14 de noviembre de 2008

Las dos inglesas y el amor

Como acostumbra, Truffaut nos deleita con este film que nos adentra en las profundidades del amor y el deseo. Es una pelicula de lo que sencillamente definiriamos como cine bueno, alejado del efectismo facil y superficial a que nos tiene acostumbrado el cine comercial. Truffaut vuelve a mostrarnos su concepcion del amor, amor fluido, cambiante, indomable. Se trata esta vez de un burgues frances que se enamora de dos hermanas inglesas, a la vez que ellas de el. Pero no es un enamoramiento lineal, sino lleno de altibajos, de vaivenes, de sorpresas y recovecos. Es decir, como la realidad misma aunque intentemos autoconvencernos de la controlabilidad de nuestro amor. El amor, como decia Fromm, es el hijo de la libertad. Y si el amor no es libre, no es el rio que avanza solventando todos los inesperados obstaculos, en vez de amor es miedo, seguridad, necesidad vacia de sentimiento. Las tensiones entre esa doble concepcion de la vida, la basada en el ritual y el control y la que nace desde el fondo de nuestro cuerpo mitad divino mitad animal, se expresan en las relaciones humanas, y crean conflictos y choques que dan al mundo una diversidad enorme a pesar de los intentos de los carcas y los globalizadores por imponer una vision del mundo y de las cosas, tambien del amor, unica. En este caso, una de las hermanas es puritana, la otra tiene muchas ganas de ser libre (y las dos tienen en el fondo una parte de la otra). Y el protagonista se enamora y se desenamora alternativamente, entremezcladamente, de ambas. Y mientras vive en un mundo de libertad que le lleva por el mundo como una aventura cotidiana. Una pelicula muy recomendable, sobre un triangulo amoroso dentro de un mundo multiangular. Como en Jules y Jim el autor explora las posibilidades de las relaciones humanas, infinitas, intercambiables, incontrolables, e inesperadas.

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