Canute Frankson era un mecánico de Detroit, emigrante jamaicano, que en abril de 1937 decidió viajar a España para luchar contra el fascismo. Tres meses después de llegar, le escribió una carta a un amigo de Detroit explicándole “por qué él, un negro, había optado por participar en una guerra entre los blancos que durante siglos nos han sometido a esclavitud“…
Como él, 85 afroamericanos entregaron su juventud y, algunos, su vida por la libertad de los pueblos de España y para evitar el triunfo de la barbarie fascista, a sabiendas de que la derrota de la versión violenta del capitalismo en España significaba también un paso importante para vencerla en Estados Unidos y en el resto del mundo y, por supuesto, para construir un mundo donde el color de la piel no fuera causa de discriminación, un mundo sin privilegios ni clases sociales.
La carta completa se puede leer en inglés
aquí.
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Albacete, España. 6 de julio de 1937.
Mi querido amigo: estoy seguro de que a estas alturas todavía estás esperando una explicación detallada de lo que tiene que ver esta guerra conmigo. Dado que es una guerra entre los blancos que durante siglos nos han esclavizado, insultado, despreciado… ¿por qué yo, un negro, que he luchado durante años por los derechos de mi pueblo, estoy ahora en España? Porque ya no somos una minoría aislada luchando desesperadamente contra un inmenso gigante, porque, querido amigo, nos hemos convertido en parte activa de una gran fuerza progresista sobre cuyos hombros descansa la responsabilidad de salvar la civilización de la destrucción planificada por un pequeño grupo de degenerados locos en su ansia de poder. Porque si aplastamos el fascismo aquí, vamos a salvar a nuestra gente en Estados Unidos y en otras partes del mundo [...] Todo lo que tenemos que hacer es pensar en el linchamiento de nuestro pueblo. Podemos mirar las páginas de la historia de Estados Unidos manchadas con la sangre de los negros, el hedor de los cuerpos quemados de nuestro pueblo que colgaban de los árboles, los gritos de nuestros seres queridos torturados, los cuerpos marcados por atizadores al rojo vivo [...] Vamos a aplastarlos. Nosotros vamos a construir una nueva sociedad, una sociedad de paz y abundancia. Por eso, amigo, estoy aquí en España. En los campos de batalla de España que lucha por la preservación de la democracia. Aquí, estamos sentando las bases para la paz mundial, por la liberación de un pueblo y de la raza humana. Aquí, donde estamos inmersos en una de las más amargas luchas de la historia humana, no hay diferencias de color, ni discriminación, ni odio racial. Sólo hay odio al fascismo. Sabemos quiénes son nuestros enemigos. Los españoles son muy comprensivos con nosotros. Son gente encantadora. [...] Cada uno de nosotros tiene que dar todo lo que tiene para que esta bestia fascista sea destruida. Después de que todo esto termine, espero compartir mi felicidad con todos vosotros. Será una felicidad que no se podría haber logrado de ninguna otra forma sino que después de haber servido en una causa tan digna. Espero que el mal aparente que cometí [al marcharme] pueda compensarse por el servicio que doy aquí a la causa de la democracia. Mi sincero deseo es que seas feliz, y que cuando esto se acabe nos volvamos a encontrar. [...] De una cosa estoy seguro: voy a estar satisfecho de lo que he hecho.
Hasta pronto. No sé cuándo podré volver a escribir. Hay tanto que hacer y tan poco tiempo.
Saludos. Canute"
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