Los camaradas de La victoria de los oprimidos y explotados ha traducido, por su elevado interés, el artículo “¿ Por qué apoyo al Partido Comunista Revolucionario de Canadá ?” Una serie de posts escritos por un simpatizante del PCR-RCP en su blog M-L-M Mayhem.
Originalmente se suponía que sería un post mucho más reducido, en general para responder algunas preguntas que he recibido de amigos y camaradas que me han preguntado, durante varios años, porque tiendo a simpatizar y respaldar al Partido Comunista Revolucionario de Canadá tanto en mi blog como en mi vida real. Debido a los recientes arrestos de cuatro miembros del PCR-RCP(Partido Comunista Revolucionario), y la revelación que el estado canadiense está considerando seriamente esta organización como una posible amenaza, he decidido que podría ser apropiado escribir un artículo explicando las razones políticas de mi apoyo. Hasta hace muy poco, aparte de para aquellos que siguen el estilo de política maoísta, el PCR-RCP era en general desconocido en el Canadá anglófono dominante (en oposición al Quebec donde tiene mucho más reconocimiento) y éste es un post que apunta principalmente a ésta parte del país, como también a aquellos lectores de otros países que han expresado interés en esta organización. Como ya he señalado anteriormente, tenía que ser mucho más corto: he tenido que dividir el contenido en tres posts.
Años atrás, cuando la mayoría de la energía del activismo político era canalizada a través de grupos de trabajo afines a mi sindicato local, tuve un encuentro con un colega activista del sindicato sobre la necesidad de involucrarse en algo más amplio que los desconectados, aunque quizás grupos fundamentales. Él sostuvo que, desde que me defino como comunista, debo implicarme en una organización comunista que se parezca más a un partido, debido a las limitaciones del “movimentismo” y de una “conciencia sindical.” En ese momento, justamente cuando acababa de salir de una corriente de comunismo “anti-vanguardia”, no estaba del todo convencido por sus argumentos. Además, como consecuencia de mis nacientes simpatías con el marxismo anti-colonial y del tercer mundo (simpatías que eventualmente me guiarían al maoísmo), tampoco me convencía la organización comunista que él promovía, el Grupo Nuevo Socialista [New Socialist Group (NSG)], respondiendo las cuestiones políticas que empezaba a tener.
Finalmente cuando empecé a moverme hacia los análisis de Lenin sobre el estado, no pude evitar recordar la conversación. El problema no obstante, era que la solución que él proponía (involucrarme en el NSG) no aparentaba ser totalmente convincente: no parecía haber ninguna organización comunista en Toronto, y mucho menos en Canadá, que abordara adecuadamente los problemas que yo estaba empezando a creer que planteaban las revoluciones Rusa y China. Incluso mi compañera (quién es responsable en muy buena parte de mi educación política) defendía la necesidad de implicarse en algo más amplio que el movimiento sindical o los grupos “movimentistas”, alegando que me podría beneficiar de algo que en realidad fuera “comunista” en lugar de simplemente sindicalista o activista. Y recuerdo haberle dicho a ella, en más de una ocasión, “estás en lo correcto pero no me siento atraído por ninguna organización en Toronto”.
Es decir, incluso si pudiera aceptar que hubiera la necesidad de un partido revolucionario, algo que pudiera unir ideológicamente a diversas y dispares luchas, no aparecía ninguna organización que estuviera preparada para el desafío. No estoy diciendo que rechaze el trabajo de los activistas en organizaciones como el Grupo Nuevo Socialista, Autonomía y Solidaridad [ahora el “Upping the Anti” colectivo], o incluso el Proyecto Socialista- varias de ellas hacían, y siguen haciendo, un excelente trabajo sin embargo todos estos grupos no parecen tener: 1) un auténtico análisis concreto de la situación específica de Canadá; 2) una apreciación a la vez histórica y del pasado internacional de la revolución.
Por ejemplo, ninguna de las organizaciones comunistas de Toronto (tanto si ellas se autoproclaman como “partidos” o “proyectos” o “pre-partidos” o etc.), posee un análisis teórico unificado del contexto social e histórico de Canadá y lo que podría significar construir una organización revolucionaria dentro de este contexto. El análisis es dispar, a veces intencionalmente ecléctico, y frecuentemente trataba de responder a las políticas antipopulares en lugar de explicar coherentemente un programa político, que es comunista en favor de la población. Y aunque algunos de estos análisis fueron incisivos e influenciaron mi crecimiento como activista político, no eran sustancialmente diferentes que los análisis que pueden ser producidos por los intelectuales de izquierda que participan en grupos de afinidad dispar. La idea es que quería involucrarme en un grupo que realmente pudiera mostrar una respuesta productiva y revolucionaria en el contexto canadiense –un grupo que supiera para lo que estaba y no solamente en qué está en contra, y estuviera interesado en la elaboración de las medidas necesarias para la revolución, en esta nación colonialista-capitalista.
El hecho que la mayoría de estos grupos de Toronto más bien rechazaban las políticas procedentes de las dos grandes revoluciones comunistas históricas mundiales –la primera en Rusia y después en China – era algo que me turbaba. Desde que me incliné hacia posiciones que comprendían que los conocimientos procedentes tanto de la revolución china como los de la revolución rusa poseían un carácter universal, no era de buena fe trabajar con una organización que rechazaba la contribución del maoísmo, que fuera dogmáticamente trotskista (o por lo menos post-trotskista), y quizás ni siquiera reflexionar sobre las enseñanzas de la revolución rusa – dejando de lado algunas generalidades como: “Lenin fue un gran líder revolucionario pero Stalin arruinó las cosas”. Aparte de algunas vagas palabras “de boquilla” sobre la revolución rusa, no había realmente un discurso significativo sobre la Revolución China, ni siquiera una coherente apreciación de las lecciones aprendidas de las luchas antiimperialistas y anticolonialistas del pasado. Aún peor, cuando la Guerra Popular del Nepal estaba en su clímax, ninguno de esos grupos se preocuparon; estaban mucho más implicados en movimientos populistas en Venezuela que en una potencial revolución comunista –algunos de ellos incluso admitieron que ellos no se preocupaban sobre Nepal porque ellos “conocían donde podían llegar este tipo de políticas” (una declaración extraña viniendo de supuestos comunistas).
Y éstas eran las organizaciones de la supuesta “no-dogmática” izquierda comunista. Porque yo ya sabía que nunca estaría interesado en esos anticuados autoproclamados partidos que estaban atrapados en históricos callejones sin salida, sectarios y misioneros, o habían degenerado en el parlamentarismo. Estas organizaciones penosamente ortodoxas eran el tipo de organizaciones, después de todo, que me hacían sentir que el comunismo era o bien repelente o anticuado.
De modo que cuando supe por primera vez del Partido Comunista Revolucionario de Canadá [PCR-RCP] en un inicio desconfiaba. Después de todo, el hecho que se llamará así mismo el Partido Revolucionario Comunista me ocasionó una inmediata asociación con una muy conocida y dogmática organización de EEUU. Y aún después de que uno de mis más cercanos camaradas (un maoísta cuyos muchos debates e intervenciones conmigo influenciaron en mi comprensión del marxismo-leninismo-maoísmo) que asistió al congreso fundacional y me explicó que, el Partido Comunista Revolucionario de Canadá no tenía nada que ver con una organización con idéntico nombre al sur de la frontera, todavía dudaba un poco. En ese momento determinado me había resignado al maoísmo del Tercer Mundo por defecto: esto no hay que interpretarlo como que yo creía que la revolución era imposible en los centros del capitalismo, y que la solución fuera algún tipo de guerra popular global, pero eso me llevaba cada vez más al convencimiento de que la “industria cultural” prevaleciente en los países imperialistas podia ser lo suficientemente fuerte para prevenir cualquier potencial y verdadero partido revolucionario que estuviera surgiendo. Aunque mi comunismo empezaba a abrazar la teoría del Marxismo-Leninismo-Maoísmo, mi experiencia con supuestos grupos revolucionarios en Toronto –grupos que hablaban de la revolución como si se tratara de algo que ocurría en otra parte pero que nunca estaban interesados en imaginar esta posibilidad en su propio entorno –desafortunadamente me predisponía al escepticismo.
No fue hasta mis experiencias con la más reciente huelga del sindicato local que me enfrente otra vez con las limitaciones del sindicalismo, la necesidad de involucrarme en alguna cosa más amplia –la necesidad de un partido comunista debido a los límites de la política sindical. En consecuencia, tras el sórdido final de la huelga, una vez más inicie la investigación de la existencia de los autoproclamados partidos comunistas en mi panorama político. Recordando lo que el camarada me había dicho tiempo atrás sobre el PCR-RCP, me decidí a comprometerme seriamente con su programa. Algunos otros miembros de mi sindicato local, los cuáles también estaban impresionados por las limitaciones del sindicalismo, me acompañaron en varios grupos de lectura comprometidos con el programa. Y aunque esta participación con el tiempo se malogró debido al agotamiento después de la huelga, aún existía un compromiso que me llevó a apreciar tanto el programa como la existencia del PCR-RCP. Sin embargo también este compromiso me llevó a asistir al Segundo Congreso Revolucionario Canadiense promovido por el Partido Comunista Revolucionario de Canadá y, después de quedar impresionado por los miembros del PCR-RCP que asistían, tomé la decisión de simpatizar y apoyar a esta organización como el único partido revolucionario con posibilidades en la actualidad en Canadá.
Y puesto que continúo teniendo preguntas de por qué creo que el PCR-RCP es la única organización existente en Canadá que legitímamente se puede llamar a sí mismo unpartido, en comparación con aquellas otras organizaciones con las que nunca me interesó unirme, voy a tratar de explicar mis razones para pensar de esta manera. Entiendo, después de todo, por mi propia experiencia, el escepticismo inmediato que se levanta contra un grupo que utiliza el término “partido revolucionario”. No creo que este escepticismo represente algo negativo: ha habido tantas decepciones, y tantos nuevos grupos comunistas que se manifiestan cada dos o tres años – infiltrados, otras versiones de parlamentarismo, o fracciones disidentes de la misma vulgaridad trotskista / post-trotskista.
Hay argumentos, después de haber examinado la izquierda de Toronto y viendo incluso los límites de lo que la mayoría de sus organizaciones comunistas progresistas podrían ofrecer, que me hacen creer que el PCR-RCP es digno de apoyo. He dividido estos argumentos en cinco categorías interrelacionadas. De la primera de las cuales expondré a continuación y las otras cuatro siguientes las dividiré en dos posts: el colonialismo de asentamientos y la cuestión nacional; la vanguardia frente al seguidismo; el análisis concreto de una situación específica; la revolución contra la mentalidad activista; y la práctica.
1: El colonialismo la cuestión nacional en Canadá.
Éste fue probablemente el mayor obstáculo que me encontré para unirme a los grupos comunistas existentes actualmente-especialmente desde que inicié el trabajo académico sobre la cuestión del colonialismo de asentamientos era muy consciente de que esta nación que llamamos “Canadá” surgió a través de la contradicción del colonizador y el colonizado. A pesar de que algunos grupos comunistas eran buenos en el apoyo al derecho de autodeterminación de los indígenas, ninguno de ellos realmente sitúa esta libre determinación dentro de un marco teórico más amplio. Ellos no podían explicar el por qué de su apoyo a la soberanía indígena, si dejamos aparte las apelaciones a los derechos humanos básicos y la moralidad.
Esto no quiere decir que algunos de estos grupos no fueran excelentes en algunas de sus prácticas relacionadas con la autodeterminación indígena (algunos de los miembros de “Upping The Anti”, por ejemplo, han sido especialmente ejemplares en este sentido, sobre todo, y más recientemente en el caso del enfrentamiento de las Seis Naciones con Caledonia), pero no hubo ningún intento de utilizar esta práctica dentro de un enfoque teórico coherente con la revolución en Canadá. Peor aún: los anarquistas que eran, a veces mejores, que los comunistas en el apoyo concreto de la lucha indígena, a menudo, debido a su política anarquista, luchaban con dientes y uñas contra la idea de la soberanía nacional – y algunos supuestos grupos “comunistas” no eran inmunes a este análisis político.
Y luego estaban aquellos grupos que, a pesar de respaldar la autodeterminación indígena, aún estaban tan atrapados en las demandas de la soberanía de Quebec como el primer problema nacional, que en realidad no tenían una forma sistemática de evaluar el colonialismo canadiense de asentamientos. En el mejor de los casos, la contradicción colonial fundamental era tratada como idéntica a la supuesta contradicción Quebec-Canadá; en el peor, se malinterpretó como una cuestión moral desconectada – algo que ver con los “derechos” y la “decencia” – permitiendo que algunos de los grupos más dogmáticos argumentaran que la teoría de la cuestión nacional de Lenin no tenía nada que ver con los indígenas (insertando la razón chovinista aquí) puesto que carecían del carácter de nación. (Desearía que fuera una broma, pero no lo es: éste es un argumento que se hizo realidad por parte de algunos grupos “marxistas”.)
Así que lo primero que me hizo tomar el PCR-RCP en serio (la prueba decisiva que usaría para evaluar grupos comunistas debido a mis simpatías políticas ), fue el hecho de que era el único grupo comunista en Canadá, que entiende el contexto colonial de asentamientos dentro de un programa integral de partido.
Y a pesar del hecho de que el PCR-RCP surgió en Quebec, es significativo el hecho de que se aplica la teoría de la cuestión nacional de Lenin principalmente a las naciones indígenas y no a la de Quebec. (Y de acuerdo con algunos de los comentarios ignorantes del post mencionado anteriormente que muestran odio hacia esta posición.) El hecho de que la cuestión colonial fuera abordada de forma tan importante, y de una manera concreta, es extremadamente importante -especialmente (y lo subrayo particularmente) en un país que sólo existe debido al colonialismo. También debo señalar que el grupo estadounidense de nombre similar es conocido por tener un enfoque bastante chovinista sobre el colonialismo (entre otras cosas).
[Continuará…]
Fuente: http://moufawad-paul.blogspot.com.es/2011/07/why-i-support-revolutionary-communist.html
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