bienestar, ni más ni menos que el aumento del coste del mantenimiento de los internados en el asilo para pobres o en el orfelinato de Londres, desde 7 libras, 7 chelines y 4 peniques que costaba en 1852, a 9 libras, 15 chelines y 8 peniques en 1861, no les beneficia en nada a esos internados. Por todas partes, la gran masa de las clases laboriosas descendía cada vez más bajo, en la misma proporción, por lo menos, en que los que están por encima de ella subían más alto en la escala social. En todos los países de Europa -y esto ha llegado a ser actualmente una verdad incontestable para todo entendimiento no enturbiado por los prejuicios y negada tan sólo por aquellos cuyo interés consiste en adormecer a los demás con falsas esperanzas-, ni el perfeccionamiento de las máquinas, ni la aplicación de la ciencia a la producción, ni el mejoramiento de los medios de comunicación, ni las nuevas colonias, ni la emigración, ni la creación de nuevos mercados, ni el libre cambio, ni todas estas cosas juntas están en condiciones de suprimir la miseria de las clases laboriosas; al contrario, mientras exista la base falsa de hoy, cada nuevo desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo ahondará necesariamente los contrastes sociales y agudizará más cada día los antagonismos sociales. Durante esta embriagadora época de progreso económico, la muerte por inanición se ha elevado a la categoría de una institución en la capital del Imperio británico. Esta época está marcada en los anales del mundo por la repetición cada vez más frecuente, por la extensión cada vez mayor y por los efectos cada vez más mortíferos de esa plaga de la sociedad que se llama crisis comercial e industrial.
Después del fracaso de las revoluciones de 1848, todas las organizaciones del partido y todos los periódicos de partido de las clases trabajadoras fueron destruidos en el continente por la fuerza bruta. Los más avanzados de entre los hijos del trabajo huyeron desesperados a la república de allende el océano, y los sueños efímeros de emancipación se desvanecieron ante una época de fiebre industrial, de marasmo moral y de reacción política. Debido en parte a la diplomacia del Gobierno inglés, que obraba con el gabinete de San Petersburgo, la derrota de la clase obrera continental esparció bien pronto sus contagiosos efectos a este lado del Estrecho. Mientras la derrota de sus hermanos del continente llevó el abatimiento a las filas de la clase obrera inglesa y quebrantó su fe en la propia causa, devolvió al señor de la tierra y al señor del dinero la confianza un tanto quebrantada. Estos retiraron insolentemente las concesiones que habían anunciado con tanto alarde. El descubrimiento de nuevos terrenos auríferos produjo una inmensa emigración y un vacío irreparable en las filas del proletariado de la Gran Bretaña. Otros, los más activos hasta entonces, fueron seducidos por el halago temporal de un trabajo más abundante y de salarios más elevados, y se convirtieron así en «esquiroles políticos». Todos los intentos de mantener o reorganizar el movimiento cartista [5] fracasaron completamente. Los órganos de prensa de la clase obrera fueron muriendo uno tras otro por la apatía de las masas, y, de hecho, jamás el obrero inglés había parecido aceptar tan enteramente un estado de nulidad política. Así pues, si no había habido solidaridad de acción entre la clase obrera de la Gran Bretaña y la del continente, había en todo caso solidaridad de derrota.
Sin embargo, este período transcurrido desde las revoluciones de 1848 ha tenido también sus compensaciones. No indicaremos aquí más que dos hechos importantes.
Después de una lucha de treinta años, sostenida con una tenacidad admirable, la clase obrera inglesa, aprovechándose de una disidencia momentánea entre los señores de la tierra y los señores del dinero, consiguió arrancar la ley de la jornada de diez horas [6]. Las inmensas ventajas físicas, morales e intelectuales que esta ley proporcionó a los obreros fabriles, señaladas en las memorias semestrales de los inspectores del trabajo, son ahora reconocidas en todas partes. La mayoría de los gobiernos continentales tuvo que aceptar la ley inglesa del trabajo bajo una forma más o menos modificada; y el mismo parlamento inglés se ve obligado cada año a ampliar la esfera de acción de esta ley. Pero al lado de su significación práctica, había otros aspectos que realzaban el maravilloso triunfo de esta medida para los obreros. Por medio de sus sabios más conocidos, tales como el doctor Ure, profesor Senior y otros filósofos de esta calaña, la burguesía había predicho, y demostrado hasta la saciedad, que toda limitación legal de la jornada de trabajo sería doblar a muerto por la industria inglesa, que, semejante al vampiro, no podía vivir más que chupando sangre, y, además, sangre de niños. En tiempos antiguos, el asesinato de un niño era un rito misterioso de la religión de Moloc, pero se practicaba sólo en ocasiones solemnísimas, una vez al año quizá, y, por otra parte, Moloc no tenía inclinación exclusiva por los hijos de los pobres. Esta lucha por la limitación legal de la jornada de trabajo se hizo aún más furiosa, porque —dejando a un lado la avaricia alarmada— de lo que se trataba era de decidir la gran disputa entre la dominación ciega ejercida por las leyes de la oferta y la demanda, contenido de la Economía política burguesa, y la producción social controlada por la previsión social, contenido de la Economía política de la clase obrera. Por eso, la ley de la jornada de diez horas no fue tan sólo un gran triunfo práctico, fue también el triunfo de un principio; por primera vez la Economía política de la burguesía había sido derrotada en pleno día por la Economía política de la clase obrera.
Imagini pentru Saint Martin's Hall de Long Acre,Pero estaba reservado a la Economía política del trabajo el alcanzar un triunfo más completo todavía sobre la Economía política de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativo, y, sobre todo, a las fábricas cooperativas creadas, sin apoyo alguno, por la iniciativa de algunas «manos» («hands») [***] audaces. Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos sociales que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción en gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, puede prescindir de la clase de los patronos, que utiliza el trabajo de la clase de las «manos»; han mostrado también que no es necesario a la producción que los instrumentos de trabajo estén monopolizados como instrumentos de dominación y de explotación contra el trabajador mismo; y han mostrado, por fin, que lo mismo que el trabajo esclavo, lo mismo que el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con gusto, entusiasmo y alegría. Roberto Owen fue quien sembró en Inglaterra las semillas del sistema cooperativo; los experimentos realizados por los obreros en el continente no fueron de hecho más que las consecuencias prácticas de las teorías, no descubiertas, sino proclamadas en voz alta en 1848.
Al mismo tiempo, la experiencia del período comprendido entre 1848 y 1864 ha probado hasta la evidencia que, por excelente que sea en principio, por útil que se muestre en la práctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los obreros, no podrá detener jamás el crecimiento en progresión geométrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias. Este es, quizá, el verdadero motivo que ha decidido a algunos aristócratas bien intencionados, a filantrópicos charlatanes burgueses y hasta a economistas agudos, a colmar de repente de elogios nauseabundos al sistema cooperativo, que en vano habían tratado de sofocar en germen, ridiculizándolo como una utopía de soñadores o estigmatizándolo como un sacrilegio socialista. Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada por medios nacionales. Pero los señores de la tierra y los señores del capital se valdrán siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos. Muy lejos de contribuir a la emancipación del trabajo, continuarán oponiéndole todos los obstáculos posibles. Recuérdense las burlas con que lord Palmerston trató de silenciar en la última sesión del parlamento a los defensores del proyecto de ley sobre los derechos de los colonos irlandeses. «¡La Cámara de los Comunes —exclamó— es una Cámara de propietarios territoriales!».
La conquista del poder político ha venido a ser, por lo tanto, el gran deber de la clase obrera. Así parece haberlo comprendido ésta, pues en Inglaterra, en Alemania, en Italia y en Francia, se han visto renacer simultáneamente estas aspiraciones y se han hecho esfuerzos simultáneos para reorganizar políticamente el partido de los obreros.
La clase obrera posee ya un elemento de triunfo: el número. Pero el número no pesa en la balanza si no está unido por la asociación y guiado por el saber. La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de los diferentes países y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados. Guiados por este pensamiento, los trabajadores de los diferentes países, que se reunieron en un mitin público en Saint Martin's Hall el 28 de septiembre de 1864, han resuelto fundar la Asociación Internacional.
Otra convicción ha inspirado también este mitin.
Si la emancipación de la clase obrera exige su fraternal unión y colaboración, ¿cómo van a poder cumplir esta gran misión con una política exterior que persigue designios criminales, que pone en juego prejuicios nacionales y dilapida en guerras de piratería la sangre y las riquezas del pueblo? No ha sido la prudencia de las clases dominantes, sino la heroica resistencia de la clase obrera de Inglaterra a la criminal locura de aquéllas, la que ha evitado a la Europa Occidental el verse precipitada a una infame cruzada para perpetuar y propagar la esclavitud allende el océano Atlántico. La aprobación impúdica, la falsa simpatía o la indiferencia idiota con que las clases superiores de Europa han visto a Rusia apoderarse del baluarte montañoso del Cáucaso y asesinar a la heroica Polonia; las inmensas usurpaciones realizadas sin obstáculo por esa potencia bárbara, cuya cabeza está en San Petersburgo y cuya mano se encuentra en todos los gabinetes de Europa, han enseñado a los trabajadores el deber de iniciarse en los misterios de la política internacional, de vigilar la actividad diplomática de sus gobiernos respectivos, de combatirla, en caso necesario, por todos los medios de que dispongan; y cuando no se pueda impedir, unirse para lanzar una protesta común y reivindicar que las sencillas leyes de la moral y de la justicia, que deben presidir las relaciones entre los individuos, sean las leyes supremas de las relaciones entre las naciones.
La lucha por una política exterior de este género forma parte de la lucha general por la emancipación de la clase obrera.
¡Proletarios de todos los países, uníos!.



NOTAS

[*] W. Gladstone. (N. de la Edit.)
[**] Dudo de que haya necesidad de recordar al lector que el carbono y el nitrógeno constituyen, con el agua y otras substancias inorgánicas, las materias primas de los alimentos del hombre. Sin embargo, para la nutrición del organismo humano, estos elementos químicos simples deben ser suministrados en forma de substancias vegetales o animales. Las patatas, por ejemplo, contienen sobre todo carbono, mientras que el pan de trigo contiene substancias carbonadas y nitrogenadas en la debida proporción.
[***] Hands, manos, significa también obreros. (N. de la Edit.)

[1]  El 28 de setiembre de 1864 se celebró en St. Martin's Hall de Londres una gran asamblea internacional de obreros, en la que se fundó la Asociación Internacional de los Trabajadores (conocida posteriormente como la I Internacional) y se eligió el Comité provisional. C. Marx entró a formar parte del mismo y, luego, de la comisión nombrada en la primera reunión del Comité celebrada el 5 de octubre para redactar los documentos programáticos de la Asociación. El 20 de octubre, la comisión encargó a Marx la redacción de un documento preparado durante su enfermedad y escrito en el espíritu de las ideas de Mazzini y de Owen. En lugar de dicho documento, Marx escribió, en realidad, dos textos completamente nuevos —el "Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores" y los "Estatutos provisionales de la Asociación"— que fueron aprobados el 27 de octubre en la reunión de la comisión. El 1º de noviembre de 1864, el "Manifiesto" y los "Estatutos" fueron aprobados por unanimidad en el Comité provisional, constituido en órgano dirigente de la Asociación. Conocido en la historia como Consejo General de la Internacional, este órgano se llamaba hasta fines de 1866, con mayor frecuencia, Consejo Central. Carlos Marx fue, de hecho, su dirigente, organizador y jefe, así como autor de numerosos llamamientos, declaraciones, resoluciones y otros documentos.
En el "Manifiesto Inaugural", primer documento programático, Marx lleva a las masas obreras a la idea de la necesidad de conquistar el poder político y de crear un partido proletario propio, así como de asegurar la unión fraternal de los obreros de los distintos países.
Publicado por vez primera en 1864, el "Manifiesto Inaugural" fue reeditado reiteradas veces a lo largo de toda la historia de la Internacional, que dejó de existir en 1876.
[2] Estranguladores (garroters), ladrones de los años 60 del siglo XIX, que agarraban a sus víctimas por el cuello.
[3]  Libros Azules (Blue Books), denominación general de las publicaciones de documentos del parlamento inglés y de los documentos diplomáticos del Ministerio del Exterior, debida al color azul de la cubierta. Se editan en Inglaterra a partir del siglo XVII y son la fuente oficial fundamental de datos sobre la historia económica y diplomática del país.
En la pág. 6 trátase del "Informe de la comisión para investigar la acción de las leyes referentes al destierro y a los trabajos forzados", t. I, Londres, 1863; en la pág. 90, de la "Correspondencia con las misiones extranjeras de Su Majestad sobre problemas de la industria y las tradeuniones", Londres, 1867.
[4]  La guerra civil de Norteamérica (1861-1865) se libró entre los Estados industriales del Norte y los sublevados Estados esclavistas del Sur. La clase obrera se Inglaterra se opuso a la política de la burguesía nacional, que apoyaba a los plantadores esclavistas, e impidió con su acción la intervención de Inglaterra en esa contienda.
[5]  El cartismo era un movimiento revolucionario de masas de los obreros ingleses en los años 30-40 del siglo XIX. Los cartistas redactaron en 1838 una petición (Carta del pueblo) al parlamento, en la que se reivindicaba el sufragio universal para los hombres mayores de 21 años, voto secreto, abolición del censo patrimonial para los candidatos a diputado al parlamento, etc. El movimiento comenzó con grandiosos mítines y manifestaciones y transcurrió bajo la consigna de la lucha por el cumplimiento de la Carta del pueblo. El 2 de mayo de 1842 se llevó al parlamento la segunda petición de los cartistas, que incluía ya varias reivindicaciones de carácter social (reducción de la jornada laboral, elevación de los salarios, etc.). Lo mismo que la primera, esta petición fue rechazada por el parlamento. Como respuesta, los cartistas organizaron una huelga general. En 1848, los cartistas proyectaban una manifestación ante el parlamento a fin de presentar una tercera petición, pero el Gobierno se valió de unidades militares para impedir la manifestación. La petición fue rechazada. Después de 1848, el movimiento cartista decayó. 
[6]  La clase obrera de Inglaterra sostuvo la lucha por la reducción legislativa de la jornada laboral a 10 horas desde fines del siglo XVIII. Desde comienzos de los años 30 del siglo XIX, esta lucha se extendió a las grandes masas del proletariado.
La ley de la jornada laboral de 10 horas, extensiva nada más que a las mujeres y los adolescentes, fue adoptada por el parlamento el 8 de junio de 1847. Sin embargo, en la práctica, muchos fabricantes hacían caso omiso de ella.

27 de septiembre de 2016

La Red de Blogs Comunistas sostiene la lucha de los maestros en México

Por si no supiéramos ya cuales son las prioridades de los gobiernos capitalistas, el mexicano no se ha andado con remilgos para lanzar a la policía a reprimir a los maestros en Oaxaca, desde el inicio de las protestas contra la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto. 

Es normal y dice mucho de un gobierno (y así lo hacen todos los que representan los intereses de minoría capitalista parásita), que prefiera a sus policías en lugar de a sus maestros, aunque, y precisamente por eso, los primeros no destaquen, ni mucho menos, por su formación académica, su cultura y, por supuesto,  por sus ganas de aprender y cultivarse. Los maestros, sin embargo, representan la lucha por la mejora de la educación de los niños y jóvenes del país y, por lo tanto, la perspectiva de un futuro mejor y más justo (es decir, con más posibilidades de que la lucha contra la explotación se generalice).

Reprimir las aspiraciones de libertad, educación pública, los proyectos de hacer más responsables y capaces de un pensamiento autónomo a los trabajadores, es una necesidad para las grandes empresas y sus marionetas de los gobiernos no pueden evitar, pues está en contradicción directa con el mantenimiento de sus privilegios injustos y delictivos.

Recientemente el secretario de educación, sargento Aurelio Nuño Mayer, en un encuentro con 110 representantes de colegios particulares de educación básica manifestó de forma hipócrita sentirse feliz de haber estudiado en una escuela inspirada por el sistema educativo de Freinet. Hipócritamente remarcamos, puesto que el nuevo sistema educativo que defiende implantar Aurelio Nuño es la pura antítesis de la propuesta social, política y pedagógica de Célestin Freinet (1974), quien identificaba que “la decadencia y la muerte de la escuela son el resultado del formidable desarrollo del capitalismo… A un orden nuevo debe, necesariamente, corresponder una nueva orientación de la escuela proletaria”.

Aurelio Nuño Mayer, al igual que el gobierno mexicano, sigue la táctica de simular el diálogo y presentar a la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) como rojiza, violenta, inflexible y peleadora. Al mismo tiempo que dice dialogar amenaza y aplica medidas de represión, como los ceses producidos contra 1906 profesores disidentes de magisterio en los estados de Oaxaca (1239), Chiapas (570), Michoacán (80) y Guerrero (17).

Que los medios de propaganda, en las mismas manos que el gobierno, intenten criminalizar a los que representan la cultura, la educación y la justicia, publicando noticias similares, y habituales en los medios de propaganda de la clase dominante, a que los "civilizados" policías chocan contra "maestros radicales", no es más que otra muestra más de la podredumbre del sistema.

Basta con tener dos dedos de frente y un mínimo de sensibilidad y humanidad para saber que la realidad es bastante diferente a la que nos venden: los maestros, cultos, formados y con aspiraciones de un mundo más igual y menos injusto, donde todos tengan derecho a una educación de calidad sin tener que comprarla según la cantidad de dinero de que se disponga, son apaleados por los cuerpos de seguridad del estado, cloaca donde el capital suele ubicar a los restos y desechos de la sociedad, gente capaz de cualquier a cambio de las migajas que les tiran sus amos.

Cultura contra brutalidad, educación frente a indiferencia, civilización contra barbarie. Los mafiosos y grandes delincuentes que dirigen nuestros gobiernos y ponen y quitan a nuestros gobernantes es obvio que prefieren a los segundos.

En México ya lo demostraron en septiembre de 2014, con la tristemente conocida matanza de los normalistas, donde 43 de ellos fueron secuestrados y desaparecidos por policías y paramilitares, todos ellos bajo la responsabilidad del gobierno, y lo siguen demostrando hasta hoy mismo con la salvaje represión hacia los maestros y educadores. Y posiblemente, mientras se les deje, continuarán haciéndolo, porque ellos, la clase capitalista y su gobierno, saben muy bien cuál es su bando y quiénes son sus enemigos, y que la cultura puede llegar a ser un arma muy peligrosa en manos de aquellos que mantienen con su trabajo sus privilegios, los trabajadores.

Al gobierno no le importa en lo absoluto las vidas pérdidas, los presos políticos, las protestas multitudinarias callejeras y las críticas de los investigadores  y expertos en pedagogía. Lo que de verdad les preocupa es favorecer los negocios de la burguesía,  considerar los libros de texto de las grandes editoriales (aunque estén mal hechos y tengan poca utilidad) como de obligatorio seguimiento en clase y aplicar programas y planes de estudio alejados de los intereses de los alumnos, la comunidad escolar y los pueblos. Disfrazan la imposición con falso diálogo, quieren tapar sus actos represivos creando una nueva “verdad histórica” de Nochixtlán similar a la de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. En ningún caso desean que se realice un análisis profundo del modelo educativo de la SEP y que la sociedad se involucre en su confección.

La clase trabajadora, solo puede emanciparse mediante el conocimiento, la educación, la autosuperación en la lucha por dominar la cultura, representada por el protagonista de Templando el Acero, de Nikolai Ostrovski, que encarna las palabras que Lenin escribiera en las Tareas de la Juventud Comunista:

 "Concluir que se puede ser comunista sin haber asimilado los conocimientos acumulados por la humanidad, sería cometer un enorme error. Nos equivocaríamos si pensáramos que basta con saber las consignas comunistas, las conclusiones de la ciencia comunista, sin haber asimilado la suma de conocimientos de los que es consecuencia el comunismo. El marxismo es un ejemplo de cómo el comunismo ha resultado de la suma de conocimientos adquiridos por la humanidad".

La Red de Blogs Comunistas se solidariza con los maestros mexicanos, que representan esa cultura que debe de ser el cemento necesario con el que se mezcle la lucha de clases, motor de la historia, germen y trampolín de todo comunista que se precie. RBC está, sin duda alguna, contundentemente, del lado de los maestros, de su lucha, de su combate por la educación de la clase trabajadora y, por lo tanto, por su organización, su movilización y su justificada rebelión contra toda explotación.

20 de septiembre de 2016

Palestina Liberation

El nuevo diario Palestina Liberation pretende dar voz a las víctimas palestinas del genocidio sionista, denunciando las agresiones, crímenes, violaciones y resto de injusticias perpetradas por las fuerzas de represión israelís contras los habitantes de las tierras ocupadas, con el apoyo activo o silencioso de la comunidad internacional.  

19 de septiembre de 2016

8000 denuncias de tortura durante los gobiernos de Zapatero y Rajoy

El hábito de la tortura en los cuartelillos, comisarias y cárceles dista mucho de ser un mal recuerdo del franquismo o la transición. Al contrario, y teniendo en cuenta que los vicios de la dictadura se han prolongado con maquillaje democrático hasta la actualidad, durante los mandatos de los dos últimos presidentes del gobierno (Zapatero, del PSOE, y Rajoy, del PP) ha habido cerca de 8000 denuncias, la mayoría, a pesar de los toques de atención dados a España por la Unión Europea, tratados con desdén y despreocupación por las autoridades y los jueces del régimen. Y todo ello sin contar los casos que no se denuncian por el miedo a las fuerzas de seguridad-represión del estado.

El “Informe sobre la Tortura y los Malos Tratos en el estado español en 2015”, publicado en junio de 2016 por la Coordinadora para la Prevención y la Denuncia de la Tortura (CPDT). que se hace público consecutivamente desde hace 12 años, recopila casos de tortura, malos tratos y muerte bajo custodia en el estado español.
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Durante 2015 se recogen un total de 128 “situaciones” de torturas o malos tratos, en las que resultaron afectadas 232 personas. Si se contabilizan desde 2004, el número de “situaciones” se eleva a 3.261, con 7.812 personas afectadas. Sin embargo, los autores subrayan que el documento no recoge todos los episodios de torturas y tratos vejatorios en 2015, ni siquiera el conjunto de las denuncias presentadas ante los tribunales.

En cuanto a las características de las personas que denunciaron maltratos o torturas en 2015, el informe resalta que muchas de ellas formaban parte de movimientos sociales (89), 50 eran migrantes; 37, personas presas; 19, menores de edad y 58 denunciaron agresiones por otros motivos (comisión de pequeños delitos contra la propiedad o la salud pública, durante identificaciones rutinarias en la calle o tras acudir a una comisaría para denunciar que fueron objeto de un delito). Una persona puede adscribirse a más de una categoría (por ejemplo menor-migrante), por lo que el número de personas computadas en este apartado (253) supera a las recogidas en el informe (232). Respecto a la tipología de funcionarios, el que acumula mayor número de denuncias es la Policía Nacional (67), seguido de la Ertzaintza (47), Prisiones (37), policías locales (36), 
Guardia Civil (34), Mossos d’Esquadra (5), Centros de menores (3), y Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (3).

¿Cuál es la actuación de los tribunales españoles frente a las torturas, lesiones, delitos contra la integridad y/o malos tratos? La CPDT da cuenta de 95 sentencias durante 2015 (no se trata de todas las dictadas), de las que 43 se saldaron con una condena y 52 con la absolución. Añade el informe que 227 funcionarios tuvieron que comparecer en juicio, como acusados, ante los tribunales (el 44%, policías locales; el 33%, policías nacionales y el 17% guardias civiles). Los agentes de la policía local fueron quienes sumaron mayor número de condenas (31), seguidos por la guardia civil (18), la policía nacional (15) y los funcionarios de prisiones (3). Por otro lado, resultaron absueltos de los procesos judiciales 68 policías locales, 58 policías nacionales y 22 agentes de la guardia civil. La mayor parte de las sentencias condenatorias se correspondió con una falta de lesiones. Pero más allá del análisis cuantitativo, la CPDT destaca el “miedo existente a denunciar las agresiones sufridas por agentes públicos”. Ello se debe a la posibilidad de que las fuerzas de seguridad del estado realicen contradenuncias, por ejemplo, por supuesto atentado o resistencia. De hecho, muchas de las personas que denunciaron torturas y llegaron a juicio -34 de un total de las 95 que recoge el informe, un 38%- fueron denunciadas, primero, y acusadas, después, por la fiscalía como supuestos responsables de resistencia o atentado.

El documento agrega otro factor relevante: la lentitud de la Administración de Justicia. Ello ha dado lugar, según la CPDT, a la absolución de varios funcionarios por la prescripción de las faltas por las que eran juzgados o se les había condenado. Se señalan asimismo importantes rebajas en las penas a “agresores” condenados, o la absolución -después de la reforma del Código Penal- de condenados por faltas (sobre todo de lesiones) después de que estas se despenalizaran y no serles de aplicación la tipificación de “delito leve de faltas”. Se han producido casos como la absolución por parte de la Audiencia Provincial de Madrid de seis policías locales de Coslada, juzgados por detención ilegal, lesiones y coacciones. Tanto la fiscalía como la acusación particular pidieron en el citado caso penas de prisión e inhabilitación por los hechos ocurridos en septiembre de 2005, durante un control de alcoholemia. También reviste interés el juicio contra dos agentes de la policía local de Soria, que se celebró en 2015 en la Audiencia Provincial. La Fiscalía no formuló acusación a los agentes, pero sí contra uno de los denunciantes por una supuesta falta de desobediencia y respeto a los policías. El Tribunal absolvió a los dos agentes. El informe cita el ejemplo, asimismo, de la absolución de dos guardias civiles y un policía local de Escalona (Toledo), por parte de la Audiencia Provincial. Se les juzgó por los delitos de lesiones, contra la integridad moral y abuso de autoridad por los hechos ocurridos tras un incidente de tráfico.

El informe dedica un apartado a las muertes bajo custodia en el estado español. Constata el fallecimiento de 30 personas en 2015 (616 muertos entre 2001 y 2015) mientras se hallaban bajo la custodia de funcionarios de prisiones o policías. El documento de la CPDT aclara que no en todos los casos los hechos se corresponden con delitos, y también hay ejemplos de accidentes “inevitables”; pero en otras ocasiones se ponen de manifiesto negligencias. Los autores llaman la atención sobre que, de los 30 casos referenciados, en 17 el agente “custodio” fuera un funcionario de prisiones y en seis un policía nacional. Otro dato de interés es que 21 de las muertes tuvieran lugar en las cárceles.

En consecuencia, la coordinadora señala “el problema que suponen las muertes durante la privación de libertad”. No en todos los casos, pero ciertamente se producen “fallos en la salvaguarda del derecho a la salud y la integridad física de las personas bajo custodia, o en las condiciones higiénico-sanitarias”. Generalmente, las reclamaciones judiciales no prosperan; así, los tribunales de justicia rechazaron el 87,5% de las mismas, tras la muerte de ciudadanos que se hallaban bajo custodia. Así ocurrió cuando la sección quinta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional denegó la indemnización solicitada por la madre de una persona que se ahorcó, en septiembre de 2013, en la cárcel de Aranjuez-Madrid VI. La Audiencia Nacional también desestimó la demanda de la familia de un preso, muerto por sobredosis (febrero de 2011) en la prisión de Puerto III (Cádiz). Por último, el informe se hace eco en Ceuta y Melilla de situaciones en que las personas migrantes, tras trepar por las vallas y sufrir lesiones a causa de las concertinas, fueron entregadas a la policía de Marruecos (“devoluciones en caliente”); y ello, sin recibir la atención médica adecuada y con el riesgo de agresiones por parte de la gendarmería marroquí.

En Colombia la paz huele mal

Unos días después de la firma del mediático Acuerdo de la Paz, el gobierno colombiano ha anunciado el aumento de las fuerzas represoras del ESMAD de la policía. Esta es la paz burguesa: tranquilidad y protección para unos cuantos explotadores; persecución, asesinato, cárcel y muerte para las masas luchadoras. Son 7000 policias que se preparan para enfrentar y acallar toda protesta social.

Imagini pentru santos el capitalistaSegún el mandatario colombiano, el criminal Santos, con la firma de "la paz" las protestas y manifestaciones por las vías legales aumentarán: "Más movilizaciones y protestas sociales porque ya no va a ser en la selva a punta de bala, sino por las vías democráticas como se solucionen las diferencias de nuestra sociedad". Es decir, para controlar esas "vias democráticas", el gobierno de la burguesía aumenta las fuerzas policiales.

Además, el Ministerio de Defensa en Colombia se va a gastar 10 billones de pesos para mantener con cualquier método la dictadura de clase de la minoría explotadora, a pesar de que venden con grandes aspavietnos el acuerdo de paz con los jefes de las Farc. En realidad, el prespuesto militar se va a aumentar en 2 billones de pesos.

¿Qué significa esa paz? Se trata de la paz de los ricos, de la paz para los explotadores. Mientras tanto, al pueblo se le reserva el papel de ver, oir y callar. Y, de lo contrario, el estado ejercerá el monopolio de la violencia, cuyo fin principal es la defensa de los intereses de la clase social dominante frente a la amenaza de la clase social explotada.

La única paz posible es la del fin de toda explotación del hombre por el hombre, el final de toda violencia, y esa solo se consigue acabando dando el primer paso de derrocar a la clase social en el poder mediante la lucha revolucionaria.

En palabras de Lenin (en su artículo El socialismo y la guerra): "El estado de ánimo de las masas en favor de la paz expresa con frecuencia un comienzo de protesta, de indignación y de toma de conciencia del carácter reaccionario de la guerra. Aprovechar ese estado de ánimo es un deber de todos los comunistas. Ellos participarán con el mayor entusiasmo en todo movimiento y en toda manifestación en ese sentido, pero no engañarán al pueblo dejándole creer que sin un movimiento revolucionario se puede alcanzar una paz sin anexiones, sin opresión de las naciones y sin saqueos, una paz sin gérmenes de nuevas guerras entre los gobiernos de hoy y las clases dominantes en la actualidad. Semejante engaño sólo haría el juego a la diplomacia secreta de los gobiernos beligerantes y a sus planes contrarrevolucionarios. Quien desee una paz firme y democrática, debe pronunciarse en favor de la guerra civil contra los gobiernos y la burguesía".Imagini pentru la paz de la burguesia violencia

O en Resoluciones sobre la Guerra Imperialista "El pacifismo y la prédica abstracta de la paz son una de las formas de embaucar a la clase obrera. Bajo el capitalismo, y sobre todo en su fase imperialista, las guerras son inevitables. Mas, por otra parte, los socialdemócratas no pueden negar el significado positivo de las guerras revolucionarias, es decir, de las guerras no imperialistas, como las que tuvieron lugar, por ejemplo, de 1789 a 1871 para derrocar la opresión nacional y crear Estados capitalistas nacionales sobre la base de los Estados feudales fraccionados, o las guerras que son posibles para salvaguardar las conquistas del proletariado triunfante en la lucha contra la burguesía.
En la actualidad, una propaganda de la paz que no vaya acompañada del llamamiento a la acción revolucionaria de las masas sólo puede sembrar ilusiones, corromper al proletariado, infundiéndole confianza en el humanismo de la burguesía, y hacer de él un juguete en manos de la diplomacia secreta de los países beligerantes. Es profundamente errónea, en particular, la idea sobre la posibilidad de la llamada paz democrática sin una serie de revoluciones".

En resumen, la paz de Colombia, como toda paz de la burguesía (lo que Lenin llamó en su Pacifismo burgués y pacifismo socialista, "la paz imperialista"), y echando mano del título de una canción de La Polla Records, "huele mal".

Esta paz huele mal (La Polla Records)

No queremos esta paz podrida, es un ser deforme.
Esta paz impuesta por los que dominan es de cementerio.
Guerra siempre al Estado
Guerra hasta que caiga.
Guerra para destapar su guerra encubierta.

Del Estado al hombre es orden;
del hombre al Estado, violencia.
Esta paz huele mal, es la paz de los muertos.

La comodidad de ser dominados nos lleva al silencio.
¿Quieres ver lo que es sufrir por estar despierto?
Guerra siempre al Estado
Guerra hasta que caiga.
Guerra para destapar su guerra encubierta.
La paz del cerdo cuando lo engordan para comerlo...

14 de septiembre de 2016

Sobre la Gran Revolucion Cultural Proletaria, Louis Althusser

El filósofo comunista Louis Althusser analizó la gran importancia que ha de tener la Gran Revolución Proletaria China para cualquier comunista, que está obligado a analizar y a aprender de ella, a la luz de la necesidad, ya subrayada por Marx y Engels, de la revolución ideológica de las masas, además de la revolución de la infraestructura socialista.
Imagini pentru louis althusser china

En este sentido, la GRCP no solo fue una lucha contra el triunfo del revisionismo en la URSS y en casi todo el mundo socialista, consecuencias que el movimiento comunista sigue sufriendo hoy, estancado en los errores viejos o empeñados en errores nuevos del posmodernismo del todo vale.

El texto de Althusser es, no solo fundamental para entender por qué tuvo lugar la GRCP, sino también para analizar el fracaso del comunismo hoy día, en un periodo en el que la organización de los trabajadores brilla por su ausencia y la división basada en el individualismo y la superficialidad, además de la ausencia de esfuerzo de estudio y la huida de todo sacrificio, condenan a los comunistas al sometimiento a la ideología del capital, es decir, no solamente a aceptar sus reglas de juego, sino también a defenderlas como las correctas (en este sentido la desorientación de los blogs y páginas "alternativas", en las que todo el mundo defiende lo que le viene en gana sin una base científica y sin análisis alguno de la realidad, esencial para poder transformarla, es desangeladora).

En definitiva, como afirmó Althuser en su análisis:
Imagini pentru louis althusser bandera roja

"Marx, Engels y Lenin siempre proclamaron que era absolutamente necesario dotar a la infraestructura socialista, establecida por una revolución política, la correspondiente –es decir, socialista- superestructura ideológica.

Para que ocurra esto, es necesaria una revolución ideológica, una revolución en la ideología de las masas. Esta tesis expresa un principio fundamental de la teoría marxista.

Lenin era plenamente consciente de esta necesidad, y el Partido Bolchevique hizo grandes esfuerzos en esta dirección. Pero las circunstancias no permitieron a la U.R.S.S. colocar en el orden del día una revolución ideológica de masas.

El P.C.Ch. es el primer partido en emprender él mismo junto con las masas este camino a través de la aplicación de nuevos medios, el primero en colocar en el orden del día esta revolución ideológica de masas –designada con la expresión “R.C
.”.

A pesar del fracaso de este intento de los comunistas chinos de anteponer la necesaria revolución ideológica ("la política al frente") al huero economicismo, que irremediablemente lleva a la restauración del capitalismo, en China acabó triundando el revisionismo contra el que los comunistas chinos se alzaron con la GRCP, lo que ha llevado a la restauración no solo económica, sino también ideológica, de la tiranía del capital en el gigante ("capitalista" asiático). Solo aprendiendo de los errores del movimiento y partidos comunistas en la historia, se puede evitar continuar cometiéndolos, algo que Althusser ayuda a comprender:

Sobre la Gran Revolución Cultural Proletaria




Redactado: En 1966.
Primera edición: En Cahiers marxistes-leninistes, órgano de la Union des Jeunesses Communistes (Marxistes-Léninistes), UJC(ML), no. 14/nov.-dic. 1966, pags. 5-16.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, junio de 2013.
Fuente de la traducción al castellano: Gran Marcha Hacia el Comunismo, quien realizó la traducción en enero de 2013 y la publicó en cuatro partes con el título"Sobre la Revolución Cultural" entre el 14 de enero y el 25 de enero de 2013 para "facilitar su consulta, estudio y difusión".



Sea cual sea la posición que adopte él o ella sobre la Revolución Cultural china, a ningún comunista se le permite simple y automáticamente “afrontar” este tema, si ninguna otra forma de examen, como si se tratara de un mero hecho entre otros, como un argumento entre otros.
La R.C. no es, en primer lugar, un argumento: es, sobre todo y ante todo, un hecho histórico. No es un hecho entre otros. Es un hecho sin precedentes. No es un hecho histórico reducible a sus circunstancias, no es una decisión tomada “a la luz” de la lucha del Partido Comunista de China contra el “revisionismo moderno” o en respuesta al cerco político y militar de China. Es un hecho histórico de gran importancia y larga duración. Es parte del desarrollo de la Revolución china. Representa una de sus fases, una de sus mutaciones. Hunde sus raíces en el pasado, y se prepara para el futuro. Como tal, pertenece al Movimiento Comunista Internacional de igual forma que la Revolución china.
Es por tanto un hecho histórico que debe ser examinado por sí mismo, en su independencia y profundidad, sin reducirlo pragmáticamente a éste o aquel aspecto de la coyuntura actual. Es, además, un hecho histórico excepcional. De un lado, no tienen un precedente histórico y, de otro, presenta un interés teórico intenso.
Marx, Engels y Lenin siempre proclamaron que era absolutamente necesario dotar a la infraestructura socialista, establecida por una revolución política, la correspondiente –es decir, socialista- superestructura ideológica.
Para que ocurra esto, es necesaria una revolución ideológica, una revolución en la ideología de las masas. Esta tesis expresa un principio fundamental de la teoría marxista.
Lenin era plenamente consciente de esta necesidad, y el Partido Bolchevique hizo grandes esfuerzos en esta dirección. Pero las circunstancias no permitieron a  la U.R.S.S. colocar en el orden del día una revolución ideológica de masas.
El P.C.Ch. es el primer partido en emprender él mismo junto con las masas este camino a través de la aplicación de nuevos medios, el primero en colocar en el orden del día esta revolución ideológica de masas –designada con la expresión “R.C.”.
Esta convergencia de una tesis teórica marxista que hasta la fecha permanecía en un estado teórico con un nuevo hecho histórico que es la realización de esta tesis, obviamente no puede dejar indiferente a ningún comunista. Esta fusión no puede sino suscitar interés, tanto político como teórico.
Por supuesto, la novedad, originalidad y formas inesperadas que el acontecimiento ha adoptado son necesariamente sorprendentes y desconcertantes, suscitando todo tipo de preguntas. Lo contario sería increíble.
Dadas estas condiciones, es inadmisible llegar a adoptar una posición sin un previo examen serio. Un comunista no puede, desde la distancia en que nos encontramos, hacer pronunciamientos sobre la R.C., y por tanto juzgarla, sin haber analizado, al menos en principio, las credenciales políticas y teóricas  de la R.C. basándose en los documentos originales de que  dispone él o ella y a la luz de los principios marxistas.
Esto significa:
1. Debemos en primer lugar analizar la R.C. como un hecho político, que requiere considerar, en conjunto, lo siguiente:
- la coyuntura política en que tiene lugar,
- los objetivos políticos que establece,
-los métodos y medios que adquiere y aplica.
2. Debemos examinar este hecho político a la luz de los principios teóricos marxistas (materialismo histórico, materialismo dialéctico), preguntándonos si este hecho político está, o no, en conformidad con estos principios teóricos.
Sin este doble análisis, teórico y político a la vez –un análisis que sólo podemos esquematizar brevemente aquí- es simplemente imposible para un comunista francés juzgar la R.C.


I.

ANALISIS POLITICO DE LA REVOLUCION CULTURAL


a. Coyuntura de la Revolución Cultural
El P.C.Ch., en sus declaraciones oficiales, ha subrayado la razón política fundamental de la R.C. (los “16 Puntos”, descritos por el C.C., los editoriales de Renmin Ribao)
En los países socialistas, tras la mayor o menor completa  transformación socialista de los medios de producción, existe aún está pregunta que permanece: ¿qué camino tomar? ¿Es necesario ir todo el camino hasta el final de la revolución socialista y gradualmente pasar al comunismo? ¿O, por el contrario, quedarse a medio camino y retroceder hacia el capitalismo? Esta cuestión se nos plantea de una forma particularmente aguda. (Editorial de Renmin Ribao, 15 de agosto de 1966)
La R.C.es aquí presentada de forma inequívoca como una respuesta política a una pregunta política extremadamente precisa. Esta pregunta es declarada “aguda” y “crucial”.
Esta pregunta crucial es una pregunta concreta que es planteada al P.C.Ch. en una coyuntura política definida.
¿Qué coyuntura?
En su esencia, esta coyuntura no es, como algunos comentaristas piensan, una coyuntura “global”, a saber, el serio conflicto provocado por la agresión norteamericana contra el Movimiento de Liberación de Vietnam del Sur, contra el Estado socialista de la República de Vietnam, y por las amenazas que afectan a China. La coyuntura que explica la R.C. es en  su esencia interna al socialismo.
Pero esta coyuntura igualmente no está constituida, en su esencia, por el “conflicto” entre el P.C.Ch. y el P.C.U.S. Este “conflicto” es, en lo que concierne a la R.C., relativamente marginal. La R.C. es, por encima de todo, no una “respuesta” al “conflicto”, un argumento efectuado por el P.C.Ch. contra el P.C.U.S. La R.C. responde a otra cuestión fundamental, del cual éste conflicto es sólo un aspecto o efecto.
La coyuntura de la R.C. viene constituida por los actuales problemas de desarrollo de la Revolución socialista china. El P.C.Ch. habla de China cuando declara: “la cuestión se nos plantea de una manera particularmente aguda”. De hecho, el P.C.Ch. no plantea esta cuestión  para otros países socialistas, ni sugiere que emprendan su propia R.C. Pero también está bastante claro que la coyuntura de la R.C. no se restringe sólo  a los problemas de la Revolución china. A través de la coyuntura china, es la coyuntura de  todos los países socialistas lo que está en juego. La coyuntura china aparece, de hecho, como un caso particular de la coyuntura de los países socialistas en general.
Para comprender el problema fundamental, crucial, que forma la base de la coyuntura política de la R.C., tenemos que buscarlo donde se plantea el problema. No debemos confundirnos sobre la coyuntura. Tampoco debemos buscar este problema en la coyuntura “global” (la agresión imperialista) o en la coyuntura del “conflicto P.C.Ch./P.C.U.S.”. Debemos buscarlo en la coyuntura de la revolución socialista china y, más en general, dentro de la coyuntura de los países socialistas.
Recordemos lo que es un país socialista.
Es un país donde una revolución socialista política ha tenido lugar (tomando el poder en condiciones históricas distintas, pero que conducen a la dictadura del proletariado), luego una revolución económica (socialización de los medios de producción, establecimiento de las relaciones socialistas de producción). Un país socialista  así constituido “construye el socialismo” bajo la dictadura del proletariado y, cuando el momento llega, prepara la transición al comunismo. Es un proceso a largo plazo.
Ahora, a los ojos del P.C.Ch., un examen crítico de las “experiencias positivas y negativas” de las revoluciones socialistas –sus victorias y derrotas, sus dificultades, su progreso, su grado de avance (en la U.R.S.S., en los países socialistas de Europa Central, en Yugoslavia, en China, en Corea del Norte, en Vietnam del Norte, en Cuba) –muestra que cada país socialista se ha encontrado, o se encuentra, o se encontrará,  incluso cuando ha completado “más o menos” la socialización de los medios de producción, enfrentado con un problema crucial: el relativo al de los dos “caminos”.
El problema es el siguiente. Lo presentaremos en forma de preguntas.
En las diferentes fases de las transiciones revolucionarias que hacen que una forma social de capitalismo pase al socialismo y luego al comunismo, ¿no existe, en cada una de estas fases, un riesgo objetivo de “regresión”? ¿No es este riesgo el resultado de la política seguida por el partido revolucionario, su corrección o falsedad; no sólo su línea general, sino también las formas específicas que es aplicada? ¿En el modo que la jerarquía y articulación de los objetivos está determinado y en los mecanismos objetivos (económicos, políticos, ideológicos) llevados a cabo por esta política? ¿No existe una lógica y una necesidad a estos mecanismos  de tal modo que puedan causar al país socialista “regresar hacia el capitalismo”? Más aún, ¿acaso este riesgo no está exacerbado por al existencia del imperialismo, por su medios (económicos, políticos, militares, ideológicos), por el apoyo que puede inspirarse de ciertos elementos dentro del país socialista, ocupando algunos de los vacíos de este país (como por ejemplo la ideología), utilizando sus mecanismos para neutralizar y utilizarlo políticamente, y luego dominarlo económicamente?
Considerando este riesgo general, y utilizando los términos actualmente desplegados por el Partido Comunista de China, está el futuro del socialismo en un país completamente, es decir, definitivamente, irreversible, cien por cien asegurado basado en el mero hecho que este país ha logrado una doble revolución, tanto política como económica? ¿No puede regresar al capitalismo?
¿Acaso no tenemos un ejemplo de una regresión tal: Yugoslavia?
¿No es posible, entonces, que un pais socialista pueda conservar, incluso durante un largo tiempo, la forma o formas externas (económicas, políticas) de socialismo, al tiempo que se va dejando  progresivamente neutralizado y luego utilizado políticamente y dominado económicamente por el imperialismo?
Este problema guarda relación con la tesis del P.C.Ch. sobre el riesgo que un país socialista puede “retornar” al capitalismo. Es sobre la base de esta tesis general que es posible afirmar que los países socialistas se encuentran constantemente confrontados con una alternativa entre los dos “caminos”. Esta alternativa puede, en determinadas circunstancias, convertirse en particularmente crítica, incluso hoy. Por tanto, dos caminos se abren ante los países socialistas, a la vista de los resultados obtenidos en su revolución:
-  el camino revolucionario, que conduce más allá de los resultados obtenidos, hacia la consolidación y desarrollo del socialismo, luego hacia el paso al comunismo.
-  el camino regresivo, que se repliega de los resultados obtenidos, hacia la neutralización y posterior utilización y más tarde dominación y “digestión” económica de un país socialista por el imperialismo: el camino de la “involución hacia el capitalismo”.
Así pues, la alternativa entre los dos caminos es esta: o bien “detenerse a medio camino”, que en realidad significa dar marcha atrás, o no “detenerse a medio camino”, es decir, seguir avanzando hacia adelante.
En los textos oficiales chinos, el primer camino se caracteriza, en forma abreviada, como el camino “capitalista” (es la cuestión de “los dirigentes que toman el camino capitalista”), y el segundo camino se caracteriza, nuevamente en forma abreviada, como “el camino revolucionario”.
Tal es el problema político dominante planteado por la coyuntura política de la R.C.

b) Objetivos políticos de la Revolución Cultural
Para China, la R.C. ofrece una respuesta a esta pregunta, una solución a este problema. Para China: pero está claro que esta solución, al igual que este problema, sobrepasa infinitamente la coyuntura china tanto en su importancia como en sus efectos.
El P.C.Ch. declara: estamos en una encrucijada. Debemos escoger: o bien detenernos a medio camino, en cuyo caso nosotros de hecho, incluso si afirmamos lo contrario, tomamos el camino de la involución, el “camino capitalista”, o nos decidimos a marchar adelante, tomamos los pasos necesarios, y entonces nos encaminamos por “el camino revolucionario”.
Es precisamente en este punto en la coyuntura china que la R.C. interviene.
El P.C.Ch. declara que, con objeto de reforzar y desarrollar el socialismo en China, a fin de asegurar su futuro y protegerlo de una manera duradera de cualquier riesgo de involución, debe añadir una tercera revolución a las anteriores revoluciones políticas y económicas: una revolución ideológica de masas.
El P.C.Ch. llama a esta Revolución ideológica de masas la Revolución Cultural Proletaria.
Su objetivo final es transformar la ideología de las masas, reemplazar la ideología feudal, burguesa y pequeñoburguesa que aún impregna a las masas de la sociedad china por medio de una nueva ideología de masas, proletaria y socialista –y de esta manera dotar a la infraestructura económica socialista y a la superestructura política de la superestructura ideológica correspondiente.
El objetivo final define el objetivo más lejano de la C.R. La R.C. sólo puede ser un proceso de larga duración.
Sin embargo, el objetivo final desde ahora en adelante depende en el problema esencial y dominante de la coyuntura: el problema de la encrucijada, el problema de los dos caminos.
La articulación de este objetivo destaca claramente en todos los textos oficiales chinos estableciendo la jerarquía de los actuales objetivos: “El movimiento en marcha tiene como principal objetivo aquellos que, en el Partido, mantienen posiciones de dirección, y han tomado el camino capitalista”. Es por tanto dentro del Partido, de donde depende todo, es con el propio Partido, que la R.C. debe iniciarse, mientras a la vez se desarrolla en otros dominios. La R.C. plantea, de manera inmediata  directa, una pregunta a  los dirigentes, la pregunta esencial, la pregunta de qué camino están tomando, el camino que tienen intención de tomar: el “camino capitalista” o el “camino revolucionario”.
El objetivo esencial inequívoco indica el problema central al que responde la R.C.
Por supuesto, la R.C. tiene, a partir de este punto, otros objetivos. Al igual que la ideología está presente en todas las prácticas de una sociedad determinada, la R.C. asume el máximo posible en las formas de la ideología que interviene en las prácticas económicas, las prácticas políticas, las prácticas pedagógicas, etc.
En todas estas esferas, la R.C. define objetivos a corto plazo, planteados con miras a sus objetivos más distantes. Todos están articulados en última instancia teniendo en cuenta solucionar el problema esencial: el problema de los dos caminos.

c) Medios y métodos de la Revolución Cultural
En cuanto a los medios y métodos de la R.C., descansan en el principio de que la R.C. debe ser una revolución de las masas que transforma la ideología de las masas y está realizada por las propias masas.
No es simplemente una cuestión de transformar la ideología o reformar la comprensión de algunos intelectuales o algunos dirigentes. No es siquiera una cuestión de transformar la ideología sólo del Partido Comunista, suponiendo que tal cosa fuera necesaria. Es una cuestión de transformar las ideas, los métodos de pensar, los métodos de actuar, las costumbres de las masas de todo el país, varios centenares de millones de personas, campesinos, obreros, intelectuales.
Ahora, una transformación tal de la ideología de las masas sólo puede ser el trabajo de las propias masas, actuando dentro y a través de organizaciones que son organizaciones de masas. La política del P.C.Ch. consiste, entonces, en hacer el llamamiento más extenso posible y tener la mayor confianza en las masas, y en invitar a todos los dirigentes políticos a seguir, sin indecisiones e incluso con una cierta audacia, la “línea de masas”. Es necesario dejar que las masas hablen, y tener confianza en las iniciativas de las masas. Los errores, inevitables en todo momento, tendrán lugar: serán corregidos dentro del movimiento, las masas se educarán a sí mismas dentro y a través de la acción. Pero debemos evitar a toda costa refrenar o restringir este movimiento de antemano, con el pretexto que los errores o excesos son “posibles”: esto quebraría el movimiento. Es también necesario prever que existirán resistencias, a veces considerables, al movimiento de masas: son normales, dado que la R.C. es una forma de la lucha de clases. Estas resistencias provendrán de los representantes de las antiguas clases dominantes y también pueden provenir, en algunos casos, de masas mal dirigidas o mal atendidas, e incluso pueden provenir de ciertos dirigentes del Partido. Será necesario tratar todos los casos de manera diferente, distinguiendo a los enemigos de los amigos, entre adversarios, distinguiendo entre los elementos hostiles e irreductibles, los dirigentes que están atascados en sus métodos o confusos, aquellos que son reacios y aquellos que son débiles. En ningún caso, incluso contra el enemigo de clase burgués (crímenes castigados por la ley), se debe recurrir a los “golpes” y recurrir a la violencia, pero siempre al razonamiento y la persuasión.
Las masas sólo pueden actuar en organizaciones de masas. Los medios más originales e innovadores de la R.C. se encuentran en el surgimiento de organizaciones específicas a la R.C., organizaciones distintas de otras organizaciones de la lucha de clases (sindicato y Partido). Las organizaciones específicas a la R.C. son organizaciones de la lucha de clases ideológica.
Estas organizaciones parecen haber surgido originalmente como resultado de iniciativas desde la base (creación de círculos, grupos de estudio, comités populares). Igual que Lenin hizo con los Soviets, el P.C.Ch. reconoció su importancia, las apoyó y extendió su ejemplo a toda la R.C., entre los obreros, campesinos, intelectuales y la juventud.
El P.C.Ch. es muy cuidadoso de vincular estas nuevas organizaciones a las antiguas. Esa es la razón por la que constantemente se nos recuerda que la R.C. es llevada a cabo bajo la dirección del Partido, y que los objetivos de la R.C. deben ser constantemente combinados, tanto en las fábricas y los campos, con objetivos ya definidos para la “educación socialista”, que las organizaciones estudiantiles no deben intervenir en las fábricas ni en los sectores campesinos, donde los obreros y campesinos desarrollarán ellos mismos la R.C., que la R.C. no debe entorpecer la producción sino asistirla, etc.
Al mismo tiempo, el P.C.Ch. declara que estas son organizaciones juveniles de masas, principalmente la juventud urbana, compuestas por tanto por la mayor parte de estudiantes de escuelas superiores y universidades, y que son actualmente la vanguardia del movimiento. Es una situación objetiva, pero su importancia política es clara. De un lado, de hecho, el sistema educativo vigente para la educación de la juventud (no olvidemos que la escuela marca profundamente a las personas, incluso durante periodos de mutación política), era en China un bastión de la ideología burguesa y pequeño burguesa. De otro, la juventud, que no ha experimentado luchas y guerras revolucionarias, constituye, en un país socialista, un asunto muy delicado, un lugar donde el futuro está en gran parte en juego. La juventud no es únicamente revolucionaria por el hecho de haber nacido en un país socialista, ni por crecer escuchando historias de las hazañas de sus mayores. Si, pese a todas las energías de su edad, se encuentra, debido a errores políticos, abandonada a un caos o “vacío” ideológico, se entrega entonces a formas ideológicas “espontaneístas” que llenan incesantemente este “vacío”: ideologías burguesas y pequeño burguesas, ya sea heredadas de su propio pasado nacional o importadas desde el exterior. Estas formas encuentran sus puntos naturales de apoyo en el positivismo, el empirismo y el tecnicismo “apolítico” de los escolares y otros especialistas. A cambio, si un país socialista asigna a su juventud una gran tarea  revolucionara y la educa para esta acción, no sólo la juventud contribuirá, en la R.C., a la transformación de la ideología existente; se educará y transformará su ideología. Es en la juventud que la ideología, de cualquier tipo, tiene el mayor impacto. La cuestión es saber qué ideología debe actuar sobre la juventud de un país socialista. La R.C. responde, en general, a esta cuestión. Las organizaciones de la juventud de la R.C. dan la respuesta a la juventud.
Finalmente, debe señalarse que el llamamiento para la R.C., el llamamiento a las masas, el llamamiento para el desarrollo de las organizaciones de masas de la R.C., sus métodos, incluyendo las condiciones de crítica de los dirigentes de “emprenden el camino capitalista”, son realizados por el Partido Comunista, que por tanto mantiene la organización clave, central y dirigente de la Revolución china. También debe señalarse que el Partido estableció, con gran insistencia, la ley teórica y práctica de la R.C., su ley suprema: “el Pensamiento Mao Tsetung”, es decir, el marxismo-leninismo aplicado a la existencia de la Revolución china y el socialismo, el marxismo-leninismo enriquecido por esta experiencia, y expresado en una forma directamente accesible para las masas.
La R.C. es, por tanto, ni la exaltación de un “espontaneísmo” ciego de las masas, ni una “aventura” política. El llamamiento a las masas, la confianza en las masas y la creación de organizaciones de masas corresponde a las necesidades y posibilidades de las masas. Pero al mismo tiempo, la R.C. es una decisión considerada y deliberada, emprendida por el Partido: se asienta en un análisis científico de la situación, y por tanto en los principios de la teoría y práctica marxistas. De forma similar, la suprema ley de la R.C. es, en la teoría al igual que en la práctica, el marxismo-leninismo.
Tales son la coyuntura, los objetivos, los medios y los métodos de la R.C.

II. 

REVOLUCÍÓN CULTURAL Y PRINCIPIOS TEÓRICOS MARXISTAS


Naturalmente, este análisis político de la R.C. plantea toda una serie de problemas teóricos.
La R.C. propone, con sus decisiones, un número de nuevas tesis políticas: el riesgo de “involución” de un país socialista hacia el capitalismo, la continuación de la lucha de clases en un régimen socialista tras la transformación, mayor o menor, de las relaciones de producción, la necesidad de una revolución ideológica de masas y de organizaciones de masas específicas para este revolución, etc.
¿Estas nuevas tesis políticas se ajustan a la teoría marxista?
a) La tesis central, que plantea los problemas teóricos más importantes, es la tesis concerniente a la posibilidad de “involución” de un país socialista hacia el capitalismo. La tesis se desarrolla en contra de muchas convicciones ancladas en las interpretaciones ideológicas del marxismo (interpretaciones religiosas, evolucionistas, economicistas)
Esta tesis es, de hecho, impensable si el marxismo es una filosofía esencialmente religiosa que garantiza el socialismo presentándolo como el objetivo hacia el que la historia humana ha trabajado siempre. Pero el marxismo no es una filosofía de la historia, y el socialismo no es el “final” de la historia.
Esta tesis sería igualmente impensable si el marxismo fuera un evolucionismo. En una interpretación evolucionista del marxismo, existe un orden necesario y garantizado de modos de producción: uno no puede, por ejemplo, “saltarse” un modo de producción. Esta interpretación ofrece una garantía de que siempre estás moviéndote hacia delante, excluyendo por tanto en principio cualquier riesgo de “involución”: desde el capitalismo sólo, podemos proseguir hacia el socialismo, y desde el socialismo al comunismo, no hacia el capitalismo.
Y cuando, por necesidad, el evolucionismo debe admitir la posibilidad de “involución” piensa que el retroceso es para regresar a las viejas formas del pasado, que han permanecido inmutables en sí mismas. Pero el marxismo no es evolucionismo. Su concepción de la dialéctica histórica permite demoras, distorsiones, involuciones sin repetición, saltos, etc. De este modo, para el marxismo, ciertos países pueden “pasar al socialismo” sin haber “pasado a través” del capitalismo. Esta es la razón por la cual es posible la involución hacia un modo de producción que ha sido en principio superado (por ejemplo Yugoslavia). Pero es por esta misma razón que esta involución no es un retorno puro y simple al pasado, hacia un pasado intacto, hacia viejas formas: ocurre a través de un proceso distinto, la inserción de nuevas formas (formalmente socialistas) en un sistema de modo de producción capitalista, produciendo una forma original de capitalismo bajo “apariencias” socialistas.
La tesis de la “involución” sería, finalmente, imposible si el marxismo fuera economicismo. En una interpretación economicista del marxismo, la abolición de las bases económicas de las clases sociales es todo lo que es necesario para confirmar la desaparición de las clases sociales, y con ellas, la lucha de clases y la necesidad de la dictadura del proletariado, y por tanto, el carácter de clase del Partido y del Estado –con el fin, en otras palabras, de poder declarar que la victoria del socialismo ha sido “asegurada definitivamente”. Pero el marxismo no es economicismo.
b) De hecho, una clase social no se define únicamente por las posiciones de sus miembros en las relaciones de producción y por tanto por las relaciones de producción: se define también, al mismo tiempo, por su posición en las relaciones políticas e ideológicas, que permanecen como relaciones de clase mucho después de la transformación socialista de las relaciones de producción.
No hay duda que lo económico (las relaciones de producción) define a una clase social en última instancia, pero la lucha de clases constituye un sistema y actúa a distintos niveles (económico, político, ideológico); la transformación de un nivel no hace desaparecer las formas de la lucha de clases en los otros niveles. De esta manera, la lucha de clases puede continuar bastante virulentamente en el nivel político, y sobre todo en el nivel ideológico, mucho después de la supresión más o menos completa de las bases económicas de las clases poseedoras en un país socialista.
Es, por tanto, esencialmente en relación a las formas de la lucha de clases política y especialmente ideológica que las clases sociales se definen: dependiendo en el lado que se posicionen en las luchas políticas e ideológicas.
Esto no significa que la determinación de las clases sociales por la economía esté en un paréntesis. En los países socialistas, dependiendo de las etapas de su historia, persisten ciertas relaciones económicas (al menos la producción de mercancías a pequeña escala, que tanto preocupó a Lenin) que constituyen una base económica para la distinción entre clases y para la lucha de clases. Igualmente, notables diferencias en los ingresos pueden servir como soporte económico para las distinciones necesarias para la supervivencia de una lucha de clases que se materializa fuera de la esfera económica: en el dominio político, y, por encima de todo, en el dominio ideológico.
c) Esta es la cuestión esencial: la tesis de la “involución” presupone que, en una cierta coyuntura en la historia de los países socialistas, lo ideológico puede convertirse en la cuestión estratégica en la cual se decide todo. Es, por tanto, en la esfera ideológica que se localiza la encrucijada. El futuro depende en lo ideológico. Es en la lucha de clases ideológica donde se juega el destino (progreso o retroceso) de un país socialista.
Esta tesis relativa la posibilidad de un papel dominante para lo ideológico en la coyuntura de la historia del movimiento obrero sólo puede desarrollarse contra los “marxistas” economicistas, evolucionistas y mecanicistas, es decir, aquellos que no saben nada de la dialéctica materialista. Es sorprendente sólo para aquellos que confunden la contradicción principal y secundaria, el aspecto principal y secundario de la contradicción, la revocación de los aspectos y contradicciones principal y secundaria, etc., en resumen, aquellos que confunden la determinación en última instancia de lo económico con la dominación de esta o aquella instancia (la económica, política o ideológica) en este o aquel modo de producción o en esta o aquella coyuntura política.
En su decisión y desarrollo, la R.C. llega por tanto a proclamar dos tesis:
- 1. En un país socialista, el proceso de “involución” puede iniciarse con lo ideológico; es a través de lo ideológico que ocurrirá el efecto que progresivamente tocará la esfera política y luego económica.
- 2. Es emprendiendo una revolución en la esfera ideológica, en dirigir la lucha de clases en la esfera ideológica, que resulta posible impedir o luchar contra este proceso y dirigir a un país socialista en la otra dirección: por el “camino revolucionario”.
Formalmente, la primera tesis significa: una vez que un país socialista ha suprimido las bases económicas de las viejas clases sociales, puede pensar que ha suprimido las clases y por tanto la lucha de clases. Puede pensar que la lucha de clases ha sido superada, incluso aunque continué actuando en el dominio político y principalmente en el dominio ideológico. No ver que la lucha de clases puede desenvolver en su forma más pura (por excelencia) en la esfera ideológica es abandonar la esfera de lo ideológico a la ideología burguesa, es abandonar el terreno al adversario. Si el adversario está en el campo de batalla sin ser identificado y tratado como un adversario, entonces está llevando la batuta, y no nos debe sorprender cuando gana territorio. Lo que puede sobrevenir es la instalación de mecanismos ideológicos, políticos y económicos conducentes a la restauración del capitalismo. Lo que puede sobrevenir es la neutralización política, luego la utilización política y luego la dominación económica del país socialista por el imperialismo. De hecho, es impensable que un país socialista pueda permanecer socialista mucho tiempo si se basa de hecho en esta contradicción: una infraestructura socialista y una superestructura ideológica burguesa.
La R.C. saca sus conclusiones de esta contradicción: debemos emprender una revolución en la ideológico a fin de dar al país socialista para que esté dotado con una infraestructura socialista y una superestructura ideológica socialista.
Esta tesis no es nueva. Marx y Lenin la recuerdan constantemente. Marx afirmó que por cada infraestructura debería existir la “correspondiente” superestructura propia, y que en una revolución socialista no es sólo lo político y lo económico lo que debe cambiar sus bases y formas, sino también lo ideológico. Lenin habló abiertamente de la necesidad vital de la revolución cultural.
Lo que es nuevo es que esta tesis teórica está hoy en el orden del día de la política práctica de un país socialista. Por primera vez en la historia del movimiento obrero, un país socialista considera necesario poner en acción esta tesis, y se encuentra capaz de hacerlo.
No es suficiente decir que esta tesis es, fundamentalmente, clásica- La práctica de su puesta en acción es algo completamente nuevo, clarificando a su vez esta tesis teórica y los principios sobre los que se basa. Es imposible emprender una revolución ideológica de masas sin aprender algo nuevo sobre tanto la ideología como sobre las masas. Estamos comenzando a ver que la R.C. no plantea simplemente problemas teóricos con respecto a tesis teóricas existentes: dirige nuestra atención a nuevos conocimientos teóricos que su práctica produce y requiere.
d) Es en este sentido que la R.C. pone en juego principios marxistas concernientes a la naturaleza de lo ideológico.
¿Cuál es el ámbito de lo ideológico?
La teoría marxista muestra que cada sociedad comprende tres niveles específicos, instancias o ámbitos:
- el económico  ————-> infraestructura
- el político  ——————> superestructura
- el ideológico
Estos “niveles” están articulados entre sí de un amanera compleja.
Es lo económico lo que es determinante en última instancia.
Cuando utilizamos una metáfora arquitectónica (la de una casa: infraestructura/superestructura), decimos que lo  ideológico representa uno de los niveles de la superestructura. Hacemos esto para indicar su posición en la estructura social (superestructura y no infraestructura), su relativa autonomía con relación a lo político y lo económico, y al mismo tiempo sus relaciones de dependencia con relación a lo político y lo económico.
Si, por el contrario, queremos sugerir la forma concreta de existencia de lo ideológico, es mejor compararlo a un “cemento” más que al suelo de un edificio. De hecho, lo ideológico se filtra, en todas las habitaciones del edificio: en la relación de los individuos a todas sus prácticas, a todos sus objetos, en sus relaciones con la ciencia, la tecnología, las artes, en sus relaciones a la práctica económica y la práctica política, en sus relaciones “personales”, etc. Lo ideológico es lo que, en una sociedad, distingue y cimienta, ya sean distinciones técnicas o de clase.
Mientras lo ideológico regula las relaciones “vividas” de los individuos en relación a sus condiciones de existencia,  a sus prácticas, a sus objetos, a sus clases, a sus luchas, a su historia y a su mundo, etc., lo ideológico no es individual ni subjetivo en su carácter.
Como todos los “niveles” de la sociedad, lo ideológico está formado por relaciones sociales objetivas. Igual que existen relaciones sociales (económicas) de producción, existen también relaciones sociales políticas y “relaciones sociales ideológicas”. Esta última expresión es utilizada por Lenin (en “¿Quiénes son los `amigos del pueblo´?”). Deben tomarse al pie de la letra. A fin de conocer lo ideológico, debemos conocer estas relaciones sociales y de qué se componen.
Efectivamente, ¿de qué se componen estas relaciones? No sólo se componen de sistemas de ideas-representaciones, sino también de sistemas de conductas-comportamientos; por tanto, de sistemas tanto “teóricos” como “prácticos”. Lo ideológico incluye no sólo sistemas de ideas (ideologías en el sentido estricto), sino también sistemas de prácticas de conducta-comportamiento (hábitos o costumbres).
Las ideas y costumbres están relacionadas dialécticamente. Dependiendo en la situación de clase y la coyuntura, puede haber o bien una identidad parcial o general, o una discrepancia o contradicción entre ideas y costumbres. En la lucha ideológica, es muy importante reconocer las ideas y costumbres que el partido del adversario ideológico encarna, al igual que es muy importante saber cómo hacer las distinciones necesarias entre ideas, o entre ideas y costumbres. Los grandes revolucionarios siempre han sabido cómo hacer estas distinciones y mantener lo que es “bueno” del pasado mientras han rechazado lo que es “malo” en el ámbito tanto de las ideas como de las costumbres. Sea cual sea el caso, una revolución ideológica debe ser necesariamente una revolución no sólo en ideas –o ideologías- sino también en conductas y comportamientos prácticos –o costumbres.
Esta doble naturaleza de lo ideológico nos permite comprender que las tendencias ideológicas pueden inscribirse en determinados comportamientos y en determinadas conductas prácticas al igual que en ideas. Nos permite comprender que determinadas “costumbres” o “hábitos de trabajo” y “hábitos de dirección”, un determinado “estilo” de dirección, puede tener una significación ideológica, y ser contraria a la ideología revolucionaria, incluso cuando son las acciones de los dirigentes socialistas. La ideología burguesa puede por tanto encontrar apoyo en determinadas prácticas, es decir, en determinadas costumbres políticas, técnicas, burocráticas, etc., de los dirigentes socialistas. Si estos “hábitos de trabajo” y “hábitos de dirección” se multiplican, ya no son “peculiaridades” o flaquezas: pueden ser o convertirse en señales de distinción social, tomar partido (conscientemente o no) en la lucha de clases ideológica. Por ejemplo, el comportamiento burocrático o tecnocrático de los dirigentes, ya sean dirigentes económicos, políticos o militares, pueden constituir muchos puntos de apoyo, dentro del dominio ideológico de un país socialista, para la ofensiva ideológica de la burguesía.
Si la R.C. aborda seriamente este peligro, es porque está en conformidad con la teoría marxista de la ideología. Pero al mismo tiempo, abordándolo seriamente, está obligada a profundizar su teoría, y por tanto a llevarla más allá.
e) Finalmente, la R.C. pone en juego los principios del marxismo con respecto a sus formas y organizaciones.
En realidad, la tesis del P.C.Ch. supone que existen organizaciones de masas específicas a la R.C., y por tanto que estas organizaciones son distintas del Partido.
Lo que claramente plantea el problema, para muchos comunistas, es la existencia de estas nuevas organizaciones que son diferentes del Partido.
La cuestión de las organizaciones de la lucha de clases y su distinción, es una vieja cuestión del movimiento obrero.
Fue establecida por Marx, Engels y Lenin en la medida que era un asunto de organización de la lucha de clases económica (el sindicato) y la organización de la lucha de clases ideológica (el Partido). Esta distinción funcional correspondía a una distinción en términos de forma. El sindicato era una organización de masas (sin centralismo democrático). El Partido era una organización de vanguardia (con centralismo democrático).
Hasta ahora, el Partido ha sido responsable para tanto la lucha política como la lucha ideológica. La C.R. añade esta innovación sorprendente, creando un nuevo y tercer tipo de organización: una organización específica a la lucha de masas ideológica. Es indudable que llamada a aplicar las decisiones del Partido. Pero es diferente de él. Además, este tipo de organización se distingue del Partido en la medida que es, como los sindicatos, una organización de masas (no es gobernada por el centralismo democrático: se dice que los dirigentes de estas organizaciones de la R.C. deben ser elegidos “como los diputados de la Comuna de París”).
¿Pero está esta sorprendente innovación en conformidad con los principios teóricos del marxismo?
Formalmente, se puede decir que la distinción entre organizaciones refleja la distinción entre instancias o niveles de realidad social. Una organización de masas para el nivel económico (sindicato); una organización de vanguardia para el nivel político (el Partido); una organización de masas para el nivel ideológico (las organizaciones de la R.C.).
Pero quizás debemos ir más allá y preguntar por qué este tercer tipo de organización, que no existía antes, y que Marx y Lenin no anticiparon, es de ahora en adelante indispensable en un país socialista.
Podemos sugerir, prudentemente pero no sin razón, que la respuesta a esta pregunta se puede encontrar en el cambio de posición tanto del Partido como del sindicato con respecto al Estado en un régimen socialista.
Tras la primera toma revolucionaria del poder, durante la dictadura del proletariado, el Partido debe asumir la dirección del Estado, el poder del Estado y el aparato del Estado. En este caso, una fusión parcial pero inevitable ocurrirá entre el Partido y el aparato del Estado.
De esta manera, se plantea un serio problema, uno que Lenin subrayó en términos dramáticos en los textos de finales de su vida (“Purgando el Partido”, “¿Cómo Debemos Reorganizar la Inspección Obrera y  Campesina?”): ¿cómo debemos regular las relaciones entre el Partido y el Estado a fin de evitar los obstáculos de burocracia y tecnocracia al igual que sus graves efectos políticos?
Lenin buscó la solución a este problema en un organismo: la Inspección Obrera y Campesina. Este organismo era una emanación del Partido. No era una organización propiamente hablando. Mucho menos una organización de masas.
El problema planteado por Lenin en términos dramáticos (era consciente que esta solución excedía a las fuerzas entonces existentes en la U.R.S.S.), fue respondido, cuarenta años después, por el P.C.Ch. con la R.C.
Responde a esta pregunta estableciendo no un organismo para supervisar las relaciones entre el Partido y el Estado, sino estableciendo un movimiento de masas y una organización de masas cuya tarea “principal” consiste hoy, en la R.C., en identificar y criticar a los dirigentes que se han separado de las masas, que se comportan de manera burocrática y tecnocrática, que por sus ideas o sus “costumbres”, hábitos de vida, trabajo y dirección, abandonan el “camino revolucionario” y “emprenden el camino capitalista”.
La R.C. añade una solución completamente nueva al problema planteado por Lenin. El tercer tipo de organización, responsable para la tercera revolución, debe ser distinto del Partido (tanto en su existencia como en su forma organizativa) a fin de obligar al partido a distinguirse del Estado, en un periodo durante el cual está en parte forzado, y en parte tentado, a fusionarse con el Estado.
Si estos análisis son, pese a su naturaleza esquemática, correctos en principio, está claro que la R.C. es de interés, directa o indirectamente, a todos los comunistas.
El gran interés político y teórico de la R.C. es que constituye  un recordatorio solemne de la concepción marxista de la lucha de clases y la revolución. La cuestión de la revolución socialista no se soluciona definitivamente por la toma del poder y la socialización de los medios de producción. La lucha de clases continúa bajo el socialismo, en un mundo ensombrecido por las amenazas del imperialismo. Es por tanto por encima de todo en la esfera ideológica que la lucha de clases decide la suerte del socialismo; progreso o involución, camino revolucionario o camino capitalista.
Las grandes lecciones de la R.C. van más allá de China y de los otros países socialistas. Son de interés al conjunto del movimiento comunista internacional.
Nos recuerdan que el marxismo no es ni una religión de historia, ni evolucionismo, ni economicismo. Nos recuerdan que el dominio de lo ideológico es uno de los campos de la lucha de clases, y que puede convertirse en el lugar estratégico donde se juegue, bajo determinadas circunstancias, la suerte de la lucha entre clases.
Nos recuerdan que existe una vinculación extremadamente estrecha entre la concepción del marxismo y la lucha de clases ideológica.
Nos recuerdan que cada gran revolución sólo puede ser la obra de las masas, y que el papel de los dirigentes revolucionarios, mientras dotan a  las masas de los medios para orientarse y organizarse a sí mismas, mientras les proporcionan el marxismo-leninismo como brújula y ley, es estar presentes en la escuela de las masas, a fin de ayudarles a expresar su voluntad y resolver sus problemas.
No es una cuestión de exportar la R.C. Pertenece a la Revolución china. Pero sus lecciones teóricas y filosóficas pertenecen a todos los comunistas .Los comunistas deben tomar prestadas estas lecciones de la R.C. y beneficiarse de ellas.
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