Una nueva demostración del resurgir de la xenofobia fascista en toda Europa se ha producido en Italia. La situacion en cada dia mas preocupante en toda Europa, donde el ambiente cada vez mas se parece al de los años previos a 1939.
Los musulmanes no pueden levantar minaretes en Suiza, ni vestir como quieran en Francia, si es que no les acusan de terroristas de Al Qaeda arbitrariamente antes; las normas para que inmigrantes latinoamericanos entren en Europa son cada vez mas draconianas, dejando sin derecho alguno a quien la policia o el estado impidan entrar o decidan repatriar; y los procedentes de Africa subsahariana, si es que logran cruzar el Mediterraneo, ahora ni siquiera tienen ya derecho a protestar en Italia.
Parece ser que en la localidad italiana de Rosarno, al sur del pais, con unos 15OO0 habitantes, los inmigrantes que vivian hasta ayer en unas fabricas abandonadas han sido expulsados a palos del pueblo. ¿La razon? Han osado protestar por el trato recibido por la poblacion local y las instituciones.¨¡Faltaria mas¡", habran pensado los "honrados" habitantes nativos de la zona, ¡Encima de que les dejamos vivir aqui tienen el descaro de protestar porque les insultemos o les peguemos de vez en cuando, o porque vivan en condiciones insalubres¡.
La memoria historica no es el punto fuerte de los ciudadanos europeos del siglo XXI. Asi los italianos han olvidado demasiado rápido aquellos tiempos en que miles de ellos tuvieron que huir para poder comer a otros paises europeos mas ricos o a Latinoamerica. Lo mismo sucede en España, donde el franquismo obligo a españoles de todas las edades a buscar trabajo fuera de las fronteras, y en sus lugares de destino sufrieron el desprecio y la exclusion de los habitantes locales.
Todo comenzó la madrugada del viernes, cuando varios grupos de inmigrantes protagonizaron revueltas en la localidad en protesta por el ataque de una banda de jóvenes contra trabajadores rurales africanos. Algo que era bastante habitual, y no un caso esporadico, por lo que parece.
Los inmigrantes se reunieron delante del ayuntamiento para continuar con sus protestas, en una concentración que derivó en una manifestación por las calles de la localidad en la que se produjeron algunos enfrentamientos con los vecinos del pueblo, que organizaron por la tarde una contra manifestacion. La noche terminó con varios heridos y ocho detenidos, siete extranjeros y un italiano, quien intentó atropellar a varios de los inmigrantes que se manifestaban por las calles de la localidad con una excavadora.
Esta 'caza del inmigrante' también provoco 9 heridos del grupo de inmigrantes, 2 con barras de hierro y otros 2 con armas de fuego. Los enfrentamientos siguen durante la jornada de hoy y esta misma mañana han disparado a otro inmigrante en las piernas. Algunos de los vecinos incluso han llegado a detener las ambulancias que trasladaban a los heridos para comprobar si llevaban inmigrantes.
Ahora, el pánico se ha aporderado de los trabajadores inmigrantes, que quieren salir de la localidad cuanto antes, aunque no quieren renunciar al salario que se les debe como trabajadores. Los ataques que están sufriendo les colocan en una difícil disyuntiva: quedarse y arriesgar su vida o marcharse y perderlo todo.
Mientras, medio centenar de vecinos armados con palos, bastones y bidones de gasolina están apostados en las cercanías de una antigua fábrica abandonada, y han manifestado su intención de no moverse del lugar hasta que no se hayan ido todos los inmigrantes.
En esa fábrica se hacinaban los 2.500 inmigrantes, que estaban contratados para recolectar naranjas en Rosarno. Sus condiciones de vida eran muy precarias, sin luz ni agua corriente, y con tan solo seis retretes químicos. Durante la noche y la jornada de hoy las autoridades han trasladado a la mayoría de los inmigrantes en autobuses a centros de acogida cercanos, pero quedan en el edificio unas 300 personas que aún no han sido trasladadas.
Sin embargo,la hipocresia de los vecinos niega el racismo que se esconde tras estos ataques salvajes, negando estos su caracter xenofobo
"Nosotros no somos racistas, pero queremos que se vayan y que no vuelvan más", dicen sin que parezca que se den cuenta de la contradiccion de sus palabras.
Aunque la noticia ha saltado a la luz cuando han tenido lugar los criminales enfrentamientos, el racismo subyacente a la situacion se evidencia en las condiciones nefastas donde podian vivir los trabajadores, con salarios infimos, sin luz y sin agua, y sin derecho alguno...Ni siquiera a protestar. En situaciones como estas, solo se considera importante la noticia cuando el problema estalla, sin que en ningun momento se crea importante denunciar las rutinarias muestras de xenofobia.
20 años despues de la caida del comunismo en Europa el enemigo al que este derroto en la Segunda Guerra Mundial esta volviendo a tomar fuerza, con la complacencia de los gobiernos y las empresas que, en el fondo, son los mayores beneficiarios de la extension de las actitudes fascistas.
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