4 de marzo de 2014

Estados Unidos reconoce su papel protagonista en el asesinato de Patrick Lumumba


El Departamento de Estado de EE.UU. ha publicado un nuevo volumen de la historia de la diplomacia norteamericana, en el que se incluyen numerosos documentos sobre sus operaciones secretas.

Una de estas menciones es la que hace referencia a la organización de Estados Unidos, junto con el gobierno belga, del golpe de estado que derrocaria al presidente antimperialista Lumumba, su ejecución, y la campaña de ocultamiento de todo el proceso para hacer creer, como sucede hoy, por ejemplo, en Ucrania, o ha ocurrido en tantas otras víctimas del imperialismo norteamericano y sus aliados, que se trato de una especie de revuelta popular dirigida por los propios congoleños.

Como afirma Pedro Antonio García, en CubAhora, Patricio Lumumba fue elegido en 1960 de forma abrumadora, convirtiéndose en el primer Jefe de gobierno de su país tras la independencia. Lumumba llevó a cabo políticas anticoloniales y panafricanas o que provocó que, tal y como ha sucedido en otras muchas ocasiones a lo largo de la historia posterior a la SGM, Estados Unidos y las grandes potencias europeas tuvieran firmada de antemano su sentencia de muerte.

La antigua metrópoli no dudó en organizar una campaña de desestabilización del país, e incentivó la secesión de Katanga, una área geográfica del país extraordinariamente rica en minerales. De igual forma, retiraron a sus técnicos y especialistas con la finalidad de provocar en él un colapso económico total. Por su parte, los servicios de inteligencia norteamericanos y de otros países europeos comenzaron a "subvencionar" a congoleños traidores que se prestaran a colaborar contra el Ejecutivo recién elegido. También como sucedió - y sucede - en otras partes del planeta, con el pretexto de proteger las propiedades de los belgas residentes en el país, la antigua potencia colonial envió contingentes de paracaidistas a Katanga con el objetivo de ayudar a consolidar la secesión iniciada en esa parte del país.

La forma en que fue fabricada la rebelión secesionista de Katanga, una provincia rica en cobre y otros minerales, ha repetido su guión en muchas otras ocasiones. La aparición de un movimiento separatista en dicha provincia representó el inicio de una grave crisis en el Congo y supuso también un paso decisivo en los planes de destrucción del nuevo gobierno del país. El gobierno belga, liderado por el primer ministro Gaston Eyskens, apoyó al "gobierno" separatista de Katanga, y muy en especial a los líderes rebeldes Moise Tshombe y Joseph-Desire Mobutu.

Ante la intervención militar belga, Lumumba recurrió ingenuamente a las Naciones Unidas para expulsar a las tropas extranjeras. El resultado fue catastrófico. Los belgas se negaron a retirarse del país y las Naciones Unidas se sumaron de lleno a la conspiración contra el gobierno central. Fue entonces cuando el jefe del gobierno, Patricio Lumumba, se vio obligado a solicitar la ayuda de la Unión Soviética. A mediados de 1960 comenzaron a llegar asesores militares soviéticos. Lumumba no estaba dispuesto a ceder ni un ápice de la soberanía que tan recientemente había conquistado su país.

Los presidentes norteamericanos Eisenhower y Kennedy respaldaron, por su parte, la intervención de la ONU en el conflicto en con el fin de impedir que Lumumba consiguiera el apoyo de los ejércitos de algunos países africanos amigos o recursos del bloque soviético para combatir la agresión de los separatistas de Katanga.

Lumumba capturado por los rebeldes mercenarios
Lumumba capturado por los rebeldes mercenarios de EEUU y Bélgica
De esta forma, algunos altos responsables de Naciones Unidas aprobaron el envío de una fuerza militar de la ONU al país. Estas fuerzas acabaron jugando un papel fundamental en el derrocamiento del gobierno congoleño, al proceder a desarmar al ejército congoleño e impedirle así luchar contra los rebeldes. En este sentido la ONU, como ha sucedido en otras agresiones similares (Afganistan, Libia) sirvió como un mero instrumento al servicio de EEUU, Bélgica y otros países occidentales en aquel conflicto.

Una unidad secreta de la CIA recibió también el encargo de asesinar a Lumumba, en colaboración con el gobierno de Bruselas, que también montó, por su parte, una operación de comando denominada "Operación Barracuda" con un fin similar. En un telegrama enviado a Lawrence Devlin, jefe de estación de la CIA en el Congo, Allen Dulles, en aquella época director de la CIA, señalaba: "Resulta claro que si Lumumba continúa ostentando su actual cargo, el resultado inevitable, en el mejor de los casos, será el caos en el Congo, y, en el peor, una toma del poder por parte de los comunistas, con desastrosas consecuencias para el prestigio de la ONU y los intereses del mundo libre en general. En consecuencia, hemos concluido que su derrocamiento debe ser un objetivo urgente y prioritario de nuestra acción encubierta". La CIA puso en marcha entonces la "Operación Wizard", destinada a apartar a Lumumba del poder y acabar con su movimiento. Según diversos relatos aparecidos en periódicos como The Guardian o The Washington Post, el propio Eisenhower dio a Dulles la orden de que Lumumba fuera "eliminado".

Como en tantas otras ocasiones precedentes, el gobierno estadounidense encabezado por el Eisenhower, dio la orden expresa de asesinar a Patricio Lumumba. Para ello envió al país africano al conocido agente de la CIA Frank Carlucci, que años más tarde sería nada menos que Secretario de Defensa con Ronald Reagan. Los resultados de la presencia del siniestro Carlucci se comenzaron a apreciar rápidamente. En septiembre de 1960, el coronel Joseph-Desire Mobutu, apoyado por EEUU y Bélgica, dio un golpe de estado y disolvió el gobierno y el Parlamento. El golpe de Estado derrocó a Lumumba, que fue detenido, torturado y asesinado por mercenarios europeos y congoleños.

Como afirma en su libro, El asesinato de Patricio Lumumba , Ludo de Witte, la culpa de la muerte del lider antimperialista y panafricano recae también sobre los periodistas y medios que le demonizaron, tal y como sucede también con el resto de los genocidios, golpes de estado o "revoluciones" diseñados por Washington o la Unión Europea desde la Segunda Guerra Mundial (y que sigue repitiéndose como un calco en las agresiones actuales contra Siria o Ucrania),

La retórica de dichos medios durante aquel tiempo estuvo dirigida a destruir la imagen de Lumumba ante la opinión pública internacional al describirle, entre otras cosas, como un "tirano" y "un ladrón analfabeto".En los días que precedieron al estallido de la rebelión separatista de Katanga los medios de Bélgica y algunos del Congo inventaron historias que hablaban de la comisión de violaciones y saqueos por parte los soldados congoleños. Estos reportajes fueron utilizados como excusa por el primer ministro belga, Gaston Eyskens, para intervenir en su antigua colonia. Bélgica aumentó así el contingente de tropas estacionadas en el Congo hasta los 10.000 soldados. El gobierno belga jugó también un papel importante en la ocultación del asesinato de Lumumba al declarar públicamente que su muerte había sido consecuencia de "una acción defensiva".

En enero de 1961, en plena sabana de katangeña, iluminado por las luces de los automóviles de sus asesinos, fue atado a un árbol y a la orden de un mercenario belga, acribillado hasta la muerte. Su cuerpo, sin vida, fue troceado y disuelto en ácido sulfúrico, procediendo luego a esparcir sus restos en diversos lugares para que no fuera reconocido por nadie.

El asesinato de Patricio Lumumba, primer ministro de la República del Congo y pionero de la lucha en pro de la unidad y liberación de África, ha sido presentado, hasta fechas recientes, en muchos libros de historia como "un arreglo de cuentas entre los bantúes". Esta campaña de desinformación ha sido llevada a cabo precisamente por los mismos que fueron responsables del asesinato de uno de los jóvenes estadistas más brillantes del continente africano. Lumumba fue asesinado el 17 de enero de 1961, menos de seis meses después de haber sido elegido primer ministro del antiguo Congo belga.

Días antes de su asesinato, Lumumba le había escrito a su esposa: “Ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado, porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados”.

Después de décadas de silencio la verdad terminó abriéndose paso. En el 2001, el parlamento belga reconoció la responsabilidad del Estado en la muerte del líder congoleño, aunque no tomó medidas contra los responsables de su asesinato. Y ahora, los papeles de la administración norteamericana han dado a conocer a los otros partícipes del asesinato de un hombre que hoy es considerado por su pueblo como héroe nacional. Ahora son los archivos de la administración norteamericana los que revelan algo que ya todo el mundo sabia: su complicidad en el asesinato.

A continuación, las sinceras y a la vez vomitivas declaraciones de algunos de los asesinos que organizaron su muerte:

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