He encontrado una entrada en un blog recien descubierto sobre las matematicas revolucionarias de los pueblos indigenas sudamericanos. La imposicion de la numerologia occidental, tan mutilada como la mayoria de sus formas de vida y de pensamiento, no se pueden aplicar tan doctrinariamente en el mundo que pisotean y que, fracaso tras fracaso, intentan reconstruir a su imagen y semejanza.
La diversidad, a pesar de ellos, siempre triunfo, esta triunfando, y lo seguira haciendo. Hay tantas formas de pensar y de vivir como pueblos sobre la tierra. Esto no lo entendemos los uniformizadores, los que educamos a nuestros hijos para conseguir automatas. La vida es mucho mas rica de lo que las mentes obtusas de los capitalistas cristianos pueden llegar a imaginar.
Cuando tenía 20 años, y desde los 14 soñaba que un día llegaría un Presidente Indio a Bolivia (y también a Paraguay, Perú, Ecuador, Guatemala y el Sur de México), tenía la seguridad que mucho de lo que está sucediendo ahora, sucedería. Sin embargo, tenía la idea que esto llevaría mucho tiempo, y que yo no lo vería. Calculaba la Resurrección Americana en términos de matemática Occidental, fría y metálica.
Pensaba yo, que si 500 años era el tiempo de la conquista, exterminio y dominación; serían necesarios otros 500 años para concretar nuestro retorno a la vida plena y a la liberación total. Mi matemática no-americana consideraba al tiempo un fenómeno lineal, constante, con espejos. A 500 años de Mal, sucedería inevitablemente 500 años de Bien. Nuestro resurgimiento llevaría mucho tiempo.
Los procesos en el Sur de México (Zapatismo) y en Bolivia con Evo, inauguraron una nueva matemática revolucionaria, una aritmética espiritual sin precedentes. Ahora nos es dado descubrir que en nuestra América mágica, el tiempo no fluye como se lo espera. A veces, como la liebre de la fábula se acuesta a dormir la siesta y el tiempo se hace enroscado, pesado, denso, lento y elefántico. En cambio, otras veces, como dice el mismo cuento, la liebre se despierta de sus siesta, y emprende apurada la carrera. Y el tiempo se desata desprolijo. Se hace veloz, agil, rápido, con rayas de tigre y a zarpazos, salvadoreño (el Tiempo está a favor de los Pequeños).
Y en esta maravilla de liebres dormilonas de liestas o de liebres convertidas en yaguaretés, la matemática de los sabios occidentales se quiebra en pedazos, se rompe en cristales de segundos y milenios; porque la terca América Latina, la obsecada Indoamérica, la caprichosa América africana (que inventó el cero), no obedece como dictan las reglas, los manuales y otros compendios doctos de numerología. No. América, nuestra América insurgente hasta en el tiempo, sacude relojes de arena y de sangre; y dice: YO NO ESPERARÉ 500 AÑOS PARA SER LIBRE. LO SERÉ EN 50. LOS CONTARÉ A PARTIR DEL AÑO 1 DE ESTA NUEVA ERA, QUE COMENZÓ EL DÍA PRIMERO DE ENERO DE 1994, EN LAS MONTAÑAS DEL SUR DE CHIAPAS.
Y aquí se nos regala una nueva revelación: En América-La-Nuestra, cada año de Bien equivale a 10 años de Mal. Cada segundo de Liberación, desata 10 segundos de Opresión. Cada minuto de Alegría aplasta 10 Minutos de Tristeza. Pero los que nos combaten no lo saben, son tontos, ya perdieron. No entienden, no podrán entender que nuestro reloj adelanta y el de ellos, atrasa. Combatimos una misma guerra, pero en tiempos diferentes. Lo que a ellos les llevó medio milenio matar, nosotros lo resucitaremos en 50 años. Lo veremos, seremos protagonistas y expectadores a un mismo tiempo, privilegiados. Se nos permite pararnos en esta bisagra formidable de la historia, en este mirador absoluto. Parados en el remolino donde los tiempos se agitan, se enriedan, se estiran y se angostan. Este terreno temporal en el que se mueven Marcos y Evo no lo pueden entender nuestros enemigos. Los sostenedores de este Sistema de Cosas, se resbalan en nuestros pantanos premeditados. Se enchastran en nuestros movimientos. Se entorpecen en nuestras piruetas. Se suicidan en nuestro baile.
Van pero venimos, venimos pero van. Duermen mientras bailamos, Saltan mientras volamos. Ya no pueden alcanzarnos, menos vencernos. Los despojamos de sus latifundios del Alto Parapetí, y mientras no alcanzan a cerrar la O que tienen por mueca en sus bocas, ya han recuperado sus tierras los Guaraníes. Los despojamos de su Salvador. No entienden que han perdido, que lo están perdiendo todo. Es que no saben que los que combaten por nosotros, son los vivos, pero también los muertos. Un ejército de fantasmas levantan nuestra bandera. No estamos Solos. El Pueblo de los Muertos se nos ha unido. Es nuestra hora de gloria y es la hora de su vergüenza. Son como piratas a los que les hemos quitado los Ojos, pulpos sin corazones los conducen hacia el abismo. Nosotros flotaremos en nuestro Amor, mientras ellos se diluyen en las olas de su Odio. Los magos están de nuestro Lado. Merlín combate por nosotros. Guerras mágicas, guerras de pensamiento, guerras del corazón. Cosas secretas. cosas de la noche. Cosas de la luna. Pero no entenderán. No pueden. No saben. Mejor para nosotros.
La Victoria es nuestra. Venceremos porque ya vencimos.
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