31 de enero de 2023

Ante la deriva reaccionaria del PML-RC y del Frente Obrero

1.- Si se acepta que la historia de humanidad es la historia de la lucha de clases, es decir, si se asumen los planteamientos del materialismo dialéctico e histórico, la dicotomía izquierda-derecha es perfectamente válida, incluso en términos simbólicos, para representar no sólo la existencia de los dos polos sociales sino también de la contradicción en que se desarrolla esa existencia.

Pretender sustraerse a dicha contradicción, siquiera simbólicamente, es, en el mejor de los casos, una puerilidad política: ¿Qué dirigente del PML-RC abjuraría del calificativo “comunista” por el simple hecho de que toneladas de revisionismo hayan empleado en vano, revolucionariamente en vano, tal palabra? En el peor de los casos, situarse al margen de la izquierda y la derecha, que no es más que soslayar de tapadillo la lucha de clases, significa asumir, de hoz y coz, los postulados ideológicos de quienes en los años 30, bajo una fraseología pseudorrevolucionaria, se convirtieron en el último baluarte del capital.

2.- El hueco ideológico que surgió entonces de la fantástica superación de la lucha de clases por la vía de su pura y simple negación, se rellenó con el discurso político de la exaltación de la nación, construcción ideológica en la que en abstracto –y nada más que en abstracto– quedaban superados los divergentes intereses de clase y su consecuencia inevitable, los choques entre ellas. A esa ideología se la denominó “nacionalismo”, término vago que se aplicó también, de un modo genérico, a todos aquellos movimientos que, desde los años 60, combatían por su independencia en el marco de la descolonización y la lucha antiimperialista.

Si en la base del discurso del PML-RC y el Frente Obrero hay una realidad incontrovertible, esto es, la necesidad de forjar una alternativa revolucionaria que implique al conjunto del movimiento obrero de España y se extienda por todo su territorio, la manera en que dichas fuerzas pretenden dar respuesta a tal necesidad las inhabilita, a priori, para el desempeño de tan alta tarea.

El nacionalismo gran español, que enarbolan, con su letanía de mitos imperiales, el PML-RC y el Frente Obrero, no sólo es ajeno a la mejor tradición comunista española, que siempre reconoció en su práctica política el carácter plurinacional de España, así como el derecho a la libre determinación e independencia de Cataluña, Galicia y el País Vasco, sino abiertamente antileninista.

3.- Uno de los agregados ideológicos que caracterizó a los movimientos reaccionarios de los años 30 fue el antisemitismo, bazofia intelectual que, al tiempo que contribuía a dar coherencia racial al discurso nacionalista, identificaba a la población de origen judío como la responsable de la decadencia –fruto en realidad de la crisis capitalista– de la pequeña y mediana burguesía.

En medio de una crisis económico-social y cultural de proporciones análogas, los movimientos reaccionarios actuales, al servicio, como no puede ser de otra manera, del gran capital, llevan años difundiendo un neoantisemitismo al que el PML-RC y el Frente Obrero dan pábulo sistemáticamente: En lugar de adoptar los principios leninistas sobre el tratamiento de las cuestiones religiosas, ambas fuerzas se dedican a agitar espantajos del tipo de “la islamización de España y de Europa” o a demonizar todo lo que huela a árabe –a sabiendas y a pesar de que la inmensa mayoría de los árabes y musulmanes que viven en España son miembros de la clase obrera–, y lo hacen recurriendo, una y otra vez, a los tópicos más manidos de la mitología nacionalcatólica.

4.- En su aún corta trayectoria política, el PML-RC y el Frente Obrero han hecho gala de un inaudito sectarismo que pretende hacer tabla rasa de todos aquellos movimientos políticos, incluidas figuras concretas de la izquierda, que, entre extraordinarias dificultades y con un coste humano enorme, se enfrentaron y se siguen enfrentando al régimen borbónico del 78.

Cuando se asume la fraseología del siniestro “Pacto antiterrorista” para referirse a la trayectoria histórica del MLNV o del PC(r), cuando se siembra la sospecha “por su ideología nacionalista” sobre luchadores fusilados por la dictadura franquista, cuando se culpa de la represión a quien la sufre en sus propias carnes, como en el caso de Pablo Hasél, o cuando se insulta, lisa y llanamente, a compañeros honrados como Willy Toledo, no cabe hablar de crítica revolucionaria, a saber, la que acera la interpretación de la teoría y la práctica comunistas para poder así ascender a un nivel superior de unidad y acumulación de fuerzas.

Otro tanto puede decirse de la valoración que hacen el PML-RC y el Frente Obrero de la historia del Movimiento Comunista Internacional y de las luchas que se desarrollan en la actualidad en ese ámbito: la declarada oposición a los planteamientos del PC del Perú y a su líder histórico, el Presidente Gonzalo, a la guerra popular que dirige el PC de la India (Maoísta) o la anatematización de figuras como Mao o el Che, a quienes, sin más, se mete en el mismo saco “revisionista” que a siniestros personajes como Jruschov, nos hablan de la pervivencia en el análisis político del PML-RC y el Frente Obrero de los mismos clichés y estereotipos con que el socialimperialismo soviético contaminó, en su día, al MCI.

5.- El rumbo político a que lleva la línea ideológica asumida por el PML-RC y el Frente Obrero no puede ser otro que el más rotundo fracaso. El tacticismo electoral que antepone pescar votos entre las capas más alienadas de la clase obrera, asumiendo planteamientos de la extrema derecha y pintándolos de rojo, a elevar su conciencia política, está siempre condenado a la bancarrota. Más pronto que tarde.

Esperamos que el PML-RC y el Frente Obrero corrijan estas graves desviaciones de su línea política, a la par que preserven y acentúen sus grandes aciertos, tales como la lucha sin cuartel contra el postmodernismo ideológico o la defensa de Stalin.

Forneo-Sade


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