29 de octubre de 2010

Marcelino Camacho, el último indomesticable de CCOO

Con la muerte de Marcelino Camacho ha desaparecido quizas el ultimo sindicalista indomesticable de las CCOO que el ayudo a crear, y que se han ido convirtiendo durante el Juancarlismo postfranquista en un tentaculo mas para la perpetuacion del sistema.

Si bien su vida fue un ejemplo de lucha y de sacrificio por la libertad y los derechos de los trabajadores, y que siempre mantuvo la dignidad y su orgullo de pertenencia a su clase (al contrario que otros dirigentes sindicales), al final tuvo su parte de responsabilidad en la perpetuacion tras la muerte de Franco del sistema franquista con maquillaje democratico, aunque al final los excesos de celo en servir al capitalismo por parte de CCOO le obligaron a dimitir de este sindicato que comenzo su vida como punta de lanza de la clase obrera y hoy es simplemente el mas celoso servidor del sistema oligarquico.

No obstante, nada de este final hace que se ponga en duda que la vida de Camacho es admirable, todo un ejemplo de dedicacion y afirmacion de los principios y la creencia en la justicia y la democracia (esa democracia que nunca llego a España). En 1935 se afilió al Partido Comunista de España (PCE) y posteriormente a la Unión General de Trabajadores, a la que también perteneció su padre, guarda-agujas en la Estación de Osma-La Rasa (Soria).

Tras el golpe de estado fascista de 1936, junto a otros ferroviarios, cortó las vías del tren para impedir el avance de los terroristas de Franco. Cruzó andando la sierra madrileña para unirse al bando republicano en el que luchó durante la Guerra Civil Española (1936-39). En los últimos días de la Guerra fue encarcelado por la Junta de Casado (republicano traidor que intento pactar la entrega de Madrid a Franco). Se escapó y estuvo unos meses en la clandestinidad y fue denunciado por alguien que le reconoció. Fue juzgado por ir voluntario a defender la República y condenado a trabajos forzados en diferentes campos para terminar finalmente en Tánger.

En 1944 se fuga del campo y viaja al exilio a Orán (Argelia). Al pasar la frontera del entonces Marruecos francés fue detenido por la policía francesa y conducido a Orán, una ciudad que entonces tenía una enorme colonia de inmigrantes españoles. Algunos se encontraban desde antes de los años treinta, desplazados por motivos económicos y otros eran refugiados políticos republicanos emigrados tras la guerra civil (los últimos barcos con exiliados republicanos salidos del puerto de Alicante días antes de la guerra se dirigirían precisamente a esta ciudad). Entre los exiliados que reclamaron y consiguieron su libertad estaba Josefina Samper (1927, Fondón, Almería), con la que se casaría el 22 de diciembre de 1948.

En 1957, tras ser indultado, regresaría a España para desempeñar su profesión de obrero metalúrgico en Perkins Hispania. Fue elegido representante de los trabajadores de su empresa y fue uno de los impulsores de Comisiones Obreras (CC.OO.), sindicato de clase y de inspiración comunista infiltrado en los sindicatos verticales del régimen franquista. Por sus actividades sindicales y políticas fue encarcelado en 1967, pasando nueve años en la cárcel de Carabanchel. A la salida de la prisión dijo una de sus mas famosas frases: «ni nos doblaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar». Hoy todo el mundo sabe que su vaticinio estaba equivocado, y que el sindicato no solo fue domesticado sino que es uno de los principales resortes para el control y sometimiento de la clase trabajadora española.

Salió indultado tras el famoso Proceso 1001, en el que la dictadura juzgó a los principales dirigentes de CC.OO. a finales de 1973. En 1976 las Comisiones Obreras se constituyeron en confederación sindical y Marcelino Camacho fue elegido secretario general. En ese momento ya era miembro del Comité Central del Partido Comunista de España (PCE). Fue elegido diputado por Madrid en las elecciones constituyentes de 1977 y reelegido en las elecciones de 1979.

Camacho demostro su coherencia dimitiendo como diputado por desacuerdo con las normas laborales que aprobó el Parlamento con el apoyo del PCE.


Dirigió CCOO hasta 1987, siendo reelegido por abrumadora mayoría en los cuatro primeros congreso del sindicato. En este periodo Comisiones Obreras se convirtió en la primera central sindical española y le convocó la primera huelga general al gobierno de Felipe González en 1985. Además, tuvo una destacada presencia en las movilizaciones contra la OTAN de 1986 y en las estudiantiles del curso 86/87. En 1987 pasó a ocupar el cargo honorífico de Presidente, al ser sustituido en el cargo de secretario general por Antonio Gutiérrez. Desde antes del 5º Congreso (1991) mantuvo enfrentamientos con la dirección encabezada por Gutiérrez (favorable al pacto social o a la disolución del PCE en Izquierda Unida), lo que culminó con su dimisión como Presidente en 1995 al estar en desacuerdo por el alejamiento de la dirección de CCOO del PCE y su continuo giro a la derecha. En el 6º Congreso (1996) el sector mayoritario oficialista votó en contra de la candidatura a presidente para el que, el Sector Crítico había propuesto a Marcelino Camacho, por 366 votos a favor, 571 en contra, 43 abstenciones, 12 en blanco y 3 nulos.

En la actualidad seguia siendo militante en el PCE y miembro de su Comité Federal. Asimismo era afiliado de Izquierda Unida y conservaba el carnet n.º 1 como miembro de CCOO.

Camacho representa en su figura tanto la lucha de los viejos sindicalistas y comunistas contra el franquismo, por la republica, y por el cambio de sistema economico, como la traicion de sus sindicatos a la clase trabajadora, tranformandose en mera instituciones cuyo fin es mantener a la clase obrera alejada de la lucha de clases.

Las alabanzas de personajes como Zapatero, Rubalcaba, de la misma patronal o de incluso de la Casa Real, los herederos del franquismo, demuestra el triste final de un hombre como Camacho, que a pesar de pasarse la vida luchando por la restauracion de la legalidad democratica republicana y el triunfo del comunismo vio como su combate, su sindicato, su partido, se fueron tranformando, y quizas sin ausencia de su complicidad, en la perpetuacion del sistema contra el que lucho.

Sea como sea, Camacho era de los ultimos sindicalistas que hoy podian recibir el adjetivo de "indomesticables", en el centro de la voragine de oportunismo, traicion, y sometimiento que caracterizan hoy a los miembros de su sindicato, CC.OO, y de su partido, el PCE. Suponemos que, como demostro con su oposicion ante algunas de estas actitudes tras la instauracion del regimen Juancarlista, a él le dolio esta degeneracion, aunque no hay que olvidar que, como sucedio con el PCE de Carrillo, sus CCOO tambien pactaro con el franquismo la aceptacion de este nuevo régimen, de la monarquia, y de la renuncia a los principios basicos de la lucha antifranquista, a cambio de una parte en el pastel del poder.

En todo caso, una pena que Marcelino Camacho hay dejado de estar aqui para servir al menos de contraste con la jauria de fieras y vendidos que representan a los trabajadores hoy en dia, muy poco en las calles y mucho en escaños, consejerias de cajas y bancos, y en comites donde deben, a falta de otra actividad evidente, repartirse las grandes subvenciones.

1 comentario:

P dijo...

Siempre leo tus entradas, Jose Luis, aunque no vierta mis comentarios en todas ellas. Pero esto que acabas de escribir es digno de ser enmarcado. No has podido ser más preciso en la exposición de la biografía de un gran hombre ni más claro a la hora de opinar con espíritu crítico constructivo las circunstancias que rodearon la existencia y el accionar de Marcelino Camacho.

Lo mejor que he leído sobre el líder sindical antifranquista desde que se conoció la noticia de su muerte.

Sigamos, pues, cuestionándoslo todo, con voluntad de cambiar lo que tenga que ser cambiado.

¡Salud, compañero!

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