25 de abril de 2018

Carteles de propaganda imperialista de la Primera Guerra Mundial

En esta fase avanzada del capitalismo, el imperialismo, los estados y sus gobiernos, administradores de los intereses de la burguesía local, mantienen una permanente guerra comercial, industrial, cultural que, finalmente, terminan irremediablemente dirimiéndose en la guerra por los recursos, ya sea en terceros países colonizados (ocupados militarmente o, simplemente, sometidos al imperialismo económico de los empréstitos a cambio de obligaciones de todo tipo) o, cuando llega el caso, directamente entre ellos.

Ya hace cien años Lenin cuestionaba tal situación diciendo: “¿Deberíamos perecer como esclavos ciegos e indefensos, en una guerra entre esclavistas, o deberíamos buscar la "confraternización" entre los esclavos, con el fin de poner fin a la esclavitud?”.

Los imperialistas han destacado históricamente por su habilidad en realizar propaganda eficaz afín a sus razones. El fomento de la carrera militar se ha realizado con eslóganes pegadizos para atraer a las masas y convertirlas en carne de cañón:  “!El mejor trabajo del mundo- Trabajo y diversión  por todo el mundo- Únete al ejército!”, “Está muy bien el surf, pero ¿qué hay de los hombres en las trincheras?, ve y ayuda”, “Aventura y acción- Alístate a las fuerzas armadas de EEUU".

También se han promocionado de forma importante los llamados bonos de guerra, maquillándolos con expresiones tales como “bonos de la libertad”, “bonos de la victoria”, etc. O, incluso, se llamaba a los pueblos colonizados a defender al imperio.

Detrás de todo este marketing se esconde el genocidio y la barbarie del capitalismo, el saqueo de recursos a las naciones oprimidas, la guerra por el control económico del mundo entre los grandes monopolios y la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía.

En la Primera Guerra Mundial, el primer gran enfrentamiento inter-imperialista de la fase avanzada del capitalismo, los gobiernos y las burguesías locales, (unidas en, como ya señalaba Lenin, sindicatos o alianzas de capitalistas enfrentadas a otras según sus intereses económicos) usaban, en estos casos, a la clase trabajadora como peones en el tablero de la lucha por el control de los recursos para que lucharan en el campo de batalla defendiendo los intereses de la minoría, de los parásitos que viven de su trabajo. 

Para ello, no dudaban en realizar costosas campañas de convencimiento para que esos trabajadores se sintieran identificados con una u otra bandera,  movilizando los sentimientos y la emoción de los trabajadores para que estos se enfrentaran a sus hermanos de clase defendiendo los intereses de los monopolios, en vez de seguir el llamado de Lenin, básico en la lucha de clases en la época imperialista, de convertir la guerra imperialista en guerra civil,  y envitando que aplicaran  las dos tareas del proletariado ante la cuestión nacional, señaladas  también por Lenin: luchar por la unidad de los trabajadores y, al mismo tiempo, por el derecho a la autodeterminación de sus países frente a la opresión imperialista.

El proletariado no debe caer en las ilusiones burguesas ni escuchar los cantos de sirena del imperialismo. Tiene que rebelarse,  convertir la guerra imperialista en guerra civil, llevar a cabo en cada acto de su vida, en cada agitación social, en cada problema surgido, la lucha de clases, única guerra en la que se dirimen sus intereses. Sus guerras no son nuestras guerras y en todo el mundo el proletariado tiene un mismo enemigo en común: el imperialismo.

A continuación pueden ver una serie de ilustraciones históricas de la Primera Guerra Mundial que reflejan las diferentes campañas publicitarias imperialistas de la época, seleccionada por CTT en colaboración con Victoria de los Oprimidos y Explotados:































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