Hay que aprender de nuestros mayores

Mientras la mayoria sigue acojonada y con el rabo entre las piernas, centrados en el pataleo inutil, un hombre de 60 años ha lanzado un coctel molotov a un coche de la Policía Local de Valencia, en pleno centro de la ciudad.

El suceso se ha producido poco antes de las 12.30 horas en el centro de Valencia y el hombre, de unos 60 años, que debía de estar ya hasta las narices de tanta chuleria de los políticos, tanta desveguerza de la clase empresarial, y tanta impunidad del terrorismo policial, ha optado por hacer un poco más de ruido que el típico pero impotente del "lo llaman democracia y no lo es" o el "el pueblo unido jamás será vencido", muy bonito en la teoria pero poco llevado a la práctica, ha optado por mostrar su cabreo de otra manera. 

El coche estaba estacionado en una calle peatonal, donde los policias estaban realizando un control a los manteros que se sitúan habitualmente en la zona (por supuesto, nada de control a los grandes mafiosos o evasionistas). Al parecer el vehículo se encontraba vacío en ese instante y el incendio no ha provocado heridos, aunque el automóvil ha quedado inutilizado y ha tenido que ser llevado al depósito municipal. 

El "agresor" no estaba desequilibrado, como dicen los medios de propaganda del sistema, sino cabreado, por lo que espero a que el coche estuviera vacio para lanzar contra él el coctel molotov. En el centro de Valencia se estaban produciendo a esa misma hora varias protestas, una contra las entidades bancarias y otra por la huelga educativa, pero lo que ha tenido más eficacia mediática ha sido la acción del señor protagonista de la noticia. Si todos hicieran como él, quizás algunos no seguirian robando con tanta prepotencia y altivez y empezarían a cortarse mientras manchaban sus pantalones.

Por supuesto, no hablamos de violencia gratuita y arbitraria, desesperada, como la del caso del valenciano, sino de resistencia contra la violencia de clase con la finalidad de tomar el poder, para que la enorme riqueza del estado español se reparta por entre los que la producen, quitándosela de los manos de los grandes delincuentes que se la roban.

Se trata, ni mas ni menos, de una opción mucho mas lógica y digna que el mero suicidio, tan habitual entre la resignada y desesperada clase trabajadora en los ultimos tiempos, ante la agresión salvaje de los parasitos de la clase improductiva y saqueadora. 

De momento, ningun miembro del gobierno ha acusado al protagonista de la noticia de ser miembro o estar financiado por ETA, como hace con todos los que, hartos de la situación, deciden protestar contra los criminales que están aprovechando la situación para llenarse los bolsillos a costa del empobrecimiento y desesperación de los trabajadores (incluidos los alumnos de colegio, los médicos o los trabajadores deshauciados).

Fte: Yo me tiro al monte