16 de febrero de 2011

La planta sagrada de los incas se rebela contra Monsanto

En Estados Unidos los agricultores han tenido que abandonar cinco mil hectáreas de soja transgénica mientras otras cincuenta mil están gravemente amenazadas. Este pánico se debe lo que ellos llaman“mala hierba”, el amaranto (conocida en el Perú como kiwicha) que parece que ha iniciado la resistencia de la naturaleza contra la multinacional Monsanto, tristemente célebre por su producción y comercialización de semillas transgénicas patentadas, que ademas suelen invadir los cultivos tradicionales de los campesinos, haciendo que no puedan seguir cultivandola por ser propiedad exclusiva de la empresa norteamericana.
En 2004 un agricultor de Atlanta comprobó que algunos brotes de amaranto resistían al poderoso herbicida Roundup. Los campos víctimas de esta invasora “mala hierba” habían sido sembrados con granos de soja Roundup Ready, cuya semilla habia recibido geneticamente un gen de resistencia al herbicida. Es decir, de este modo, seria la unica planta que sobreviviria a los herbicidas, mientras este acabaria con el resto de las plantas de los sembrados.

Desde entonces la situación ha empeorado y el fenómeno se ha extendido por Carolina del Sur y del Norte, Arkansas, Tennessee y Missouri. Según un grupo de científicos británicos del Centro para la Ecología y la Hidrología, se ha producido una transferencia de genes entre la planta modificada genéticamente y algunas hierbas "indeseables" como el amaranto. O dicho con otras palabras, se ha producido una adaptación de la naturaleza a la creación artificial del hombre.

Esta constatación contradice las reiteradas afirmaciones de los defensores de los organismos modificados genéticamente, según los cuales una hibridación entre una planta modificada genéticamente y una planta no modificada es simplemente “imposible”. El amaranto ha tirado por los suelos sus teorias, lo que supone que ademas de que la eficacia de los cultivos transgenicos no es total, como se decia, significa que se está influyendo sin control alguno sobre la evolucion de las especies del entorno, tanto para bien (como en este caso) como para mal (pues si la hibridación natural es posible, las posibilidades indeseadas de afectar al entorno son infinitas.

Según el genetista británico Brian Johnson, “basta con un solo cruce logrado entre varios millones de posibilidades. Una vez creada, la nueva planta posee una enorme ventaja selectiva y se multiplica rápidamente. El potente herbicida que se utiliza aquí, Roundup, a base de glifosato y de amonio, ha ejercido una presión enorme sobre las plantas, las cuales han aumentado aún más la velocidad de la adaptación”. Así, al parecer un gen de resistencia a los herbicidas ha dado nacimiento a una planta híbrida surgida de un salto entre el grano que se supone protege y el humilde amaranto, que se vuelve imposible de eliminar.

La única solución es arrancar a mano las malas hierbas, como se hacía antes, pero esto ya no es posible dadas enormes dimensiones de los cultivos (consecuencias colaterales de la industrializacion del campo, no todos van a ser para los campesinos). Además, al estar profundamente arraigadas, estas hierbas son muy difíciles de arrancar con lo que, simplemente, las tierras tienen que ser abandonadas.
El diario inglés The Guardian publicaba un artículo de Paul Brown que revelaba que los genes modificados de cereales habían pasado a plantas salvajes y creado un “supergrano” resistente a los herbicidas, algo “inconcebible” para los defensores de las semillas transgénicas.

Resulta divertido constatar que el amaranto o kiwicha, considerada ahora una planta “diabólica” para la agricultura genética, es una planta sagrada para los incas. Pertenece a los alimentos más antiguos del mundo. Cada planta produce una media de 12.000 granos al año y las hojas, más ricas en proteínas que la soja, contienen vitaminas A y C, y sales minerales.

Así este bumerán, devuelto por la naturaleza a la transnacional Monsanto, no sólo neutraliza a este depredador, sino que instala en sus dominios una planta que podría alimentar a la humanidad en caso de hambre. Soporta la mayoría de los climas, tanto las regiones secas como las zonas de monzón y las tierras altas tropicales, y no tiene problemas ni con los insectos ni con las enfermedades con lo que nunca necesitará productos químicos.

Sea como sea, parece que la diosa naturaleza, tal y como han sabido siempre los pueblos que vivian en armonia con la tierra, no es tan sumisa como los seres humanos, el único animal capaz de domesticarse a sí mismo, y como era de esperar, no deja escapar ocasión alguna para devolver el golpe.

http://elpolvorin.over-blog.es/article-la-planta-sagrada-de-los-incas-desafia-a-los-cultivos-transgenicos-del-gigante-monsanto-67223036.html

2 comentarios:

Dizdira Zalakain dijo...

Es todo un símbolo, desde luego. La naturaleza se defiende de sus agresores. A ver si consigo una buena cantidad de semillas de esa planta sagrada, que se ha vuelto inmune al herbicida de estos criminales y la esparzo por los maizales transgénicos que han empezado a proliferar en Navarra.
Saludos.

Maju dijo...

Está bien: la naturaleza se defiende sola ya que nosotros somos un desastre en este aspecto.

El amaranto es comestible, así que ningún problema. Lo que no sabía era que era sagrado para los pueblos andinos (pensaba que ese honor era solo para la coca).

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