10 de febrero de 2010

Cuanto hijo de puta hay suelto en los aeropuertos

Cuanto hijo de puta hay en los aeropuertos. Con escusas como la de nuestra seguridad o la de los bajos precios, los ciudadanos, clientes, o como quiera que sea la etiqueta con la que se nos defina, somos tratados como basura. Lo cierto es que ni una ni otra de las justificaciones tras las que se esconden los hijos de puta para maltratar al que, se supone, siempre tiene la razon, el consumidor, o al teorico soberano del poder, el ciudadano, esta reñida con la educación o la amabilidad.

La realidad es que cada vez mas habitualmente los hijos de puta, de diferente género y tendencia sexual, te gritan, te desprecian, te toquetean, te empujan, y te tratan como a un presunto delincuente sin ni siquiera darte los buenos dias, decirte perdon, o incluso un simple gracias, las formas minimas de respeto del castellano (y esto se puede aplicar al resto de los idiomas).

No es que todos los vigilantes o policias sean unos hijos de puta. Simplemente quiero decir que un hijo de puta lo es mucho mas cuando se le permite serlo. Es decir, con la escusa de la seguridad, por ejemplo, los hijos de puta se sienten mucho mas felices de poder serlo, y tienen que hacer menos esfuerzos para sonreir, tratar a los demas con amabilidad o, incluso, para intentar tratarte como las leyes dicen: como a un presunto inocente hasta que se demuestre lo contrario. Son tan hijos de puta que con las escusas al uso, la ley, que no solo dice que hay que fomentar la proteccion ante el terrorismo sino tambien que el ciudadano tiene ciertos derechos, se la pasan por la entrepierna (seguramente poco utilizada sin contraprestacion economica o el uso de su propia mano, y de ahi su frustración proyectada en el trato reprobable a los demas).

Tampoco digo que todos los trabajadores de seguridad del aeropuerto o, como veremos mas adelante, de las empresas de bajo coste, sean unos hijos de puta. Simplemente digo que entre ellos los que son hijos de puta de por si pueden serlo sin necesidad de aguantarse las ganas o sin escrupulo alguno. Un hijo de puta lo es porque lo es, y los que no lo son, incluso en condiciones que favorecen la indignidad, son amables, respetuosos y, a pesar de lo que les digan los hijos de puta de sus jefes, mantienen las formas de educacion, los preceptos de la ley, y el respeto hacia los demas, sean estos ciudadanos, clientes, pobres o ricos.

Dicen por ahi, los medios de comunicacion, tambien excesivamente hijos de puta, que la culpa es de Al Qaeda, una banda, para los hijos de puta, de hijos de puta. Sin embargo, estos supuestos hijos de puta, en cualquier caso de dudosa existencia, solo justifican actuar como un hijo de puta a los que ya son, de por si, hijos de puta. Esto, aunque parezca un juego de palabras, es pura descripcion de la realidad. Invocando su nombre, Al Qaeda, se puede tranformar a la ley en represion, a la seguridad en control, a los derechos en deberes, y a los trabajadores de los servicios publicos, a sueldo de los ciudadanos, en mercenarios bajo ordenes y al servicio de los intereses de otros grandes y privilegiados hijos de puta.

En resumen, con escusas estupidas y mentirosas, los que son hijos de puta se pueden explayar siéndolo. Pero no todos los trabajadores de los controles de acceso de los aeropuertos son hijos de puta, ni mucho menos. Algunos, excepcionalmente, se esfuerzan por trabajar bien y por aplicar las normas eticas, con educacion, y respeto de la ley (de todas, incluso la que defienden los derechos del ciudadano). Pero para no ser hijo de puta, dando la vuelta al argumento, es preciso no serlo.

Hijos de puta hay en todos lados. En los aeropuertos, en las fuerzas de seguridad, en los gobiernos, y tambien entre los presuntos miembros de la presunta Al Qaeda. Incluso hay obreros hijos de puta, que a sueldo de una empresa, por definicion normalmente hija de puta, actuan como tales, con la escusa, otra escusa, de que tienen que hacer lo que la empresa manda. Las compañias aereas de bajo coste, como se suelen definir aunque no sea asi, son un ejemplo de ladrones sin escrupulos que, ademas, tratan, escusandose en el falso bajo precio, a sus clientes cada dia mas como a una mierda.

Estas empresas hacen un negocio multimillonario a costa de la reduccion del precio final al viajero, conseguido con el recorte de servicios, de comodidad y de los derechos del consumidor, junto a las enormes subvenciones llegadas de las administraciones para favorecer los bajos precios y, por lo tanto, el consumo ¿Qué quiere decir esto? Que el estado, la administración, es decir nosotros, paga lo que la empresa se ahorra recortando servicios al cliente, es decir, a nosotros. Es decir, pagamos igual y recibimos menos ¿Cuanto menos?

No me refiero solamente a que las compañias de “bajo coste” nos recorten servicios como el periodico gratuito en el vuelo o las nefandas comidas gratuitas, que todavia siguen ofreciendo las grandes empresas de transporte aereo. Se trata fundamentalmente del trato, del respeto, de la educación hacia el consumidor, o ciudadano, que opta por viajar mas barato y que por ello es tratado como consumidor o ciudadano de segunda, o tercera, clase. En primer lugar, ni siquiera te ofrecen un asiento con tu billete, sino que tienes que competir con el resto de los viajeros de avion para conseguir uno, o varios asientos si vuelas con amigos o familia.

Asignar un asiento con la compra del billete o, simplemente, en el momento de la facturación, no supone un gasto excesivo para la compañia de bajo coste (y de baja moral), y yo diria que el gasto extra por esta gilipollez seria de 0 euros. Sin embargo, en el fondo no se trata de un coste economico, sino de un castigo, de un desprecio, de una humillacion, de, volviendo al tema principal del texto, ser unos hijos de puta. Ellos se enriquecen a nuestra costa pero dandole la vuelta a la tortilla nos lo venden como una ventaja, un favor, para el consumidor (para aquellos tan despreciables que no tienen dinero para comprar un billete decente). Asi que, y ya que optamos por ahorrar y pagamos menos (directamente, aunque si sumamos nuestros impuestos pagamos igual) no tenemos derecho a la reserva de asiento, y al resto de recortes que los empresarios hijos de puta han realizado con el fin de, aunque parezca que el motivo es poder ofrecer mejores precios, poder ser hijos de puta sin escrupulos con los clientes mas pobres.

No se trata solamante de la reserva del asiento, un tema que parece una tonteria pero que esconde un gran componente de lucha de clases, de desprecio al que gasta menos, de injusticia social, sino del trato recibido en general. Y muchas veces el personal de estas empresas deja salir su verdadera personalidad aprovechando que las circunstancias son favorables.

Como decia al principio, los que actuan como hijos de puta es porque lo son, y si alguien no lo es tampoco actua asi en los controles de acceso o en su trabajo en compañias de bajo coste o en cualquier otro. No se rien entre ellos como si no pasara nada mientras gracias a la ausencia de reserva de asiento las colas de viajeros esperan de pie una hora a que por fin se embarque, o, si el vuelo se atrasa, como paso la ultima vez en mi caso, a que se sepa algo de las causas o de la hora prevista para la salida. Dan la informacion solo en español o ingles por los altavoces aunque la persona que la da hable perfectamente, por ejemplo, rumano, y sepa que en la larga cola hay muchos campesinos que han llegado a visitar a sus hijos inmigrantes y que no se enteran de nada de lo que dice, etc...

Volar con una compañia de bajo coste es, ciertamente, aparentemente mas economico, sobre todo desde la perspectiva limitada de nuestro bolsillo. Pero los recortes que hace la empresa en servicios no se hacen, como nos intentan vender, altruistamente, sacando menos dinero por cada billete, sino que al final ganan lo mismo, ya que la diferencia la ponen las subvenciones publicas, es decir, nosotros. Asi que el maltrato, la humillacion, la falta de educacion, y la consideracion de los viajeros de los vuelos de bajo coste como si tuvieran menos derechos de los que compran un billete normal es, simplemente, producto de las decisiones de unos hijos de puta para los que las personas no son demasiado diferentes a los animales.

Cada dia me gusta menos viajar en avion, algo que se convierte en una especie de penitencia que, encima, pretenden hacernos creer que hacemos en pro de nuestra "propia seguridad", cuando la verdad es que se trata mas bien de una forma de controlarnos, de mostrarnos quien es quien manda, de realizar lo que los hijos de puta que controlan el poder o dirigen empresas mejor saben hacer: putearnos. La seguridad o la economia no son antonimos de educacion, respeto y, ni mucho menos, ajenas a la consideracion de lo que se conoce como "fuerzas de orden publico" como un servicio a los ciudadanos, y no de poderes invisibles en nombre de amenazas improbables.

Lo peor de todo es que al final parece que somos capaces de sometemos a cualquier cosa, y quizas en realidad el vuelo en avion sea el mas significativo rito de paso de hoy en dia desde la libertad teorica del mundo cotidiano en el que en vez de vivir, soñamos, hacia la sumision total que nos estan diseñando para la realidad poco dada a sueños, sino mas cerca de las pesadillas, en nuestro futuro.

Pd. perdon por el uso excesivo de expresiones insultantes, pero mi disfrute de la obra de Leo Bassi "Utopia" el domingo pasado me ha reafirmado en que lo mejor es siempre llamar a las cosas por su nombre, sin remilgos. La expresion "hijo de puta", como todos sabeis, no significa que la madre de nadie sea culpable de nada, sino que define, entre otras cosas, a una persona que actua sin ningun respeto hacia los demas en infinitas y diferentes formas de actuacion.

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